El principe Lestat - Anne Rice
asesté otro hachazo justo por debajo del hombro, seccionándole toda la extremidad. Los gritos que salieron de él sacudieron los candelabros. Bajó la vista con horror al muñón ensangrentado. Yo arrojé el brazo a lo largo de la mesa, casi hasta la mitad. Muchos de los presentes se apartaron de inmediato, haciendo rechinar las sillas y echándose hacia atrás. Él miró su brazo. No conseguía acallar los gritos que le salían y, finalmente, se tapó la boca con la mano derecha. Emitió un largo y espantoso gemido.
Ahora muchos se habían puesto de pie y apartado de la mesa, una reacción que no me sorprendió. Ver cómo alguien es desmembrado resulta difícil incluso para los vampiros dotados de mayor frialdad y autodominio: aunque sepan que los miembros pueden reimplantarse y volver a crecer. Y además, si hablábamos de quemar los miembros… difícilmente sería posible reimplantarlos después. —Necesitamos un brasero lleno de brasas —dije—. ¿O incineramos simplemente estos despojos con el Don del Fuego? —Miré a los demás y me volví hacia Rhoshamandes—. Yo, en tu lugar, le diría a la Voz que se fuera al
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Ahora muchos se habían puesto de<br />
pie y apartado de la mesa, una reacción<br />
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a crecer. Y además, si hablábamos de<br />
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sería posible reimplantarlos después.<br />
—Necesitamos un brasero lleno de<br />
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simplemente estos despojos con el Don<br />
del Fuego? —Miré a los demás y me<br />
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