El principe Lestat - Anne Rice
consiguió zafarse. No podía moverse. Marius, Seth, Sevraine y Gregory se habían puesto de pie y lo miraban fijamente, inmovilizándolo con el Don de la Mente tal como yo había previsto que harían. La sangre seguía manando de su brazo izquierdo y derramándose sobre la mesa. Él trató de sofocar otro grito, pero no le era posible. —¿Hay algún sitio —pregunté— donde pueda quemar esta mano? A ver, la podría incinerar aquí sin problemas, pero no quiero chamuscar la mesa. —¡No! —aulló él. Se puso como un loco tratando de liberarse,
etorciéndose, forcejeando con mi mano y con la fuerza invisible que lo mantenía sujeto. Observé que la carne sobrenatural ya empezaba a cerrar el boquete de la muñeca. —Llama ahora mismo a ese estúpido y pequeño aprendiz de brujo tuyo —dije — y ordénale que libere a mi hijo; o bien te cortaré en pedazos con el hacha y quemaré cada trozo delante de ti. —Me incliné y lo miré a los ojos—. Y ni se te ocurra tratar de lanzar sobre mí ese fuego mortífero —añadí—. O ellos te carbonizarán y matarán en el acto. Rhoshamandes estaba paralizado de rabia y de pánico. Por desgracia para él. Le extendí el brazo de un tirón y le
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consiguió zafarse. No podía moverse.<br />
Marius, Seth, Sevraine y Gregory se<br />
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fijamente, inmovilizándolo con el Don<br />
de la Mente tal como yo había previsto<br />
que harían.<br />
La sangre seguía manando de su<br />
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Él trató de sofocar otro grito, pero<br />
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