El principe Lestat - Anne Rice
lado, se acercó adonde se hallaba sentada Jesse y, situándose tras ella, se inclinó para hablarle íntimamente. —Nunca fue mi intención hacerle daño a Maharet —dijo—. Y desearía con toda mi alma haber encontrado el modo de evitarlo. Lo hice porque ella pretendía exterminarnos a todos. Te juro que es cierto. Y maté a Jayman porque pensé que cuando comprendiera lo que yo había hecho, trataría de vengarse. Ella siguió mirando hacia delante, con sus ojos apagados y enrojecidos, como si no lo hubiera escuchado. Totalmente inmóvil. David tampoco levantó la vista. Rhoshamandes suspiró. Al hacerlo,
una expresión altanera cruzó sus rasgos agraciados: una expresión casi desdeñosa. Fue apenas un segundo, pero yo la percibí con un sobresalto. Me asombró la dureza que delataba, en contraste con aquellas palabras tan elegantes y delicadas. Dio media vuelta, regresó al pie de la mesa, por así llamarlo, y tomó asiento en la silla que le habían puesto allí. —Ya sabes lo que quiero —dijo, dirigiéndose a mí—. Ya sabes lo que quiere Amel. Y ya sabes, Lestat, que tu hijo está con Benedict. —Se metió la mano en el bolsillo y sujetó en alto un reluciente iPhone para que todo el mundo lo viera; luego lo depositó ante sí
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una expresión altanera cruzó sus rasgos<br />
agraciados: una expresión casi<br />
desdeñosa. Fue apenas un segundo, pero<br />
yo la percibí con un sobresalto. Me<br />
asombró la dureza que delataba, en<br />
contraste con aquellas palabras tan<br />
elegantes y delicadas.<br />
Dio media vuelta, regresó al pie de<br />
la mesa, por así llamarlo, y tomó asiento<br />
en la silla que le habían puesto allí.<br />
—Ya sabes lo que quiero —dijo,<br />
dirigiéndose a mí—. Ya sabes lo que<br />
quiere Amel. Y ya sabes, <strong>Lestat</strong>, que tu<br />
hijo está con Benedict. —Se metió la<br />
mano en el bolsillo y sujetó en alto un<br />
reluciente iPhone para que todo el<br />
mundo lo viera; luego lo depositó ante sí