El principe Lestat - Anne Rice
delante para estar juntos, ellos y los demás, y que llegarían a conocerse y a amarse mutuamente como nunca en el pasado. —Vamos a sentarnos todos para hablar de lo que está ocurriendo —había dicho Lestat, asumiendo el mando con asombrosa facilidad—. Armand, yo diría que lo hagamos en el salón de baile del desván. Subiré en cuanto haya hablado con Rose y la haya dejado a salvo en el sótano. Y Benji, tú también debes estar allí. Has de interrumpir la emisión el tiempo suficiente para poder asistir, ¿entendido? Nadie debe ausentarse. La crisis es demasiado grave. Maharet y Jayman, asesinados; su
casa, incendiada; Mekare, desaparecida. ¿No dice un proverbio que «quien turba su casa heredará el viento»? Pues la Voz está a punto de heredar el viento, y nosotros hemos de sujetar bien esta tienda para que no se la lleve por delante. Gregory sintió la tentación de aplaudir. Armand había accedido de inmediato, como si fuera lo más natural del mundo hacer lo que Lestat dijera. Pero ¿no era eso lo que todos deseaban? ¡Y qué figura tan bella y deslumbrante constituía Lestat! Era el James Bond de los vampiros, no cabía
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casa, incendiada; Mekare, desaparecida.<br />
¿No dice un proverbio que «quien turba<br />
su casa heredará el viento»? Pues la Voz<br />
está a punto de heredar el viento, y<br />
nosotros hemos de sujetar bien esta<br />
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Gregory sintió la tentación de<br />
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Armand había accedido de<br />
inmediato, como si fuera lo más natural<br />
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Pero ¿no era eso lo que todos<br />
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