El principe Lestat - Anne Rice
la vida misma bullía a su alrededor, tal como debía de bullir allá abajo, en las calles. A solo unas decenas de metros, se veían las ventanas oscuras de oficinas fantasmales, de dormitorios y salones habitados, y también azoteas con relucientes piscinas azules, y otras con jardines primorosos, como de juguete, con unos arbolitos que tenías casi la sensación de poder tocar con los dedos. Y todo este impresionante panorama extendiéndose hacia las grandes sombras lejanas de Central Park. «Quiero recordar siempre estas noches —pensó—. Quiero fijarlas en mi memoria. No quiero perderme un solo detalle. Cuando ya sea cosa hecha,
cuando la decisión esté tomada y ejecutada, escribiré unas memorias que lo dejen todo reflejado para siempre. Mientras sucede es todo demasiado hermoso, demasiado abrumador, y te das cuenta de que se va perdiendo con cada bocanada de aire». Bruscamente, una masa oscura apareció por encima de ella. Algo así como una nube formándose y descendiendo ante sus propios ojos. En una fracción de segundo, la sombra se condensó y se alzó ante ella, cegándola prácticamente, impulsándola a apartarse de la pared transparente. Sonó un gran estallido, un tremendo y espeluznante estruendo, y, mientras se
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la vida misma bullía a su alrededor, tal<br />
como debía de bullir allá abajo, en las<br />
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se veían las ventanas oscuras de oficinas<br />
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habitados, y también azoteas con<br />
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jardines primorosos, como de juguete,<br />
con unos arbolitos que tenías casi la<br />
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Y todo este impresionante panorama<br />
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«Quiero recordar siempre estas<br />
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