El principe Lestat - Anne Rice
Y, además, Thorne, el bebedor de sangre pelirrojo, el vampiro vikingo, estaba plantado como un centinela junto a la entrada que daba al pasillo. Con un abrigo de lana gris y los brazos cruzados, escrutaba la noche totalmente inmóvil. Si oía lo que estaban hablando, no daba muestras de ello. Había permanecido inmóvil desde que ellos habían llegado. Louis y Rose estaban sentados a uno y otro lado de una mesita redonda de cristal, provista de modernas sillas esmaltadas de negro de estilo reina Ana. Él llevaba un largo suéter negro de lana de cuello vuelto. Su pelo era tan negro como el suéter, pero más lustroso, y sus
ojos relucían como el anillo de esmeralda que lucía en la mano. Su rostro era tan resplandeciente que a Rose le hizo pensar en un pasaje de Hijos y amantes: un pasaje donde D. H. Lawrence decía, hablando de la cara de un hombre, que había sido en su juventud «la flor de su cuerpo». Ahora, por primera vez, creyó entender a qué se refería Lawrence. Louis, con su voz tierna y paciente, seguía hablando. —Tú crees que lo sabes, pero no puedes saberlo. ¿Quién no quedaría deslumbrado a priori ante la oferta de una vida eterna? —Llevaba horas allí, respondiendo pacientemente las
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ojos relucían como el anillo de<br />
esmeralda que lucía en la mano.<br />
Su rostro era tan resplandeciente que<br />
a Rose le hizo pensar en un pasaje de<br />
Hijos y amantes: un pasaje donde D. H.<br />
Lawrence decía, hablando de la cara de<br />
un hombre, que había sido en su<br />
juventud «la flor de su cuerpo». Ahora,<br />
por primera vez, creyó entender a qué se<br />
refería Lawrence.<br />
Louis, con su voz tierna y paciente,<br />
seguía hablando.<br />
—Tú crees que lo sabes, pero no<br />
puedes saberlo. ¿Quién no quedaría<br />
deslumbrado a priori ante la oferta de<br />
una vida eterna? —Llevaba horas allí,<br />
respondiendo pacientemente las