El principe Lestat - Anne Rice
en un tono desesperado—. ¡Tómame dentro de tu cuerpo! ¡Ya sabes cómo debes hacerlo! Ya sabes cómo se llevó a cabo con Akasha. Hazlo ya. ¡Hazlo tal como has hecho con la otra! Hazlo. He de librarme de esta prisión. ¿Te has vuelto loco? ¡Hazlo! —No —dijo Rhosh. —¿Vas a traicionarme ahora? ¿Osarás? Haz lo que te digo. —No puedo hacerlo solo —dijo Rhosh. Ahora advirtió que estaba temblando violentamente de pies a cabeza y que un sudor de sangre había empezado a brotarle en la cara y en las manos. Sentía que el corazón le palpitaba en la garganta.
La Voz se había puesto a maldecir, a farfullar y gritar. La mujer muda permanecía de pie, impasible. De repente, el grito de un pájaro pareció despertarla. Ladeó la cabeza hacia la izquierda, hacia Rhosh, como si mirase hacia arriba para ver el pájaro, aquel pájaro que estaba más allá del jardín rodeado de malla metálica. Lentamente, dio media vuelta y se alejó de Rhosh a través de la espesura de helechos y palmeras. Sus pisadas sonaban suavemente en la tierra. Una especie de tarareo salía de sus labios. Siguió adelante, alejándose. La Voz lloraba. Sollozaba. —Te digo que no puedo hacerlo sin
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La Voz se había puesto a maldecir, a<br />
farfullar y gritar.<br />
La mujer muda permanecía de pie,<br />
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cabeza hacia la izquierda, hacia Rhosh,<br />
como si mirase hacia arriba para ver el<br />
pájaro, aquel pájaro que estaba más allá<br />
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Lentamente, dio media vuelta y se<br />
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sonaban suavemente en la tierra. Una<br />
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Siguió adelante, alejándose.<br />
La Voz lloraba. Sollozaba.<br />
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