El principe Lestat - Anne Rice
y a la de Eugénie, sentada a su lado. Mis ojos se deslizaron por los rostros extrañamente expresivos de Raymond Gallant y Gremt. Parecían infinitamente más humanos que el resto de nosotros. —Escúchame —dijo Gabrielle con impaciencia—. Es impensable que puedas reaccionar ahora mismo ante todas estas revelaciones. Nadie podría. Pero te aseguro que esa chica, Rose, está al borde la locura, como sucede siempre con aquellos que saben demasiado acerca de nosotros. Viktor, por su parte, ha sabido siempre que tú eras su padre; se crio con el amor de su madre, y sabe que ella también es una bebedora de sangre. Así pues, salgamos
mañana por la noche para resolver todo eso de entrada; y después, el problema de la Voz. Asentí, procurando reprimir una sonrisa amarga. ¡Qué jugada habían hecho! ¿Habría sido deliberado? ¿Calculado? No importaba demasiado ahora. Así estaban las cosas. —¿Crees que estas cuestiones son más importantes que la Voz? —pregunté —. ¿No te parece que pueden esperar un poco más? No sé qué pensar, no puedo pensar. No estoy decidido. —Creo que si vuelves a acudir a Maharet —dijo Gabrielle— te llevarás una gran decepción con lo que descubras. Y ella podría muy bien
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y a la de Eugénie, sentada a su lado. Mis<br />
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Gallant y Gremt. Parecían infinitamente<br />
más humanos que el resto de nosotros.<br />
—Escúchame —dijo Gabrielle con<br />
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Pero te aseguro que esa chica, Rose,<br />
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