El principe Lestat - Anne Rice
acababa de registrar nada por el momento; solo notaba que era presa de una especie de parálisis. Hice lo posible para sobreponerme. Tenía que examinar los rostros que me rodeaban. Ocupé un sillón de respaldo alto frente a Sevraine. Eso era lo que ella quería. Gabrielle se sentó a mi lado. Resultaba imposible ignorar que yo constituía el centro de atención; que todos estos seres estaban conectados por otros encuentros anteriores, e incluso por una larga historia, y que yo tenía mucho que aprender. Me sorprendí mirando al fantasma y, al fin, caí en la cuenta. Raymond Gallant. La Talamasca. Un amigo de
Marius en los años del Renacimiento, antes y después de que los Hijos de Satán atacaran a Marius y destruyeran su palacio veneciano. Un amigo que le había ayudado, a través de la Talamasca, a encontrar a su amada Pandora; que había estado viajando por Europa en aquella época con un bebedor de sangre indio llamado Arjun. Raymond Gallant había muerto a una edad muy avanzada en un castillo inglés que pertenecía a la Orden de la Talamasca, o eso era lo que Marius había creído siempre. El fantasma me miraba ahora con unos ojos afables, sonrientes, amigables. Sus ropas era las únicas decididamente occidentales de la sala, aparte de las
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- Page 1230 and 1231: Transcurrió una hora. Tal vez más
- Page 1232 and 1233: puerta con su pequeña compañía.
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- Page 1242 and 1243: aquello estaba iluminado con la pot
- Page 1244 and 1245: además, había sido creada por Mar
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- Page 1248 and 1249: distintas formas y apariencias. Per
- Page 1250 and 1251: esultaban visibles para cualquiera
- Page 1252 and 1253: naipes preciosos y relucientes. —
- Page 1254 and 1255: No sabes cuántas noches te he segu
- Page 1256 and 1257: las manos con más fuerza. El coraz
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- Page 1262 and 1263: misma parecía estremecida mientras
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- Page 1294 and 1295: tu hijo no es de la Sangre. Silenci
- Page 1296 and 1297: una imagen completa del muchacho. E
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- Page 1310 and 1311: nuevo, maldiciéndola con las peore
- Page 1312 and 1313: y ensayó otra estrategia. ¿Acaso
- Page 1314 and 1315: su vida dedicada al contrabando, el
- Page 1316 and 1317: un tono confidencial, ahí mismo.
- Page 1318 and 1319: haber confiado en mí. Pero se hab
- Page 1320 and 1321: profusamente iluminados. Las parede
- Page 1322 and 1323: cargada de humedad, y la luz de las
acababa de registrar nada por el<br />
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Ocupé un sillón de respaldo alto<br />
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quería. Gabrielle se sentó a mi lado.<br />
Resultaba imposible ignorar que yo<br />
constituía el centro de atención; que<br />
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mucho que aprender.<br />
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