El principe Lestat - Anne Rice

09.12.2015 Views

ahora, damas y caballeros de la Noche, debo volver al programa. —Espera un momento, Benji, por favor —dijo Marius—. Yo estoy en desventaja aquí. ¿Qué poesía era exactamente la que te ha recitado la Voz? —Una poesía de Yeats, amo —dijo Benji, con una inclinación aún más deferente—. «La segunda venida» de Yeats: «¿Y qué tosca bestia, cuya hora llega al final, / Cabizbaja camina hacia Belén para nacer?» Y sin una palabra más, Benji se fue a su estudio, que estaba arriba, tocándose el ala del sombrero al pasar junto a Pandora y Chrysanthe. Los compases palpitantes y acelerados de «El vals del

carrusel» volvieron a inundar el salón. Gregory se situó otra vez junto a la pared y observó a los bailarines, que ya reanudaban sus evoluciones por la pista. Entonces advirtió que Davis estaba a su lado. Notó el tacto frío de la mano de Davis en la suya. —Baila conmigo —dijo Davis—. Baila a mi lado. —¿Cómo? —Vamos, tú sabes. Siempre has sabido. Tal como los hombres han bailado siempre. Recuerda. En el pasado debes de haber bailado con otros hombres. —Davis lo miraba con ojos húmedos, inquisitivos. Le sonreía, y parecía totalmente confiado; como si

ahora, damas y caballeros de la Noche,<br />

debo volver al programa.<br />

—Espera un momento, Benji, por<br />

favor —dijo Marius—. Yo estoy en<br />

desventaja aquí. ¿Qué poesía era<br />

exactamente la que te ha recitado la Voz?<br />

—Una poesía de Yeats, amo —dijo<br />

Benji, con una inclinación aún más<br />

deferente—. «La segunda venida» de<br />

Yeats: «¿Y qué tosca bestia, cuya hora<br />

llega al final, / Cabizbaja camina hacia<br />

Belén para nacer?»<br />

Y sin una palabra más, Benji se fue a<br />

su estudio, que estaba arriba, tocándose<br />

el ala del sombrero al pasar junto a<br />

Pandora y Chrysanthe. Los compases<br />

palpitantes y acelerados de «<strong>El</strong> vals del

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