El principe Lestat - Anne Rice

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Armand—. Nosotros contamos aquí con sótanos totalmente inaccesibles tanto para los mortales como para la mayoría de los inmortales. —El chico tiene horror a los sótanos y a los espacios cerrados —dijo Fareed —. Le he prometido que no estará encerrado en una cripta. Se sentirá mucho más protegido en nuestras habitaciones del centro. —Y la chica… ¿cuánto sabe? —Todo, en realidad —dijo Fareed —. No tenía sentido atormentarla con mentiras. Armand asintió. —De todos modos, los traeremos aquí —dijo Seth— para que conozcan a

todo el mundo. Fareed se quedó consternado. Miró con impotencia y algo de irritación a Seth. —Si han de vivir por su propia cuenta después de todo esto, es mejor que nos recuerden tal como éramos. Armand asintió. —Queremos haceros confortable la estancia en todo aquello que esté en nuestras manos. Pasaron al salón. Sybelle los saludó con un gesto rápido, pero Antoine se acercó con el violín y el arco en la mano izquierda para tenderles la derecha. Para él, cada nuevo encuentro con los de su estirpe era algo muy preciado.

Armand—. Nosotros contamos aquí con<br />

sótanos totalmente inaccesibles tanto<br />

para los mortales como para la mayoría<br />

de los inmortales.<br />

—<strong>El</strong> chico tiene horror a los sótanos<br />

y a los espacios cerrados —dijo Fareed<br />

—. Le he prometido que no estará<br />

encerrado en una cripta. Se sentirá<br />

mucho más protegido en nuestras<br />

habitaciones del centro.<br />

—Y la chica… ¿cuánto sabe?<br />

—Todo, en realidad —dijo Fareed<br />

—. No tenía sentido atormentarla con<br />

mentiras.<br />

Armand asintió.<br />

—De todos modos, los traeremos<br />

aquí —dijo Seth— para que conozcan a

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