El principe Lestat - Anne Rice
aquellos que lo superaban en poder, aunque no necesariamente en perspicacia y sabiduría. A Fareed y Seth se los veía tan robustos y llenos de vitalidad como siempre; ambos despeinados y arrebolados por el viaje, pero a todas luces contentos de estar allí. Armand se adelantó con la deliberada dignidad del dueño de la casa y saludó primero a Fareed y luego a Seth con un beso en cada mejilla. ¿Se quedaron ambos turbados ante aquel rostro angélico? Probablemente. —Bienvenidos a nuestra casa —dijo Armand—. Estamos muy contentos de que hayáis venido.
—Lamentablemente, el avión ha sufrido un retraso —dijo Fareed. Se refería al avión en el que viajaban Rose y Viktor—. Estoy muy disgustado. No aterrizará antes del amanecer. —Tenemos gente, gente de confianza que puede esperar su llegada —dijo Armand—. Ellos se encargarán de Rose y Viktor. Entrad y descansad un rato. —Ah, nosotros también tenemos gente de confianza —dijo Fareed rápidamente, pero sin resultar desagradable—. Y te ruego que comprendas que no quiero que se alojen aquí. Los mantendremos en nuestros apartamentos del centro de la ciudad. —¿Es un lugar secreto? —preguntó
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aquellos que lo superaban en poder,<br />
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A Fareed y Seth se los veía tan<br />
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Armand se adelantó con la<br />
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a Seth con un beso en cada mejilla. ¿Se<br />
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—Bienvenidos a nuestra casa —dijo<br />
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