El principe Lestat - Anne Rice
Ojalá la Voz no estuviera tan decidida a causar la destrucción de los no-muertos. Ojalá aquel ser no fuese un adversario de su propia estirpe. Aunque no había ningún indicio de que él considerara a los bebedores de sangre de su misma estirpe. Todo indicaba, por el contrario, que se sentía apresado como rehén en una forma que no le permitía desarrollar la suya. ¿Significaba eso que quería volver a ser libre: libre para ascender al paraíso etéreo del cual procedía? No parecía probable. No. Debía de tener una ambición muy distinta, una ambición relacionada más bien con la audacia que lo había impulsado a introducirse inicialmente en el cuerpo de Akasha.
Fareed contempló en el gigantesco monitor el modelo de aquel ser que había elaborado con encendidos colores. Estaba casi seguro de que se trataba de un invertebrado. Y totalmente seguro de que poseía un cerebro diferenciado y de que su sistema nervioso constaba de numerosos tentáculos. Sospechaba que en su estado de espíritu había absorbido algún tipo de nutrientes de la atmósfera. Y sangre, claro: la capacidad de absorber diminutas gotas de sangre había sido su puerta de entrada al mundo biológico visible. Obviamente, sus tentáculos contenían un enorme porcentaje de sus neuronas, pero no
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Ojalá la Voz no estuviera tan decidida a<br />
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Ojalá aquel ser no fuese un adversario<br />
de su propia estirpe. Aunque no había<br />
ningún indicio de que él considerara a<br />
los bebedores de sangre de su misma<br />
estirpe. Todo indicaba, por el contrario,<br />
que se sentía apresado como rehén en<br />
una forma que no le permitía desarrollar<br />
la suya. ¿Significaba eso que quería<br />
volver a ser libre: libre para ascender al<br />
paraíso etéreo del cual procedía? No<br />
parecía probable. No. Debía de tener<br />
una ambición muy distinta, una ambición<br />
relacionada más bien con la audacia que<br />
lo había impulsado a introducirse<br />
inicialmente en el cuerpo de Akasha.