El principe Lestat - Anne Rice
como cuchillas se abrieron paso entre su piel. Sintió en el corazón un tirón poderoso y hambriento cuando la sangre empezó a salir de él hacia aquel corazón que latía contra su pecho. Surgió en el acto un chorro de imágenes. Vio la casa de Londres ardiendo; vio aquella especie de andrajoso fantasma; vio lo que Benedict debía de haber visto pero no registrado: aquel ser cayendo de hinojos mientras las vigas se le venían encima, un brazo arrancado de cuajo y devorado por las llamas, unos dedos carbonizados retorciéndose. Oyó cómo reventaba el cráneo con un chasquido. Las imágenes se disolvieron en el placer del momento, en aquel oscuro y
palpitante placer que sentía mientras la sangre iba saliendo de él cada vez más deprisa. Era como si una mano le agarrara el corazón y lo estrujara con fuerza, y el placer salía de allí en oleadas y recorría todos sus miembros. Al fin, se volvió, apartó a Benedict y hundió los dientes en su cuello. Benedict dio un grito. Rhosh lo inmovilizó contra la colcha de terciopelo, extrayendo la sangre con todas sus fuerzas, desatando en Benedict un espasmo tras otro con perfecta deliberación. Volvió a captar las imágenes. Captó una vista aérea de Londres registrada cuando Benedict se había elevado hacia el cielo. Captó el rugido y la fragancia del viento. ¡La
- Page 1034 and 1035: Gremt y Hesketh y quien sea que est
- Page 1036 and 1037: que no es nuestra intención perman
- Page 1038 and 1039: fantasmas entre nosotros también.
- Page 1040 and 1041: Voz, o lo que haya que hacer, tú s
- Page 1042 and 1043: Detrás de ellos, la ciudad empezab
- Page 1044 and 1045: lo largo de los milenios; y habían
- Page 1046 and 1047: 14 Rhoshamandes y Benedict —Cálm
- Page 1048 and 1049: iniciado en la Sangre, convencido d
- Page 1050 and 1051: el rostro delicadamente modelado de
- Page 1052 and 1053: Benedict. Mírame y explícame qué
- Page 1054 and 1055: entraréis en el reino de los cielo
- Page 1056 and 1057: a encontrarlo siempre y traerlo de
- Page 1058 and 1059: Benedict con tristeza—. Muchos. P
- Page 1060 and 1061: envueltos en llamas. Y vi a esa cos
- Page 1062 and 1063: ahí fuera esperando. No es cierto
- Page 1064 and 1065: Benedict lo ignoraba, pero Rhoshama
- Page 1066 and 1067: acantilados de la costa occidental
- Page 1068 and 1069: por su propia cuenta. Se hallaban a
- Page 1070 and 1071: sabía, nunca más había vuelto. L
- Page 1072 and 1073: Asamblea de los Eruditos. Sí, dese
- Page 1074 and 1075: «Ah, pero este es mi reino —pens
- Page 1076 and 1077: vez erguido en la silla—. Trató
- Page 1078 and 1079: Tampoco ahora dejó traslucir su ra
- Page 1080 and 1081: dicho: —Tú eres el único que me
- Page 1082 and 1083: que cambiarse para el viaje: otra t
- Page 1086 and 1087: sangre era tan espesa, tan picante!
- Page 1088 and 1089: cuello de zorro, que databa de la
- Page 1090 and 1091: ya preparada para encenderse. Las t
- Page 1092 and 1093: Después había sido atacada Europa
- Page 1094 and 1095: Rhoshamandes se había nutrido de t
- Page 1096 and 1097: sagradas y le rogaban con sus inter
- Page 1098 and 1099: en la Sangre. Ni tampoco a sus hija
- Page 1100 and 1101: ebeldes de la Primera Generación;
- Page 1102 and 1103: abordar las presentes calamidades.
- Page 1104 and 1105: Hummm. Ya veremos. Apagó las velas
- Page 1106 and 1107: escoger uno de los libros que estab
- Page 1108 and 1109: áridos cañones y barrancos de la
- Page 1110 and 1111: necesidad de castrar a un chico par
- Page 1112 and 1113: la hierba y las estrellas y la luna
- Page 1114 and 1115: satisfactoria que volviera a ser la
- Page 1116 and 1117: dispuesto incluso a luchar con otro
- Page 1118 and 1119: —¿Cómo iba a saber que Benedict
- Page 1120 and 1121: interior, en tu espléndido cuerpo
- Page 1122 and 1123: 15 Lestat NADA COMO EL HOGAR —¿P
- Page 1124 and 1125: ponerme a discutir. Sí, era maravi
- Page 1126 and 1127: palisandro con tracerías de oro, m
- Page 1128 and 1129: la Europa moderna. Aun así, seguí
- Page 1130 and 1131: que acudió a mí en París y empre
- Page 1132 and 1133: sentí una punzada de añoranza por
como cuchillas se abrieron paso entre su<br />
piel. Sintió en el corazón un tirón<br />
poderoso y hambriento cuando la sangre<br />
empezó a salir de él hacia aquel corazón<br />
que latía contra su pecho. Surgió en el<br />
acto un chorro de imágenes. Vio la casa<br />
de Londres ardiendo; vio aquella<br />
especie de andrajoso fantasma; vio lo<br />
que Benedict debía de haber visto pero<br />
no registrado: aquel ser cayendo de<br />
hinojos mientras las vigas se le venían<br />
encima, un brazo arrancado de cuajo y<br />
devorado por las llamas, unos dedos<br />
carbonizados retorciéndose. Oyó cómo<br />
reventaba el cráneo con un chasquido.<br />
Las imágenes se disolvieron en el<br />
placer del momento, en aquel oscuro y