El principe Lestat - Anne Rice
«Ah, pero este es mi reino —pensó —. ¿Cómo es posible que todo esto esté alcanzando mis costas?» Nunca había cazado en Edimburgo, Dublín o Londres sin desear volver a casa de inmediato y refugiarse en este remanso inmutable de silencio. Y ahora este ser, esta Voz estaba amenazando su paz y su independencia. Él llevaba mucho tiempo hablando con la Voz, cosa que no pensaba confiarle a Benedict. Y ahora mismo se sentía furioso con ese ser. Lo enfurecía que Benedict hubiera corrido peligro. —¿Y qué le impedirá venir aquí? — preguntó Benedict—. ¿Qué le impedirá encontrarme aquí, tal como ha
encontrado a todos los que pretendían huir? Ha quemado a algunos que eran tan viejos como yo. —No tan viejos como tú —dijo Rhoshamandes—, ni tampoco con tu sangre. Es evidente que allí había un anciano actuando al servicio de la Voz. Seguramente te estaba disparando una ráfaga cuando se incendiaron las paredes. Si los que te rodeaban estaban ardiendo, es que te tenía en su punto de mira. Estaba en el edificio y te tenía acorralado. Pero no pudo matarte. —A mí la Voz me dijo cosas terribles y espeluznantes cuando me habló —dijo Benedict. Se había recuperado un poco y ahora estaba otra
- Page 1024 and 1025: confabularse con otros para destrui
- Page 1026 and 1027: aborda científicamente. Marius no
- Page 1028 and 1029: Alejandría a abandonar a la Madre
- Page 1030 and 1031: su propósito en último término?
- Page 1032 and 1033: vida en manos de Gremt, y se la he
- Page 1034 and 1035: Gremt y Hesketh y quien sea que est
- Page 1036 and 1037: que no es nuestra intención perman
- Page 1038 and 1039: fantasmas entre nosotros también.
- Page 1040 and 1041: Voz, o lo que haya que hacer, tú s
- Page 1042 and 1043: Detrás de ellos, la ciudad empezab
- Page 1044 and 1045: lo largo de los milenios; y habían
- Page 1046 and 1047: 14 Rhoshamandes y Benedict —Cálm
- Page 1048 and 1049: iniciado en la Sangre, convencido d
- Page 1050 and 1051: el rostro delicadamente modelado de
- Page 1052 and 1053: Benedict. Mírame y explícame qué
- Page 1054 and 1055: entraréis en el reino de los cielo
- Page 1056 and 1057: a encontrarlo siempre y traerlo de
- Page 1058 and 1059: Benedict con tristeza—. Muchos. P
- Page 1060 and 1061: envueltos en llamas. Y vi a esa cos
- Page 1062 and 1063: ahí fuera esperando. No es cierto
- Page 1064 and 1065: Benedict lo ignoraba, pero Rhoshama
- Page 1066 and 1067: acantilados de la costa occidental
- Page 1068 and 1069: por su propia cuenta. Se hallaban a
- Page 1070 and 1071: sabía, nunca más había vuelto. L
- Page 1072 and 1073: Asamblea de los Eruditos. Sí, dese
- Page 1076 and 1077: vez erguido en la silla—. Trató
- Page 1078 and 1079: Tampoco ahora dejó traslucir su ra
- Page 1080 and 1081: dicho: —Tú eres el único que me
- Page 1082 and 1083: que cambiarse para el viaje: otra t
- Page 1084 and 1085: como cuchillas se abrieron paso ent
- Page 1086 and 1087: sangre era tan espesa, tan picante!
- Page 1088 and 1089: cuello de zorro, que databa de la
- Page 1090 and 1091: ya preparada para encenderse. Las t
- Page 1092 and 1093: Después había sido atacada Europa
- Page 1094 and 1095: Rhoshamandes se había nutrido de t
- Page 1096 and 1097: sagradas y le rogaban con sus inter
- Page 1098 and 1099: en la Sangre. Ni tampoco a sus hija
- Page 1100 and 1101: ebeldes de la Primera Generación;
- Page 1102 and 1103: abordar las presentes calamidades.
- Page 1104 and 1105: Hummm. Ya veremos. Apagó las velas
- Page 1106 and 1107: escoger uno de los libros que estab
- Page 1108 and 1109: áridos cañones y barrancos de la
- Page 1110 and 1111: necesidad de castrar a un chico par
- Page 1112 and 1113: la hierba y las estrellas y la luna
- Page 1114 and 1115: satisfactoria que volviera a ser la
- Page 1116 and 1117: dispuesto incluso a luchar con otro
- Page 1118 and 1119: —¿Cómo iba a saber que Benedict
- Page 1120 and 1121: interior, en tu espléndido cuerpo
- Page 1122 and 1123: 15 Lestat NADA COMO EL HOGAR —¿P
«Ah, pero este es mi reino —pensó<br />
—. ¿Cómo es posible que todo esto esté<br />
alcanzando mis costas?»<br />
Nunca había cazado en Edimburgo,<br />
Dublín o Londres sin desear volver a<br />
casa de inmediato y refugiarse en este<br />
remanso inmutable de silencio.<br />
Y ahora este ser, esta Voz estaba<br />
amenazando su paz y su independencia.<br />
Él llevaba mucho tiempo hablando<br />
con la Voz, cosa que no pensaba<br />
confiarle a Benedict. Y ahora mismo se<br />
sentía furioso con ese ser. Lo enfurecía<br />
que Benedict hubiera corrido peligro.<br />
—¿Y qué le impedirá venir aquí? —<br />
preguntó Benedict—. ¿Qué le impedirá<br />
encontrarme aquí, tal como ha