El principe Lestat - Anne Rice
el rostro delicadamente modelado de la Medusa, con sinuosas serpientes en lugar de cabellos y una espantosa boca aullante. Iba calzado con unas sandalias marrones exquisitamente confeccionadas, pues no sentía el frío que hacía en aquella escarpada isla de las Hébridas Occidentales. Tenía el pelo corto y suave, de color trigueño, y unos grandes ojos azules. Había nacido hacía miles de años en la isla de Creta, de padres de origen indoeuropeo, y se había trasladado a los veinte años a Egipto. Tenía en la piel ese bronceado cremoso de los inmortales que se exponen al sol a menudo para poder pasar por humanos,
lo cual realzaba enormemente sus ojos y los hacía aún más hermosos. Él y Benedict hablaban ahora en inglés, la lengua que habían usado entre ellos durante los últimos setecientos años. El francés antiguo y el latín ya habían dejado de emplearlos en la vida diaria, aunque no en sus lecturas. Rhosh conocía, además, muchas lenguas antiguas que Benedict jamás había manejado. —Los quemó a todos —sollozó Benedict—. Los destruyó totalmente — dijo con voz ahogada y llena de desesperación. —Siéntate bien y mírame —le dijo Rhoshamandes—. Te estoy hablando,
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lo cual realzaba enormemente sus ojos y<br />
los hacía aún más hermosos.<br />
Él y Benedict hablaban ahora en<br />
inglés, la lengua que habían usado entre<br />
ellos durante los últimos setecientos<br />
años. <strong>El</strong> francés antiguo y el latín ya<br />
habían dejado de emplearlos en la vida<br />
diaria, aunque no en sus lecturas. Rhosh<br />
conocía, además, muchas lenguas<br />
antiguas que Benedict jamás había<br />
manejado.<br />
—Los quemó a todos —sollozó<br />
Benedict—. Los destruyó totalmente —<br />
dijo con voz ahogada y llena de<br />
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—Siéntate bien y mírame —le dijo<br />
Rhoshamandes—. Te estoy hablando,