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Suplemento Cultural Tres Mil 21 de Noviembre de 2015

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José Fi<strong>de</strong>l Santacruz: Escritor salvadoreño. Nació en Ahuachapán, en 1939. De formación<br />

autodidacta. Ha publicado: “A un paso <strong>de</strong>l amor” (novela corta, 2000), “Cartas y poemas <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

California” (poesía 2004), ““Esplendor otoñal” (poesía, 2006) y el testimonio literario “Diario<br />

<strong>de</strong> un Cuidador <strong>de</strong> Alzheimer (2013). Es una <strong>de</strong> las voces más genuinas y sentidas <strong>de</strong> las letras<br />

salvadoreñas.<br />

Fi<strong>de</strong>l Santacruz<br />

| poesía |<br />

Alienados a crueles experimentos<br />

El Salvador<br />

“Hay golpes en la vida tan fuerte… ¡Yo no sé!<br />

César Vallejo<br />

A Álvaro Darío Lara<br />

Cuando mi padre se fue al norte yo tenía 8 años<br />

¡Qué falta me hizo papá!<br />

Sentí la ausencia <strong>de</strong> pájaros cantores<br />

En los bosques <strong>de</strong> sueños <strong>de</strong> mi niñez.<br />

Fue como una herida en los ríos solitarios<br />

La sangre <strong>de</strong> los recuerdos nunca se marchitó<br />

Se extendió a lo largo <strong>de</strong> años sobre mares <strong>de</strong> nostalgia.<br />

Antes <strong>de</strong> cumplir los 9 años se fueron mis tíos<br />

Esta vez comprendí que las heridas se suman unas a otras<br />

Se enredan entre las zarzas <strong>de</strong>l alma<br />

Nos atraparon en las llagas <strong>de</strong>l dolor y la tormenta.<br />

Aprendimos a llorar en el silencio y reír en las tinieblas<br />

Aprendimos a vivir con las heridas<br />

Con las lágrimas marchitas <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l corazón<br />

Con el miedo <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r la alborada <strong>de</strong>l mañana<br />

De per<strong>de</strong>r lo que nunca tuvimos.<br />

Aquel año aciago <strong>de</strong> mi vida que <strong>de</strong>spedimos a mi padre<br />

Lloramos sin temor que se <strong>de</strong>sbordaran los ríos <strong>de</strong> lágrimas<br />

Estábamos agarrados y llorando con mamá y mis hermanas<br />

Mi dolor fue el dolor que mi padre sintió al separarse <strong>de</strong><br />

nosotros<br />

(Y su dolor no fue menor al nuestro)<br />

¡Oh, nunca quisiera volver a tener 8 años!<br />

¡Fue el dolor más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> mi vida!<br />

Es el pesar que nunca superé a mis 40 años<br />

¡Dentro <strong>de</strong> mi alma vive el niño llorando la ausencia <strong>de</strong> su<br />

padre!<br />

Fue como un río <strong>de</strong> alegría que <strong>de</strong> pronto se rompió su<br />

cauce<br />

Cayendo a profundida<strong>de</strong>s abismales<br />

Entre las ascuas doloridas,<br />

Sin los ecos sonoros,<br />

Sin los vientos flamígeros que alimentaran tus fuerzas<br />

contenidas.<br />

La vida trabajosa <strong>de</strong> mi madre<br />

Terminó <strong>de</strong> romper el cauce <strong>de</strong>vastado<br />

En los abismos <strong>de</strong> la vida.<br />

No tengo una i<strong>de</strong>a cuanto tiempo duró mi niñez<br />

Si terminó a los ocho, a los diez, a los doce años<br />

Sólo tengo una sensación incontenible y permanente<br />

La sensación <strong>de</strong>l niño que perdió para siempre<br />

Su juguete más querido,<br />

El pesar <strong>de</strong> no recuperarlo nunca,<br />

Vive como el tañido <strong>de</strong> lejanas campanas.<br />

En la penumbra se distancian los recuerdos<br />

Sin vecinos, sin pelotas, ni tar<strong>de</strong>s <strong>de</strong>portivas<br />

Explosiones <strong>de</strong> noches apagadas<br />

Funerales sin pan, ni cementerios.<br />

1980 callaron las cigarras<br />

Los fusiles imponían el silencio<br />

Un silencio <strong>de</strong> celdas y <strong>de</strong> tumbas<br />

Un silencio <strong>de</strong> noches prolongadas<br />

Un silencio <strong>de</strong> días sin futuro.<br />

Fuimos lin<strong>de</strong> en el filo <strong>de</strong> la guerra<br />

Nadando entre dos aguas revueltas <strong>de</strong> cañones<br />

Huyendo asustados <strong>de</strong> la casa a la escuela<br />

O escondiendo nuestro cadáver cuando <strong>de</strong> la escuela<br />

huíamos a casa.<br />

La casa estaba en ruinas y silenciosa<br />

Los sillones y colchones perforados por las bayonetas<br />

Porque un día pasaron soldados con alar<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

conquistadores.<br />

El hambre y la muerte rondaban por las pare<strong>de</strong>s manchadas<br />

<strong>de</strong> sangre<br />

Con el pavor en el alma pero exaltada <strong>de</strong> entusiasmo<br />

Cuando escuchábamos las canciones <strong>de</strong> los Guaraguao,<br />

De Bob Dylan, <strong>de</strong> Pete Seeger o Merce<strong>de</strong>s Sosa.<br />

Pero los Guaraguao fueron nuestra pasión<br />

Cuando abandonábamos los recintos <strong>de</strong> nuestra niñez<br />

Nos convertimos en clan<strong>de</strong>stinos en nuestra propia casa<br />

Para escuchar nuestras melodías.<br />

Madre nos amenazaba por aquellas canciones<br />

Por la sonoridad <strong>de</strong> nuestra risa<br />

Por la alegría juvenil,<br />

Por la ropa juvenil,<br />

Por el hecho <strong>de</strong> ser jóvenes en un país en llamas<br />

Debíamos callar, reír a escondidas<br />

O jugar a escon<strong>de</strong><strong>de</strong>ro con la muerte.<br />

¡Oh Juventud, juventud!<br />

Fue un <strong>de</strong>lito perseguido por máscaras sagradas.<br />

Pobre madre cuando escuchábamos sus congojas razonables<br />

Cuando juntos compartíamos el pan cotidiano<br />

Veíamos el rumbo catastrófico y sangriento <strong>de</strong> los años<br />

Veíamos los cambios <strong>de</strong>l color<br />

Que tomaban los cabellos <strong>de</strong> mamá y nos <strong>de</strong>cíamos:<br />

A pesar <strong>de</strong>l amor…<br />

Nuestros caminos son diferentes<br />

Lloraba el niño que se alejaba <strong>de</strong> mí<br />

Dolorosa y cruel aquella <strong>de</strong>spedida.<br />

Así murió nuestra niñez<br />

Y renacimos en medio <strong>de</strong> profundos cataclismos<br />

Entre roca y sangre regada por la hoguera<br />

Murió el niño entre las explosiones<br />

Entre combates <strong>de</strong> aquella guerra cruel<br />

Entre las tinieblas que <strong>de</strong>jaban las explosiones<br />

Oscuridad y silencio funerario<br />

Sólo <strong>de</strong>tonantes bombas, fusiles, metrallas… Muerte.<br />

Y la adolescencia fue más efímera<br />

Se esfumó entre el terror y la muerte<br />

Entre los confines <strong>de</strong>struidos <strong>de</strong> la aurora<br />

Sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser un niño, el joven<br />

Se convirtió en adulto imberbe.<br />

Otros fueron a los fondos más abajo<br />

Y llegaron a las profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l cieno<br />

CUANDO<br />

MI PADRE<br />

SE FUE…<br />

Era el nuevo germen creado<br />

Clonado <strong>de</strong> aberrantes venenos:<br />

Drogas, alcohol y sangre.<br />

Fue como la simiente que germinó en las esferas,<br />

Cargadas <strong>de</strong> infernales erupciones<br />

Doblegadas al calor legendario <strong>de</strong> pléya<strong>de</strong>s mortíferas.<br />

La vida le pareció más risueña<br />

Porque abandonó la casa y los estudios<br />

Olvidó a su padre que también se fue al norte.<br />

Con la droga se acostaba y se levantaba<br />

Con la droga recorrió los suburbios<br />

Con la droga olvidó y le sonrió a la vida<br />

Pero su vida y su futuro fueron inciertos<br />

Su felicidad fue como una máscara <strong>de</strong> maldición<br />

Y <strong>de</strong> muerte prematura.<br />

La vida ahora es más cruel y <strong>de</strong>solada<br />

Que en tiempos <strong>de</strong> la guerra armada.<br />

En tiempo <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s batallas populares<br />

Al menos te i<strong>de</strong>ntificabas organizado con un i<strong>de</strong>al.<br />

Ahora vales mucho menos que una rata<br />

En medio <strong>de</strong> vándalos impunes<br />

(Por intereses po<strong>de</strong>rosos y oscuros)<br />

Te aplastan como a una simple lombriz<br />

Ni siquiera llegas a ocupar un número entre las víctimas<br />

(Salvo cuando hay elecciones eres “importante”)<br />

Hace muchos años cesaron las angustias<br />

Los ríos <strong>de</strong> mi rostro se volvieron lejanos recuerdos<br />

Aquel “hombre i<strong>de</strong>al” sólo vive como una obsesión <strong>de</strong>ntro<br />

<strong>de</strong> mí<br />

Como algo que perdura en los lejanos hilos <strong>de</strong> la evocación<br />

Unas veces florecen como los viejos caminos <strong>de</strong> otros años.<br />

El nombre vive; el hombre muere en el ocaso atroz<br />

El niño vive en las insondables regiones <strong>de</strong>l hombre.<br />

Vive el clavel aromado <strong>de</strong> recuerdos en la distancia <strong>de</strong>l niño<br />

Y vive el claro <strong>de</strong>l alba, en las profundas aguas <strong>de</strong>l amanecer<br />

Que nunca trascendió el crepúsculo.<br />

Las ramas marchitas <strong>de</strong> los años<br />

Envejecieron en el polvo angustiado <strong>de</strong>l recuerdo<br />

Y su presencia flageló mis sueños <strong>de</strong> esperanza<br />

Se quebraron las luciérnagas heridas <strong>de</strong> la noche<br />

Y nacieron en mi jardín los claveles aromados <strong>de</strong> la<br />

primavera<br />

Pero aquellas mariposas que capturé en mis sueños<br />

Se fueron diluyendo como arroyos <strong>de</strong> ilusiones.<br />

La vida se <strong>de</strong>rrama cada día entre los golpes amargos<br />

Te <strong>de</strong>ja congelado en los recuerdos<br />

En los ríos que <strong>de</strong>rraman gorriones <strong>de</strong> esperanza<br />

Viajas por todos los sen<strong>de</strong>ros <strong>de</strong>l tiempo<br />

Y te hun<strong>de</strong>s en el inmenso mar <strong>de</strong> las realida<strong>de</strong>s<br />

El espejo interior te señala un pasado<br />

Una larga ruta que arrastra hacia el niño<br />

Lo acaricias y te ríes hasta que se rompen los espejos<br />

Miras hacia <strong>de</strong>lante y el mundo se te presenta<br />

Real y puro para conquistarlo<br />

Sólo que el método y las armas serán diferentes.<br />

Muchas veces nos preocupamos por los <strong>de</strong>más<br />

Y nos olvidamos <strong>de</strong>l yo incapaz <strong>de</strong> librar su batalla<br />

interior<br />

Queremos corregir a los que nos siguen<br />

Sin ver la montaña <strong>de</strong> problemas que arrastramos<br />

Queremos ser jueces <strong>de</strong> los otros<br />

Pero no <strong>de</strong> nosotros mismos<br />

Buscamos la claridad <strong>de</strong> la vida y <strong>de</strong>l mundo<br />

Y nuestra vida es un infierno con explosiones diluvianas.<br />

Tomado <strong>de</strong>:<br />

“El Último Crepúsculo” (inédito)<br />

6 TRESMIL Sábado <strong>21</strong> / noviembre / <strong>2015</strong>

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