venezolano
El-habla-del-venezolanoDIGITAL
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Insultar es ofender, humillar, asaltar al interlocutor.<br />
Con los insultos se pretende, entonces, devastar la<br />
imagen del contrario; robarle sus seguidores. El fin de<br />
esto es ganar las elecciones, y obtener así mucho más poder,<br />
o mantenerse ocupando la silla presidencial, y consolidar<br />
el mando.<br />
El “insulto”, según Adriana Bolívar (AB) –en su<br />
artículo “El insulto como estrategia en el diálogo político<br />
<strong>venezolano</strong>”, de la revista Oralia, análisis del discurso,<br />
del 2002– es tolerable en una sociedad hasta cierto punto.<br />
Cuando insultar se vuelve parte de la cotidianidad,<br />
es decir, sobrepasa los límites, se convierte en agresión<br />
física. Según la autora, insultar pone en peligro la posibilidad<br />
“de mantener el diálogo político y conservar la vida<br />
en democracia”.<br />
Nuestra imagen se refuerza a través del afecto<br />
y del respeto que se nos brinda en las interacciones verbales,<br />
conversaciones formales e informales. Para AB, los<br />
insultos atentan contra la imagen del otro; por lo tanto,<br />
van en contra de la cortesía. Cuando se dan estas situaciones<br />
–en que la imagen es amenazada mediante los insultos–<br />
se hace necesario acudir a la cortesía para reparar<br />
los daños ocasionados.<br />
Según AB, el insulto forma parte de nuestra vida<br />
cotidiana; tiene una función catártica y social muy saludable;<br />
y puede servir de antídoto contra el engaño. También<br />
AB señala que el insulto –en una sociedad, no siempre es<br />
negativo– puede tener incluso un efecto de comicidad.<br />
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