venezolano
El-habla-del-venezolanoDIGITAL
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como un insulto. Esos actos pasan, la mayoría de las veces,<br />
desapercibidos; su huella es sicológica, y no corporal.<br />
Esto se debe a que, al estar encubiertos, se prestan a<br />
varias interpretaciones.<br />
El límite entre, por ejemplo: a) una amenaza; b)<br />
un consejo; y c) una promesa, a veces, es difuso (no hagas<br />
tal cosa porque te puede pasar esto). Sólo la situación en<br />
sí nos puede dar claves para descifrar cuál de las tres opciones<br />
anteriores corresponde a lo que en verdad quiso<br />
decir el interlocutor. El verbo mal usado, con pugnacidad,<br />
tiene entonces tres efectos: 1) coarta la libertad de pensamiento<br />
del interlocutor; 2) ataca su imagen; y 3) disminuye<br />
su espacio para actuar. Una frase, u oración, –escrita<br />
o pronunciada, en un momento y un lugar específicos, a<br />
una persona concreta– actúa en la mente humana de la<br />
misma manera que cuando se acciona un botón; genera<br />
así la capacidad de respuesta, o de interpretación.<br />
Dicha interpretación va de lo general a lo particular,<br />
es decir, de los conocimientos compartidos por<br />
todos, como qué se hace en un restaurante, farmacia o supermercado,<br />
hasta los más personales; nuestras propias<br />
experiencias, valores y visión del mundo. Por eso es que<br />
si no se tiene cuidado con las palabras, ellas podrían generar<br />
situaciones peligrosas, encuentros desafortunados,<br />
estancamiento o agresión. El lenguaje, además, cargado<br />
de emociones, sobre todo de las negativas, nubla la capacidad<br />
de reflexión. Por esto, la emoción y el razonamiento<br />
deben estar equiparados, y así hay un equilibrio en las<br />
acciones; y posibilidad de solucionar los problemas.