venezolano
El-habla-del-venezolanoDIGITAL
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En el habla del <strong>venezolano</strong>, “buenísimo” reemplazó<br />
de un plumazo a “óptimo”. Cuando vemos a una<br />
persona de sentimientos nobles y de justo proceder, la<br />
calificamos de “buena gente”. Esto equivale a “tiene un<br />
corazón de oro”.<br />
Si alguien nos hace daño, con o sin intención,<br />
no pensamos dos veces en increpar a esa persona una<br />
frase como: ¡Qué buena vaina me echaste, vale! Cuando<br />
alguien se consigue un novio que lo tiene todo o casi<br />
todo, como aquel banco, no dudamos en comentar: ¡Qué<br />
buen partido, chica!, y añadimos: ¿De dónde lo sacaste?<br />
Si observamos que una persona es demasiado tranquila,<br />
que aparentemente no mata una mosca, y es hasta medio<br />
tonta, la llamamos “buenecita”.<br />
Si alguien ha dado un cambio radical de su<br />
imagen para bien, claro, decimos: ¡Qué bueno se puso<br />
fulano! En las ocasiones en que se nos ofrece, de manera<br />
sorpresiva, una oportunidad ventajosa como también si<br />
escuchamos noticias favorables de alguien, pronunciamos<br />
con mucho gusto: “bien bueno, chico” por “eso es<br />
muy bueno o es lo mejor que te ha podido pasar”.<br />
Los ejemplos de “bueno” y de formaciones a<br />
partir de esta palabra son una muestra de las cualidades<br />
del hablante de esta tierra. Él mismo –aparte del humor<br />
y del ingenio que lo distinguen en la Cochinchina– tiene<br />
también la facultad de crear nuevas palabras “bienbueno”<br />
o de añadir otras acepciones a las ya conocidas, “bueno”<br />
por “apuesto”.<br />
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