17.11.2015 Views

el sonido y la perfección

sonidoperf

sonidoperf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

greg milner<br />

<strong>el</strong> <strong>sonido</strong><br />

y <strong>la</strong> <strong>perfección</strong><br />

Precio con IVA: 19,90 euros • ISBN: 978-84-15589-30-3 • 440 páginas •<br />

Formato: 16x23 cm • Encuadernación: Rústica


greg milner<br />

Greg Milner ha pasado gran parte de su vida escuchando discos, pensando en<br />

cómo suenan y, en alguna ocasión, incluso escribiendo sobre <strong>el</strong>los y de otros<br />

temas r<strong>el</strong>acionados con <strong>la</strong> música, los medios, <strong>la</strong> tecnología y <strong>la</strong> política en<br />

publicaciones como Rolling Stone S<strong>la</strong>te, Salon, Wired y <strong>el</strong> Sunday Times, entre<br />

muchas otras. También ha trabajado como escritor de discursos políticos. Vive<br />

en Brooklyn (Nueva York).<br />

El <strong>sonido</strong> y <strong>la</strong> <strong>perfección</strong> fue finalista d<strong>el</strong> National Book Critics Circle Award<br />

en EEUU. Su segundo libro, Metallica: This Monster Lives, coescrito con <strong>el</strong><br />

cineasta Joe Berlinger, narra <strong>la</strong> historia d<strong>el</strong> ac<strong>la</strong>mado documental Some Kind<br />

of Monster.<br />

yuri méndez<br />

Yuri Méndez aprendió inglés escuchando y traduciendo canciones. Años después,<br />

con una interesante carrera como músico y productor, ha dado un paso<br />

más allá y se ha traducido este libro. Yuri Méndez ha publicado cuatro discos<br />

como Pájaro Sunrise y está preparando su quinto disco que será producido<br />

por Bart Davenport y verá <strong>la</strong> luz en 2016.<br />

¿POR QUÉ UN MÚSICO COMO TRADUCTOR?<br />

Cualquiera que lea El <strong>sonido</strong> y <strong>la</strong> <strong>perfección</strong> se dará cuenta de que no<br />

podía ser de otra manera, que nadie mejor que un músico para poder<br />

traducir con rigor y sentido un texto que hab<strong>la</strong> d<strong>el</strong> amor por <strong>el</strong> <strong>sonido</strong><br />

y de una búsqueda desesperada por <strong>el</strong> <strong>sonido</strong> perfecto y eterno, un<br />

<strong>sonido</strong> que tal vez sólo sea una construcción de nuestro cerebro.<br />

«¡Fascinante! […] El <strong>sonido</strong> y <strong>la</strong> <strong>perfección</strong> rastrea <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> grabación musical y de <strong>la</strong> captura<br />

d<strong>el</strong> <strong>sonido</strong> y explora <strong>el</strong> romance de grabar música desde Edison hasta <strong>el</strong> presente».<br />

JACK WHITE<br />

The White Stripes<br />

«Muy, muy, muy pocos libros cambiarán <strong>la</strong> manera en <strong>la</strong> que<br />

escuchas música. Éste es uno. Leélo».<br />

JARVIS COCKER<br />

Pulp<br />

«Greg Milner cuenta <strong>la</strong> historia de <strong>la</strong> música grabada con brío nov<strong>el</strong>ístico, atención<br />

feroz al detalle y una profunda ambivalencia acerca de nuestra búsqueda de <strong>la</strong> <strong>perfección</strong><br />

sónica. El <strong>sonido</strong> y <strong>la</strong> <strong>perfección</strong> muestra como grandes grabaciones no surgen de los<br />

ad<strong>el</strong>antos tecnológicos sino d<strong>el</strong> amor al arte y ese mismo amor es <strong>el</strong> motor de su prosa».<br />

ALEX ROSS<br />

Autor de El ruido eterno y Escucha esto


<strong>el</strong> <strong>sonido</strong> y <strong>la</strong> <strong>perfección</strong><br />

La forma en <strong>la</strong> que un <strong>sonido</strong> está grabado define nuestra forma de<br />

percibir<strong>la</strong>. Desde <strong>la</strong> invención d<strong>el</strong> fonógrafo <strong>el</strong> ser humano ha buscado<br />

<strong>la</strong> <strong>perfección</strong> en sus grabaciones con <strong>la</strong> idea de ser capaz de trascender <strong>el</strong><br />

tiempo y de transportar al oyente a una realidad que tal vez nunca existió.<br />

Porque ¿no son <strong>la</strong>s grabaciones creaciones artificiales que pretenden<br />

generar una falsa sensación de fid<strong>el</strong>idad que no se ajusta a nuestra experiencia<br />

al escuchar <strong>la</strong> música en directo? Greg Milner recorre <strong>la</strong> historia<br />

de <strong>la</strong>s grabaciones y trata de desentrañar conceptos engañosos como <strong>la</strong> alta<br />

fid<strong>el</strong>idad al tiempo que trata de arrojar luz sobre cómo <strong>la</strong> tecnología ha influenciado<br />

a <strong>la</strong> música popu<strong>la</strong>r llegando incluso a modificar nuestro oído<br />

y nuestra percepción.<br />

Para <strong>el</strong>lo investiga desde <strong>la</strong>s primeras pruebas de tono en <strong>la</strong>s que Edison exhibía de forma pública su<br />

fonógrafo ante un grupo de entusiastas incapaces de distinguir <strong>el</strong> <strong>sonido</strong> grabado d<strong>el</strong> <strong>sonido</strong> que una<br />

banda interpretaba en directo, <strong>la</strong> irrupción de <strong>la</strong> grabación multipista analógica, <strong>el</strong> muro de <strong>sonido</strong> de<br />

Phil Spector o <strong>la</strong>s grabaciones de The Beatles, <strong>la</strong> aparición de los primeros sistemas de grabación digital<br />

y <strong>el</strong> disco compacto, los sistemas de compresión y <strong>la</strong> llegada d<strong>el</strong> MP3, así hasta llegar a <strong>la</strong> búsqueda de <strong>la</strong><br />

<strong>perfección</strong> en sistemas alternativos y sin pérdida, sistemas como Pono, apadrinado por Neil Young, o <strong>la</strong><br />

vu<strong>el</strong>ta al vinilo. Todo <strong>el</strong>lo salpicado de conceptos que todos manejamos (como <strong>la</strong> l<strong>la</strong>mada alta fid<strong>el</strong>idad)<br />

pero que realmente no tenemos muy c<strong>la</strong>ro a qué se refieren.<br />

El <strong>sonido</strong> y <strong>la</strong> <strong>perfección</strong>, traducido al español por <strong>el</strong> reputado músico y productor Yuri Méndez [Pájaro<br />

Sunrise], es un libro obligatorio para cualquier amante de <strong>la</strong> música, un libro que hará que los lectores<br />

se rep<strong>la</strong>nteen qué es lo que llega hasta sus oídos y que les llevará a comprender <strong>la</strong> música que escuchan<br />

a diario de una forma diferente.<br />

algunas curiosidades sobre nuesto oído<br />

Las ondas sonoras se crean cuando <strong>el</strong> aire vibra. El sentido de<br />

<strong>la</strong> audición es un proceso complejo en <strong>el</strong> que <strong>el</strong> oído cambia <strong>el</strong><br />

<strong>sonido</strong> por señales <strong>el</strong>éctricas que <strong>el</strong> cerebro puede interpretar.<br />

El encargado de hacer esto es <strong>la</strong> cóclea que está llena de un<br />

líquido que <strong>la</strong>s ondas sonoras mueven y cuyo movimiento es<br />

capturado por <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s sensoriales que transforman esta vibración<br />

en un impulso nervioso que se envía al cerebro.<br />

Algunos especialistas creen que los seres humanos procesamos<br />

los <strong>sonido</strong>s de distinta manera. Por ejemplo: <strong>el</strong> oído izquierdo<br />

percibe mejor <strong>la</strong> música, mientras que <strong>el</strong> oído derecho, es mejor<br />

para escuchar hab<strong>la</strong>r a <strong>la</strong>s personas.<br />

Los <strong>sonido</strong>s por encima de 90 decib<strong>el</strong>ios producen dolor de oído<br />

y si se encuentran por encima de los 130 dB pueden causar sordera.<br />

Si <strong>el</strong> oído se expone a fuertes vibraciones de forma reiterada<br />

a lo <strong>la</strong>rgo d<strong>el</strong> tiempo, <strong>la</strong>s célu<strong>la</strong>s sensoriales y <strong>la</strong>s fibras<br />

nerviosas pueden resultar dañadas, y, si no se pueden curar o<br />

reemp<strong>la</strong>zar, esto llevará a una pérdida auditiva permanente. El<br />

volumen de cualquier <strong>sonido</strong> se mide en decib<strong>el</strong>ios.


Algunos extractos d<strong>el</strong> libro<br />

El origen de <strong>la</strong>s pruebas de tono<br />

Para impresionar al público, Edison organizó diferentes<br />

pruebas de tono por todo EEUU. Alqui<strong>la</strong>ba<br />

un teatro y subía una banda al escenario. Apagaba<br />

<strong>la</strong>s luces y se escuchaba <strong>la</strong> música. Despúes de<br />

unos minutos, al encender <strong>la</strong>s luces, sobre <strong>el</strong> escenario<br />

sólo había un fonógrafo que había conseguido<br />

hacer creer a los asistentes que escuchaban música<br />

en directo. ¿Cómo? Está c<strong>la</strong>ro que hoy en día ningún<br />

fonógrafo lograría engañarnos pero eso se debe a<br />

que <strong>el</strong> cerebro (y por lo tanto nuestros sentidos)<br />

tiene unas expectativas. Aqu<strong>el</strong>los oídos vírgenes estaban<br />

dispuestos a creer cualquier <strong>sonido</strong> como orgánico<br />

y por tanto daban por buena aqu<strong>el</strong><strong>la</strong><br />

recreación que hoy nos puede parecer primitiva.<br />

De paso por Des Moines (Iowa) a principios de 1914,<br />

Anna Case decidió hacer una visita a Harger & Bliss,<br />

<strong>el</strong> distribuidor local de fonógrafos Edison. En <strong>la</strong><br />

tienda había algunos clientes y uno de <strong>el</strong>los le pidió<br />

que les cantase algo. William Maxw<strong>el</strong>l, un directivo<br />

de <strong>la</strong> TAE, r<strong>el</strong>ataría más tarde <strong>la</strong> historia tal y como él<br />

<strong>la</strong> oyó contar: «La señorita Case cantó sobre uno de<br />

sus discos Diamond; luego cantó otra vez para, inmediatamente,<br />

hacer una nueva pausa, retomar <strong>la</strong> canción<br />

y detenerse por fin. Sus oyentes no eran capaces de<br />

distinguir, si cerraban los ojos, cuándo estaba cantando<br />

y cuándo no. A pesar de que los distribuidores sabían<br />

que <strong>el</strong> tono d<strong>el</strong> Edison Diamond Disc era maravillosamente<br />

fi<strong>el</strong> al original, ninguno había caído en <strong>la</strong><br />

cuenta de que era absolutamente idéntico». (pág. 44)<br />

La irrupción de <strong>la</strong> <strong>el</strong>ectricidad<br />

Las primeras grabaciones eran primitivamente analógicas.<br />

El <strong>sonido</strong> se captaba a través de un embudo<br />

y se grababa, físicamente, en un cilindro. Leopold<br />

Stokowski (conocido director de orquesta de <strong>la</strong><br />

época) se asoció a B<strong>el</strong>l Labs para desarrol<strong>la</strong>r un sistema<br />

de grabación <strong>el</strong>éctrico (a través de micrófonos)<br />

que sirviese además para amplificar <strong>el</strong> <strong>sonido</strong>. La<br />

primera gran grabación desarrol<strong>la</strong>da con ese sistema<br />

sería <strong>la</strong> banda sonora original de <strong>la</strong> p<strong>el</strong>ícu<strong>la</strong> de Walt<br />

Disney Fantasía.<br />

Las sesiones de grabación de Fantasía dieron comienzo<br />

en <strong>la</strong> Academia de <strong>la</strong> Música en <strong>la</strong> primavera<br />

de 1939. Stokowski dirigía a su antiguo equipo, <strong>la</strong><br />

Phi<strong>la</strong>d<strong>el</strong>phia Orchestra, en su vieja sede y lugar de<br />

grabación predilecto. La música se registraba en cinta<br />

cinematográfica mediante un sistema que consistía<br />

básicamente en una versión extrema d<strong>el</strong> método estereofónico<br />

de tres canales de B<strong>el</strong>l que Stokowski<br />

apodó Fantasound. La orquesta fue dividida en ocho<br />

grupos, con una cámara de <strong>sonido</strong> dirigida a cada<br />

uno y una novena recogiendo <strong>la</strong> mezc<strong>la</strong> sonora general.<br />

Un total de 39 micrófonos hacían llegar <strong>la</strong> música<br />

a los tres canales. Las sesiones de grabación<br />

duraron dos meses y, una vez concluidas, fue necesario<br />

mezc<strong>la</strong>r <strong>la</strong> música y reducir <strong>el</strong> número de pistas<br />

para <strong>el</strong> producto final. (pág. 76)<br />

La muerte d<strong>el</strong> directo<br />

No sería hasta los años 50 cuando alguien vio <strong>el</strong><br />

potencial de <strong>la</strong> grabación para su uso en radio.<br />

Hasta entonces se emitía música grabada pero<br />

nadie había osado grabar un programa para su emisión<br />

en diferido, algo que fue posible gracias a <strong>la</strong><br />

irrupción de <strong>la</strong>s primeras grabadoras de cinta de uso<br />

civil (que además permitían <strong>la</strong> edición d<strong>el</strong> <strong>sonido</strong>).<br />

Además de <strong>la</strong> posibilidad de enmendar errores y<br />

reunir material de distintas actuaciones, <strong>la</strong> cinta alteró<br />

aspectos más sutiles d<strong>el</strong> programa. A medida<br />

que <strong>la</strong> habilidad de Mullin como editor fue creciendo,<br />

aprendió a hacer cortes más pequeños y a<br />

omitir los silencios para darle al programa un ritmo<br />

más rápido d<strong>el</strong> que era posible en <strong>la</strong> radio en directo.<br />

Y, una vez que se empezó a usar <strong>la</strong> cinta para mentir<br />

–incluyendo fragmentos de los ensayos o <strong>el</strong>iminando<br />

errores–, era sólo cuestión de tiempo que alguien<br />

pensase en hacerle decir al <strong>sonido</strong> mentiras<br />

más creativas. Durante un programa, <strong>el</strong> cómico hillbilly<br />

Bob Burns improvisó algunos chistes de granjeros<br />

que, aunque provocaron grandes carcajadas,<br />

resultaban demasiado subidos de tono para su emisión.<br />

Bill Morrow, guionista de Crosby, le pidió a<br />

Mullin que <strong>el</strong>iminase los chistes pero que guardase<br />

los pedazos de cinta con <strong>la</strong> reacción d<strong>el</strong> público.<br />

Unas semanas más tarde, en otra grabación, hubo<br />

algunos chistes que no tuvieron ningún éxito entre<br />

los asistentes. Morrow convenció a Mullin de añadir<br />

los fragmentos de carcajadas tras los chistes. Fue <strong>la</strong><br />

primera versión de <strong>la</strong> risas en<strong>la</strong>tadas. (pág. 133)<br />

Presencia y alta fid<strong>el</strong>idad<br />

Uno de los objetivos (si no <strong>el</strong> principal) de <strong>la</strong>s grabaciones<br />

a lo <strong>la</strong>rgo de <strong>la</strong> historia ha sido <strong>el</strong> de reproducir<br />

con <strong>la</strong> máxima fid<strong>el</strong>idad <strong>el</strong> <strong>sonido</strong> original<br />

que se grababa. Esta aspiración dio lugar a <strong>la</strong> aparición<br />

de aparatos de alta fid<strong>el</strong>idad. Sorprendentemente<br />

los primeros audiófilos interesados en esa<br />

alta fid<strong>el</strong>idad no estaban interesados en <strong>la</strong> música<br />

sino en <strong>la</strong> reproducción de <strong>sonido</strong>s d<strong>el</strong> día a día.<br />

Así los discos de campanas, trenes, cascadas y otros<br />

<strong>sonido</strong>s se convertían automáticamente en auténti-


cos superventas. Lo importante era <strong>la</strong> sensación de<br />

presencia, de transportarse al sitio de donde provenían<br />

aqu<strong>el</strong>los <strong>sonido</strong>s. ADe esta forma se editaron<br />

discos con títulos tan surrealistas como Mexican firecrackers,<br />

1893 Pump, 10.000 Hens, Early American<br />

Violinist [Benga<strong>la</strong>s mexicanas, carreta de bomberos<br />

de 1893, 10.000 gallinas, violinista americano antiguo]<br />

que contenían... Bueno, es fácil de imaginar.<br />

A lo <strong>la</strong>rgo de los años 50, mientras los audiófilos proseguían<br />

su cruzada demencial, mientras los trenes estereofónicos<br />

ponían a <strong>la</strong> gente cuerpo a tierra y <strong>la</strong>s<br />

bo<strong>la</strong>s de ping-pong fantasma rebotaban por <strong>la</strong> sa<strong>la</strong>, <strong>el</strong><br />

arte y <strong>la</strong> ciencia de <strong>la</strong> grabación no dejaron de avanzar<br />

hacia un estado de <strong>perfección</strong>. La mayoría de los<br />

grandes estudios de grabación pertenecían a compañías<br />

de discos que, a su vez, formaban parte de corporaciones<br />

aún más grandes tales como RCA Victor<br />

y CBS/Columbia y, por tanto, disponían de recursos<br />

para alcanzar <strong>la</strong> mayor calidad de grabación posible.<br />

Los estudios empleaban a ingenieros con instrucción<br />

formal que se consideraban a sí mismos técnicos, no<br />

artistas. Su <strong>la</strong>bor consistía en grabar una interpretación<br />

de <strong>la</strong> manera más fidedigna posible. (pág. 160)<br />

My guitar gently weeps<br />

Inicialmente <strong>la</strong>s grabaciones musicales se hacían en<br />

directo. Todo <strong>el</strong> grupo tocaba al mismo tiempo y su<br />

interpretación se recogía con uno o varios micrófonos,<br />

lo que implicaba que un error obligaba a <strong>la</strong> repetición<br />

de toda <strong>la</strong> canción. El ingeniero y músico<br />

Les Paul encontró una manera para sortear esa dificultad:<br />

<strong>la</strong> grabación en diferentes canales de diferentes<br />

instrumentos para mezc<strong>la</strong>r todo en una única<br />

pista final. Aqu<strong>el</strong>lo cambió para siempre nuestra concepción<br />

de <strong>la</strong> música e inició una carrera para poder<br />

grabar más pistas y poder diseccionar más cada grabación<br />

(inicialmente, con sólo cuatro pistas, éstas<br />

eran reutilizadas con <strong>la</strong> consiguiente pérdida de calidad<br />

en <strong>la</strong>s sucesivas reutilizaciones). Los Beatles<br />

fueron uno de los primeros grandes grupos que<br />

supo entender que, más allá de <strong>la</strong> comodidad, aqu<strong>el</strong><br />

avance era una exc<strong>el</strong>ente herramienta creativa y así<br />

fueron aumentando <strong>el</strong> número de <strong>el</strong>ementos hasta<br />

realizar grabaciones fabulosamente complejas.<br />

Cuando los Beatles se separaron, en 1970, <strong>la</strong>s 16 pistas<br />

comenzaban a ser <strong>la</strong> norma y algunos estudios ya<br />

estaban haciendo <strong>la</strong> transición a <strong>la</strong>s 24. La tecnología<br />

de transistores, que había transformado <strong>la</strong> radio en<br />

los años 50, se co<strong>la</strong>ba ahora en <strong>el</strong> estudio de grabación.<br />

Las grabadoras y <strong>la</strong>s conso<strong>la</strong>s de válvu<strong>la</strong>s de<br />

vacío estaban siendo reemp<strong>la</strong>zadas por mod<strong>el</strong>os de<br />

estado sólido que usaban transistores en su lugar.<br />

Con <strong>el</strong> aumento de pistas, <strong>el</strong> paso resultaba inevitable.<br />

Las válvu<strong>la</strong>s eran demasiado caras, demasiado<br />

ruidosas, se calentaban demasiado y eran difíciles de<br />

cablear en máquinas tan grandes. Para bien o para<br />

mal, <strong>la</strong> música grabada, en busca de flexibilidad,<br />

cortó <strong>el</strong> último <strong>la</strong>zo que <strong>la</strong> unía a <strong>la</strong> era de <strong>la</strong> alta-fid<strong>el</strong>idad.<br />

«Una vez que se pasó al estado sólido, todo<br />

acabó», dice Bongiovi. «Las conso<strong>la</strong>s y <strong>la</strong>s grabadoras<br />

de cinta de transistores provocaron un gran cambio<br />

en <strong>el</strong> <strong>sonido</strong>. Pero tuvimos que hacerlo. Los transistores<br />

obligaron a <strong>la</strong> tecnología de válvu<strong>la</strong>s a jubi<strong>la</strong>rse».<br />

(pág. 173)<br />

Y, así y todo, podías quedarte sin pistas. Grabar <strong>la</strong> conocidísima<br />

«Bohemian Rhapsody» (1975) de<br />

Queen, aún hoy considerada una de <strong>la</strong>s maravil<strong>la</strong>s<br />

de <strong>la</strong> grabación, «fue básicamente un descomunal<br />

volcado de pistas», en pa<strong>la</strong>bras de Roy Thomas<br />

Baker, productor de <strong>la</strong> canción. Para construir cualquiera<br />

de <strong>la</strong>s incontables armonías de tres voces, <strong>el</strong><br />

cantante Freddie Mercury grababa cada voz por separado<br />

en tres pistas distintas y luego volcaban <strong>la</strong>s<br />

nueve juntas. La canción requirió tantos volcados<br />

que, al final d<strong>el</strong> proceso, <strong>la</strong> cinta iba por <strong>la</strong> octava generación.<br />

Según Baker, <strong>la</strong> distorsión en <strong>la</strong> batería de<br />

Roger Taylor es perceptible; un <strong>sonido</strong> que <strong>la</strong> gente<br />

cree buscado a propósito y que muchos han tratado<br />

de imitar. (pág. 175)<br />

¿Sonido perfecto?<br />

La grabación analógica presentaba un problema imposible<br />

de resolver por <strong>la</strong> propia naturaleza de <strong>la</strong><br />

tecnología: con cada grabación, con cada reproducción,<br />

<strong>el</strong> material perdía parte de su calidad. Para tratar<br />

de solventar ese inconveniente, los ingenieros<br />

crearon un sistema de grabación digital en <strong>el</strong> que<br />

<strong>la</strong>s vibraciones no se traducían en surcos sobre una<br />

p<strong>la</strong>ncha de acetato, sino en ceros y unos: lenguaje<br />

binario. Las grabaciones digitales eran supuestamente<br />

perfectas o perjudicialmente frías, en función<br />

de quién <strong>la</strong>s valorase. La discusión inicialmente técnica<br />

traspasó <strong>la</strong> escena y muchos grupos se posicionaron<br />

(y se siguen posicionando en <strong>la</strong> actualidad)<br />

como abiertamente a favor o abiertamente en contra<br />

d<strong>el</strong> <strong>sonido</strong> digital.<br />

En <strong>el</strong> fondo, <strong>el</strong> dilema entre lo analógico y lo digital<br />

se reduce a <strong>la</strong> cuestión de si algo tan definido como<br />

una onda sonora puede ser expresado en bits. «Descomponer<br />

<strong>el</strong> <strong>sonido</strong> lo daña», dice Akin Fernandez,<br />

dueño d<strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo independiente británico Irdial Discs<br />

y autoproc<strong>la</strong>mado «artista d<strong>el</strong> b<strong>el</strong>lo arte d<strong>el</strong> ruido». «El<br />

<strong>sonido</strong> es continuo. No se somete a <strong>la</strong> teoría de <strong>la</strong> información<br />

de Shannon que, a pesar de ser adecuada<br />

para transformar texto en bits, no funciona bien para<br />

convertir <strong>sonido</strong>. Es necesario manejar <strong>el</strong> <strong>sonido</strong> en


sus propios términos. Si vas a descomponerlo, debes<br />

descomponerlo en fragmentos tan pequeños que su<br />

granu<strong>la</strong>ridad esté en proporción 1:1 con <strong>el</strong> medio<br />

portador, por ejemplo, <strong>el</strong> aire. La percepción humana<br />

d<strong>el</strong> <strong>sonido</strong> es un asunto estrictamente analógico. La<br />

carne es analógica». (pág. 210)<br />

Discos compactos<br />

El siguiente paso era llevar <strong>el</strong> <strong>sonido</strong> digital a los hogares<br />

de todo <strong>el</strong> mundo. Para <strong>el</strong>lo se inventó un formato<br />

entre cuyos objetivos estaba (paradójicamente)<br />

acabar con <strong>la</strong> piratería de <strong>la</strong>s casetes. Su conquista<br />

no fue fácil (se empezó a comercializar en 1983 pero<br />

no seía hasta casi una década después cuando tendría<br />

un éxito masivo). De nuevo <strong>el</strong> mundo se dividió<br />

entre los partidarios d<strong>el</strong> <strong>sonido</strong> 100% digital (CD) y<br />

los d<strong>el</strong> 100% analógico (vinilo).<br />

«El caso es que <strong>la</strong> gente no escucha música de <strong>la</strong> manera<br />

que solía. La ponen de fondo. Es cómodo.<br />

Bueno, una prostituta también es cómoda, hacer <strong>el</strong><br />

amor es otra cosa». Diamond no es exactamente un<br />

purista de lo analógico y no siente ningún tipo de inclinación<br />

por <strong>la</strong> audiofilia. «La calidad de <strong>sonido</strong> es<br />

una idea muy estúpida. Imaginar que <strong>la</strong> Fi<strong>la</strong>rmónica<br />

de Berlín está en tu habitación es, en cierto sentido,<br />

una forma de psicosis». Incluye su rechazo por lo digital<br />

dentro de una crítica más amplia de <strong>la</strong> alienación<br />

moderna. «El único motivo por <strong>el</strong> que existe <strong>el</strong> CD,<br />

por <strong>el</strong> que existe lo digital, es que hemos perdido <strong>el</strong><br />

contacto con nuestros sentimientos. Ya no tenemos<br />

sentimientos. Kentucky Fried Chicken, ¡qué sentimiento<br />

tan maravilloso! La última p<strong>el</strong>ícu<strong>la</strong> violenta,<br />

¡qué sentimiento tan maravilloso!». (pág. 255)<br />

La guerra d<strong>el</strong> volumen<br />

La llegada d<strong>el</strong> <strong>sonido</strong> digital a <strong>la</strong>s radios provocó<br />

además una cruenta guerra por <strong>la</strong> cuota de atención<br />

de los oyentes. Para poder captar<strong>la</strong>, se aumentó vertiginosamente<br />

<strong>el</strong> volumen y esto derivó en una música<br />

más comprimida y con menos matices. Lo<br />

importante era hacer literalmente más ruido que <strong>el</strong><br />

resto y así inclinar <strong>la</strong> ba<strong>la</strong>nza de atención de un público<br />

disperso. El <strong>sonido</strong> pasó a un segundo p<strong>la</strong>no<br />

y le cedió <strong>el</strong> protagonismo al volumen.<br />

Un grupo de ingenieros y productores se reunió en diciembre<br />

de 2001 para <strong>el</strong>egir <strong>el</strong> disco que ganaría <strong>el</strong><br />

Grammy de música popu<strong>la</strong>r al Disco Mejor Grabado<br />

d<strong>el</strong> año. Evaluaron 267 discos y todos <strong>el</strong>los les horrorizaron.<br />

Para Roger Nichols, <strong>el</strong> arquitecto d<strong>el</strong> <strong>sonido</strong><br />

clásico de batería seca de Ste<strong>el</strong>y Dan en los 70, incluso<br />

aqu<strong>el</strong>los obviamente bien grabados sonaban como si<br />

estuviesen masterizados para competir por <strong>el</strong> Grammy<br />

«al mayor volumen de reproducción en <strong>la</strong> radio o en<br />

<strong>el</strong> casete de un Toyota traqueteante. Todos y cada uno<br />

de los discos estaban ap<strong>la</strong>stados hasta <strong>la</strong> muerte, no tenían<br />

rango dinámico alguno y sonaban como <strong>el</strong> culo»,<br />

escribió más tarde en su página web. «En lugar de escuchar<br />

para s<strong>el</strong>eccionar los mejores discos presentados,<br />

tuvimos que cambiar los criterios y buscar los candidatos<br />

menos ofensivos». (pág. 279)<br />

La pro-toolización d<strong>el</strong> mundo<br />

La aparición de Pro Tools (programa informático de<br />

grabación y edición de <strong>sonido</strong>) cambió <strong>el</strong> panorama.<br />

De pronto ya no era necesario tener un gran estudio,<br />

valía cualquier habitación. Tampoco era necesario<br />

contar con los mejores músicos para hacer algo decente<br />

(tenías plug-ins y librerías de <strong>sonido</strong>s). Incluso<br />

ni siquiera había que cantar bien (un poco de autotuner<br />

y cualquiera es capaz de afinar perfectemente)<br />

Fue un cambio sutil pero trascendental respecto al<br />

modo en que <strong>la</strong> música se había grabado siempre. Para<br />

los músicos que podían permitírs<strong>el</strong>o, <strong>el</strong> gran atractivo<br />

de los mejores estudios de grabación, además de <strong>la</strong>s<br />

características acústicas de sus sa<strong>la</strong>s, era <strong>el</strong> acceso a sus<br />

mesas de mezc<strong>la</strong>. Pero para entonces <strong>la</strong> mayoría de <strong>la</strong><br />

música ya no se grababa buscando acentuar <strong>el</strong> <strong>sonido</strong><br />

de los músicos en un espacio, así que <strong>la</strong>s sa<strong>la</strong>s habían<br />

dejado de importar tanto; y si antes de mezc<strong>la</strong>r sólo<br />

eran necesarias dos de <strong>la</strong>s 48 pistas, <strong>la</strong> r<strong>el</strong>evancia de <strong>la</strong>s<br />

conso<strong>la</strong>s disminuía. Si cualquiera podía insta<strong>la</strong>r un Pro<br />

Tools en su casa, ¿por qué no grabar allí? Especialmente<br />

ahora que <strong>el</strong> sistema era cada vez más potente<br />

y tenía capacidad para manejar más plug-ins y contro<strong>la</strong>r<br />

así aspectos como <strong>la</strong> ecualización, <strong>la</strong> compresión y<br />

los efectos. Mientras comenzaban a florecer los estudios<br />

caseros, menguaba <strong>el</strong> volumen de trabajo de los<br />

de categoría más alta. (pág. 370)<br />

Contacto medios<br />

Comunicación Léeme<br />

info@leem<strong>el</strong>ibros.com<br />

T<strong>el</strong>éfonos: 637 57 02 82 / 91 888 71 83

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!