Revista del Cobre. Nº 11

-¿Qué será de mí? Si regreso al palacio, no me reconocerán, me echarán
a palos.
-No quiero castigarte demasiado. Si alguien se compadece de ti y te
acaricia el lomo, recobrarás tu forma primitiva.
Los pájaros que vivían en los árboles del bosque volaron hasta la
ciudad y contaron lo que había sucedido. De este modo, todos se
enteraron de que el príncipe Roberto se había convertido en un borrico.
Al verle pasar, se burlaban de él.
lomo.
Entre sollozo y sollozo, rebuzno y rebuzno, el
príncipe Roberto se encaminó a casa del
molinero para pedirle trabajo y poder comer.
Allí tuvo que trabajar de sol a sol tirando de
una noria, sufrir el frío, el calor y la lluvia y
los palos que descargaba el hombre sobre su
El príncipe, resignado con su suerte, seguía tirando de la noria con la
cabeza gacha y los ojos llenos de lágrimas. Cierto día, una pastora que se
llamaba Alicia pasó con su rebaño junto al lugar donde trabajaba Roberto.
Como siempre andaba lejos para que pastaran sus ovejas, no sabía que el
borriquillo era un príncipe encantado. En ese momento escuchó un