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RevistaEnjoy/2daEdición/Noviembre

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Tazas de Té<br />

“GOLOSINAS<br />

DE CRÁNEO”<br />

Mis queridos monstruos dulceros:<br />

En mi viaje por el colorido y adorable México, me he<br />

deleitado admirando sus tradiciones que a veces son muy<br />

extravagantes y bizarras (por favor, recordémoslo como<br />

sinónimo de osado) tal es el caso del “Día de los Santos Difuntos”.<br />

En mi carta pasada les conté la historia de las tradiciones<br />

celtas como base de las costumbres adoptadas alrededor del<br />

mundo debido a la expansión del catolicismo, esta vez dejo<br />

aquella plática de lado (un poco) y les vengo a contar algo<br />

fascinante y sumamente delicioso: las calaveritas de azúcar, que<br />

son una característica muy singular del festejo del momento en<br />

México.<br />

Primero que nada, les relato mi acercamiento con esta<br />

metáfora comestible: me encontraba alegremente buscando<br />

lo necesario para mi ofrenda cuando, entre papel picado colorido<br />

y retazos de mil disfraces, vi tendidos muchos cráneos<br />

de tamaños irrealistas con texturas demasiado llamativas<br />

y adornos que los hacían parecer todo menos escalofriantes.<br />

26<br />

Resulta que al acercarme a preguntar<br />

qué eran esos curiosos objetos, me<br />

llevé la sorpresa de que estaba frente<br />

a una especie de dulcería descarada y<br />

deliciosa. Azúcar y chocolate le<br />

hacían un tributo a lo efímero de la vida<br />

mientras en mi mano colocaron una<br />

blanca y dulce representación de<br />

la muerte que metí a mi boca para<br />

desbaratarla tan placenteramente<br />

como la muerte deshilacha a los<br />

humanos. Después de eso sólo pude<br />

pensar en la representación tan<br />

inocentemente caracterizada de la vida<br />

a los pies de la muerte en una constante<br />

y sublime danza imposible de ganar.<br />

¡Ay, mis dulces lectores! ¿Se imaginan<br />

lo increíble que es fingir comerse a la<br />

muerte? Estoy segura de que cualquier<br />

mexicano al que le llegue esta carta puede<br />

asegurar haberse comido uno de esos<br />

magníficos dulces tan ricos culturalmente<br />

como caloríficamente. ¡Cuánto desearía<br />

que respondieran mi postal diciéndome<br />

si habían visualizado antes esta<br />

manera de comerlas!

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