Las muertes de San Andrés

DEDÉ. —(Reprochando.) ¡Me dejaste!
(Se escucha el ruido del tecleo de una máquina de escribir.)
ANDRÉS. —¿Qué es ese ruido endemoniado? ¡Por Dios!
DEDÉ. —(Camina hacia el sofá. Se recuesta. Tiene los ojos cerrados. Se saca los
zapatos de tacón.) Estoy cansada.
ANDRÉS. —(Se acerca a DEDÉ. Masajea su cuello.) Ayer me encontré con Sofía,
de la Carrera. Me dijeron que hoy se cumplen dos años de la toma del Monoblock.
DEDÉ. —¿Sofía tu ex?
ANDRÉS. —Sí. Sofía mi ex. Está gorda.
DEDÉ. —Siempre lo estuvo.
Carla?
ANDRÉS. —Me dijo que está trabajando en una consultora. ¿Te acuerdas de
DEDÉ. —¿Tu otra ex?
ANDRÉS. —Sí, sí. Sofía me dijo que Carla está en la cárcel.
DEDÉ. —¿Por gorda?
(Pausa.)
ANDRÉS. —No, por desfalco. Dos años y saldrá libre. Ya tiene sentencia y…
(ANDRÉS besa el cuello de DEDÉ.)
DEDÉ. —(Sonríe.) Por la tarde, afuera había una fiesta. En el atrio. Espérate.
Estoy incómoda.