23.09.2015 Views

Las muertes de San Andrés

Bajar obra en PDF

Bajar obra en PDF

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Premio <strong>de</strong> dramaturgia<br />

Adolfo Costa du Rels<br />

<strong>Las</strong> <strong>muertes</strong> <strong>de</strong> <strong>San</strong><br />

<strong>Andrés</strong><br />

Por Mauricio Rodríguez Medrano<br />

No hay nada que hacer.<br />

Esperando a Godot, Samuel Beckett<br />

…comprendí que no había vuelta atrás…<br />

Los <strong>de</strong>tectives salvajes, Roberto Bolaño<br />

¿Qué suena? Son balas, me alcanzan, me atrapan…<br />

Matador, Los fabulosos Cadillacs<br />

…la vida consiste en ir perdiendo cosas. Siempre es así.<br />

Muerte <strong>de</strong> un viajante, Arthur Miller<br />

Este mundo, con todos sus <strong>de</strong>talles, hasta los más minúsculos, ha sido elaborado y<br />

aniquilado, y será elaborado y aniquilado: infinitamente.<br />

Jorge Luis Borges


PERSONAJES:<br />

CAMACHO<br />

SANTIAGO<br />

MONTENEGRO<br />

CORO<br />

ANDRÉS<br />

DEDÉ<br />

JOVEN<br />

LIC<br />

MUJER<br />

MUCHACHO<br />

NIÑO<br />

MUJER 2<br />

HOMBRE<br />

VIEJO


ACTO PRIMERO<br />

Una pobre aula <strong>de</strong>l piso trece <strong>de</strong>l Monoblock <strong>de</strong> la Universidad Mayor <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Andrés</strong>. Al<br />

centro un pupitre. Encima <strong>de</strong>l pupitre un cirio pascual encendido. Una pizarra al costado.<br />

Entra CAMACHO. Se escucha el ruido <strong>de</strong>l tecleo <strong>de</strong> una máquina <strong>de</strong> escribir.<br />

CAMACHO. —¡Alumbra, lumbre <strong>de</strong> alumbre, Luzbel <strong>de</strong> piedralumbre! (Mira hacia<br />

los costados.) ¡Alumbra lumbre <strong>de</strong> alumbre, Luzbel <strong>de</strong> piedralumbre, sobre la<br />

podredumbre! (Se apoya en el pupitre. Mira hacia los costados.) ¡Alumbra, alumbra,<br />

lumbre <strong>de</strong> alumbre…, alumbre…, alumbra…, alumbra, lumbre <strong>de</strong> alumbre…, alumbra,<br />

alumbre…! (Pausa.)<br />

SANTIAGO. —(Acercándose a pasos cortos y rígidos, separadas las piernas.<br />

Anota en una libreta. Mira a CAMACHO.)<br />

CAMACHO. —(Con énfasis.) ¡Alumbra, alumbra, lumbre <strong>de</strong> alumbre…, alumbre…,<br />

alumbra…, alumbra, alumbre…! (Pausa.) (Mira a SANTIAGO.)<br />

(SANTIAGO sorprendido mira a CAMACHO. Sigue anotando en la libreta.)<br />

CAMACHO. —(Camina alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> SANTIAGO.) (Grita.) ¡Alumbra, alumbra,<br />

lumbre <strong>de</strong> alumbre…!<br />

(SANTIAGO <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> anotar en la libreta. Mira hacia los costados, <strong>de</strong>spués a CAMACHO.<br />

Coloca la mano <strong>de</strong>recha en el mentón. Piensa)<br />

CAMACHO. —(Molesto.) ¡Ajjj! ¡Alumbra, lumbre <strong>de</strong> alumbre! (Mímica <strong>de</strong><br />

CAMACHO, semejante a la <strong>de</strong> una persona que quiere encen<strong>de</strong>r un cigarrillo.) ¡Un<br />

cigarro, carajo!


SANTIAGO. —(Saca <strong>de</strong>l bolsillo <strong>de</strong>recho una cajetilla y un encen<strong>de</strong>dor. Muestra el<br />

cigarrillo al público.) (Con énfasis.) ¡Un cigarro, carajo! (Encien<strong>de</strong> el cigarrillo.)<br />

CAMACHO. —(Agarra el cigarrillo. Bota el humo placenteramente. Camina hacia<br />

el pupitre. Se apoya. Mira el cirio pascual.) Un cigarro, un muerto, una noche, una noche<br />

fría.<br />

(Silencio.) (El ruido <strong>de</strong> la máquina <strong>de</strong> escribir aumenta.)<br />

SANTIAGO. —(Anotando en la libreta y caminando alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l pupitre.) Un<br />

cigarro, un muerto, una noche, una noche fría, un disparo, dos pares <strong>de</strong> medias, dos<br />

pesos <strong>de</strong> marraquetas y papel para baño… (Pausa.)<br />

CAMACHO. —(Se acerca a SANTIAGO.) (Enojado.) ¡¿Qué cosa?!<br />

SANTIAGO. —(Mirando la libreta.) (Remeda a CAMACHO.) Un cigarro, un muerto,<br />

una noche, una noche fría. (Corre <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l pupitre. Tiembla.)<br />

(Entra a escena MONTENEGRO. Se acerca a CAMACHO. Sonríe. Agarra el cigarrillo, lo<br />

parte en dos y lo suelta a los pies <strong>de</strong> CAMACHO.)<br />

MONTENEGRO. —(Con firmeza.) ¡¿Noveda<strong>de</strong>s?!<br />

CAMACHO. —(Se cuadra, <strong>de</strong>spués recoge el cigarrillo.) El muerto fue conducido a<br />

<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> la morgue en la camioneta <strong>de</strong>l cabo Lucas. Se realizó la autopsia. Cabe<br />

<strong>de</strong>cir que la camioneta <strong>de</strong>l cabo Lucas tenía dura la palanca. El automóvil no se movía ni<br />

hacia atrás ni a<strong>de</strong>lante. Utilizamos aceite, grasa, manteca <strong>de</strong> cerdo, agua <strong>de</strong> jabón, la<br />

sobamos con cariño, la meneamos hacia arriba, abajo, al centro y nada mi capitán.<br />

MONTENEGRO. —¿Y cómo llegaron a la morgue?<br />

SANTIAGO. —(A MONTENEGRO. Se cuadra.) ¡Con <strong>de</strong>voción, mi capitán!


CAMACHO. —A horas dos mil y frente a las complicaciones <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino, se me<br />

ocurrió una i<strong>de</strong>a.<br />

SANTIAGO. —(A MONTENEGRO) ¡La i<strong>de</strong>a fue mía, mi capitán! (Pausa. Mira a<br />

CAMACHO. Se agarra la cabeza.) (Preocupado.) Mi i<strong>de</strong>a pasó a <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong>l<br />

pensamiento <strong>de</strong>l teniente Camacho… (Pausa.) Mi i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> ser mi i<strong>de</strong>a y fue la i<strong>de</strong>a<br />

<strong>de</strong>l teniente Camacho, a horas dos mil, mi capitán. (Camina hacia el lateral izquierdo<br />

anotando otra vez en la libreta.)<br />

dio resultado.<br />

CAMACHO. —¡Exacto mi capitán! La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l cabo <strong>San</strong>tiago pasó a ser mi i<strong>de</strong>a y<br />

MONTENEGRO. —(Desubicado.) ¿Cuál i<strong>de</strong>a?<br />

SANTIAGO. —(Se acerca hacia MONTENEGRO. Le grita al oído.) ¡La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>l<br />

teniente Camacho! (Corre <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l pupitre. Revisa sus anotaciones.)<br />

(MONTENEGRO se tambalea y apoya sus brazos en el hombro <strong>de</strong> CAMACHO.)<br />

CAMACHO. —(Gritando.) ¡Había una comparsa <strong>de</strong> morenos y cuatro chinas! ¡Un<br />

preste, mi capitán! Los obligamos a que ayudaran a empujar la camioneta hasta la<br />

morgue. ¡Veinte cuadras mi capitán! ¡Veinte cuadras y nueve morenadas! Dos <strong>de</strong><br />

Bonanza, cinco <strong>de</strong> Jacha Mallku y las <strong>de</strong>más anónimas… (Pausa.) Pero eso es lo <strong>de</strong><br />

menos. Creemos que hallamos a uno <strong>de</strong> los culpables…<br />

(MONTENEGRO camina hacia la pizarra.)<br />

SANTIAGO. —(A MONTENEGRO.) Según averiguaciones, encontramos a uno <strong>de</strong><br />

los principales sospechosos <strong>de</strong>l asesinato. En el estante <strong>de</strong> libros <strong>de</strong> la administración <strong>de</strong>l<br />

piso trece, hallamos Dick Turpin. (Del bolsillo saca un libro y lo muestra a<br />

MONTENEGRO. Después lo <strong>de</strong>ja en el pupitre.) Fue escrito por un tal anónimo. (Se


acerca a CAMACHO.) Después <strong>de</strong> una lectura intensiva, morfológica, isotópica,<br />

consultando reseñas, realizando entrevistas a docentes <strong>de</strong> Literatura, <strong>de</strong>scubrimos que en<br />

esta novela existen muchos muertos… (Pausa.) El que escribió la novela es sospechoso.<br />

¡Un loco, mi capitán!<br />

(SANTIAGO Y CAMACHO asienten con la cabeza varias veces) (Silencio.)<br />

MONTENEGRO. —¿Quién?<br />

CAMACHO. —(Señalando hacia el cielo.) ¡El anónimo!<br />

SANTIAGO. —(Señalando el <strong>de</strong>do <strong>de</strong> CAMACHO.) ¡El anónimo!<br />

CAMACHO. —Pero eso es lo <strong>de</strong> menos. También existen dos mil implicados<br />

más… (Pausa.)<br />

(El ruido <strong>de</strong> la máquina <strong>de</strong> escribir aumenta.)<br />

SANTIAGO. —(Camina hacia el cirio pascual. Revisa la libreta.) ¡Dos mil<br />

quinientos cincuenta y ocho! Y cada año aumenta el número <strong>de</strong> inscritos.<br />

CAMACHO. —En archivos, el muerto está catalogado como el mil quinientos.<br />

Presumimos que los anteriores mil cuatrocientos noventa y nueve son más culpables que<br />

los posteriores mil quinientos uno, (Cuenta con los <strong>de</strong>dos.) mil quinientos dos, mil<br />

quinientos tres, mil quinientos cuatro…<br />

MONTENEGRO. —¿Por qué?<br />

SANTIAGO. —(Eufórico.) Razones, razones simples, mi capitán. Los mil<br />

cuatrocientos noventa y nueve se inscribieron bajo el régimen antiguo.<br />

(Silencio.)


(CAMACHO intenta componer el cigarrillo. Se <strong>de</strong>tiene, agotado; <strong>de</strong>scansa, ja<strong>de</strong>ando<br />

vuelve a empezar.)<br />

CAMACHO. —(Renunciando nuevamente.) No hay nada que hacer.<br />

MONTENEGRO. —No entiendo.<br />

SANTIAGO. —(Se coloca <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> MONTENEGRO.) Razones simples, mi<br />

capitán. ¡Es el <strong>de</strong>stino!<br />

CAMACHO. —(Se vuelve a cuadrar frente a MONTENEGRO.) ¡El <strong>de</strong>stino!<br />

SANTIAGO. —El régimen antiguo <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> existir hace dos años mi capitán.<br />

CAMACHO. —(Gritando.) ¡Mil cuatrocientos noventa y nueve estudiantes!<br />

SANTIAGO. —(Gritando.) ¡Mil cuatrocientos noventa y nueve estudiantes!<br />

CAMACHO. —Estudiantes que no existen en el sistema, pero pasaban clases.<br />

SANTIAGO. —Se dieron cuenta… (Pausa.)<br />

CAMACHO. —Problemas administrativos… (Pausa.)<br />

SANTIAGO. —(Revisa su libreta.) Debía existir algún culpable. <strong>Las</strong> protestas se<br />

intensificaron. <strong>Las</strong> autorida<strong>de</strong>s culparon al régimen nuevo. (Susurrando.) Culparon al<br />

primer estudiante <strong>de</strong>l régimen nuevo.<br />

CAMACHO. —(Con énfasis.) Hace dos años que dos mil cuatrocientos noventa y<br />

nueve estudiantes tomaron el Monoblock a la fuerza.<br />

SANTIAGO. —No tan a la fuerza, mi capitán. Según la reconstrucción <strong>de</strong> los<br />

hechos <strong>de</strong> aquel día, el policía y el portero estaban durmiendo… (Pausa.) (Revisa su<br />

libreta.) La primera semana hubo <strong>de</strong>tonaciones <strong>de</strong> cachorros <strong>de</strong> dinamita en el atrio,


crucificados, huelgas que duraban cinco minutos y <strong>de</strong>spués los estudiantes festejaban<br />

con una repartición <strong>de</strong> panes y pescado (Del bolsillo <strong>de</strong>l pantalón saca un sábalo y lo<br />

muestra al público. Después lo coloca en el pupitre.)<br />

CAMACHO. —<strong>Las</strong> siguientes semanas se organizaron campeonatos <strong>de</strong> fútbol,<br />

elecciones <strong>de</strong> mises y fogatas bailables. Hasta hace cinco horas… (Pausa.)<br />

SANTIAGO. —(Mirando su reloj <strong>de</strong> mano.) Cinco horas, cuarenta y cinco minutos<br />

y dos, tres, cuatro, cinco, seis… (Pausa.)<br />

CAMACHO. —(Vuelve a intentar componer el cigarrillo. Otra vez se da por<br />

vencido.) Llamaron a las <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> la policía y <strong>de</strong>nunciaron el asesinato…<br />

(Pausa.) ¡El muerto fue hallado con mil cuatrocientos noventa y nueve cuchilladas, mi<br />

capitán!<br />

(El ruido <strong>de</strong> la máquina <strong>de</strong> escribir aumenta.)<br />

SANTIAGO. —¡Y un moño <strong>de</strong> cumpleaños! (Del bolsillo <strong>de</strong>l pantalón saca un<br />

moño enorme <strong>de</strong> cumpleaños y lo muestra al público. Después lo <strong>de</strong>ja encima <strong>de</strong>l<br />

pupitre.)<br />

CAMACHO. —(Camina hacia el lateral <strong>de</strong>recho. Mira y señala hacia el público.)<br />

Pero no significa que ellos lo mataron. Según datos forenses, las cuchilladas se dieron<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que el muerto estaba muerto.<br />

SANTIAGO. —(Se acerca al pupitre.) (Con énfasis.) ¡Una bala! Un revólver es el<br />

arma homicida.<br />

bala.<br />

CAMACHO. —Un cigarro, un muerto, una noche, una noche fría, un disparo, una


(Silencio.)<br />

MONTENEGRO. —(Camina y toca el hombro <strong>de</strong> CAMACHO. Pensativo.) Debió<br />

ser el anónimo.<br />

CAMACHO. —(Asiente con la cabeza.) ¡El anónimo!<br />

(SANTIAGO también asiente con la cabeza y realiza las anotaciones. Arranca algunos<br />

papeles. Borra. Compone. Está ensimismado escribiendo.) (El ruido <strong>de</strong> la máquina <strong>de</strong><br />

escribir aumenta.)<br />

CAMACHO. —Entre las dos mil cien y dos mil ciento treinta <strong>de</strong> este miércoles,<br />

escuchamos una conversación vía teléfono. Un docente habló con una <strong>de</strong> sus<br />

estudiantes. Presumimos que son sospechosos.<br />

SANTIAGO. —(Revisa la libreta. Camina.) El docente dijo: ¿Hola?; la estudiante<br />

dijo: ¿Lic.?; el docente: ¿Hola?; la estudiante: Hola; el docente: No te oigo; la estudiante:<br />

¿Es usted Lic.?; el docente: ¿Me escuchas?; la estudiante: ¿Hola?; el docente: Hay un<br />

cruce <strong>de</strong> líneas; la estudiante: ¿Hola?<br />

CAMACHO. —(A MONTENEGRO.) Pruebas contun<strong>de</strong>ntes. Los implicados en la<br />

conversación serán enviados a <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> la policía.<br />

(MONTENEGRO camina pensativo, mira hacia la pizarra, <strong>de</strong>spués al pupitre.)<br />

SANTIAGO. —(A MONTENEGRO.) Simple, mi capitán, a través <strong>de</strong> la<br />

conversación <strong>de</strong>scubrimos el dudoso actuar <strong>de</strong>l docente.<br />

CAMACHO. —(Hacia el público.) Sólo nos hace falta saber quién es el docente y<br />

la estudiante, pero estamos trabajando en ello.<br />

MONTENEGRO. —(Fatigado.) ¿Y qué tiene que ver con el asesinato?


SANTIAGO. —(Se sienta en el suelo. Intenta <strong>de</strong>samarrar su bota. Deja a un lado<br />

la libreta.) La estudiante <strong>de</strong>bió ser enamorada <strong>de</strong>l muerto. (Se saca la bota. Mira a<strong>de</strong>ntro,<br />

pasa la mano por el interior, lo agita y vuelve a ponérsela.) El docente quiso estar con la<br />

enamorada <strong>de</strong>l muerto. Contrata al anónimo y fin <strong>de</strong> la historia.<br />

CAMACHO. —(A MONTENEGRO.) Como el cuento <strong>de</strong> gallo capón.<br />

SANTIAGO. —(Animado.) Cuéntalo, cuéntalo.<br />

capón?<br />

CAMACHO. —(A MONTENEGRO.) ¿Quiere que le cuente el cuento <strong>de</strong>l gallo<br />

MONTENEGRO. —(Ansioso.) Sí.<br />

CAMACHO. —No he pedido que me diga que sí, sino que si quería que le cuente<br />

el cuento <strong>de</strong>l gallo capón.<br />

MONTENEGRO. —(Decepcionado.) No.<br />

CAMACHO. —No he pedido que me diga que no, sino que si quería que le cuente<br />

el cuento <strong>de</strong>l gallo capón.<br />

(Silencio.)<br />

CAMACHO. —No he pedido que se callara, sino que si quería que le cuente el<br />

cuento <strong>de</strong>l gallo capón.<br />

(MONTENEGRO hartado se dirige hacia el extremo <strong>de</strong>l lateral izquierdo.)<br />

CAMACHO. —No he pedido que se fuera, sino que si quería que le cuente el<br />

cuento <strong>de</strong>l gallo capón.


(Silencio.) (SANTIAGO se levanta y camina <strong>de</strong>spacio hacia MONTENEGRO como si lo<br />

estuviera haciendo a escondidas. Del bolsillo saca un pañuelo. Le entrega a<br />

MONTENEGRO.)<br />

MONTENEGRO. —(Secándose las lágrimas.) (Angustiado.) ¡El <strong>de</strong>stino!<br />

SANTIAGO. —(Señalando hacia el cielo.) ¡El <strong>de</strong>stino!<br />

CAMACHO. —(Intentando componer el cigarrillo otra vez.) Un cigarro, un muerto,<br />

una noche, una noche fría, un disparo, una bala, un camino, un titiritero: el <strong>de</strong>stino.<br />

SANTIAGO. —(Anotando en la libreta.) ¡El <strong>de</strong>stino!<br />

(El ruido <strong>de</strong> la máquina <strong>de</strong> escribir aumenta.)<br />

otras.<br />

CAMACHO. —Pero el crimen pasional es sólo una hipótesis. También manejamos<br />

SANTIAGO. —(Se acerca a CAMACHO. Le entrega un papel <strong>de</strong> la libreta) Mil<br />

cuatrocientas noventa y nueve hipótesis.<br />

CAMACHO. —(Leyendo la nota y caminando alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l pupitre.) Primera<br />

hipótesis: como el muerto fue encontrado <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la fiesta <strong>de</strong>l aniversario <strong>de</strong> la toma<br />

<strong>de</strong>l Monoblock que se celebró en el atrio, quiere <strong>de</strong>cir que el muerto estuvo en la fiesta.<br />

En la fiesta existen bebidas espirituosas <strong>de</strong> baja calidad. El muerto que aún no estaba<br />

muerto pudo consumir alguna bebida adulterada. Subió al aula <strong>de</strong>l piso trece y quiso<br />

<strong>de</strong>scansar, pero le falló el hígado y cayó en este pupitre. ¡Plaf! (Señala el pupitre.)<br />

(SANTIAGO asiente y camina orgulloso alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l MONTENEGRO.)


CAMACHO. —(Leyendo la nota y caminando alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l pupitre.) Segunda<br />

hipótesis: La primera hipótesis no explicaría por qué el muerto agarraba un hilo <strong>de</strong>ntal<br />

amarillo fosforescente en la mano <strong>de</strong>recha… (Pausa.)<br />

(SANTIAGO saca <strong>de</strong>l bolsillo un hilo <strong>de</strong>ntal amarillo fosforescente y se lo muestra a<br />

MONTENEGRO. Después lo <strong>de</strong>ja encima <strong>de</strong>l pupitre.)<br />

CAMACHO. —Para clarificar la existencia <strong>de</strong> un hilo <strong>de</strong>ntal amarillo, es necesario<br />

utilizar a una hipotética mujer que compra, hipotéticamente, ropa interior sugestiva <strong>de</strong> talla<br />

catorce. Esta mujer hipotética <strong>de</strong>bió estar en la fiesta <strong>de</strong>l atrio. El muerto que aún no<br />

estaba muerto <strong>de</strong>bió seducirla. Hipotéticamente se besaron. Subieron al piso trece con la<br />

excusa <strong>de</strong> ver las estrellas. (SANTIAGO hace la mímica <strong>de</strong> lo narrado a continuación.) En<br />

el aula, hipotéticamente siguieron besándose. Ella <strong>de</strong>bió introducir su mano por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong><br />

la camisa. Él <strong>de</strong>bió <strong>de</strong>sabotonar con fuerza la blusa. Ella <strong>de</strong>bió besarle la oreja. Él <strong>de</strong>bió<br />

besarle el cuello. Ella <strong>de</strong>bió mor<strong>de</strong>rle uno <strong>de</strong> los labios. Él le quitó el pantalón. Ella dijo<br />

que los besos no se dan en la camisa. Él pidió que le dijera soy tu potro, soy tu potro. Y<br />

<strong>de</strong>spués se dio el paro cardiaco. La mujer hipotética se asustó, se vistió como pudo y bajó<br />

apresurada hacia el atrio. El muerto se quedó con el hilo <strong>de</strong>ntal amarillo fosforescente y<br />

con mil cuatrocientos noventa y nueve miligramos <strong>de</strong> viagra en el organismo.<br />

(SANTIAGO está exhausto y ja<strong>de</strong>ando.)<br />

CAMACHO. —(A MONTENEGRO.) Pero eso no explicaría la bala que mató al<br />

muerto. Entre las hipótesis, tuvimos que tachar <strong>de</strong>sastres naturales, actos <strong>de</strong> lascivia,<br />

marchas, paros, <strong>de</strong>sfiles <strong>de</strong> teas y bloqueos.<br />

SANTIAGO. —(Camina hacia CAMACHO. Le quita la hoja <strong>de</strong> papel y la guarda en<br />

la libreta. Mira hacia MONTENEGRO.) Un crimen imposible <strong>de</strong> resolver, mi capitán. Los<br />

motivos existen, pero ninguno concuerda exactamente.


CAMACHO. —(Con énfasis.) Pudieron ser los mil cuatrocientos noventa y nueve<br />

estudiantes o un solo asesino.<br />

(MONTENEGRO camina hacia el pupitre. Se sienta. Está cansado. Respira agitado. Se<br />

agarra la cabeza.) (El ruido <strong>de</strong> la máquina <strong>de</strong> escribir aumenta.)<br />

CAMACHO. —(A MONTENEGRO.) Los únicos datos que no pudimos conseguir<br />

fueron el nombre <strong>de</strong>l muerto, apellido paterno, apellido materno, la edad, Carrera y año <strong>de</strong><br />

estudio.<br />

SANTIAGO. —(A MONTENEGRO.) Un cigarro, un muerto, una noche, una noche<br />

fría, un disparo, una bala, un camino, un titiritero: el <strong>de</strong>stino, un <strong>de</strong>sconocido.<br />

CAMACHO. —(Camina hacia el lateral izquierdo.) Los administradores <strong>de</strong>l la<br />

universidad no supieron entregar datos exactos. Sólo sabemos que es el estudiante mil<br />

quinientos inscrito en esta casa superior <strong>de</strong> estudios.<br />

SANTIAGO. —(Caminando alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l pupitre.) Y archivos y más archivos que<br />

sólo tienen números asignados a los estudiantes. Los mil cuatrocientos noventa y nueve<br />

que fueron inscritos en el régimen antiguo pertenecen a diferentes Carreras.<br />

CAMACHO. —El cabo Lucas se está encargando <strong>de</strong> realizar las entrevistas<br />

necesarias… (Pausa.)<br />

SANTIAGO. —No se encontró el cuchillo y el revólver.<br />

MONTENEGRO. —(Desesperanzado.) ¿Alguna otra novedad?<br />

CAMACHO. —(Se acerca a MONTENEGRO. Le agarra <strong>de</strong>l hombro.) Después <strong>de</strong><br />

un operativo, <strong>de</strong>volvimos, a las autorida<strong>de</strong>s correspondientes, el edificio <strong>de</strong>l Monoblock.


<strong>Las</strong> anticucheras, las ven<strong>de</strong>doras <strong>de</strong> artesanías, los ciegos y sordomudos asentados en el<br />

atrio, fueron llevados a las <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> la policía.<br />

SANTIAGO. —No sabemos qué hacer con los mil cuatrocientos noventa y nueve<br />

estudiantes <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> que terminen su entrevista con el cabo Lucas… (Pausa.)<br />

(SANTIAGO acerca la libreta a la llama <strong>de</strong>l cirio pascual. La libreta se quema. SANTIAGO<br />

se da cuenta e intenta apagarla. Lanza la libreta al piso y salta sobre ella.)<br />

capitán.<br />

CAMACHO. —Con suerte, podremos encontrar al asesino en dos semanas, mi<br />

SANTIAGO. —(Agarra por una <strong>de</strong> sus puntas la libreta. Aún sigue humeando.)<br />

(Voz temblorosa.) En cinco años, mi capitán.<br />

CAMACHO. —(A MONTENEGRO.) Hay un <strong>de</strong>talle más.<br />

SANTIAGO. —¡Un <strong>de</strong>talle!<br />

CAMACHO. —Un cigarro, un muerto, una noche, una noche fría, un disparo, una<br />

bala, un camino, un titiritero: el <strong>de</strong>stino, un <strong>de</strong>sconocido, un <strong>de</strong>talle.<br />

(CAMACHO y SANTIAGO caminan hacia la pizarra.)<br />

SANTIAGO. —Pue<strong>de</strong> que el asesinato sea un acto <strong>de</strong> venganza.<br />

(CAMACHO y SANTIAGO voltean la pizarra y la muestran a MONTENEGRO. En la<br />

superficie está escrito: “Mil cuatrocientos noventa y nueve <strong>de</strong>l régimen antiguo llegaron<br />

tar<strong>de</strong>. Firma: Anónimo”.) (El ruido <strong>de</strong>l tecleo <strong>de</strong> la máquina <strong>de</strong> escribir aumenta. También<br />

se escucha el sonido <strong>de</strong> una puerta que se abre, unos pasos y tres disparos.)<br />

(MONTENEGRO corre y sale <strong>de</strong> escena. CAMACHO Y SANTIAGO caminan con la<br />

pizarra, pero no pue<strong>de</strong>n salir <strong>de</strong> escena. Se trancan en la puerta. Vuelven a intentar salir.)


(Telón.)<br />

ACTO SEGUNDO<br />

Un edificio frente al Monoblock. Un <strong>de</strong>partamento en penumbras. A lo lejos se escucha el<br />

ruido <strong>de</strong>l tecleo <strong>de</strong> una máquina <strong>de</strong> escribir.<br />

CORO entra y camina hacia el bor<strong>de</strong> central <strong>de</strong>l primer plano.<br />

CORO. —(Hacia el público.) La <strong>de</strong>streza <strong>de</strong> quien agarra un arma <strong>de</strong> fuego no es<br />

quitar la vida, sino acercarse a los instantes <strong>de</strong> la muerte… (Pausa.) (Del bolsillo <strong>de</strong> su<br />

saco extrae un revólver.) La magnum cuarenta y cuatro fue diseñada por la empresa<br />

Remigton, en los albores <strong>de</strong> la post guerra.<br />

Mil novecientos cincuenta y cinco, Smith y Wesson introdujeron al mercado el revólver<br />

mo<strong>de</strong>lo 29… (Agarra el revólver y lo mira con curiosidad.) Se popularizó por las películas<br />

<strong>de</strong> Harry el sucio. La Smith y Wesson llegó a tener una lista <strong>de</strong> espera <strong>de</strong> veinticinco mil<br />

revólveres <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l estreno <strong>de</strong>l film.


(CORO juega a la ruleta rusa con el revólver.)<br />

Este revólver llegó por azares <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino a estas tierras. Antes lo tuvo Carl Jhonson y<br />

Jhonson que no fue un héroe <strong>de</strong> película o un rufián <strong>de</strong> los barrios marginales <strong>de</strong>l Bronx.<br />

Fue un ciego que tocaba la trompeta en la esquina <strong>de</strong> Midtown. (Se escucha música:<br />

Over the Rainbow, <strong>de</strong> la película El mago <strong>de</strong> oz.)<br />

Carl siguió tocando. En el sombrero, que se encontraba en el suelo, fue <strong>de</strong>positado un<br />

metal frío por alguna mano caritativa, por algún hombre que antes había asesinado a su<br />

mujer. Dos cuadras separaban a Carl <strong>de</strong>l crimen, dos cuadras y Over the Rainbow siendo<br />

atenuado por el ruido <strong>de</strong> las sirenas <strong>de</strong> los automóviles <strong>de</strong> la policía. La trompeta <strong>de</strong> Carl<br />

fue callada. Adiós al arco iris. Sí, adiós al arco iris.<br />

La prueba <strong>de</strong>l asesinato estaba en el sombrero… (Acaricia el revólver.) Ca<strong>de</strong>na perpetua<br />

en la cárcel <strong>de</strong> Sing Sing… (Pausa.)<br />

La mujer murió recostada en el sofá <strong>de</strong> la habitación <strong>de</strong>l edificio que se encontraba a dos<br />

cuadras <strong>de</strong> la esquina <strong>de</strong> Carl. La mujer y la sangre, la mujer y la sangre seca en el<br />

vestido blanco… (Pausa.)<br />

El revólver fue guardado en <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong> la policía hasta una tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> primavera <strong>de</strong><br />

mil novecientos noventa y dos…. (Pausa.) Peter fue hijo <strong>de</strong>l sargento Smith. Peter no<br />

tenía madre. Tuberculosis, tuberculosis, tuberculosis. Peter entró al salón <strong>de</strong> archivos y<br />

jugó con los cajones <strong>de</strong> cada estante. Peter encontró el revólver, el revólver y una bala.<br />

Peter cambió su apellido una noche <strong>de</strong> invierno <strong>de</strong> mil novecientos noventa y nueve. No<br />

soportó ver al sargento Smith, a su padre el sargento Smith, recostado en el sofá besando<br />

el cuello <strong>de</strong> una mujer, una mujer <strong>de</strong> vestido blanco; y todo recuerdo <strong>de</strong> la madre perdido,


abandonado, olvidado. Tres metros bajo tierra. Cementerio <strong>de</strong> Midtown. (Sopla la boquilla<br />

<strong>de</strong>l revólver.)<br />

Un disparo bastó. Atravesó dos cuerpos. Dos cuerpos fundidos en el color bermejo <strong>de</strong> la<br />

sangre, <strong>de</strong>spués en un púrpura frío y reseco en el pliegue <strong>de</strong> un vestido blanco. Peter<br />

escapó. Sí, Peter escapó.<br />

Diciembre <strong>de</strong> mil novecientos noventa y nueve. Año nuevo. Peter <strong>de</strong>jó el invierno <strong>de</strong> su<br />

tierra y conoció el verano <strong>de</strong> la nuestra. También entabló amistad con <strong>Andrés</strong>. Una fiesta.<br />

Fin <strong>de</strong> año. Peter regaló el revólver.<br />

<strong>Andrés</strong> <strong>de</strong>jó el revólver encima <strong>de</strong>l escritorio… (Pausa.) Tal vez Dedé no lo aceptaría. Dos<br />

años <strong>de</strong> convivencia se podrían <strong>de</strong>rrumbar... (Pausa.) (Juega otra vez a la ruleta rusa.)<br />

Otoño <strong>de</strong>l dos mil uno. Hace instantes se escucharon tres disparos. Quién diría que el<br />

revólver posee el frío <strong>de</strong> la muerte.<br />

(CORO camina hacia el escritorio y <strong>de</strong>ja el revólver encima <strong>de</strong>l escritorio. Sale <strong>de</strong><br />

escena.) (Se escucha a lo lejos el ruido <strong>de</strong>l tecleo <strong>de</strong> una máquina <strong>de</strong> escribir.) (<strong>Las</strong> luces<br />

se pren<strong>de</strong>n.) (ANDRÉS entra a la habitación. Está agitado y <strong>de</strong>saliñado. Ja<strong>de</strong>a. Se<br />

recuesta en el sofá.)<br />

ANDRÉS. —(Con énfasis.) ¡Dedé no lo aceptará…! (Pausa.)<br />

(ANDRÉS se levanta <strong>de</strong>l sofá. Camina hacia el escritorio. Agarra varios folios. Los revisa.)<br />

prometimos?<br />

ANDRÉS. —(Acongojado.) Cuentas, cuentas, cuentas. ¿Y qué fue lo que nos<br />

(Silencio.) (ANDRÉS camina hacia el estante. Agarra algunos libros y los <strong>de</strong>ja caer al<br />

suelo.)


ANDRÉS. —Amor hasta la muerte, sin matrimonio, sin anillos, sin ca<strong>de</strong>nas…<br />

(Pausa.) Sí, sí, nuestros padres están <strong>de</strong> acuerdo; sí, sí, su hermana me seduce en la<br />

fiesta… (Pausa.)<br />

(DEDÉ abre la puerta e ingresa a la habitación. Se acerca a ANDRÉS. Le da un beso en<br />

la frente y camina hacia el sofá.)<br />

ANDRÉS. —(DEDÉ no escucha.) (Con énfasis.) ¡Hermanos! ¡Parecemos<br />

hermanos! Extraño el sabor <strong>de</strong> sus besos. Los <strong>de</strong> su hermana son diferentes. Fruto <strong>de</strong>l<br />

árbol prohibido.<br />

DEDÉ. —(Reprochando.) ¡Me <strong>de</strong>jaste!<br />

ANDRÉS. —Estaba cansado. Estas pasantías me matan.<br />

DEDÉ. —(Reprochando.) ¡Me <strong>de</strong>jaste!<br />

ANDRÉS. —(Se acerca a DEDÉ y la quiere abrazar.) La fiesta estaba aburrida. Tu<br />

hermana también se quiso ir.<br />

(DEDÉ no se <strong>de</strong>ja abrazar. Se saca el abrigo. Camina hacia el escritorio. Agarra el vaso<br />

con agua e intenta limpiar la mancha roja que tiene en un pliegue <strong>de</strong> su vestido blanco.)<br />

ANDRÉS. —Renuncié a la pasantía.<br />

DEDÉ. —Era <strong>de</strong> esperarse.<br />

ANDRÉS. —Es la última.<br />

DEDÉ. —Eso mismo dijiste <strong>de</strong> la anterior. ¿Y el título? ¿Cuándo, eh? (La mancha<br />

no sale. Deja <strong>de</strong> limpiar el vestido.)<br />

ANDRÉS. —Estás enojada por otro asunto… (Pausa.)


DEDÉ. —(Reprochando.) ¡Me <strong>de</strong>jaste!<br />

(Se escucha el ruido <strong>de</strong>l tecleo <strong>de</strong> una máquina <strong>de</strong> escribir.)<br />

ANDRÉS. —¿Qué es ese ruido en<strong>de</strong>moniado? ¡Por Dios!<br />

DEDÉ. —(Camina hacia el sofá. Se recuesta. Tiene los ojos cerrados. Se saca los<br />

zapatos <strong>de</strong> tacón.) Estoy cansada.<br />

ANDRÉS. —(Se acerca a DEDÉ. Masajea su cuello.) Ayer me encontré con Sofía,<br />

<strong>de</strong> la Carrera. Me dijeron que hoy se cumplen dos años <strong>de</strong> la toma <strong>de</strong>l Monoblock.<br />

DEDÉ. —¿Sofía tu ex?<br />

ANDRÉS. —Sí. Sofía mi ex. Está gorda.<br />

DEDÉ. —Siempre lo estuvo.<br />

Carla?<br />

ANDRÉS. —Me dijo que está trabajando en una consultora. ¿Te acuerdas <strong>de</strong><br />

DEDÉ. —¿Tu otra ex?<br />

ANDRÉS. —Sí, sí. Sofía me dijo que Carla está en la cárcel.<br />

DEDÉ. —¿Por gorda?<br />

(Pausa.)<br />

ANDRÉS. —No, por <strong>de</strong>sfalco. Dos años y saldrá libre. Ya tiene sentencia y…<br />

(ANDRÉS besa el cuello <strong>de</strong> DEDÉ.)<br />

DEDÉ. —(Sonríe.) Por la tar<strong>de</strong>, afuera había una fiesta. En el atrio. Espérate.<br />

Estoy incómoda.


(ANDRÉS levanta a DEDÉ <strong>de</strong>l sofá y la recuesta en la alfombra. La besa lentamente por<br />

todo el cuerpo.)<br />

DEDÉ. —(Acaricia el cabello <strong>de</strong> ANDRÉS. Ja<strong>de</strong>a.) Debo entregar un informe<br />

mañana… (Pausa.)<br />

ANDRÉS. —(Acaricia el rostro <strong>de</strong> DEDÉ.) Entrégalo pasado mañana… (Pausa.)<br />

(DEDÉ empuja a ANDRÉS y se levanta. Se acomoda el vestido y camina hacia el<br />

escritorio.)<br />

ANDRÉS. —(Reprochando.) Por lo menos hoy no te duele la cabeza.<br />

<strong>de</strong>saparecer.<br />

DEDÉ. —(Mira el revólver encima <strong>de</strong>l escritorio.) Te dije que lo hicieras<br />

ANDRÉS. —(Se recuesta en el sofá. Sonríe.) Lo hice.<br />

DEDÉ. —(Enojada.) ¡No es un chiste <strong>Andrés</strong>! Dijimos que nada <strong>de</strong> armas. Sabes<br />

lo que le pasó a papá. Tú lo sabes… (Pausa.) (DEDÉ empieza a llorar.)<br />

ANDRÉS. —(Se acerca a DEDÉ. La abraza.) Perdón. Mañana mismo lo haré.<br />

(Se escucha el ruido <strong>de</strong> una máquina <strong>de</strong> escribir.)<br />

ANDRÉS. —(Con énfasis.) ¡¿Qué es ese ruido en<strong>de</strong>moniado, por Dios?!<br />

(Tocan el timbre. DEDÉ se limpia los ojos y se dirige hacia la puerta. La abre. ANDRÉS se<br />

recuesta en el sofá.)<br />

JOVEN. —(Tímidamente.) Buenas noches. Perdone la molestia. Soy nieto <strong>de</strong> la<br />

señora García, su vecina. Llegué hace dos días <strong>de</strong>l interior. Me dijo que usted me podría<br />

prestar azúcar… (Pausa.)


DEDÉ. —Sí, claro. Espérame un momento.<br />

(DEDÉ sale <strong>de</strong> escena.)<br />

ANDRÉS. —Pero entra, que afuera está haciendo frío.<br />

JOVEN. —(Entra a la habitación. Tiene introducida la mano izquierda en el bolsillo<br />

<strong>de</strong> su chaqueta.) Gracias. Tiene un <strong>de</strong>partamento muy lindo. Sí, muy lindo.<br />

(JOVEN mira hacia los lados como buscando algo.)<br />

ANDRÉS. —Si te contara sobre la hipoteca no dirías lo mismo.<br />

(DEDÉ entra a escena. Le acerca a JOVEN una taza con azúcar.)<br />

<strong>de</strong>rrame?<br />

DEDÉ. —¿No quieres que la coloque en una taza más gran<strong>de</strong> para que no se<br />

JOVEN. —(Mira a DEDÉ encantado.) No, gracias. Usted es muy bella. (DEDÉ<br />

sonríe. JOVEN atraviesa la puerta.) Gracias, en verdad muchas gracias. (Se <strong>de</strong>spi<strong>de</strong>.)<br />

ANDRÉS. —(Se levanta <strong>de</strong>l sofá.) Debo ir al baño. (Sale <strong>de</strong> escena.)<br />

(DEDÉ Limpia su rostro e intenta recostarse en el sofá, pero suena otra vez el timbre.<br />

Abre la puerta.)<br />

JOVEN. —(Tímidamente.) Perdóneme. Mi abuela necesita más azúcar. ¿Sería tan<br />

amable <strong>de</strong> entregarme una taza más?<br />

DEDÉ. —Claro. Déjame ver si todavía tengo un poco.<br />

(DEDÉ sale <strong>de</strong> escena. JOVEN cierra la puerta. Camina alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l sofá como si<br />

buscara algo. Tiene la mano izquierda introducida en la chaqueta.)


DEDÉ. —(Entra a escena.) Seguro será un pastel muy rico.<br />

JOVEN. —(Tímidamente.) Sí, claro que sí. (Pausa.) (Agarra la taza. Mira a DEDÉ<br />

fijamente. DEDÉ se pone incómoda.) Muchas gracias, en verdad muchas gracias. Mi<br />

abuela se pondrá muy contenta.<br />

DEDÉ. —Tu abuela <strong>de</strong>be estar esperando… (Pausa.)<br />

JOVEN. —(Hace caer la taza con azúcar.) ¡Mire lo que ocasioné! ¡Discúlpeme! En<br />

serio, le pido perdón.<br />

DEDÉ. —No te preocupes. Déjalo allí.<br />

JOVEN. —Déme otra taza <strong>de</strong> azúcar y me iré.<br />

DEDÉ. —No queda más, pero si sales <strong>de</strong>l edificio tal vez haya una tienda abierta.<br />

JOVEN. —(Ansioso.) ¡Déme otra taza <strong>de</strong> azúcar y me iré! Mi abuela se molestará.<br />

(DEDÉ se sorpren<strong>de</strong> por el tono que utiliza JOVEN.) (Entra ANDRÉS a escena.)<br />

ANDRÉS. —¿Qué pasó?<br />

DEDÉ. —Nada querido. El joven vino otra vez para pedir más azúcar. Le entregué<br />

lo último que nos quedaba y, sin querer hice caer la taza. (Mira a JOVEN.)<br />

JOVEN. —Sólo quiero una taza <strong>de</strong> azúcar y me iré. Mi abuela se molestará.<br />

DEDÉ. —(Incómoda.) Querido, le <strong>de</strong>cía al joven que ya no tenemos más azúcar y<br />

que <strong>de</strong>be marcharse.<br />

JOVEN. —(Levanta la voz.) ¡Quiero una taza <strong>de</strong> azúcar! ¡Sólo pedí eso!<br />

ANDRÉS. —(Enojado y sorprendido.) ¡Cuida tu lenguaje, muchachito!


JOVEN. —(Ansioso.) Pedí amablemente otra taza <strong>de</strong> azúcar. Mi abuela se<br />

molestará. No conocen a mi abuela. Sólo quiero una taza <strong>de</strong> azúcar… (Pausa.)<br />

(DEDÉ recoge el azúcar <strong>de</strong>rramado.)<br />

azúcar.<br />

ANDRÉS. —(Enojado.) Es hora <strong>de</strong> que te vayas, jovencito. No tenemos más<br />

(JOVEN enojado patea la taza que se encuentra en el suelo. ANDRÉS empuja a JOVEN<br />

hacia la puerta. DEDÉ se levanta. JOVEN saca un revólver <strong>de</strong>l bolsillo izquierdo.)<br />

(Silencio.)<br />

JOVEN. —(Arrastra a DEDÉ y ANDRÉS al sofá.) Una vez, al filo <strong>de</strong> una lúgubre<br />

media noche, mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido, inclinado sobre<br />

un viejo y raro libro <strong>de</strong> olvidada ciencia, cabeceando, casi dormido, oyose <strong>de</strong> súbito un<br />

leve golpe, como si suavemente tocaran, tocaran a la puerta <strong>de</strong> mi cuarto… (Pausa.)<br />

en el estante.<br />

ANDRÉS. —(Abrazando a DEDÉ.) Pue<strong>de</strong>s llevarte lo que quieras. El dinero está<br />

JOVEN. —(Acerca el revólver a la frente <strong>de</strong> ANDRÉS.) No me entendieron. Sólo<br />

quería una taza <strong>de</strong> azúcar… (Pausa.) (Jala el gatillo. Está sin munición.) (DEDÉ tiembla.)<br />

DEDÉ. —(Llorosa.) ¡Por Dios!<br />

JOVEN. —(Sereno.) ¿Creen en el <strong>de</strong>stino? ¿El azar? Sólo pedí una taza <strong>de</strong><br />

azúcar… (Pausa.)<br />

(JOVEN se acerca a DEDÉ. La mira. Acerca el revólver a su frente.)<br />

ANDRÉS. —(Agitado.) ¡A ella no! ¡Déjala! ¡Déjala, por Dios!


(JOVEN aprieta el gatillo. Está sin munición.)<br />

JOVEN. —(Se aleja pero sigue apuntando a la pareja.) ¿Por qué? ¿Será el<br />

azúcar? Razones, lógica, ¡Construcción <strong>de</strong>l pensamiento! ¿Dón<strong>de</strong> estará la munición?<br />

(Mira el revólver.) Van dos y ningún muerto. (Sonríe trémulamente.) Siempre buscamos<br />

explicaciones, ¿no? Siempre las queremos. Necesitamos saber que existen.<br />

¿Casualida<strong>de</strong>s? El azar construye nuestras vidas. Les contaré un cuento. ¿De hadas?<br />

¿Con moraleja? ¡No! (Acerca el revólver a la sien <strong>de</strong> ANDRÉS y aprieta el gatillo. Está sin<br />

munición.)<br />

DEDÉ. —(Llorando.) ¡Por lo que más quieras, déjanos!<br />

JOVEN. —Somos parte <strong>de</strong> un estado inamovible. El agua se transforma. ¿Y<br />

nosotros? El tiempo no perdona. El tiempo, las horas, esa angustiosa manecilla que<br />

cuenta cada segundo. Una habitación hermosa, una pareja que vive día a día una rutina,<br />

una actuación. Se aman, se odian, se engañan, trabajan, se miran al espejo un tar<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

invierno <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muchos años y se dan cuenta que envejecieron. ¿Sirvió <strong>de</strong> algo?<br />

Miras a la otra persona y la sientes ajena. ¿Sirvió <strong>de</strong> algo? Ella te mira y ya no tiene<br />

ganas <strong>de</strong> besarte ¿Sirvió <strong>de</strong> algo? (Se acerca a DEDÉ. Acaricia su rostro.) Pero ese no es<br />

el cuento que quiero relatarles… (Pausa.) (Camina hacia el escritorio.) Había un<br />

estudiante promedio. ¿Cuántos años? Veinticuatro. No importa lo que estudiaba, sino lo<br />

que <strong>de</strong>seaba. El estudiante promedio se equivocó. Estudió en vano. ¿Sabían sobre la<br />

toma <strong>de</strong>l Monoblock? ¡Dos años! ¡Dos malditos años! El estudiante promedio se inscribió<br />

en el régimen antiguo. El régimen nuevo borra al antiguo. Mil cuatrocientos noventa y<br />

nueve estudiantes eliminados. ¿Genocidio? ¿Error? ¿A quién culparían? (Acerca el<br />

revólver a la boca <strong>de</strong> ANDRÉS. Aprieta el gatillo. No está con munición.) ¡A quién! Adivina<br />

adivinador.


ANDRÉS. —(Nervioso.) ¡A nadie, hombre, a nadie!<br />

JOVEN. —(Sereno.) Pero <strong>de</strong>be haber un culpable… (Pausa.) (Juega con el<br />

revólver a la ruleta rusa.) Así empieza el chiste… (Pausa.) (Ríe a carcajadas.) No podrán<br />

creerlo. Es lo más cómico que alguien pudiera contarles. Los administradores dijeron que<br />

el culpable era el primer estudiante <strong>de</strong>l régimen nuevo. ¡Vaya culpa! (Ríe a carcajadas.)<br />

Claro que no por estar en el régimen nuevo, sino porque pertenecía a quienes impulsaron<br />

esa i<strong>de</strong>a… (Pausa.) ¡Mil cuatrocientos noventa y nueve estudiantes cayendo <strong>de</strong> la cuerda<br />

floja! Tuvieron que tomar el Monoblock. Hoy se celebran dos años <strong>de</strong> la toma. ¿Quiénes<br />

lo saben? Muy pocos… (Pausa.) ¿Estuvieron alguna vez en una fiesta <strong>de</strong> Facultad o <strong>de</strong><br />

Carrera? (Se acerca a DEDÉ.)<br />

DEDÉ. —(Temblorosa.) ¡Sí!<br />

JOVEN. —Entonces sabrán qué tipo <strong>de</strong> fiestas se realizan, ¿no? Pero esa otra<br />

historia. ¡Nada <strong>de</strong> sociología! ¡Odio esas historias que son más sociología que literatura!<br />

Acá viene lo más chistoso. El estudiante promedio fue echado <strong>de</strong> su casa. ¿Por qué? No<br />

aportaba con dinero. ¿Título? Jamás. (Se agarra la cabeza.) ¿Qué se hace en los<br />

momentos <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperación? Se pier<strong>de</strong> hasta el hambre, ¿entien<strong>de</strong>n? El estudiante<br />

promedio terminó solo, sin enamorada, sin amigos, sin familia. Durmió en plazas,<br />

¿entien<strong>de</strong>n? Vio su futuro, <strong>de</strong> puras calificaciones setenta en la escuela, reducido a cero.<br />

Un vacío. Un pozo. El porvenir <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> existir. Un foso que se cava cada día. ¿Qué<br />

haces? Buscas un culpable. ¿El primer estudiante <strong>de</strong>l régimen nuevo? No importa quién.<br />

Deseas entregar tu problema a otro. Deshacerte. Ser otro. La otredad. Todos buscamos<br />

culpables. Y un arma, por supuesto. (Camina rápido hacia el escritorio, agarra el otro<br />

revólver. Le saca las municiones, <strong>de</strong>spués lo lanza hacia ANDRÉS.) ¿Qué haces con un<br />

arma? ¿Para qué agarras un arma? (Apunta e mentón <strong>de</strong> ANDRÉS con el revólver.)


ANDRÉS. —(Llorando.) ¡Para matar, para matar!<br />

JOVEN. —Y esto es lo más chistoso. ¡Títeres, somos títeres <strong>de</strong> la venganza!<br />

Llevas a cabo un plan. Deci<strong>de</strong>s entrar al aula en don<strong>de</strong> se halla el culpable y <strong>de</strong>scubres<br />

que otra persona hizo el trabajo por ti. ¿Qué haces? Lo aplau<strong>de</strong>s. No manchas tus manos<br />

<strong>de</strong> sangre. ¡Llegaste tar<strong>de</strong>! ¡Los últimos serán los primeros! ¡Un maldito ajeno se<br />

a<strong>de</strong>lantó! Una venganza es una venganza es una venganza. Y cuando el estudiante<br />

promedio está a instantes <strong>de</strong> salir <strong>de</strong>l aula, los policías llegan, no por la toma <strong>de</strong>l<br />

Monoblock, ni los problemas administrativos, sino porque esa persona que se a<strong>de</strong>lantó los<br />

llamó. ¿Quién se hubiese enterado <strong>de</strong> la muerte, si nadie hubiera llamado? (Se acerca a<br />

DEDÉ. Le da un beso en la frente.)<br />

DEDÉ. —(Temblorosa y llorando.) ¡Nadie! ¡Nadie!<br />

JOVEN. —¿Y qué hace el estudiante promedio? Deci<strong>de</strong> escapar. Lo logra. Los<br />

dados son lanzados. El azar hace que se dirija a un edificio que se encuentra al frente <strong>de</strong>l<br />

Monoblock. ¡El <strong>de</strong>stino! Dados lanzados: escalera <strong>de</strong> mano o dormida. El azar lo lleva<br />

hasta el séptimo piso, el azar hace que una puerta se abra, el azar hace que exista un<br />

acci<strong>de</strong>nte, el azar hace que una pistola sea disparada… ¡Tres disparos! (Pausa.) (Sonríe.)<br />

¡Un acci<strong>de</strong>nte! Los dados se <strong>de</strong>tienen. El azar hace que los policías que estaban en frente<br />

escuchen los disparos, el azar hace que el estudiante promedio intente escon<strong>de</strong>rse en<br />

otro <strong>de</strong>partamento. (Abre el tambor <strong>de</strong>l revólver, lo gira y lo acomoda.) No hay vuelta<br />

atrás.<br />

(Tocan el timbre. También se escucha el ruido <strong>de</strong>l tecleo <strong>de</strong> la máquina <strong>de</strong> escribir.)<br />

JOVEN. —(Cansado.) Otra vez los dados son lanzados. ¿Abriré la puerta y me<br />

<strong>de</strong>scubrirán y llevarán a la cárcel? ¿Y final <strong>de</strong> la historia…? (Se dirige hacia la puerta.<br />

Deja <strong>de</strong> apuntar a DEDÉ y ANDRÉS.) (ANDRÉS saca una bala <strong>de</strong>l bolsillo <strong>de</strong>l pantalón, la


coloca en el revólver. Apunta a JOVEN. En ese instante vuelven a tocar el timbre y se<br />

escucha un disparo en la planta baja. El ruido <strong>de</strong> la máquina <strong>de</strong> escribir cesa. Se<br />

escuchan pasos que corren por el pasillo. JOVEN no abre la puerta. ANDRÉS apunta a<br />

JOVEN. Está por disparar.)<br />

(No se mueven. Telón.)<br />

ACTO TERCERO<br />

Una habitación. LIC está <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> un cubículo. Al frente tiene un escritorio. Encima está<br />

una máquina <strong>de</strong> escribir. La teclea.<br />

LIC. —¿Dón<strong>de</strong> ahora? ¿Cuándo ahora? ¿Quién ahora? Sin preguntármelo. Decir yo.<br />

Sin pensarlo. Llamar a esto preguntas, hipótesis. Ir a<strong>de</strong>lante, llamar a esto ir, llamar a esto<br />

a<strong>de</strong>lante. ¡Krapp, Krapp! Los papeles <strong>de</strong>ben ser configurados, configurar figuras, figurar en el<br />

estante. Margen superior <strong>de</strong> dos coma cinco centímetros, margen inferior <strong>de</strong> dos coma cinco<br />

centímetros, margen izquierdo <strong>de</strong> tres centímetros, margen <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> tres centímetros. ¡Krapp,


Krapp! Un paralelogramo, un paralelogramo imperfecto. Lados <strong>de</strong>siguales, esquinas iguales.<br />

¿Quién ahora? (Pausa.) (Deja <strong>de</strong> teclear la máquina <strong>de</strong> escribir.) Es un instante, sólo un instante.<br />

Escribir hasta la eternidad. Eternamente escribir. Llenar el vacío blanco, <strong>de</strong> nieve, <strong>de</strong> espuma<br />

nieve. ¿Dón<strong>de</strong> ahora? El trabajo, la labor. Golpear cada tecla <strong>de</strong> la máquina <strong>de</strong> escribir. ¡El<br />

trabajo! Teclear la máquina <strong>de</strong> escribir… (Pausa.) (Otra vez teclea la máquina <strong>de</strong> escribir.)<br />

(Mirando a un costado <strong>de</strong>l cubículo.) Debo llenar formularios que son parte <strong>de</strong> otros formularios.<br />

Debo realizar informes <strong>de</strong> cada día, <strong>de</strong> cada hora, <strong>de</strong> cada segundo, <strong>de</strong> cada respiro. Pero el<br />

tiempo se consume. ¡Tiempo! Cada noche perdida, cada pausa, cada silencio es un tiempo<br />

perdido. ¡Tiempo! Los formularios serán recogidos en cualquier momento… (Pausa.) (Teclea con<br />

más fuerza la máquina <strong>de</strong> escribir. Se <strong>de</strong>tiene. Ja<strong>de</strong>a. Enrolla otra hoja.) Hace dos años que<br />

entré al aula. Otro paralelogramo. Paralelogramo imperfecto. Y yo que soy claustrofóbico…<br />

(Pausa.) Ciento cincuenta estudiantes sentados en bancas imperfectas. La pizarra en blanco.<br />

¿Cómo llenarla? Llenar <strong>de</strong> dudas sería lo aconsejable… (Pausa.) (Saca la hoja que enrolló y<br />

enrolla otra.) Decidí <strong>de</strong>jar la pizarra en blanco. ¿Será mi <strong>de</strong>cisión? ¿Mi <strong>de</strong>cisión? ¿Mía? ¿Me<br />

pertenece? Sentado en el pupitre <strong>de</strong>l frente, relaté el mito <strong>de</strong> Sísifo… (Afuera <strong>de</strong> cubículo, un<br />

mimo vestido igual que LIC agarra una roca. La muestra al público.) Sí, sí, el mito <strong>de</strong> Sísifo. Era<br />

una la<strong>de</strong>ra empinada. (El mimo camina con esfuerzo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el lateral <strong>de</strong>recho al izquierdo.) Sísifo<br />

llevaba una roca <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la parte baja hasta la cima. (El mimo al llegar al lateral <strong>de</strong>recho sonríe<br />

victorioso y salta y, sin querer, hace caer la roca.) En la cima por cuestiones <strong>de</strong>l azar, la roca caía<br />

siempre otra vez hasta las faldas <strong>de</strong> la la<strong>de</strong>ra. (El mimo levanta la roca y corre hacia el lateral<br />

<strong>de</strong>recho.) Todos los días, todas las horas se repetía aquella acción. (El mimo sale <strong>de</strong> escena.)<br />

Sísifo con<strong>de</strong>nado. Y final <strong>de</strong> la historia… (Pausa.) (LIC empieza a teclear otra vez la máquina <strong>de</strong><br />

escribir.)<br />

Los estudiantes no aplaudieron. Algunos estaban durmiendo. Tuve que golpear mi pupitre.<br />

¿Será mío? ¿Me pertenece? ¡Or<strong>de</strong>n en la sala que el burro hablará! ¡El primero que hable burro


será! Y hablé… (Pausa.) (Deja <strong>de</strong> teclear la máquina <strong>de</strong> escribir. Se coloca un sombrero con<br />

orejas <strong>de</strong> burro.) Según una lectura <strong>de</strong>l mito <strong>de</strong> Sísifo, po<strong>de</strong>mos cavilar, interpretar, razonar,<br />

inferir, <strong>de</strong>ducir, inducir, pensar, <strong>de</strong>sarrollar, estructurar, criticar, opinar, concluir. Y final <strong>de</strong> la<br />

historia… (Pausa.) Después los estudiantes volvieron a dormirse. Pero no tiene importancia.<br />

Entregar los informes es lo importante… (Pausa.) (Teclea con más fuerza la máquina <strong>de</strong><br />

escribir.)<br />

¿Hace cuánto que no veo la luz <strong>de</strong>l sol? ¿Hace cuánto que no siento unos labios, una boca, el<br />

aliento tibio <strong>de</strong> una boca acercándose a mis labios? (LIC continúa tecleando la máquina <strong>de</strong><br />

escribir.)<br />

(Fuera <strong>de</strong>l cubículo, entran a escena MUJER y MUCHACHO, cada uno <strong>de</strong> laterales diferentes.)<br />

MUCHACHO.)<br />

MUJER. —(Cantando.) Tus labios <strong>de</strong> rubí… (Pausa.) (Da un paso acercándose a<br />

MUJER.)<br />

MUCHACHO. —(Cantando.) De rojo carmesí… (Pausa.) (Da un paso acercándose a<br />

MUJER. —(Cantando.) Parecen murmurar, mil cosas sin hablar… (Pausa.) (Da un paso<br />

acercándose a MUJER.)<br />

MUCHACHO. —Y yo que estoy aquí… (Pausa.) (Da un paso y abraza a MUJER.)<br />

MUJER. —(Mira los ojos <strong>de</strong> MUCHACHO. Está a punto <strong>de</strong> darle un beso. Se <strong>de</strong>tiene.)<br />

Conocí a otra persona. (Se aleja <strong>de</strong> MUCHACHO.)<br />

MUCHACHO. —(Intenta acercarse otra vez a MUJER.) ¡Mientes!<br />

MUJER. —Dejé <strong>de</strong> amarte.<br />

MUCHACHO. —¡Mientes!


MUJER. —Ayer miré a través <strong>de</strong> la ventana. En el cielo habían algunas nubes. Estaba<br />

atar<strong>de</strong>ciendo. Pu<strong>de</strong> ver la banca <strong>de</strong>l parque, don<strong>de</strong> nos dimos el primer beso, ¿Te acuerdas?<br />

(Acaricia el rostro <strong>de</strong> MUCHACHO.)<br />

Me miraste.<br />

MUCHACHO. —Aquel día estabas con un suéter azul turquesa. Te agarré <strong>de</strong> las manos.<br />

MUJER. —Nos miramos.<br />

MUCHACHO. —Acercaste tu rostro.<br />

MUJER. —Acercaste tus labios.<br />

MUCHACHO. —A los míos.<br />

MUJER. —A los míos. (Se aleja <strong>de</strong> MUCHACHO. Sale <strong>de</strong> escena.)<br />

MUCHACHO. —(Mirando al público. Melancólico.) Tus labios, tus labios tiernos, tus<br />

labios <strong>de</strong> ayer, tus labios <strong>de</strong> otoño, tus labios perdidos. (Sale <strong>de</strong> escena.)<br />

LIC. —(Deja <strong>de</strong> teclear la máquina <strong>de</strong> escribir. Saca la hoja y la mira con curiosidad.) El<br />

informe siempre <strong>de</strong>be tener una página <strong>de</strong> carátula, una página <strong>de</strong> índice, una página <strong>de</strong><br />

introducción, <strong>de</strong>spués están el <strong>de</strong>sarrollo y las conclusiones. Debo cuidar las leyes <strong>de</strong> la<br />

gramática. Es necesario empezar a redactar oraciones simples, palabras simples, sujeto, verbo,<br />

complemento. ¿Acciones? Siempre <strong>de</strong>l verbo. El sujeto está <strong>de</strong>scrito por el verbo. Sin verbo, el<br />

sujeto no hace nada. Sin verbo no hay acción. Sin verbo, el sujeto <strong>de</strong>saparece. Errores<br />

frecuentes. ¿Pero si el verbo siempre es el mismo? El sujeto se queda enmarcado. Un<br />

paralelogramo perfecto. El sujeto sólo realiza una acción. Una acción que también lo hace<br />

<strong>de</strong>saparecer. (Golpea el escritorio. Sonríe.)


Atado, obligado. Esta habitación no tiene ventanas. Hace dos años que tomaron el Monoblock.<br />

Vacaciones obligatorias. (Exaltado.) Debo seguir realizando estos informes. ¡Ór<strong>de</strong>nes <strong>de</strong> arriba!<br />

¡Ór<strong>de</strong>nes! (Coloca la hoja <strong>de</strong> papel en el máquina <strong>de</strong> escribir. La teclea otra vez.) En minutos<br />

llegarán. ¡El tiempo! Recogerán los informes. Si notan alguna imperfección otra vez a empezar.<br />

Y final <strong>de</strong> la historia… (Pausa.) Pero cada espacio vacío es una imperfección. Un silencio <strong>de</strong>ja <strong>de</strong><br />

ser ritmo en esta hoja <strong>de</strong> papel… (Empieza a tararear un fragmento <strong>de</strong> la novena sinfonía <strong>de</strong><br />

Beethoven y golpea el escritorio.) Todo escrito <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> aspirar a la música cuando es un informe.<br />

Adiós silencio, adiós ritmo, adiós ca<strong>de</strong>ncia. (Vuelve a teclear la máquina <strong>de</strong> escribir.)<br />

(Afuera <strong>de</strong>l cubículo entra a escena un hombre vestido igual que LIC. Del bolsillo se su saco<br />

extrae una banana. La muestra al publico, <strong>de</strong>spués la pela y la come.)<br />

Quince años <strong>de</strong> estudio en el colegio, cinco en la universidad, dos maestrías, cuatro títulos <strong>de</strong><br />

diplomados, un doctorado en espera. ¡Notas! (El hombre saca otra banana. La muestra al<br />

público, <strong>de</strong>spués la pela y la come.) Cada mañana <strong>de</strong>bía registrar a los estudiantes en las actas.<br />

¡Dos años! Hace dos años que <strong>de</strong>jé <strong>de</strong> hacerlo. Dejar los hábitos te consume. (Dirigiéndose al<br />

público.) Y final <strong>de</strong> la historia… (Pausa.) Sí, señor, con mañana serán dos días que <strong>de</strong>jé <strong>de</strong><br />

fumar, con pasado mañana serán tres días que <strong>de</strong>je <strong>de</strong> tomar, con el lunes serán tres días que<br />

<strong>de</strong>jé <strong>de</strong> respirar. ¡El tiempo! Sí, el tiempo que fluye, que recorre cada espacio, el tiempo que<br />

fluye, que <strong>de</strong>ja la flores marchitas, el tiempo que fluye, que ennegrece el fondo <strong>de</strong> un vaso, el<br />

tiempo que fluye, las briznas <strong>de</strong> polvo estacionadas en las superficies <strong>de</strong> cada objeto <strong>de</strong> esta<br />

habitación, el tiempo que fluye, la clepsidra secreta <strong>de</strong>l corazón <strong>de</strong> una polilla y <strong>de</strong>spués polvo,<br />

solamente polvo. (El hombre saca otra banana. La muestra al público, <strong>de</strong>spués la pela y la come.<br />

Sale <strong>de</strong> escena.)<br />

(LIC continúa tecleando la máquina <strong>de</strong> escribir. Fuera <strong>de</strong>l cubículo, entra a escena NIÑO. Tiene<br />

un cometa rojo en la mano <strong>de</strong>recha. Se sienta a un lado <strong>de</strong>l escritorio.)


NIÑO. —(Al público.) Ayer mamita estaba recostada en el catre. No dormía. Veía la<br />

fotografía <strong>de</strong> papá en la pared. Bueno, bueno, no la veía. La fotografía no estaba allí. Sólo había<br />

un clavo y un espacio vacío. Mamita veía el espacio vacío. Y lloraba. Sí, lloraba. La pu<strong>de</strong> ver a<br />

través <strong>de</strong> la ventana. Fue <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l mediodía, cuando sabes que la tar<strong>de</strong> te pesará en la<br />

espalda. La tar<strong>de</strong> y el cuarto vacío. Habían otros clavos en la pared. La tar<strong>de</strong> y el cuarto vacío.<br />

Cada clavo sirvió para colgar una fotografía alguna vez. La tar<strong>de</strong> y el cuarto vacío. Y mamita<br />

lloraba recostada en el catre. La tar<strong>de</strong> y el cuarto vacío. Hace dos años que está recostada en el<br />

catre. Hace dos años tía Clara me llevó al parque. Tía se sentó en una banca lejana. Subí al<br />

columpio. Intenté balancearme, pero no pu<strong>de</strong>. Los otros niños se balanceaban. Yo no pu<strong>de</strong>, no<br />

pu<strong>de</strong>. El columpio parecía un brazo colgando. Muerto. Lloré. Tía Clara no me vio. Estaba<br />

sentada en una banca lejana. Decidí caer en la arena. Mis manos se llenaron <strong>de</strong> polvo. Después<br />

fuimos a tomar unos helados <strong>de</strong> canela. Tía no me miraba. Parecía triste. La sentía triste.<br />

¿Cómo saberlo? Dejó su vaso a un lado. Dejó que el helado se <strong>de</strong>rritiera. Antes <strong>de</strong>l atar<strong>de</strong>cer<br />

llegamos a casa. Entré a la habitación. Mamita estaba recostada en el catre. <strong>Las</strong> fotografías<br />

habían <strong>de</strong>sparecido. No recuerdo sábanas blancas. No recuerdo el rostro <strong>de</strong> papá. Tía Clara no<br />

regresó más. Hace dos años que se fue. Sólo Agustina se ocupa <strong>de</strong> nosotros. Sólo Agustina<br />

pue<strong>de</strong> cambiar <strong>de</strong> ropa a mamita sin que ella empiece a gritar. Ayer con Agustina fuimos al<br />

parque. Y llevé mi cometa. Hacía viento, lo prometo. Se llevaba las hojas secas. Corrí para que<br />

el cometa pudiese volar, agarré el carrete y espere. El cometa no volaba. Hacía viento, lo<br />

prometo. El cometa no volaba. Agustina me ayudó, pero el cometa no volaba. Y <strong>de</strong>spués llegó el<br />

atar<strong>de</strong>cer… (Pausa.) (NIÑO se levanta y sale <strong>de</strong> escena.)<br />

LIC. —(Deja <strong>de</strong> teclear la máquina <strong>de</strong> escribir.) Mamita <strong>de</strong>be estar preocupada…<br />

(Pausa) En cualquier instante llegarán y reclamarán los informes. Debo apresurarme. ¡Tiempo!<br />

Debo tener cuidado <strong>de</strong> llenar los formularios y adjuntarlos como es <strong>de</strong>bido. Boleta rosa junto a<br />

boleta amarilla, <strong>de</strong>spués la boleta celeste y al final, sólo al final, la boleta blanca. También <strong>de</strong>bo


firmar las actas. Es imprescindible firmar las actas. Sin firmas, las boletas no tendrán valor. Sin<br />

boletas las firmas no tendrán valor. ¡Tiempo! (Otra vez teclea la máquina <strong>de</strong> escribir.) Mediante la<br />

presente, adjunto las boletas celeste, amarilla, rosada, en or<strong>de</strong>n citado según el reglamento <strong>de</strong>l<br />

código orgánico <strong>de</strong> la Universidad Mayor <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Andrés</strong> que señala adjuntar la boleta amarilla,<br />

rosada y celeste en or<strong>de</strong>n citado según el reglamento <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong> reglamentos <strong>de</strong> la Universidad<br />

Mayor <strong>de</strong> <strong>San</strong> <strong>Andrés</strong> que señala adjuntar… (Pausa.) (Deja <strong>de</strong> teclear la máquina <strong>de</strong> escribir. Se<br />

agarra la cabeza. Cierra los ojos.)<br />

(Entran a escena MUJER 2 y HOMBRE que está vestido igual que LIC. Caminan los dos a<br />

primer plano.)<br />

HOMBRE. —(Sin mirar a MUJER 2.) Duele ver las fotografías. (Del bolsillo <strong>de</strong>l saco<br />

extrae un álbum <strong>de</strong> fotografías.)<br />

MUJER 2. —(Sin mirar a HOMBRE.) El ayer está retratado en un cuadro perfecto.<br />

HOMBRE. —(Mirando las fotografías.) El pasado y tu vestido blanco <strong>de</strong> holán.<br />

MUJER 2. —(Caminando hacia HOMBRE.) No te olvi<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l color <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>; sepia,<br />

como toda tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> otoño.<br />

las fotografías.<br />

HOMBRE. —(Guardando las fotografías en el saco.) No me olvidé, sólo que duele ver<br />

MUJER 2. —(Agarrando la mano <strong>de</strong> HOMBRE.) El amor es un adiós que nunca<br />

termina… (Pausa.)<br />

HOMBRE. —(Sin mirar a MUJER 2.) ¿Hace cuánto fue?<br />

noche?<br />

MUJER 2. —(Acercando la mano <strong>de</strong>l HOMBRE a su rostro.) ¿Te acuerdas <strong>de</strong> aquella


HOMBRE. —(Sin mirar a MUJER 2.) Una nota <strong>de</strong> los pagos retrasados <strong>de</strong> la hipoteca<br />

estaba encima <strong>de</strong> la mesa <strong>de</strong>l comedor.<br />

MUJER 2. —(Besando la mano <strong>de</strong> HOMBRE.) Yo estaba recostada en el catre.<br />

HOMBRE. —(Alejándose <strong>de</strong> MUJER 2.) En la habitación que no tenía fotografías.<br />

MUJER 2. —Me dijiste que te habían dado el trabajo.<br />

prendido.<br />

HOMBRE. —(Sacando el álbum <strong>de</strong> fotografías.) No, tú dormías. El televisor estaba<br />

MUJER 2. —¿Cuándo fue que se acabó el amor?<br />

(Pausa.)<br />

HOMBRE. —(Mirando las fotografías.) El amor es un adiós que nunca termina…<br />

MUJER 2. —(Acercándose a HOMBRE.) ¿Te olvidaste <strong>de</strong> aquella tar<strong>de</strong>?<br />

HOMBRE. —(Guardando el álbum <strong>de</strong> fotografías en el saco.) ¿Cuando te besé?<br />

MUJER 2. —La primera vez.<br />

HOMBRE. —(Melancólico.) La última vez… (Pausa.)<br />

MUJER 2. —Después <strong>de</strong>jaste <strong>de</strong> llegar.<br />

HOMBRE. —(Sacando el álbum <strong>de</strong> fotografías. Exaltado.) ¡El trabajo!<br />

MUJER 2. —(Abrazándolo.) Jamás te lo reproché.<br />

HOMBRE. —(Sin mirar a MUJER 2. Exaltado.) Debía or<strong>de</strong>nar los formularios. Rosado,<br />

amarillo, celeste… (Pausa.)<br />

MUJER 2. —Jamás te lo reproché.


HOMBRE. —(Mirando las fotografías.) Duele ver las fotografías.<br />

MUJER 2. —(Apoyando su cabeza en la espalda <strong>de</strong> HOMBRE.) Y esa canción, ¿te<br />

acuerdas <strong>de</strong> esa canción?<br />

HOMBRE. —(Sin mirar a MUJER 2. Cantando.) Contigo aprendí, que existen nuevas y<br />

mejores emociones. Contigo aprendí un mundo nuevo <strong>de</strong> ilusiones.<br />

MUJER 2. —(Intentando besar a HOMBRE. Cantando.) Aprendí que la semana tiene<br />

más <strong>de</strong> siete días, a hacer mayores mis contadas alegrías.<br />

HOMBRE. —(Sin mirar a MUJER 2. Cantando.) Y a ser dichoso contigo lo aprendí…<br />

(Pausa.) (Se aleja <strong>de</strong> MUJER 2.)<br />

MUJER 2. —¿Por qué? ¿Qué nos pasó?<br />

HOMBRE. —(Trémulo.) ¡Ya no estás aquí, por Dios! ¡Ya no estás aquí!<br />

(Llora.)<br />

MUJER 2. —(Cantando.) Contigo aprendí a ver la luz <strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong> la luna… (Pausa.)<br />

HOMBRE. —(Llorando.) Te perdí… (Pausa.)<br />

(Pausa.)<br />

MUJER 2. —(Cantando.) Contigo aprendí que tu presencia no la cambio por ninguna…<br />

HOMBRE. —(Agarrando su cabeza. Exaltado.) ¡No estás aquí! ¡Ya no lo estás! Los<br />

médicos dijeron…<br />

MUJER 2. —(Cantando.) Aprendí que pue<strong>de</strong> ser un beso más dulce y profundo, que<br />

puedo irme mañana mismo <strong>de</strong> este mundo.<br />

HOMBRE. —(Llorando.) ¡Déjame! ¡Déjame! Toda fotografía duele… (Pausa.)


MUJER 2. —(Arrodillándose.) ¿Te acuerdas <strong>de</strong> la carretera?<br />

HOMBRE. —(Arrodillándose. Temblando.) La noche oscura.<br />

MUJER 2. —Dormía.<br />

HOMBRE. —Dormías.<br />

MUJER 2. —(Gritando.) ¡Frenaste! ¡Frenaste!<br />

HOMBRE. —(Agarrando su cabeza. Desconsolado.) ¡Tuve que hacerlo, por Dios, tuve<br />

que hacerlo. ¡Fue mi culpa!<br />

MUJER 2. —(Se levanta.) El amor es un adiós que nunca termina.<br />

(MUJER 2 arrastra a HOMBRE. Salen <strong>de</strong> escena.)<br />

LIC. —(Lentamente.) Caja tres. (Mira hacia la máquina <strong>de</strong> escribir.) Caja tres. (Arranca la<br />

hoja <strong>de</strong> papel <strong>de</strong> la máquina <strong>de</strong> escribir.) Caja tres. Folio cinco… (Pausa.) Caja tres. (Vuelve a<br />

teclear la máquina <strong>de</strong> escribir.) Después fue el entierro. Y final <strong>de</strong> la historia… (Pausa.) ¡Los que<br />

recogerán los folios ya llegarán! Necesito apresurarme. Cada hoja cuenta. Cada hoja. ¿Quién<br />

ahora? ¿Cuándo ahora? ¿Dón<strong>de</strong> ahora? Yo, la primera persona <strong>de</strong>l singular. Un singular tan<br />

igual a otro. No hay diferencia. No existe… (Pausa) Un cubículo igual a otro. A todos los que<br />

existen… (Pausa.) ¡Tiempo! La moneda olvidada <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l catre, el escrito abandonado en la<br />

gaveta, los periódicos <strong>de</strong>sechados en el basurero, cada palabra <strong>de</strong>sgastada, cada palabra, cada<br />

silencio… (Pausa.) (Deja te teclear la máquina <strong>de</strong> escribir.) Con suerte terminaré <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> veinte<br />

años, sin suerte serán cincuenta. ¡Tiempo! El río que fluye, <strong>de</strong>lgado hilo <strong>de</strong> agua transparente…<br />

(Pausa.) ¿Así será la muerte? ¡Con su maldita guadaña! ¡Muerte maldita! Te acercas a los<br />

hospitales. ¡Muerte puta! Te ven<strong>de</strong>s al mejor postor. ¡La maravillosa muerte! Marchitas las flores<br />

<strong>de</strong>l florero, eres el comején <strong>de</strong> la ma<strong>de</strong>ra, la tierra <strong>de</strong> cada esquina. ¡Muerte melodiosa! Eres el


olero <strong>de</strong> caballería que se escucha a lo lejos. ¡Los trombones! ¡<strong>Las</strong> trompetas! Nada <strong>de</strong> jazz.<br />

¡Muerte próxima! Y final <strong>de</strong> la historia… (Pausa.) (Vuelve a teclear la máquina <strong>de</strong> escribir.)<br />

(Afuera <strong>de</strong>l cubículo, entra a escena VIEJO. Tiene las manos vendadas. En la espalda le cuelga<br />

un cometa rojo. Al frente tiene un cartel: “Hipótesis <strong>de</strong> llegar a viejo”.)<br />

VIEJO. —(Al público.) Por la mañana inició la tos. Sí, justo al <strong>de</strong>spertar. El frío calaba los<br />

huesos. Y la soledad. Sí, la soledad. Miré a través <strong>de</strong> la ventana. El sol no salía. Aún así <strong>de</strong>bí<br />

alistarme. Bajé las escaleras. Abrí la puerta. Caminé dos, tres, cinco, diez cuadras. La fila<br />

doblaba el manzano. ¡Un manzano doblado! Imagen <strong>de</strong> un viejo… (Pausa.) Me encontré con el<br />

docente <strong>de</strong> Estadística. ¡Hola, <strong>de</strong> tanto tiempo, ché! Sí, es que las visitas al médico, el no po<strong>de</strong>r<br />

orinar parado, y la tos… (Pausa.) Tú sabes bien. A nuestra edad es difícil salir sin que te pesque<br />

un resfriado. Me comentaron que la docente <strong>de</strong> Análisis murió hace dos días. ¡Dos años,<br />

hombre! ¿Dos años? El tiempo pasa volando, ¿no? Y cómo duele… (Pausa.)<br />

Y llegó el sol. El docente <strong>de</strong> Estadística, viejo amigo, abrió su paraguas. Un cóncavo murciélago<br />

negro. Avanzábamos dos pasos cada dos horas. Después vuelta a esperar. La espera eterna.<br />

Cinco colegas cayeron como moscas. Nadie se inmutó. Luego fueron diez que no aguantaron. A<br />

cada minuto caían más. Algunos estaban felices. Sonreían en el suelo, otros ni lo notaban. El <strong>de</strong><br />

la ventanilla <strong>de</strong>l banco sólo <strong>de</strong>cía: siguiente y avanzábamos, siguiente y esperábamos, siguiente<br />

y nos <strong>de</strong>teníamos. Los barren<strong>de</strong>ros se llevaban los cuerpos. Nadie lo notaba. Hubo una señora<br />

que se llevó flores. Sí, flores. <strong>Las</strong> agarraba a la altura <strong>de</strong> su pecho. Para cuando sea mi turno,<br />

me dijo. Después cayó. Cayó feliz. Se rindió. Se rindió feliz… (Pausa.) (Sale <strong>de</strong> escena.)<br />

LIC. —(Exaltado.) En cualquier momento llegarán. ¡Tiempo! <strong>de</strong>bo seguir escribiendo. No<br />

queda más. Estoy vacío. ¡Dos años <strong>de</strong> la toma <strong>de</strong>l Monoblock y nadie lo notó! ¡Hoy se festejaba<br />

una fiesta! ¡Sí, se festejaba una fiesta! Pero todo concluyó. Hace siete horas que todo concluyó.<br />

Y final <strong>de</strong> la historia… (Pausa.) (Vuelve a teclear la máquina <strong>de</strong> escribir.) Letras, palabras, frases,


oraciones. ¡Párrafos enteros! Después adjuntarlos a las boletas. ¡Tiempo! No aguanto más. No<br />

tiene sentido. ¿Cuál el objetivo? Ninguno, por Dios. El <strong>de</strong>stino es continuar hasta la muerte.<br />

(Cansado.) El <strong>de</strong>stino, el azar. Pero <strong>de</strong>bo tener cuidado. ¡En cualquier momento llegarán! Si no<br />

encuentran las boletas adjuntas al informe, será un <strong>de</strong>spido. ¡Adiós Carrera! (Pausa.) (Deja <strong>de</strong><br />

teclear la máquina <strong>de</strong> escribir.) (Cansado.) ¡No lo aguanto más! (Se agarra la cabeza.) Duele ver<br />

las fotografías. (Saca un álbum <strong>de</strong>l bolsillo <strong>de</strong> su saco.) (Melancólico.) El ayer se agolpa, el ayer<br />

golpea. (Se levanta.) Toda palabra será olvidada, toda acción también. (Abre el cajón <strong>de</strong>l<br />

escritorio. Extrae un revólver. Lo mira.) Mañana seguirá siendo mañana. No se pue<strong>de</strong> ir en<br />

contra <strong>de</strong>l río que fluye, sólo se pue<strong>de</strong>n acortar distancias… (Pausa) (Camina hacia <strong>de</strong>trás <strong>de</strong>l<br />

cubículo. Se escucha un disparo, <strong>de</strong>spués pasos presurosos que se dirigen a la puerta. Tocan el<br />

timbre. Golpean la puerta. La abren <strong>de</strong> una patada.)<br />

(Entra a escena MONTENEGRO.)<br />

MONTENEGRO. —(Con énfasis.) ¡Carajo!<br />

(Entran a escena SANTIAGO y CAMACHO. Están agitados. Agarran la pizarra. La lanzan hacia<br />

el lateral <strong>de</strong>recho.)<br />

SANTIAGO. —(Con énfasis.) ¡Carajo!<br />

CAMACHO. —(Con énfasis.) ¡Carajo!<br />

(Se escucha tres disparos más.)<br />

SANTIAGO. —(Señalando hacia el cielo.) ¡Carajo!<br />

CAMACHO. —(Mirando hacia el cubículo.) Con este muerto tardaremos más.<br />

SANTIAGO. —(A MONTENEGRO.) Diez años a lo mucho.<br />

MOTENEGRO. —(Decepcionado.) Debió ser el anónimo.


CAMACHO. —(Decepcionado.) (Hacia el público) Un cigarro, un muerto, una noche,<br />

una noche fría, un disparo, una bala, un camino, un titiritero: el <strong>de</strong>stino, un <strong>de</strong>sconocido,<br />

un <strong>de</strong>talle, un edificio, un muerto en el segundo piso: una mujer, un disparo en el primer<br />

piso, un muerto, un anónimo…<br />

(Telón.)

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!