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DE INTERPRETACIÓN DE LA REALIDAD PERUANA

Siete ensayos de interpretación de la realidad ... - Plaza Pública

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El “colonidismo” negó e ignoró la política. Su elitismo, su individualismo,<br />

lo alejaban de las muchedumbres, lo aislaban de sus emociones.<br />

Los “colónidos” no tenían orientación ni sensibilidad políticas. La política<br />

les parecía una función burguesa, burocrática, prosaica. La revista Colónida<br />

era escrita para el Palais Concert y el jirón de la Unión 208 . Federico<br />

More tenía afición orgánica a la conspiración y al panfleto; pero sus concepciones<br />

políticas eran antidemocráticas, antisociales, reaccionarias.<br />

More soñaba con una aristarquía, casi con una artecracia. Desconocía y<br />

despreciaba la realidad social. Detestaba el vulgo y el tumulto.<br />

Pero terminado el experimento “colónida”, los escritores que en él<br />

intervinieron, sobre todo los más jóvenes, empezaron a interesarse por las<br />

nuevas corrientes políticas. Hay que buscar las raíces de esta conversión<br />

en el prestigio de la literatura política de Unamuno, de Araquistain, de<br />

Alomar y de otros escritores de la revista España; en los efectos de la predicación<br />

de Wilson, elocuente y universitaria, propugnando una nueva libertad;<br />

y en la sugestión de la mentalidad de Víctor M. Maúrtua 209 cuya influencia<br />

en el orientamiento socialista de varios de nuestros intelectuales<br />

casi nadie conoce. Esta nueva actitud espiritual fue marcada también por<br />

una revista, más efímera aún que Colónida: Nuestra Época. En Nuestra<br />

Época, destinada a las muchedumbres y no al Palais Concert, escribieron<br />

Félix del Valle, César Falcón, César Ugarte, Valdelomar, Percy Gibson,<br />

César A. Rodríguez, César Vallejo y yo. Este era ya, hasta estructuralmente,<br />

un conglomerado distinto del de Colónida. Figuraban en él un discípulo<br />

de Maúrtua, un futuro catedrático de la Universidad: Ugarte; y un<br />

agitador obrero: del Barzo. En este movimiento, más político que literario,<br />

Valdelomar no era ya un líder. Seguía a escritores más jóvenes y menos<br />

conocidos que él. Actuaba en segunda fila.<br />

Valdelomar, sin embargo, había evolucionado. Un gran artista es casi<br />

siempre un hombre de gran sensibilidad. El gusto de la vida muelle, plácida,<br />

sensual, no le hubiera consentido ser un agitador; pero, como Oscar<br />

Wilde, Valdelomar habría llegado a amar el socialismo. Valdelomar no era<br />

un prisionero de la torre de marfil. No renegaba su pasado demagógico y<br />

tumultuario de billinghurista 210 . Se complacía de que en su historia existiera<br />

ese episodio. Malgrado su aristocratismo, Valdelomar se sentía atraído<br />

BIBLIOTECA AYACUCHO<br />

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