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Descargar - Ni a Palos

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4<br />

año 4 | nº 241 | 24 de noviembre de 2013<br />

Por Zappa<br />

Asado, vino y vinilos para<br />

todo el pueblo argentino<br />

Nota<br />

de<br />

tapa<br />

Desde la primera vez que alguien se preguntó si el rock estaba muerto que lo sabemos: hay un centro vital de esa<br />

cultura joven y vertiginosa que parece haberse quedado en el pasado. Como si el futuro, hundido en las aguas<br />

pantanosas del show business, los sintetizadores y la evanescente vida digital, no tuviera lugar para el rock.<br />

Bandas tributo, reuniones célebres, todo vuelve en esa calesita inagotable llamada cultura popular. Y el último<br />

regreso, el que ya inundó de locales y pequeñas tribus urbanas el corazón de Buenos Aires, mide apenas doce<br />

pulgadas de diámetro: el disco de vinilo, ese viejo soporte relegado por el CD, ha vuelto en plena era del mp3 y el<br />

streaming. Un recorrido por ese submundo porteño de mercaderes y coleccionistas, en busca de las razones que<br />

explican el regreso del vinilo.<br />

Los tiempos contemporáneos parecen<br />

marcados, sólidamente, por<br />

el culto al pasado. Un estado de la<br />

cultura donde ya nada del presente<br />

parece tener la tensión necesaria<br />

para emocionarnos y donde todo lo<br />

bueno, lo lindo, lo intenso, habita<br />

en el ayer, revestido de glamour y<br />

nostálgica rareza. Todos entramos<br />

a Casa Chaucha a ver qué lindo<br />

queda un viejo cajón de soda como<br />

mesa ratona, no jodamos. Esta<br />

sensibilidad de época, obviamente,<br />

encontró a su teórico: el lúcido<br />

Simon Reynolds, verdadero héroe<br />

de la crítica musical británica de<br />

los 80 criado intelectualmente en<br />

esa usina que fue la revista Melody<br />

Maker en los años del post punk, el<br />

post rock y la new wave. Pues bien,<br />

hace unos años, Reynolds publicó<br />

“el” libro que le puso nombre a<br />

esta sensación: Retromanía. La adicción<br />

del pop a su propio pasado.<br />

En el prólogo, imperdible, el bueno<br />

de Simon dice: “Vivimos en una<br />

era del pop que se ha vuelto loca por lo<br />

retro y fanática de la conmemoración.<br />

Bandas que vuelven a juntarse y giras<br />

de reunión, álbumes tributo y cajas<br />

recopilatorias, festivales aniversario y<br />

conciertos en vivo de álbumes clásicos:<br />

cada nuevo año es mejor que el anterior<br />

para consumir música de ayer. ¿Puede<br />

ser que el peligro más grande para el<br />

futuro de nuestra cultura musical sea...<br />

su pasado?”<br />

De los 2000 en adelante, las estéticas<br />

predominantes han sido aquellas<br />

que han hecho de lo retro su<br />

meca: series, películas, vestimentas,<br />

diseños, músicas y una largo<br />

etcétera que abrevan en el pasado<br />

son la marca de estos años. Escuchemos<br />

a Reynods, nuevamente:<br />

“Lo retro, en su sentido más estricto,<br />

tiende a ser la prerrogativa de los estetas,<br />

los connoisseurs y los coleccionistas,<br />

personas que poseen una profundidad<br />

de conocimiento casi académica combinada<br />

con un afilado sentido de la ironía.<br />

Pero la palabra empezó a usarse de<br />

una manera mucho más vaga para describir<br />

todo aquello que está relacionado<br />

con el pasado relativamente reciente de<br />

la cultura pop.”<br />

Vinyl<br />

Toda esta introducción, algo pretenciosa<br />

y erudita, no es más que<br />

un conjunto de ideas para pensar<br />

un fenómeno que ha llegado a Buenos<br />

Aires (¡ay, siempre tan contemporánea<br />

y hasta snob!): el regreso<br />

del vinilo. Sí, amigo niapalero que<br />

lees absorto estas líneas, cuando<br />

decimos vinilo nos referimos a los<br />

fantásticos y nunca olvidados discos<br />

que han regresado al universo<br />

musical porteño. Casas especializadas,<br />

viejas disquerías revividas, clásicas<br />

cuevas de música incorporando<br />

discos nuevamente a sus bateas,<br />

viejas y queridas ferias en parques,<br />

clubes de vinilo y hasta una selecta<br />

y tentadora serie de páginas web<br />

para comprar discos nuevos, en<br />

ediciones deluxe, son algunas de<br />

las marcas de estos tiempos que<br />

hacen las delicias, cuando no, de<br />

nerds, coleccionistas o simples e<br />

impenitentes fanáticos de las púas.<br />

Ese oscuro objeto del deseo<br />

Sea como fuere, con retromanía o<br />

sin ella, no deja de ser paradójica<br />

la vuelta del disco en la era de Spotify<br />

y Grooveshark, las dos plataformas<br />

para escuchar música online<br />

en las que ya ni siquiera es necesario<br />

bajar archivos y que son, en<br />

sí mismas, verdaderas bibliotecas<br />

musicales virtuales al alcance de<br />

la mano.<br />

“Cuando arranqué con la disquería,<br />

hace unos 10 años, el mercado<br />

interno era mucho más chico. Ahora<br />

hay mucha gente que está empezando<br />

a escuchar vinilos de nuevo,<br />

gente más grande pero también<br />

chicos jóvenes. Es una estimación<br />

mía en base a mi experiencia, pero<br />

en los últimos años el crecimiento<br />

ha sido del 100%”. Quien habla<br />

es Darío, dueño de Cactus, una de<br />

las disquerías mejor rankeadas del<br />

mundo/vinilo porteño. “El vinilo<br />

regresó porque la digitalización de<br />

la música volvió todo muy inmaterial<br />

y hay mucha gente a la que le<br />

gusta tener el objeto, le gusta coleccionarlo,<br />

tener algo que no sea<br />

un archivo en una computadora”.<br />

Pablo Manzotti, periodista y coleccionista,<br />

aporta otra mirada: “El<br />

vinilo es también una búsqueda de<br />

la industria de recuperar un formato<br />

físico que no se pueda copiar y<br />

hacerle frente al download que ha<br />

"destruido", tal como dicen ellos,<br />

el negocio de la música. Aunque yo<br />

diría que lo que ha hecho es bajar<br />

mucho sus ganancias respecto a lo<br />

que eran sus ingresos en la década<br />

del 90 con el compact. Entonces,<br />

tratan de buscar una salida llegando<br />

a un público más reducido pero<br />

que encuentra en el vinilo un valor<br />

vinculado a la apreciación del objeto,<br />

de algo tangible”.<br />

Y sigue: “El mp3 es música portable;<br />

el cd vino para dar una pureza<br />

de sonido libre de ruidos y de alguna<br />

manera cierta transportabilidad<br />

y comodidad en la reproducción; el<br />

vinilo, a diferencia de esto, te obliga<br />

a hacer una escucha en la que te<br />

tenés que sentar (o acostar) al lado<br />

del equipo. Por eso el arte de tapa,<br />

la carátula, el sobre, la portada,<br />

tienen otra importancia. Además,<br />

cuando termina un lado tenés que<br />

darlo vuelta, es decir, te involucrás<br />

con la escucha de otra manera. Bá-

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