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<strong>NOTA</strong> <strong>INFORMATIVA</strong><br />

CENTRO DE ESTUDIOS INTERNACIONALES GILBERTO BOSQUES<br />

Senado de la República, 27 de agosto de 2015<br />

EL PRESIDENTE ENRIQUE PEÑA NIETO ENVÍA AL SENADO DE LA REPÚBLICA EL<br />

NOMBRAMIENTO DE MIGUEL BASÁÑEZ EBERGENYI COMO EMBAJADOR DE<br />

MÉXICO ANTE ESTADOS UNIDOS<br />

Fuente: El Universal, “Perfil. Miguel Basáñez” 11 de agosto de 2015. Consultado el 26 de agosto de 2015 en:<br />

http://www.eluniversal.com.mx/articulo/nacion/politica/2015/08/11/perfil-miguel-basanez.


Introducción<br />

La relación bilateral entre México y Estados Unidos es probablemente una de las más complicadas<br />

a nivel mundial. El volumen de los intercambios económicos y comerciales, así como de los flujos<br />

de personas que cruzan la frontera más transitada del mundo cada día, requieren de canales de<br />

comunicación sólidos y eficientes. Para garantizar estas características, es necesario que dichos<br />

canales sean operados por personas con un amplio conocimiento, no sólo de los intereses nacionales<br />

de México—aunque sí deban ser éstos los determinantes últimos de su actuar—sino también de la<br />

dinámica política interna y social estadounidense, así como de los intereses de ese país en la<br />

relación bilateral.<br />

La noche del 25 de agosto de 2015, el presidente Enrique Peña Nieto envío al Senado de la<br />

República el nombramiento del ciudadano Miguel Basáñez Ebergenyi como embajador de México<br />

en Estados Unidos. De conformidad con el procedimiento parlamentario, la Mesa Directiva turnó<br />

dicho nombramiento a las Comisiones Unidas de Relaciones Exteriores y Relaciones Exteriores,<br />

América del Norte, a fin de iniciar el proceso de ratificación. A partir de ello, con esta Nota<br />

Informativa, el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques presenta una reseña histórica<br />

del panorama general de las relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos, así como una<br />

breve semblanza biográfica de Miguel Basáñez.<br />

Las relaciones entre México y Estados Unidos: escenario histórico y perspectiva actual<br />

Inmediatamente después de que México se constituyó como un Estado soberano en 1821, el<br />

establecimiento de una buena relación con su vecino del Norte se convirtió en uno de los intereses<br />

vitales de la nación mexicana. 1 Esto se debió a que el nacimiento de México como nación<br />

independiente se traslapó con el periodo de expansión económica y territorial estadounidense que<br />

marcó la historia de ese país durante todo el siglo XIX y principios del XX. El choque entre estas<br />

dos tendencias históricas, como es conocido, resultó en la Guerra entre México y Estados Unidos de<br />

1847, después de que el presidente estadounidense James Polk decidiera invadir nuestro país. El<br />

enfrentamiento con Estados Unidos, y las profundas consecuencias que tuvo para la geografía<br />

mexicana (se perdió más del 50% del territorio nacional de ese entonces), tuvieron un profundo<br />

impacto en la conciencia nacional y en la naturaleza de las relaciones bilaterales durante las<br />

próximas décadas.<br />

Aunque la percepción de Estados Unidos como una amenaza real a la integridad territorial del<br />

Estado mexicano se mantuvo hasta bien entrado el siglo XX, debe reconocerse que la naturaleza de<br />

la relación bilateral comenzó a adquirir un carácter predominantemente económico durante las<br />

últimas décadas del siglo XIX. Aunque ello no se tradujo necesariamente en una buena y fructífera<br />

relación para ambas partes, sí sentó las primeras bases de la interdependencia que hoy define a los<br />

vínculos mexicano-estadounidenses. El proceso histórico de la Revolución Mexicana, así como un<br />

escenario internacional marcado por dos guerras mundiales que llevaron a Estados Unidos a<br />

convertirse a una potencia mundial, modificaron las coordenadas de la relación bilateral.<br />

Por un lado, México se encontró inmerso en un proceso de modernización económica nacional y,<br />

por otro, los intereses de Estados Unidos dejaron de circunscribirse a su geografía inmediata para<br />

abarcar locaciones tan remotas como Oriente Medio y el Pacífico Sur. En semejante escenario, una<br />

relación cordial era el camino más razonable y potencialmente benéfico para ambos. México, por<br />

ejemplo, se beneficiaba de la inversión estadounidense, de los crecientes flujos de turistas hacia<br />

nuestro país y de las oportunidades laborales que se abrían a nacionales mexicanos en el marco de<br />

1<br />

Josefina Zoraida Vázquez y Lorenzo Meyer, México frente a Estados Unidos. Un ensayo histórico, 1776-2000, México, Fondo de<br />

Cultura Económica, 4ª ed., 2006, p. 9.<br />

2


iniciativas como el Programa Bracero, motivado por la carencia de mano de obra estadounidense<br />

durante la Segunda Guerra Mundial, pero que se extendió hasta 1964.<br />

Con todo, y como bien apuntó el connotado historiador Daniel Cosío Villegas, se trató apenas de<br />

una “limitada concordia”. 2 Sin embargo, y mientras la relación de alto nivel mantenía esta<br />

cordialidad y respeto mutuos, las sociedades mexicana y estadounidense se adelantaron a los<br />

tiempos de la política y comenzaron a estrechar profundamente sus vínculos económicos y sociales,<br />

particularmente en la franja fronteriza que agrupa a cuatro entidades estadounidenses—California,<br />

Arizona, Nuevo México y Texas—y seis mexicanas—Baja California, Sonora, Chihuahua,<br />

Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.<br />

Para mediados de la década de los ochenta, y a pesar de la distancia política que separaba a los<br />

gobiernos en la Ciudad de México y en Washington, ya había voces que comenzaban a hablar de<br />

una “integración silenciosa” entre México y Estados Unidos, principalmente debido a la vinculación<br />

entre los flujos migratorios mexicanos y los procesos productivos de los sectores agrícola y<br />

manufacturero en el sur de Estados Unidos. 3 Esta situación fue un claro recordatorio de que,<br />

independientemente de las experiencias pasadas, y aun conservándolas en la memoria mexicana, la<br />

característica central de la relación entre México y Estados Unidos es, desde hace muchas décadas,<br />

la interdependencia. Porque así como el comercio internacional mexicano está concentrado en<br />

Estados Unidos, la economía de ese país, particularmente la de los estados fronterizos con México,<br />

depende del mercado mexicano para el envío de exportaciones, y de los trabajadores mexicanos<br />

para contar con una fuerza de trabajo necesaria para atender las necesidades de su mercado interno.<br />

Esta interdependencia llevó a la suscripción, en 1992, de un Tratado de Libre Comercio, no sólo<br />

entre México y Estados Unidos, sino también incorporando a Canadá, con la intención de crear un<br />

bloque comercial que, para ese momento, representaba el más grande del mundo en términos de<br />

producto interno bruto (PIB) y de población. Habiendo entrado en vigor el 1° de enero de 1994, el<br />

Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) cumplió el año pasado sus primeros<br />

veinte años de vigencia. Y aunque sus resultados son mixtos, cumplió con el objetivo que<br />

explícitamente se trazó, a saber, el de incrementar los flujos comerciales y liberalizar las barreras<br />

para la inversión extranjera. Más allá del exponencial incremento de las exportaciones mexicanas,<br />

el TLCAN ha fungido como la base de una creciente integración productiva entre México y Estados<br />

Unidos, donde no sólo se comercian productos terminados, sino que se manufacturan<br />

conjuntamente entre ambos países, muchas veces para ser exportados fuera de la región.<br />

Junto con el estrechamiento de las relaciones económicas y comerciales entre ambos países, los<br />

próximos años conllevaron también un incremento en los vínculos de cooperación en muchos otros<br />

aspectos de la vida de ambas sociedades. La necesidad de proporcionar educación de calidad a<br />

nuestros jóvenes; la urgencia de ordenar los flujos migratorios binacionales a fin de que se respeten<br />

irrestrictamente los derechos humanos de los migrantes mexicanos y se reconozca con justicia las<br />

aportaciones que hacen a la sociedad estadounidense; la búsqueda por la seguridad y la salud de las<br />

comunidades frente a la amenaza del crimen organizado transnacional, son sólo algunos de los<br />

rubros en donde, en mayor o menor medida, los gobiernos de México y Washington han avanzado<br />

en la construcción de mecanismos para enfrentar conjuntamente problemas cuyas soluciones<br />

necesariamente pasan por una aproximación binacional.<br />

A pesar de estos esfuerzos, sin embargo, desde México debe hacerse notar que nuestro país no ha<br />

encontrado siempre la voluntad estadounidense para resolver conjuntamente los problemas. Y esto<br />

es una realidad que incluso algunos estadounidenses reconocen, como consta en un reciente reporte<br />

2<br />

Daniel Cosío Villegas cit. en Ibid., p. 200.<br />

3<br />

Clark Reynolds cit. en Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques, La integración comercial de América del Norte más<br />

allá del TLCAN, Documento de análisis, núm. 4, noviembre de 2014, p. 10.<br />

3


publicado por el influyente think-tank estadounidense Council on Foreign Relations, donde se<br />

señala que “Estados Unidos no ha tratado a sus vecinos como prioridad”. Lo que es más, dicho<br />

documento señala que Estados Unidos podrá proyectar mejor su influencia global en la medida en<br />

que estreche sus vínculos de cooperación con sus vecinos en América del Norte. 4 Es decir, nuestro<br />

vecino del norte parece no haber constatado en que la principal característica de su relación con<br />

México es, precisamente, la interdependencia. En este sentido, una de las principales tareas del<br />

embajador de México en Washington debe ser convencer, no sólo al gobierno, sino también a la<br />

sociedad estadounidense, de que la relación con México es una prioridad para Estados Unidos. Para<br />

ello, es menester conocer la dinámica política y social estadounidense: su mentalidad, sus intereses<br />

y sus necesidades.<br />

Semblanza de Miguel Basáñez Ebergenyi<br />

Miguel Basáñez, además de haber residido por varios años en territorio estadounidense, conoce de<br />

primera mano el escenario político y académico de dicho país. Es licenciado en Derecho por la<br />

Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y cuenta con dos maestrías, una en<br />

Administración Pública por la Universidad de Warwick y otra en Filosofía Política por la London<br />

School of Economics. Adicionalmente, es doctor en sociología, también por la London School of<br />

Economics. Como académico, cuenta con experiencia docente tanto en México como en Estados<br />

Unidos, y actualmente ostenta el cargo de director de Investigación Especial y Proyectos Educativos<br />

en la Universidad de Tufts, donde también imparte clases sobre opinión pública y estudio de los<br />

valores culturales. 5<br />

Además de la amplia trayectoria como académico, Basáñez también cuenta con experiencia en el<br />

sector público, donde ha fungido como procurador general de justicia del Estado de México y<br />

director de Evaluación en la Presidencia de la República, entre algunos otros cargos. Asimismo, es<br />

reconocido como uno de los pioneros de los estudios de opinión pública en México, habiendo<br />

dedicado buena parte de su vida profesional a la realización de investigación de ese tipo, y llegando<br />

a presidir la Asociación Mundial de la Investigación sobre Opinión Pública (1999-2000).<br />

La combinación de su labor como académico y funcionario público, así como el amplio periodo de<br />

tiempo que lleva residiendo en Estados Unidos, ha llevado a algunos analistas a señalar la<br />

pertinencia de su nombramiento, a pesar de que algunos otros manifiestan preocupación por la falta<br />

de experiencia diplomática de Basáñez. 6 En última instancia, se trata de un personaje que conoce<br />

bien el escenario político y social no sólo de México, sino también de Estados Unidos, característica<br />

que, de acuerdo con analistas, será la que más a su favor juegue al momento de desempeñar el cargo<br />

de embajador de México frente a su vecino, su principal socio comercial, y el país donde residen<br />

más de 10 millones de nacionales mexicanos.<br />

4<br />

David H. Petraeus, Robert Zoellick y Shannon K. O’Neill, North America: Time for a New Focus, Independent Task Force Report,<br />

núm. 71, Nueva York, Council on Foreign Relations, 2014, pp. 4 y ss.<br />

5<br />

Woodrow Wilson Center for Scholars, “Wilson Center Experts. Miguel Basáñez”, 2015. Consultado el 26 de agosto de 2015 en:<br />

https://www.wilsoncenter.org/staff/miguel-e-bas%C3%A1%C3%B1ez.<br />

6<br />

Jaime Hernández, “Miguel Basáñez. Una designación como el parto de los montes”, El Universal, 10 de agosto de 2015.<br />

Consultado el 26 de agosto de 2015 en: http://www.eluniversal.com.mx/blogs/j-jaime-hernandez/2015/08/10/miguel-basanez-unadesignacion-como-el-parto-de-los-montes.<br />

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