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EL ESTADO SEGURIDAD SEGURIDAD ESTADO AMÉRICA LATINA

el estado de la seguridad y la seguridad del estado en américa latina

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Y el proceso de convergencia se transformó en transatlántico cuando todo ello se ratificóformalmente en la última “cumbre” entre los Estados Unidos y la Unión Europea, el 25 de juniopasado.El impacto de esta evolución sobre el Consejo de Seguridad de la ONU es manifiesto.Parecería que ese organismo ha extraviado ya el monopolio de los mecanismos de seguridadcolectiva y que sólo es eficaz en algunos tipos de crisis, y no en otras.No obstante, continúa siendo, por ahora al menos, el único mecanismo disponible quetiene capacidad de legitimar, sea “ex ante” o “ex post”, el uso de la fuerza en acciones militaresinternacionales.El Consejo de Seguridad de la ONU, es obvio, está entonces en crisis. Pero lo ha estadodurante años. Y es cierto que las largas y frustrantes conversaciones para tratar de reformarloagregándole representatividad no han llegado a buen puerto, desde hace una década. En unambiente general de demasiada hipocresía que infecta a distintos rincones de la ONU, aquel quellevara a Libia a presidir la Comisión de Derechos Humanos y a Irak a casi presidir laConferencia de Desarme, el Consejo de Seguridad trata de preservar su influencia. Sindemasiada suerte.Entre otras cosas, por su lenguaje, que recurre abusivamente al uso de la técnica del“constructive ambiguity”, con demasiada frecuencia, de lo que se deriva que cada uno interpretael confuso lenguaje utilizado por sus Resoluciones a su gusto y paladar, generándose unaapariencia de consenso que -en rigor- no es tal. Como ocurriera antes de la reciente invasiónnorteamericano-británica a Irak. Lo que es muy lamentable. Porque no engaña ni a propios ni aajenos.Para los Estados Unidos, transformados en un “mastodonte” militar con conciencia, elConsejo puede, a veces, ser toda una incomodidad. Para los europeos, en cambio, es mas quenada un sustituto del poder real que ya no tienen. Por lo que luchan por preservarlo.Por esto han renacido últimamente las propuestas de reforma del Consejo de Seguridad,en cuyo seno el Brasil ha vuelto a reflotar su deseo de obtener un asiento permanente en elmismo.Aunque ello suponga generar, en el sub-continente, una “hegemonía” sin justificativoalguno, cuando de la agenda de paz y seguridad internacional se trata. Y, peor, destruir unaalternancia de presencia en el Consejo de Seguridad verdaderamente histórica, como la queexiste entre nuestros dos países, la que debe preservarse. Porque, de lo contrario, se postergaríairremediablemente a la Argentina, relegándola a un segundo e inferior plano en la agenda de lasconversaciones más importantes del mundo, las de paz y seguridad. Esta es una responsabilidadque no es menor, sino que es grave. Frente a esta cuestión no se puede, entonces, permanecerpasivo, ni silencioso. Hay que hablar claro. No es bueno para la Argentina que el Brasil lapostergue.Mientras Occidente comienza lentamente a superar el desorden en que cayera en materiade paz y seguridad, nosotros no podemos elegir conscientemente -como ocurriera todo a lo largode los últimos años- seguir en el plano de la irrelevancia total. Sería mas que irresponsable,verdaderamente suicida.Debemos integrarnos plenamente en la comunidad de destino de Occidente. En defensade la libertad, ahora amenazada de manera diferente que en el pasado.Asumiendo responsabilidades compartidas. Sin tener, ni pretender, asimetrías en lapercepción de las amenazas. Sumando lo nuestro, que vale, al aporte cultural e histórico deEuropa. Y a la energía y el entusiasmo en el andar de los norteamericanos. Porque todos -juntos-19

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