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EL ESTADO SEGURIDAD SEGURIDAD ESTADO AMÉRICA LATINA

el estado de la seguridad y la seguridad del estado en américa latina

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Segundo, el riesgo que enfrenta Estados Unidos de perder su identidad como república ysus libertades internas. Como recuerda Cooper en su brillante artículo “El próximo imperio”, elgobierno del imperio requiere una burocratización de la metrópolis que tiende en el camino adestruir el gobierno participativo. En una frase suya que me gusta citar: “La libertad y el imperioemergen analítica e históricamente como opuestos para la periferia en el comienzo y para lametrópolis en el final” (Cooper). Frente a este argumento, los partidarios de la expansión sepreguntan si la seguridad de la república puede sobrevivir en casa sin un ejercicio de policíaimperial en el exterior (Ignatieff, 2003).Tercero, y en dirección opuesta al caso anterior, los límites internos a esta prácticaimperial (el cansancio de la opinión pública de tener que ejercer y sostener este poder de policíaen más y más países periféricos). La carga del imperio es de larga duración y las democraciasson impacientes con cargas de largo plazo -nadie más que los americanos- (Ignatieff). Este temaes presentado por los partidarios de la expansión como una peligrosa tentación de signo opuestoa la tentación imperial. Esta preocupación ya estaba presente en el trabajo seminal de CharlesKrauthammer “El momento unipolar” y se repite permanentemente en los escritosparticularmente de los neoconservadores. Max Boot, por ejemplo, acaba de afirmar que: “Lamayor amenaza al poder de Estados Unido no viene de afuera sino de adentro”. (Boot, 2003: 8).Dada esta dificultad, algunos autores han llegado a sugerir la implantación de un imperioa la apurada (imperialism in a hurry) -ir, resolver las cosas, devolver el gobierno a grupos adictosy volver a casa-.Cuarto, el riesgo particularmente serio de sobreextensión que emana de la naturaleza dela amenaza y de la definición amplia del interés. Ambas cosas hacen más difícil manejar elclásico problema de los imperios -equilibrar hubris con prudencia-. Al no haber fronteras,cualquier lugar del mundo puede tornarse vital y convertirse rápidamente en una amenaza a laseguridad nacional estadounidense (una lógica básica sorprendentemente similar a la de laGuerra Fría). La amplitud de las metas procuradas puede llevar a repetir los problemas quesurgieron de la contención global -cuyo paradigma fue Vietnam con todos sus problemas dedestrucción, muerte y desmesura-. Puede volver a repetirse la ecuación que despertó la tragedia:poder limitado/intereses ilimitados.En un libro muy recomendable de Robert Tucker y David Hendrickson, “La tentaciónimperial”, publicado en 1992, los autores ya advertían a Bush padre acerca de los riesgos deseguir una política que fuera un equivalente funcional a la contención global. Si bien este trabajoes anterior al 11/9, creo que el argumento presentado por los autores sigue siendo válido: “Lacontención global nos llevó a Vietnam así como la contención global nos mantuvo allí muchodespués de que los peligros que dieron lugar a la intervención habían desaparecido... Laexperiencia que hemos tenido con el mundo en desarrollo muestra un claro contraste con nuestraexperiencia en Europa y Japón. En el mundo en desarrollo las disparidades de poder y de formasinstitucionales han hecho imposible lo que se logró en nuestras relaciones con las democraciasindustrializadas avanzadas, una ética de cooperación mutua y un sentido de cortesía. Mientrasque nuestras relaciones con las naciones que formaron el corazón de la política estadounidensede posguerra a menudo sacaron casi lo mejor de nosotros, nuestras relaciones con las nacionesque formaban la periferia de la política americana a menudo evocaron lo que estaba cerca de serlo peor de nosotros. No hay ninguna razón para creer que esta experiencia cambiará ahora paramejor. Más aun, es probable que con el fin de la Guerra Fría será todavía peor ahora que elprincipal incentivo para restringir nuestro comportamiento ha sido removido”. (Tucker yHendrickson: 202/3/4). Si esto valía para 1992, creo que vale mucho más para 2003.En un reciente artículo, Fareed Zakaria presenta un argumento similar que es al mismotiempo una advertencia. Para ello, cita un poema del poeta inglés John Drydem que se sitúa10

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