Vol. XXXVIII / 1 - Studia Moralia
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96 MARCIANO VIDAL la criatura racional se descubre como “imagen” de Dios y es apreciada como tal por el “espíritu”; la criatura deiforme aparece como “luz” refleja de Dios y es sentida así por la “mente”. Tanto las claves hermenéuticas como las capacidades receptoras funcionan dentro de un dinamismo trinitario: es la Trinidad quien sustenta, como causa eficiente, ejemplar y final, todo ese universo de presencia divina 118 . La misma Trinidad es quien atrae hacia sí la tensión de búsqueda de esa peregrinación mística. “El Itinerario no es el discurso del método racional sino el discurso de la experiencia existencial del homo viator que se encamina hacia ese infinito amado y deseado, que es el Tú trinitaro” 119 . La culminación del camino está en el “descanso místico”, en ese “éxtasis” de la mente que acaece por exceso de luz y de afecto y que cambia el vaciamiento de la criatura por la presencia de la Trinidad en ella. En esta etapa final del camino, el alma se entrega toda ella “a la esencia creadora, esto es, al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo” 120 . Y de tal modo se entrega a la Trinidad que llega a clamar por el paso definitivo hacia Ella: “muramos, pues, y entremos en estas tinieblas, reduzcamos a silencio los cuidados, las concupiscencias y los fantasmas de la imaginación; pasemos con Cristo crucificado de este mundo al Padre, a fin de que, 118 Las criaturas no racionales: “proclaman con claridad que en ellas, como en espejos, puede verse la generación eterna del Verbo, Imagen e Hijo que del Padre emana eternamente” (Itinerario de la mente a Dios, 2, 7: l. c., 582-583). La criatura racional: “si consideramos el orden, el origen y la virtud de estas potencias, el alma nos lleva a la misma beatísima Trinidad… El alma a sí misma, de sí misma como por espejo se eleva a especular a la santa Trinidad del Padre, del Verbo y del Amor” (Ibid., 3, 5: l. c. 598-601). Criatura deiforme: “allí donde a manera de candelabro, reluce la luz de la verdad en la faz de nuestra mente, en la cual resplandece, por cierto, la imagen de la beatísima Trinidad” (Ibid., 3, 1: l. c., 590-591; cf. Ibid., 6, 1. 2. 3. 6: l. c., 620- 627). 119 J. A. MERINO, a. c., 23. 120 “Ha de darse poco a la inquisición y mucho a la unción; poco a la lengua y muchísimo a la alegría interior; poco a la palabra y a los escritos, y todo al don de Dios, que es el Espíritu Santo; poco o nada a la criatura y todo a la esencia creadora, esto es, al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo”: Itinerario de la mente a Dios, 7, 5: l. c., 630-631.
LA TRINIDAD: ORIGEN Y META DE LA MORAL CRISTIANA 97 manifestándose a nosotros el Padre, digamos con Felipe: Esto nos basta” 121 . VI. BALANCE De las reflexiones precedentes se deducen algunas afirmaciones básicas para la comprensión y para la praxis de la vida moral cristiana. Quiero referirme a dos: la primera, al hecho de la funcionalidad “moral” de la confesión de fe trinitaria; la segunda tiene que ver con el modo de esa vertiente moral del Misterio trinitario. El contenido de la confesión de fe trinitaria no se reduce a un “misterio” propio de la “lógica” de la fe cristiana, sin ninguna implicación para la práctica concreta de la vida. Gracias a Dios, ya ha sido superada aquella situación que describía K. Rahner hace algunos años: “los cristianos, a pesar de que hacen profesión de fe ortodoxa en la Trinidad, en la realización religiosa de su existencia son casi exclusivamente ‘monoteístas’. Podemos, por tanto, aventurar la conjetura de que si tuviéramos que eliminar un día la doctrina de la Trinidad por haber descubierto que era falsa, la mayor parte de la literatura religiosa quedaría casi inalterada” 122 . La Comunión trinitaria es el misterio del ser y del actuar de Dios. En cuanto tal, es el principio constitutivo del cristiano y de la historia humana. “La trinidad no solamente tiene una historia, que es expresión de su naturaleza singular y que constituye una auténtica sociedad divina, sino que ha creado una historia externa a través de la creación y de la redención, llamada historia de la salvación” 123 . A partir de esta primera afirmación hay que ser críticos frente a la postura escéptica de I. Kant ante el “valor práctico” de las verdades de fe cristiana: Trinidad, Encarnación, Resurrección, 121 Itinerario de la mente a Dios, c. 7: l. c., 632-633. 122 K. RAHNER, El Dios trinitario como principio y fundamento trascendente de la Historia de Salvación: Mysterium Salutis, II/1 (Madrid, 1969) 361- 362. 123 J. A. MERINO, a. c., 31.
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la criatura racional se descubre como “imagen” de Dios y es<br />
apreciada como tal por el “espíritu”; la criatura deiforme aparece<br />
como “luz” refleja de Dios y es sentida así por la “mente”.<br />
Tanto las claves hermenéuticas como las capacidades receptoras<br />
funcionan dentro de un dinamismo trinitario: es la Trinidad<br />
quien sustenta, como causa eficiente, ejemplar y final, todo ese<br />
universo de presencia divina 118 .<br />
La misma Trinidad es quien atrae hacia sí la tensión de<br />
búsqueda de esa peregrinación mística. “El Itinerario no es el<br />
discurso del método racional sino el discurso de la experiencia<br />
existencial del homo viator que se encamina hacia ese infinito<br />
amado y deseado, que es el Tú trinitaro” 119 . La culminación del<br />
camino está en el “descanso místico”, en ese “éxtasis” de la<br />
mente que acaece por exceso de luz y de afecto y que cambia el<br />
vaciamiento de la criatura por la presencia de la Trinidad en ella.<br />
En esta etapa final del camino, el alma se entrega toda ella “a la<br />
esencia creadora, esto es, al Padre, y al Hijo, y al Espíritu<br />
Santo” 120 . Y de tal modo se entrega a la Trinidad que llega a clamar<br />
por el paso definitivo hacia Ella: “muramos, pues, y entremos<br />
en estas tinieblas, reduzcamos a silencio los cuidados, las<br />
concupiscencias y los fantasmas de la imaginación; pasemos<br />
con Cristo crucificado de este mundo al Padre, a fin de que,<br />
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Las criaturas no racionales: “proclaman con claridad que en ellas,<br />
como en espejos, puede verse la generación eterna del Verbo, Imagen e Hijo<br />
que del Padre emana eternamente” (Itinerario de la mente a Dios, 2, 7: l. c.,<br />
582-583). La criatura racional: “si consideramos el orden, el origen y la virtud<br />
de estas potencias, el alma nos lleva a la misma beatísima Trinidad… El<br />
alma a sí misma, de sí misma como por espejo se eleva a especular a la santa<br />
Trinidad del Padre, del Verbo y del Amor” (Ibid., 3, 5: l. c. 598-601). Criatura<br />
deiforme: “allí donde a manera de candelabro, reluce la luz de la verdad en<br />
la faz de nuestra mente, en la cual resplandece, por cierto, la imagen de la<br />
beatísima Trinidad” (Ibid., 3, 1: l. c., 590-591; cf. Ibid., 6, 1. 2. 3. 6: l. c., 620-<br />
627).<br />
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J. A. MERINO, a. c., 23.<br />
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“Ha de darse poco a la inquisición y mucho a la unción; poco a la lengua<br />
y muchísimo a la alegría interior; poco a la palabra y a los escritos, y<br />
todo al don de Dios, que es el Espíritu Santo; poco o nada a la criatura y todo<br />
a la esencia creadora, esto es, al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo”:<br />
Itinerario de la mente a Dios, 7, 5: l. c., 630-631.