Vol. XXXVIII / 1 - Studia Moralia

LA TRINIDAD: ORIGEN Y META DE LA MORAL CRISTIANA 85
4. LA CARIDAD TRINITARIA: FUNDAMENTO DE LA MORAL CRISTIANA
Es precisamente la caridad el cauce de que se sirve Agustín
para exponer la estructura trinitaria de la moral cristiana. Esta
orientación agustiniana, que está fundamentada en el tratado
Sobre la Trinidad, es recurrente a lo largo y ancho de todas sus
obras. Tomé nota de ello más arriba, al ofrecer una panorámica
de los planteamientos agustinianos sobre la moral cristiana. En
este contexto más directamente trinitario recojo sus peculiares
aportaciones en la obra De las costumbres de la Iglesia Católica 73 .
En los primeros capítulos de esta obra (cc. 2-6) recuerda una
vez más que el fundamento y el contenido de la moral cristiana
no es otro que Dios, ya que en Él se verifican las condiciones del
sumo Bien, cuya posesión es capaz de hacer feliz a la persona 74 .
“Es cierto que todos queremos vivir una vida feliz” 75 . Ahora bien,
“Dios es para nosotros la suma de todos los bienes, es nuestro
sumo bien” 76 . Por eso, “tendiendo hacia Él, vivimos una vida
santa; y si lo conseguimos, será una vida, además de santa, feliz
y bienaventurada” 77 .
La vida santa y feliz consiste en la “unión con Dios con un
modo de contacto admirable e inteligible” 78 . Tal unión se realiza
mediante la práctica de la caridad. “Es, pues, la caridad la que
produce nuestra semejanza con Dios; y así, conformados y como
sellados con el sello de la divina semejanza y segregados o separados
del mundo, no volvamos a mezclarnos jamás con las criaturas”
79 .
73 SAN AGUSTÍN, De las costumbres de la Iglesia Católica. Versión, introducción
y notas de T. PRIETO: Obras de San Agustín, Edición bilingüe, t. IV
(Madrid, 1948) 235-451.
74
T. PRIETO, l. c., 253: “Como fundamento de la ética cristiana pone el
Santo el sumo bien, que no es otro ni puede serlo que Dios, único objeto
cuya posesión hace al hombre feliz. Todo esto lo demuestra filosóficamente
con el análisis de los caracteres del sumo bien, y concluye que sólo Dios
posee tales caracteres”.
75
De las costumbres de la Iglesia Católica, I, 3, 4: l. c., 265.
76
Ibid., I, 8, 13: l. c., 277.
77
Ibid., I, 6, 10: l. c., 265.
78
Ibid., I, 11, 18: l. c., 285.
79
Ibid., I, 13, 23: l. c., 291.