Vol. XXXVIII / 1 - Studia Moralia
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146 J. SILVIO BOTERO GIRALDO la autoridad, la fuerza de la institución las que dan estabilidad y firmeza a la pareja humana, sino que aparecen en la panorámica del comienzo de milenio unos nuevos criterios que cuestionan los fundamentos tradicionales. Tenemos la impresión de que las viejas generaciones vegetaron a la sombra de unos parámetros que, como muros protectores, daban seguridad y garantizaban la durabilidad a las instituciones que surgían dentro de dichos muros. Un aire renovador ha hecho caer las murallas, y hoy las nuevas generaciones afirman principios distintos (“todo vale” 13 ), ponen fundamentos diversos (“la cultura” por ejemplo 14 ), orientan la vida en una nueva dirección, dejándose llevar por el subjetivismo, por la permisividad 15 , y en alas del sentimiento. Estos pocos datos nos explican por qué en otro tiempo no se hablaba del fracaso en general y menos aún del fracaso matrimonial. Los diccionarios enciclopédicos solo recogían el término ‘fracaso’ aludiendo a la línea empresarial o comercial. Sólo recientemente se ha comenzado a hablar del fracaso en otros campos de la actividad humana 16 . Al referirnos al fracaso conyugal no debemos limitarnos a señalar las causas externas que lo propician o lo determinan. Debemos atender también a los factores internos que hoy están revelándose como motivos de dicho fracaso. Esto nos hace intuir que el problema es mucho más hondo y grave de lo que podría pensarse, lo que nos exigirá una mayor atención. Y si, con ARANGUREN GONZALO, afirmamos que “la existencia humana camina constantemente de la mano de la posibilidad del fracaso 13 Cfr. E. GERVILLA, Postmodernidad y educación ...65-66. 14 Cfr. J. S. BOTERO G., “Frontera ética de la familia hoy”, en Políticas de la familia. Perspectivas jurídicas y de servicios sociales en diferentes países, Dir. M. Juárez Gallego, Universidad Pontificia Comillas, Madrid 1993, 81-95. 15 Cfr. G. LIPOVETSKY, La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo, Anagrama, Barcelona 1986, 22. 16 D. MIETH, “Ethos del fracaso y la vuelta a empezar. Una perspectiva teológico-ética olvidada”, Concilium 231 (1990) 243-259; L. A. ARANGUREN G., “El fracaso existencial: derrota o posibilidad?”, Religión y Cultura 43 (1997) 24-49; E. BLESKE, “Fallimento nel progetto di fedeltà per tutta la vita”, Concilium 5 (1990) 134-147; P. DE LOCHT, L’église et l’échec de l’amour humain, Centurión, Paris 1971.
EL ‘FRACASO CONYUGAL’ EN UNA NUEVA PERSPECTIVA 147 y esta vecindad permanente alienta la búsqueda por esclarecer tal realidad”, comprenderemos por qué dicha realidad es más frecuente de lo que pueda imaginarse, es más fácil de lo que pudiera esperarse. Por tanto, fracasar, y fracasar en un negocio tan serio como es el matrimonio, no es algo excepcional, no es algo extraño. Todo lo contrario. El fracaso conyugal es una realidad que interpela a todas las instancias sociales. Nos hallamos ante la dialéctica de condenar sin más esta realidad del fracaso o banalizarla en tal forma que la consideremos como algo normal y corriente. Ni una ni otra posición es válida. Creemos que la orientación que Juan Pablo II sugiere respecto de las uniones consensuales puede aplicarse a la situación de las parejas fracasadas: “los pastores y la comunidad eclesial deberán preocuparse por conocer tales situaciones y sus causas concretas, caso por caso; se acercarán (a ellas) con discreción y respeto; se empeñarán en una acción de iluminación paciente, de corrección caritativa y de testimonio familiar cristiano que pueda allanarles el camino hacia la regularización de la situación” (FC. n. 81). 2. Es posible una reflexión teológica sobre el fracaso? A primera vista puede parecer audaz tal intento. Nos lo han inspirado unas pocas páginas del libro Jesus and Divorce de G. R. EWAL quien sugiere la posibilidad de elaborar “a Theology for Failure” (una teología del fracaso) 17 . Ewald, refiriéndose al divorcio como fracaso de pareja, se pregunta si la iglesia posee una reflexión teológica en relación a los que han fracasado en su matrimonio. Y a renglón seguido plantea que la actitud de Jesús de Nazareth frente al pecado del hombre fue una actitud redentora, no punitiva (“redemptively, not punitively”). BOURGY, DINGEMANS y otros han escrito también sobre “la teología del fracaso” (Théologie de l’échec). A este propósito afirman que, si bien la iglesia debe mantener en pie el principio de la indisolubilidad, de otra parte, ‘debe también mantener en alto el 17 Cfr. G. R. EWALD, Jesus and Divorce. A biblical Guide for Ministry to divorced Persons, Herald Press, Pennsylvania 1991, 120-125.
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EL ‘FRACASO CONYUGAL’ EN UNA NUEVA PERSPECTIVA 147<br />
y esta vecindad permanente alienta la búsqueda por esclarecer<br />
tal realidad”, comprenderemos por qué dicha realidad es más<br />
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El fracaso conyugal es una realidad que interpela a todas las<br />
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sin más esta realidad del fracaso o banalizarla en tal forma que<br />
la consideremos como algo normal y corriente. Ni una ni otra<br />
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discreción y respeto; se empeñarán en una acción de iluminación<br />
paciente, de corrección caritativa y de testimonio familiar<br />
cristiano que pueda allanarles el camino hacia la regularización<br />
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A primera vista puede parecer audaz tal intento. Nos lo han<br />
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de Nazareth frente al pecado del hombre fue una actitud redentora,<br />
no punitiva (“redemptively, not punitively”).<br />
BOURGY, DINGEMANS y otros han escrito también sobre “la teología<br />
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que, si bien la iglesia debe mantener en pie el principio de la<br />
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Cfr. G. R. EWALD, Jesus and Divorce. A biblical Guide for Ministry to<br />
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