Democracy Today.indb - Universidade do Minho

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DEMOCRACY TODAY
a veces muy diferentes matices, a favor de un ser humano auténticamente
libre pero enraizado en su entorno sociocultural, a la vez que
ética y cívicamente responsable de los otros ciudadanos en pro de la
creación de las mejores condiciones político-jurídicas e institucionales
para el desarrollo de la personalidad de todos los miembros del demos
o comunidad democrática.
En esta labor, tras haber comentado ya los posicionamientos de
Benhabib y Taylor con anterioridad, nos corresponde ahora exponer,
en síntesis, el pensamiento rougemontiano: un federalismo integral
de base personalista que bien podría traducirse en la actualidad como
un humanismo cívico y federalista a favor de una posmodernidad
constructiva [Martínez i Seguí, 2009].
Al aproximarnos a la figura y a la obra del suizo Denis de
Rougemont (1906-1985), nos hallamos, si se nos permite la expresión,
ante un auténtico humanista del siglo XX en el sentido clásico de la
palabra. Hay en él una reflexión centrada en la dignidad y la libertad
inalienables de toda persona humana, siempre desde la exigencia de
arraigo al contexto histórico y, más profundamente, a la experiencia
vital que le ha tocado vivir a cada persona concreta. Tal perspectiva
lo acerca, indiscutiblemente, al nervio intelectual de otros grandes
moralistas coetáneos, como José Ortega y Gasset, George Orwell o
Albert Camus. Aunque, a diferencia de éstos, mantiene una voluntad
constante de diálogo filosófico entre su fe cristiana, de confesión
reformada, y la cultura moderna, de cuño laico y plural. En este
sentido, elabora una antropología filosófica propia, inserta dentro
de la esfera de los variados personalismos comunitarios, llegando
incluso, durante sus últimos años posteriores al mayo de 1968, a
cultivar un pionero discurso posmoderno de carácter ecologista
y cívicamente constructivo, lejano en todo caso del nihilismo y el
relativismo cultural.
Asimismo, la reciente conmemoración de la efeméride del 500 aniversario
del nacimiento de Juan Calvino en 1509 junto a la emergencia,
a lo largo de las últimas décadas, de una renovada y más profundizada
investigación historiográfica en torno al influjo directo ejercido por la
reforma protestante sobre el surgimiento del vector libertario y federalista
de la modernidad política –ampliando e incluso corrigiendo en
distintos puntos la visión tradicional fijada por Georg Jellinek y Max