Democracy Today.indb - Universidade do Minho

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DEMOCRACY TODAY
Ante este panorama desalentador, que evidencia unas deficiencias
graves tanto en la concepción como en el funcionamiento de los
sistemas democráticos occidentales, hayamos en la filosofía moral y
política contemporánea unas primeras respuestas para la recuperación
de una sólida ética pública y el paralelo robustecimiento de una
ciudadanía más activa y participativa. Se trata, evidentemente, de las
contribuciones realizadas desde el republicanismo y el comunitarismo
a modo de crítica al liberalismo político de corte clásico.
Sin embargo, como multitud de estudios sobre ciudadanía y democracia
han desvelado durante los últimos veinticinco años, ambos
vectores de ideas sufren a su vez carencias de distinta índole que
dificultan en gran medida su adaptación a sociedades democráticas
profundamente plurales en lo político y diversas en lo sociocultural
y religioso. Ya que, por un lado, un discurso republicano como el de
Jürgen Habermas, a pesar de sus avances en el reconocimiento de
una razón práctica intersubjetiva apta para la consecución del consenso,
adolece aún de un marcado cariz de abstracción formal, ciego
a la situación concreta del ciudadano en cuanto a sus necesidades y
adscripciones identitarias, así como de un peligro innato a todo discurso
republicano: la tendencia hacia un laicismo estatal que impone
valores morales, cuando no identitarios, pretendidamente neutrales
[Habermas, 1998]. Por otro lado, el comunitarismo en su versión más
dura, expresada en la obra de Alasdair McIntary o de Michael Sandel
[McIntary, 1987], se encamina hacia un holismo centrípeto de valores
morales que ahoga irremisiblemente el pluralismo ético y político de
la ciudadanía, imprescindible para poder hablar de una auténtica
democracia viva y dinámica.
De esta manera, en relación a las críticas vertidas sobre el republicanismo
habermasiano y el comunitarismo más radical, la evolución
del debate teórico nos dirige hacia la confrontación de puntos de vista
más conciliadores y, en cierta medida, integradores de algunos aspectos
propios de posiciones en principio contrarias. En medio de esta
sana interrelación de perspectivas, cabe destacar las contribuciones de
la tercera generación de la Teoría Crítica frankfurtiana (Axel Honneth,
Seyla Benhabib, Claus Offe, Albrecht Wellmer…) junto a la elaboración
de un liberalismo comunitario de la mano, sobretodo, de Charles
Taylor y Michael Walzer [Taylor, 2003]. Indefectiblemente, todas estas