cuentos de barro - DSpace Universidad Don Bosco

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—¡La Virgen del Martirio! —Y parecía que no quebraba un plato... —Güeno, después de todo, arrecuérdese, Nayo, de nosotros, cómo hicimos... —Decís bien, es el Contagio... La tarde se había perdido a lo lejos, dejando como estela un espumarajo de estrellas; sobre la arena del mundo, los árboles negros se movían como cangrejos. 169. John Heywood (1546: 46) 88 “Holy Virgin Martyr!” “And she looked as if butter wouldn’t melt in her mouth169 ...” “A’wright, after all, remember Nayo that we did the same thing...” “True. The apple doesn’t fall far from the tree...” The afternoon was lost in the distance, leaving in its wake froth of stars over the sand of the world, and the black trees were dancing like crabs.
el eNTIerro Cumbreaba la tarde, cuando de las últimas casas salía el entierro de ño Justo. Todos iban achorcholados y silencios. Una nube corrediza había regado el camino, perfumándolo, esponjándolo, refrescándolo. Se mezclaba el olor del suelo, con el tufito de las candelas que llevaban las viejas. El renco Higinio caminaba delante del cajón. A cada paso parecía que iba a arrodillarse; daba la impresión de llevar meciendo un incensario. Todos iban achorcholados; el arrastre de los caites cepillaba los credos, que salían como de un cántaro a medio llenar. “Chorchíngalo171 ” llevaba el racimo de sombreros; cargaban Atanasio, Catino, don Juan y don Daví. Cumbreaba la tarde, chispeando en lo ricién mojado. Los cerros barbudos se ahogaban en la sombra, sacando apenas las narices para respirar. La brisa mecía las frondas, que asperjeaban el cajón como un hisopo. A lo lejos, lejos, lejos, allá por las Honduras, llovía ceniza caliente. 89 THe BurIal The afternoon was fading away as people were leaving the last houses for the funeral of Señor Justo. Everyone walked somberly, in silence. A cloud sliding by had watered the road, making it fragrant and spongy, refreshing it. The scent of the ground was mixed with the foul smell 170 of the candles that the old women carried. Higinio, who was lame, hobbled ahead of the coffin. At every step, he swayed as if he was going to kneel, giving the impression of swinging a censer. All walked downhearted. The sound of their rustic caite sandals being dragged brushed against the chanting creeds coming out of their throats that echoed like the wind passing over a half-empty jug. A man nicknamed Lizard 172 carried the sombreros of Anastasio, Catino, Señor Juan and Señor Daví as they carried the coffin on their shoulders. The afternoon was fading away as the raindrops sparkled over the recently wet ground. The bearded hills were drowning in the shadows, barely sticking out their noses to breathe. The breeze swayed the fronds that caressed the coffin like a cotton swab. Far away, towards Honduras, it was raining hot ashes. 170. Possibly “foul” because they were made ouf of animal’s fat. 171. Tenguereche, cherenqueque. Mini lagarto muy flacucho. 172. Or more faithfully “Chorchíngalo” is a very skinny lizard called “basilisk lizard.” Also called the “Jesus Christ Lizard” because it can run over water.
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Tales of Clay (Cuentos de Barro) A
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