cuentos de barro - DSpace Universidad Don Bosco

con los gatos. La chorrentera 286
interminable les había tapado las
bocas con una mano terca, de ruido.
Un remolino, projundo como el umbligo
del Diablo, caminaba por lo largo de
la poza hasta meterse en las cuevas
del paderón, para salir otra vez, como
debajo diagua, en el mismo lugar.
Con un bramido de perolón, que llevaba
por dentro gritos de cipote, risas
de vieja, serruchos y martillos, trenes,
lloridos y uyasón de chuchos, la chorrera
caiba dende bien alto, en gra das de
vidrio, hasta lo más encuevado de la
poza. Llovía eterno, sobre las grandes
hojas de los quequeishques y sobre el
talpetatal picado de virue la, onde cada
juraco era un espejito diacuis287 .
Los raizales formaban tra mazones,
debajo de las cuales el agua aletiaba
como murciégalo morigundo.
Saltando de piedra en piedra, a guiños
de ráiz y trepazón de breñales, los
seis soldados llegaron a un desvío
cortado a pico, en una escurana jría que
desembocaba en el río. Con una seña,
el sargento los enzanjó289 por aquella
tragadera del infierno.
Caminaban en blando, sobre
arenita fina. Arriba, el cielo
286. Torrentera, cauce de un torrente.
287. Cuartillo, moneda de 1/4 de real (Este último vale 12 1/2 centavos).
288. Spanish “cuis”: coin that was used in Spain in the 18th Century. It was the size of a U.S. nickel or
€0.10.
289. La palabra proviene de “zanjar”, excavar.
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ball flexing their biceps. The noise of a
never-ending torrent in effect covered
the soldiers’ mouths like a stubborn
hand. A whirlwind, deep like the devil’s
bellybutton, walked wandering around
the pond until it found the caves in the
wall. It arose once again in the same
place as if emerging from under water.
With a roar of a huge saucepan
that contained the cries of children,
laughs of old women, handsaws and
hammers, trains, sobs and the howling
of dogs, the torrent descended from
up above, on glass stairs, all the way to
the most hidden places of the pond.
The storm poured over the big leaves
of quequeshque trees and over volcanic
tuff that looked like it had measles.
Every hole was a mirror the size of a
nickel. 288
The roots of the mangrove looked like
fallen trees under which the water
flapped its wings like a dying bat.
Jumping from rock to rock, the six
soldiers used the gaps between the
roots and branches like a ladder. They
arrived at a hand-made detour in the
midst of a cold darkness that flows into
the river. With a signal, the sergeant sent
them through that hell of an abyss.
They walked over fine soft sand.
Up above, the sky showed its