nov 2012
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Los majestuosos logros de<br />
los mayas son atractivos por<br />
sí mismos. No necesitamos<br />
vestirlos con ropajes<br />
apocalípticos<br />
—ANTHONY F. AVENI<br />
DEL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA NOVIEMBRE <strong>2012</strong><br />
503<br />
ISSN: 0185-3716
Fotografía: LEÓN MUÑOZ SANTINI<br />
DEL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA<br />
Joaquín Díez-Canedo Flores<br />
DIRECTOR GENERAL DEL FCE<br />
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el 15 de junio de 1995.<br />
La Gaceta del Fondo de Cultura Económica es<br />
un nombre registrado en el Instituto Nacional<br />
del Derecho de Autor, con el número 04-2001-<br />
112210102100, el 22 de <strong>nov</strong>iembre de 2001. Registro<br />
Postal, Publicación Periódica: pp09-0206.<br />
Distribuida por el propio<br />
Fondo de Cultura Económica.<br />
ISSN: 0185-3716<br />
PORTADA<br />
Luis Safa<br />
503<br />
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
2 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong><br />
EDITORIAL<br />
Tantas, tan ricas y tan diversas cosas pueden decirse de<br />
la civilización maya que parece un despropósito prestar<br />
atención a eso que, por simplicidad, podríamos llamar<br />
sus profecías sobre el fin del mundo. Dentro de unas<br />
semanas, el calendario maya alcanzará una fecha apenas<br />
significativa: como en el odómetro del automóvil, cuando<br />
es necesario ir más allá de la cifra que puede representarse<br />
con los espacios disponibles, todo el sistema calendárico<br />
volverá a cero… pero nada más. Así como el auto no se<br />
detiene por sumar ese kilómetro singular, el universo no<br />
se destruirá, ni entraremos en una festiva era de concordia planetaria. El 23 de<br />
diciembre, entonces, no atestiguaremos cataclismo alguno, pero es un excelente<br />
pretexto para asomarse al pueblo cuyo conocimiento de los astros y del tiempo tiene<br />
hoy en ascuas a más de una persona.<br />
¿Por qué sabemos que no habrá tal cosa? En este número de La Gaceta hemos<br />
convocado a un par de mayistas de renombre para que nos ayuden, aparte de usar<br />
el sentido común, a valorar los argumentos a favor de la profecía. En un artículo<br />
minucioso y con datos que se difunden fuera del ámbito académico por primera<br />
vez, Érik Velásquez García explica los métodos mayas para medir el paso del<br />
tiempo y, aún mejor, revisa los documentos en piedra donde figura la fecha 4 Ajaw<br />
3 K’ank’in, o sea el día 23 del próximo mes, y concluye, con el optimismo que da el<br />
mucho saber, que las menciones a ese momento son casi meras perogrulladas. Por<br />
su parte, el arqueoastrónomo Anthony F. Aveni se pregunta por qué se le ha dado<br />
un tinte catastrófico a un intrascendente hecho en los registros del tiempo.<br />
Por una doble vocación, la de conocer México y la de difundir textos de historia<br />
y antropología, el Fondo cuenta en su haber con una veintena de obras —¿hay<br />
un mensaje cifrado en la coincidencia de esa cifra con el sistema vigesimal de los<br />
mayas?— sobre una gran variedad de aspectos de la gran civilización del sureste<br />
de México y el norte de Centroamérica. Cuando las angustias y la sorna por este<br />
presunto apocalipsis hayan pasado, éstas seguirán explicándonos el esplendor de<br />
nuestros antepasados. A lo largo de este número presentamos breves notas de los<br />
libros que aún pueden leerse con provecho y que seguimos imprimiendo. Cierra la<br />
sección mayista un paseo por el Popol Vuh y un elogio de la doctora Mercedes de<br />
la Garza, eminente experta que en meses recientes ha publicado un trío de obras<br />
con nosotros. Agradecemos al doctor Velásquez García su esmerada colaboración<br />
tanto por su texto como por sus comentarios al de Aveni y por haber convocado a<br />
colegas y alumnas a redactar las breves reseñas.<br />
Y como mínimo homenaje por su octogésimo aniversario, reproducimos en<br />
las páginas finales un texto de Luis Villoro sobre el carácter no filosófico de la<br />
vocación filosófica, aparecido recientemente en un librito de los años cincuenta<br />
que había permanecido inédito. W<br />
SUMARIO<br />
EL ECLIPSE Augusto Monterroso 03<br />
TODO EN CALMA PARA<br />
EL 4 AJAW 3 K’ANK’IIN Érik Velásquez García 07<br />
¿APOCALIPSIS, YA? Anthony F. Aveni 13<br />
EL POPOL VUH DE ADRIÁN RECINOS Rafael Vargas 16<br />
MERCEDES DE LA GARZA,<br />
UNA VIDA CONSAGRADA A LOS MAYAS Guillermo Bernal Romero 18<br />
CAPITEL 20<br />
NOVEDADES DE NOVIEMBRE 20<br />
SOBRE LA VOCACIÓN FILOSÓFICA Luis Villoro 23
MAYAS SÍ, CUENTO PROFECÍAS NO<br />
Feliz oveja negra de las letras latinoamericanas —¿no hay algo de esa condición en su anacrónico afán por contar<br />
fábulas, por jibarizar la trama narrativa hasta producir cuentos de una sola línea, por ejercer una irreverente picardía?—,<br />
Tito Monterroso capturó en estos archiconocidos párrafos la esencial incomprensión entre la civilización maya<br />
y la occidental —el Fondo los ha publicado en más de una edición—. Sirvan de prólogo de este pequeño canto a los mayas<br />
El eclipse<br />
AUGUSTO MONTERROSO<br />
Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido<br />
aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa<br />
de Guatemala lo había apresado, implacable<br />
y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se<br />
sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso<br />
morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con<br />
el pensamiento fijo en la España distante, particularmente<br />
en el convento de los Abrojos, donde<br />
Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de<br />
su eminencia para decirle que confiaba en el celo<br />
religioso de su labor redentora.<br />
Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible<br />
que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé<br />
le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su<br />
destino, de sí mismo.<br />
Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas<br />
nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.<br />
Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura<br />
universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para<br />
ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse<br />
de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.<br />
—Si me matáis —les dijo— puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.<br />
Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad<br />
en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin<br />
cierto desdén.<br />
Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre<br />
vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz<br />
de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión<br />
de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían<br />
eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían<br />
previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles. W<br />
NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 3
Fotografía: ESTELA DE CALAKMUL EN LA SALA MAYA DEL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA / CORTESÍA DEL INAH<br />
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
4 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
MAYAS SÍ,<br />
PROFECÍAS<br />
NO<br />
El mundo no se acabará dentro de unas semanas, como parecen haber<br />
dicho los mayas hace cientos de años. Dejemos el gesto sardónico de lado y<br />
revisemos los sistemas calendáricos y el contexto cultural en que se dio la<br />
mención al 23 de diciembre de <strong>2012</strong>. Mejor aún: llevemos la mirada hacia los<br />
muchos libros de nuestro catálogo en que los mayas brillan con luz propia, sin<br />
necesidad de falsas profecías<br />
NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 5<br />
Fotografía: DISCO DE MADERA, TURQUESA Y CONCHA NACAR PROVENIENTE DE CHICHEN ITZÁ, SALA MAYA DEL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA / CORTESÍA DEL INAH
Ilustración: MONUMENTO 6 DE TORTUGUERO, TABASCO / SVEN GRONEMEYER<br />
MAYAS SÍ, SÍ, PROFECÍAS NO<br />
6 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
Estemos más que tranquilos, nos dice en este cuidadoso ensayo uno de los mayores<br />
epigrafi stas del México contemporáneo, que aquí describe cómo la Cuenta Larga de los mayas<br />
alcanzará un momento singular el próximo 23 de diciembre, pero nada más. Al desmontar aquí<br />
toda posible profecía, Velásquez García expone el fascinante modo de contar el tiempo entre los<br />
mayas y nos vacuna contra la charlatanería<br />
Durante los meses recientes<br />
ha crecido una<br />
serie de mitos y creencias<br />
populares en torno<br />
a la existencia de<br />
una supuesta “profecía”<br />
maya para diciembre de<br />
<strong>2012</strong>, concerniente a un<br />
imaginado límite de la<br />
Cuenta Larga, a un temido<br />
“fin del mundo” o, según una visión más optimista,<br />
a la llegada de una presunta “nueva era” de paz,<br />
fraternidad, entendimiento y conciencia superior<br />
entre los hombres.<br />
En mi calidad de mayista y experto en la escritura<br />
jeroglífica de aquella civilización amerindia, desmentiré<br />
tales ideas, que en mi opinión no son sino<br />
extrapolaciones posmodernas al pasado mesoamericano,<br />
que nada tiene que ver con nuestros propios<br />
miedos, prejuicios, esperanzas o fantasías milenaristas,<br />
pues de hecho la cultura maya poseía una visión<br />
del tiempo y del futuro completamente ajena a<br />
la nuestra.<br />
A manera de preámbulo necesitamos primero<br />
entender lo que es la llamada Cuenta Larga de los<br />
mayas, un cómputo ininterrumpido de días que se<br />
hunde en las profundidades del pasado mítico y que<br />
al mismo tiempo se adentra en el futuro distante y<br />
arcano. Este sistema de cómputo fue descubierto al<br />
menos desde 1886 por el gran bibliotecario de Sajonia<br />
Ernest Förstemann, al estudiar las páginas del<br />
Códice de Dresde. Él denominó tales fechas con el<br />
nombre de “números largos” y se percató de que respondían<br />
a una lógica vigesimal y posicional, además<br />
ARTÍCULO<br />
Todo en calma para<br />
el 4 Ajaw 3 K’ank’iin<br />
ÉRIK VELÁSQUEZ GARCÍA<br />
de que partían de una fecha base, que en ese códice<br />
estaba escrita como 4 Ajaw 8 Kumk’uh. 1 No obstante,<br />
fue apenas en 1905 cuando el investigador estadunidense<br />
Joseph T. Goodman, al reconocer que<br />
los “números largos” también estaban presentes<br />
en las inscripciones de piedra, formuló los cimientos<br />
de la correlación entre los calendarios maya y<br />
cristiano más aceptada por los mayistas. Dicha correlación<br />
tiene como punto de partida una “fecha<br />
ancla” que se encuentra escrita en la página 66 de<br />
un documento maya del siglo xvi, conocido como<br />
Crónica de Oxkutzcab, según la cual cierto día específico<br />
del año 1539 corresponde a 5 Ajaw 17 Sek.<br />
De acuerdo con Goodman, la base de los “números<br />
largos” descubierta por Förstemann, o sea 4 Ajaw<br />
8 Kumk’uh, correspondía en el calendario gregoriano<br />
al 9 de agosto de 3114 a. C., 2 es decir, a la fecha<br />
juliana 584 280. 3 Esta correlación fue revisada<br />
en 1926 por el mayista yucateco Juan Martínez<br />
1 4 Ajaw es la fecha correspondiente en el calendario adivinatorio de<br />
260 días, mientras que 8 Kumk’uh es su equivalente en el año vago de<br />
365 días. La combinación de ambos tipos de fechas, como por ejemplo 4<br />
Ajaw 8 Kumk’uh, se repetía cada 52 años y recibe el nombre de Rueda de<br />
Calendario.<br />
2 En algunas publicaciones sobre la cultura maya el lector podrá encontrar<br />
esa fecha como –3113. La razón de esta aparente discrepancia es que<br />
3114 a. C. representa el cómputo histórico, sistema donde nunca existió el<br />
año “cero” (3 a. C., 2 a. C., 1 a. C., 1 d. C., 2 d. C., 3 d. C., etcétera), mientras<br />
que –3113 es el cómputo astronómico, que sí admite un año “cero” (–2,<br />
–1, 0, 1, 2, 3, etcétera). Luego entonces, debemos entender que en realidad<br />
3114 a. C. y –3113 es el mismo año.<br />
3 Toda fecha juliana es el número de días que han transcurrido desde<br />
el mediodía del 1 de enero de 4713 a. C., o –4712, momento establecido<br />
en 1582 por el sabio francés Joseph Justus Scaliger de Leiden, quien, con<br />
base en el estudio de la historia antigua de Babilonia, Egipto, Israel y Persia,<br />
logró fi jar el principio de una cuenta de tiempo continua.<br />
Hernández, en 1935 y 1950 por el británico J. Eric<br />
S. Thompson y en 1978 por el estadunidense Floyd<br />
G. Lounsbury, quien a través de datos astronómicos<br />
procedentes de los códices mayas logró precisar que<br />
el día de arranque o “fecha era” no era el 9, sino el 13<br />
de agosto, y que la fecha juliana más apropiada era<br />
548 285.<br />
La base de la Cuenta Larga es un día entero de<br />
24 horas o k’iin, que en las inscripciones calendáricas<br />
mayas normalmente se escribía usando un<br />
punto. Dos puntos corresponden a dos k’iines, tres<br />
a tres de ellos y así hasta cuatro. Para escribir cinco<br />
k’iines se usaba una barra. Una barra con un punto<br />
significaba seis k’iines y así sucesivamente hasta<br />
diecinueve, representado mediante tres barras y<br />
cuatro puntos.<br />
Para plasmar el veinte los mayas escribían un número<br />
“cero” y dejaban un espacio ortográfico en la<br />
parte superior del mismo a fin de colocar un punto.<br />
En esta segunda posición, un punto ya no tenía el valor<br />
relativo de 1, sino de 20 (1 × 20), mientras que la<br />
barra valía 100 (5 × 20). Esta posición era conocida<br />
con el nombre de winal, pero lo máximo que se podía<br />
escribir no eran 19 winales, sino 17, debido a lo<br />
siguiente: la lógica del sistema exigiría que un punto<br />
en la tercera posición tuviera el valor de 400 días<br />
(20 × 20), pero en realidad no es así, pues los escribas<br />
indígenas desearon acercar el valor de esta posición<br />
a la duración del año. De este modo, un punto<br />
en la tercera posición tan sólo tiene el valor de 360<br />
(20 × 18), mientras que una barra equivalía a 1 800<br />
días (360 × 5). En los documentos coloniales escritos<br />
en idioma maya yucateco, el nombre de la tercera<br />
posición era tuun, “piedra”, pero gracias al avance de<br />
NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 7<br />
Fotografía: DETALLE DEL CÓDICE DE DRESDE
Fotografía: DETALLE DEL CÓDICE DE DRESDE<br />
la epigrafía 4 hoy sabemos que los mayas antiguos del<br />
periodo Clásico (250-900 d. C.), quienes escribían en<br />
una antigua lengua cholana, lo llamaban haab’, “año”.<br />
El máximo de haab’s que se podía escribir era 19.<br />
Al llegar a veinte tuunes o haab’s se completaba<br />
un k’atuun, que era el nombre de la cuarta posición.<br />
El valor de un punto en esta última era de<br />
7 200 días (360 × 20), mientras que una barra valía<br />
cinco k’atuunes o 36 mil días (5 × 7 200). La palabra<br />
k’atuun, “atadura de piedra”, era tan sólo el nombre<br />
que a este ciclo le daban los mayas yucatecos de<br />
la época colonial. En las antiguas inscripciones del<br />
Clásico dicho periodo recibía el nombre de winikhaab’,<br />
“veinte años’” Al llegar a veinte k’atuunes esta<br />
posición se completaba mediante un “cero” y se escribía<br />
un punto en la quinta posición.<br />
En esta última, un punto equivalía a 144 000 días<br />
(7 200 × 20), mientras que una barra valía 720 mil<br />
(5 × 144 000). En los documentos mayas yucatecos<br />
del siglo xvi no existen vocablos para designar este<br />
ciclo, posiblemente porque en la época de la Conquista<br />
española estaba en desuso. Por tal motivo,<br />
los mayistas de principios del siglo xx lo bautizaron<br />
como b’aak’tuun, “cuatrocientas piedras”. En años<br />
recientes los epigrafistas han podido determinar<br />
que el nombre antiguo de este periodo era pik, “ocho<br />
4 La epigrafía es el estudio de las inscripciones jeroglífi cas, cuneiformes<br />
o alfabéticas de cualquier cultura del mundo, aunque en el caso de los<br />
mayas el término se ha extendido al estudio no sólo de las inscripciones,<br />
sino de los textos pintados sobre cuevas, muros, vasijas o códices, por considerar<br />
que se trata de un mismo sistema de escritura, de tipo logosilábico,<br />
con independencia de su soporte o plataforma.<br />
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
TODO EN CALMA PARA EL 4 AJAW 3 K’ANK’IIN<br />
mil”, o más probablemente pikhaab’,<br />
“ocho mil años”.<br />
Esta quinta posición se volvía a<br />
completar con veinte b’aak’tuunes o<br />
ppikhaab’s,<br />
momento en el que se con-<br />
vvertía<br />
en un periodo de 2 880 000 días<br />
(144 000 × 20), bautizado por los mayistas<br />
como piktuun, “ocho mil piedras”,<br />
aunque su nombre antiguo jeroglífico<br />
por el momento es desconocido.<br />
El sistema de la Cuenta Larga<br />
permite múltiplos de veinte piktuunes<br />
(kalab’tuun, “ciento sesenta mil<br />
piedras”), de veinte kalab’tuunes<br />
(k’inchiltuun, “tres millones doscientas<br />
mil piedras”), de veinte k’inchiltuunes<br />
(alawtuun, “sesenta y cuatro millones<br />
de piedras”) y así ad infinitum. No obstante,<br />
se trata de nombres inventados<br />
por los mayistas 5 y de periodos muy<br />
inusuales, ya que una fecha maya por<br />
lo común requería tan sólo de cinco<br />
posiciones. Por ejemplo 9.17.5.0.0 quería<br />
decir 9 b’aak’tuunes (9 × 144 000),<br />
17 k’atuunes (17 × 7 200), 5 tuunes<br />
(5 × 360), 0 winales (0 × 20) y 0 k’iines<br />
(0 × 1), es decir 1 420 200 días después<br />
de la “fecha era” 4 Ajaw 8 Kumk’uh,<br />
que en el calendario juliano corresponde<br />
al día 2 004 485 (25 de diciembre de<br />
775 d. C.). 6<br />
Es preciso advertir que, hasta donde<br />
sabemos, este sistema se utilizaba<br />
exclusivamente para escribir fechas.<br />
También es importante decir que los<br />
datos arqueológicos hasta ahora conocidos<br />
sugieren que no fue inventado<br />
por los mayas, sino por sus vecinos<br />
que habitaban al poniente, en la región<br />
del istmo de Tehuantepec, quienes no<br />
eran hablantes de idiomas mayances,<br />
sino mixe-zoqueanos. Dicha cultura<br />
prehispánica, posiblemente descendiente<br />
directa de la olmeca, es conocida<br />
actualmente con el nombre de<br />
istmeña y a ella debemos los ejemplos<br />
de Cuenta Larga más tempranos: la Estela<br />
2 de Chiapa de Corzo (7.16.3.2.13,<br />
8 de diciembre de 36 a. C.) y la Estela<br />
C de Tres Zapotes (7.16.6.16.18, 3 de<br />
septiembre de 32 a. C.). Aunque por el<br />
momento no se ha descubierto ningún<br />
ejemplo de Cuenta Larga istmeña que<br />
contenga expresamente la cifra “cero”,<br />
es justo mencionar que dicho signo, así<br />
como el valor posicional de los numerales,<br />
es condición sine qua non para<br />
la existencia de semejante sistema de<br />
cómputo del tiempo.<br />
Por contraste, la primera fecha de Cuenta Larga<br />
maya conocida de las tierras bajas centrales se encuentra<br />
grabada en la Estela 29 de Tikal (8.12.14.8.15,<br />
8 de julio de 292 d. C.), mientras que del lado mexicano<br />
la inscripción con Cuenta Larga más precoz es la<br />
Estela 2 de Caandzibantun (8.18.0.0.0, 8 de julio de<br />
396 d. C.), en el sur de Campeche. Este sistema estuvo<br />
vivo por lo menos hasta principios del siglo x,<br />
como lo testifica la fecha de Cuenta Larga labrada en<br />
el Monumento 101 de Toniná (10.4.0.0.0, 20 de enero<br />
de 909 d. C.), si bien en el manuscrito del siglo xv conocido<br />
como Códice de Dresde podemos hallar varias<br />
fechas de Cuenta Larga retrospectivas.<br />
En términos de la Cuenta Larga la “fecha era”<br />
4 Ajaw 8 Kumk’uh correspondía a la posición<br />
13.0.0.0.0 (13 de agosto de 3114 a. C.), lo que en realidad<br />
equivalía, para cuestiones prácticas, a un hipotético<br />
0.0.0.0.0, pues un día después sería 13.0.0.0.1<br />
(14 de agosto de 3114 a. C.), uno después 13.0.0.0.2<br />
(15 de agosto de 3114 a. C.), etcétera, mientras que un<br />
b’aak’tuun después de la “fecha era” no fue 14.0.0.0.0,<br />
sino 1.0.0.0.0 (15 de <strong>nov</strong>iembre de 2720 a. C.). De tal<br />
modo que la “fecha era” 13.0.0.0.0 funcionaba de forma<br />
análoga a nuestro sistema para medir las horas,<br />
donde las 24 horas de un día equivalen a las 0 horas<br />
del siguiente.<br />
5 Nuestros conocimientos vigentes sobre la escritura jeroglífi ca maya<br />
sugieren que el nombre antiguo del k’inchiltuun era utzutzpik, “completitud<br />
del ocho mil”, y el del kalab’tuun era simplemente tzutzpik,<br />
“completitud-ocho mil”, mientras que el del alawtuun pudo haber sido<br />
…k’anhaab’, “años preciosos…”.<br />
6 29 de diciembre de 775 d. C. en el calendario gregoriano.<br />
De acuerdo con la correlación más aceptada, que<br />
coloca la “fecha era” en el día juliano 584 285, trece<br />
b’aak’tuunes se completarán nuevamente el día<br />
13.0.0.0.0, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>, 7 pero nada sugiere<br />
que se trate del fin de la Cuenta Larga o de una<br />
nueva llegada al hipotético 0.0.0.0.0, pues todo indica<br />
que la “fecha era” 13.0.0.0.0 4 Ajaw 8 Kumk’uh<br />
(13 de agosto de 3114 a. C.) es una posición única en<br />
la infinita serie del sistema, donde los b’aak’tuunes<br />
se completaban en 13 por motivos numerológicos.<br />
No obstante, la cuenta de los mismos proyectada<br />
hacia el futuro no se acaba en 13, sino que continúa<br />
hasta 20, siguiendo una lógica estrictamente vigesimal,<br />
lo que equivale de facto a un piktuun. Prueba de<br />
ello se encuentra en algunos textos jeroglíficos mayas,<br />
como aquel aniversario de la “fecha era” pintado<br />
en el muro norte de la recientemente descubierta<br />
Estructura 10k-2 de Xultún (17.0.1.3.0, 4 Ajaw 8<br />
Kumk’uh, 1 de marzo de 3591 d. C.), en el Petén guatemalteco,<br />
o la completitud de un piktuun pronosticada<br />
en el Panel Oeste del Templo de las Inscripciones<br />
de Palenque (1.0.0.0.0.0, 10 Ajaw 13 Yáaxk’iin, 15<br />
de octubre de 4772 d. C.). Ninguna de estas menciones<br />
futuristas contiene profecía alguna. Solamente<br />
son afirmaciones impersonales y predecibles por<br />
todo el mundo, como la del propio ejemplo de Palenque<br />
mencionado, que simplemente dice: ju’n …pik<br />
uto’m, “un piktuun habrá terminado”. Conviene observar<br />
que tanto 3591 d. C. como 4772 d. C. ocurrirán<br />
mucho después del año <strong>2012</strong>, lo que ya de por sí garantiza<br />
que los mayas nunca concibieron que su calendario<br />
se acabaría en este último año.<br />
Prueba de que sólo en la “fecha era” la posición de<br />
los b’aak’tuunes se completó en 13, y que eso no volverá<br />
a ocurrir, pues en lo porvenir se completará en<br />
20, se encuentra en la Estela 1 de Cobá, que contiene<br />
dicha fecha escrita de forma entera, con veinte posiciones<br />
de la Cuenta Larga superiores al k’atuun, pero<br />
todas completadas en el número sagrado “trece”: 13<br />
.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.1<br />
3.0.0.0.0 4 Ajaw 8 Kumk’uh, 13 de agosto de 3114 a.<br />
C. Se trata obviamente de una cifra con simbolismo<br />
numerológico, pues el 20 y el 13 son los múltiplos<br />
básicos del ciclo adivinatorio de 260 días (20 × 13). 8<br />
Tanto esta inscripción de Cobá, como otras varias<br />
del periodo Clásico, contienen versiones abreviadas<br />
de un mito cuya variante más completa se encuentra<br />
en la Estela C de Quiriguá, cuya traducción dice lo<br />
siguiente: “[en] 4 Ajaw 8 Kumk’u’ el fogón fue sustituido;<br />
las tres piedras fueron atadas. Los Dioses Remeros<br />
hincaron la piedra; ocurrió en Nah Ho’ Chan;<br />
la piedra de trono de jaguar. Ihk’ Naah Chak… hincó<br />
la piedra; ocurrió en Kab’ Kaaj; la piedra de trono<br />
de tiburón. Entonces ocurrió la atadura de piedra de<br />
Itzamnaah Kokaaj Muut; la piedra de trono de agua.<br />
Ocurrió en la orilla del cielo; Lugar de las Primeras<br />
Tres Piedras. Trece b’aak’tuunes de terminaron por<br />
Wak Chan Ajaw.”<br />
El sentido de este mito es que el mundo fue reordenado<br />
por los dioses. Dicho ordenamiento comenzó<br />
con la sustitución de un hogar o fogón de cocina que<br />
tenía la forma de tres piedras, pues al parecer el universo<br />
era homologado con una choza de campesinos,<br />
donde los cuatro horcones simbolizan los árboles sagrados<br />
que sostenían el cielo, representado a su vez<br />
por la techumbre tejida de la casa, hecha de palma.<br />
Cada dios o grupo de deidades se encarga de colocar<br />
una de las tres piedras del fogón en determinadas locaciones<br />
cósmicas, aunque al final se dice que el hogar<br />
completo se encontraba en la orilla del cielo y que<br />
el agente último de todo era el dios del maíz, llamado<br />
aquí Wak Chan Ajaw.<br />
Otras versiones complementarias del mito asociado<br />
con la “fecha era” se encuentran en el Vaso de<br />
los Siete Dioses (k2796) y en la Caja de los Once Dioses<br />
(k7750), 9 aunque todo indica que, a diferencia de<br />
la narrativa anterior, se trata de mitos locales o de la<br />
región de Naranjo, en la parte nororiental del Petén.<br />
De acuerdo con esas vasijas, una deidad anciana,<br />
7 El mito popular insiste en que esa fecha es el 21 de diciembre de <strong>2012</strong>,<br />
usando una fórmula juliana para ubicar la “fecha era”. La razón de emplear<br />
semejante día juliano en vez del que es más socorrido por los mayistas<br />
académicos obedece simplemente a que el solsticio de invierno cae el<br />
21 y no el 23.<br />
8 El trabajo etnográfi co realizado por Iván Canek Estrada Peña entre<br />
los k’ichee’s contemporáneos, quienes aún utilizan el calendario adivinatorio<br />
de 260 días (cholq’ij), sugiere que los números sagrados 20 y 13 tenían<br />
un fundamento antropométrico, pues 20 correspondía a la suma de<br />
los dedos de las manos y los pies, mientras que 13 a las coyunturas principales<br />
del cuerpo.<br />
9 Fotos de ambas vasijas se encuentran disponibles en línea, en la página<br />
del fotógrafo Justin Kerr: research.mayavase.com/kerrmaya.html.<br />
8 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>
señor supremo de la Creación anterior a la presente,<br />
conocida por los mayistas como Dios L, convocó<br />
en la oscuridad a una reunión de seres numinosos,<br />
quienes comenzaron a ordenar el mundo. El cruce<br />
de diversos datos procedentes de otros testimonios,<br />
tanto iconográficos como jeroglíficos, sugiere que<br />
el universo que precedió al presente fue destruido<br />
por un gran diluvio o inundación que derribó el cielo<br />
sobre la tierra y todo lo desordenó, de manera que en<br />
estas vasijas asistimos al momento preciso en que los<br />
dioses se juntaron para reorganizar todo.<br />
Es necesario advertir que la “fecha era” 4 Ajaw 8<br />
Kumk’uh de ningún modo representa el inicio imaginario<br />
de la Cuenta Larga, pues existen muchos<br />
textos jeroglíficos que se remontan miles e incluso<br />
millones de años hacia el pasado mítico. Algunos de<br />
esos cómputos descomunales hacia al pretérito se<br />
encuentran en las aún enigmáticas narrativas mitológicas<br />
de Quiriguá. Otras, mejor comprendidas, se<br />
ubican en el Altar 1 de Naranjo, que fecha la entronización<br />
del primer gobernante de la dinastía en una<br />
fecha que tuvo lugar 875 mil años en el pasado, pues<br />
en las crónicas y anales dinásticos de los mayas no se<br />
hacía distinción entre lo mítico y lo histórico. Ambas<br />
dimensiones, la divina y la humana, se ubicaban en<br />
un solo continuo temporal. Incluso en las llamadas<br />
páginas de los números de serpiente del Códice de<br />
Dresde (pp. 61-62, 69) el epigrafista Carl D. Callaway<br />
ha podido identificar los mitos referentes a la formación<br />
de los grandes ciclos cronológicos de la Cuenta<br />
Larga, que fueron construidos miles de años en el<br />
pretérito profundo.<br />
Pero, ¿qué hay de la fecha futurista 13.0.0.0.0 4<br />
Ajaw 3 K’ank’in, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>? Los epigrafistas<br />
más conservadores calculan que existen<br />
alrededor de 5 mil inscripciones jeroglíficas mayas.<br />
De todas ellas sólo dos contienen un registro explícito<br />
de semejante fecha, es decir, el 0.04 por ciento,<br />
dato que nos habla con elocuencia de la importancia<br />
que los mayas antiguos le otorgaron a la hoy famosa<br />
fecha de diciembre de <strong>2012</strong>.<br />
Durante décadas la única inscripción maya conocida<br />
que contenía esa fecha fue el hoy denominado<br />
Monumento 6 de Tortuguero, en el municipio de Macuspana,<br />
Tabasco. Un fragmento de dicha inscripción<br />
fue reportado por Heinrich Berlin desde 1953,<br />
mientras que en 1962 el ya mencionado Thompson<br />
publicó las fotos de otros dos. En 1978 el epigrafista<br />
alemán Berthold Riese dio a conocer un dibujo completo<br />
de toda la inscripción conocida, hecho por el<br />
artista Ian Graham. Riese lo bautizó con el nombre<br />
de Monumento 6, argumentó que no se trata de una<br />
estela, sino de un panel o tablero que se encontraba<br />
empotrado en el muro interior de un edificio desconocido<br />
y, lo más importante, observó que contenía<br />
un aniversario o jubileo de la “fecha era”: 13.0.0.0.0 4<br />
Ajaw, aunque no 8 Kumk’uh, sino 3 K’ank’iin.<br />
A grandes rasgos puede decirse que el tema central<br />
de la inscripción son los ritos de consagración,<br />
dedicación o activación ritual del templo o edificio<br />
que alguna vez albergó a este tablero, llevados a<br />
cabo por el gobernante en turno de la ciudad, llamado<br />
B’ahlam Ajaw, el 16 de enero de 669 d. C. Dicho<br />
templo recibe el nombre de Wak Haab’ Naah, “Casa<br />
de Seis Años”, y buena parte de la inscripción se concentra<br />
en actividades ceremoniales que apenas comenzamos<br />
a comprender, ya que este género ritual,<br />
donde los dioses interactúan con los gobernantes<br />
en su propio presente narrativo, es un ámbito semántico<br />
poco entendido por los epigrafistas. Como<br />
es común en múltiples textos jeroglíficos mayas, los<br />
eventos contemporáneos centrales que celebran las<br />
propias inscripciones casi siempre son ritos de consagración<br />
de edificios o esculturas, cuya importancia<br />
se subraya al encuadrarlos en un relato donde son<br />
precedidos por diversos acontecimientos divinos y<br />
humanos, o sucedidos por eventos futuristas de final<br />
de algún periodo, aunque evitando de forma prudente<br />
todo tipo de pronóstico o profecía.<br />
De este modo, el texto del Monumento 6 incluye<br />
la mención de otros sucesos del pasado, tales como<br />
la propia entronización de B’ahlam Ajaw (9 de febrero<br />
de 644) y una serie de victorias bélicas que tuvieron<br />
lugar entre el 4 de junio de 644 y el 23 de diciembre<br />
de 649 d. C. Obsérvese que la fecha de este<br />
último triunfo coincide intencionalmente con la<br />
completitud de 13 b’aak’tuunes que tendrá lugar en<br />
<strong>2012</strong>. Y no es casualidad, pues se trata de la guerra<br />
más importante que parece haber ocurrido en el reinado<br />
de B’ahlam Ajaw, cuyo enemigo fue la cercana<br />
ciudad de Comalcalco. De hecho, en el Monumento<br />
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
TODO EN CALMA PARA EL 4 AJAW 3 K’ANK’IIN<br />
6 B’ahlam Ajaw celebra su victoria<br />
con una escalofriante frase: naahb’aj<br />
ch’ich’, witziij jol, “la sangre se convirtió<br />
en mar, los cráneos se hicieron<br />
montañas”.<br />
Entre los acontecimientos del pasado<br />
homologados se encuentran dos<br />
que, aunque los epigrafistas no los<br />
han podido descifrar satisfactoriamente,<br />
evidentemente remiten a los<br />
mismos sucesos: uno ocurrió el 11 de<br />
marzo de 353 y el otro el 11 de diciembre<br />
de 647, ya dentro del reinado de<br />
B’ahlam Ajaw. Otro intento de este<br />
gobernante por afirmar que su proceder<br />
reafirma la conducta de los ancestros<br />
es su interés por mostrar que<br />
la colocación de esta misma inscripción<br />
dentro del templo (16 de enero<br />
de 669) se asemeja a otro acontecimiento<br />
igual, realizado por un ancestro<br />
suyo el 9 de diciembre de 510.<br />
Acto seguido, la narrativa jeroglífica<br />
da un salto descomunal hacia el<br />
futuro, hasta llegar al jubileo o aniversario<br />
de la Creación del mundo,<br />
que tendría lugar en 13.0.0.0.0 4 Ajaw<br />
3 K’ank’iin, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>.<br />
Pero no menciona ninguna profecía<br />
para esa fecha. Igual que en el ejemplo<br />
palencano antes mencionado, se<br />
trata de una afirmación ineludible,<br />
que todos conocen, semejante a algo<br />
como “el 31 de diciembre de 2100 el siglo<br />
xxi habrá terminado”, sólo que en<br />
esta ocasión está en cholano clásico:<br />
tzutzjo’m u[h]uhxlaju’n pik[haab’],<br />
Chan Ajaw k’in(?) Uhx Un[ii]w u[h]<br />
to’m, “el décimo tercer b’aak’tuun<br />
habrá terminado, [el] día(?) 4 Ajaw 3<br />
K’ank’iin habrá ocurrido”.<br />
Tres cartuchos jeroglíficos erosionados<br />
y dañados cierran la inscripción<br />
en su parte final, mismos<br />
que al parecer retornan a la fecha<br />
central de la inscripción, cuando<br />
ésta fue consagrada, es decir, al<br />
16 de enero de 669, en lo que David<br />
S. Stuart ha llamado “boomerang”<br />
narrativo. La sección mejor conservada<br />
dice yema[l] B’alun Ookte’<br />
ta…, “es el descenso [del dios] B’alun<br />
Ookte’ a…” Aunque el nombre del<br />
lugar a donde baja el dios se encuentra<br />
muy dañado, puede apreciarse<br />
la presencia de un silabograma hi, 10<br />
lo que apoyaría en parte la idea de<br />
Stephen D. Houston 11 en el sentido<br />
de que el sitio a donde baja es el propio<br />
edificio que contenía la inscripción, tal vez porque<br />
de hecho era un templo dedicado a esta deidad, quien<br />
no coincidentemente se encuentra entre las que acudieron<br />
a la reunión convocada por el anciano Dios L<br />
en la “fecha era” a fin de reordenar el mundo, según<br />
se desprende de las vasijas de Naranjo antes mencionadas.<br />
No obstante, Sven Gronemeyer y Barbara<br />
MacLeod 12 sostienen una visión diferente sobre estos<br />
tres últimos cartuchos jeroglíficos, pues los ven<br />
como un pasaje que los mayas dejaron ambiguo de<br />
forma intencional, ya que se refiere tanto a la fecha<br />
de 669 como a la de <strong>2012</strong>, aunque nunca lo contemplan<br />
como una “profecía” catastrofista, sino simplemente<br />
como la presencia de uno de los dioses supremos<br />
que participaron en la Creación (13.0.0.0.0, 13<br />
de agosto de 3114 a. C.) en el aniversario de la misma<br />
(13.0.0.0.0, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>).<br />
Entre abril y mayo del propio <strong>2012</strong> fueron descubiertos<br />
los restos de una importante escalera jeroglífica<br />
en la Estructura 13r-10 de La Corona, sitio<br />
ubicado en el poniente del Petén guatemalteco<br />
y que está siendo investigado actualmente por los<br />
arqueólogos Marcello A. Canuto y Tomás Barrien-<br />
10 El silabograma hi puede intervenir en la composición de la palabra<br />
naah, “casa” o “estructura arquitectónica”.<br />
11 Stephen D. Houston, “What Will Not Happen in <strong>2012</strong>”, en<br />
Maya Decipherment. A Weblog in the Ancient Maya Script, 2008,<br />
disponible en línea: decipherment.wordpress.com/2008/12/20/<br />
what-will-not-happen-in-<strong>2012</strong>.<br />
12 “What Could Happen in <strong>2012</strong>: A Re-Analysis of the 13-Bak’tun<br />
Prophecy on Tortuguero Monument 6”, en Wayeb Notes, 2010, disponible<br />
en línea: wayeb.org/notes/wayeb_notes0034.pdf.<br />
tos Quezada. En el bloque número v de ese monumento,<br />
conocido ahora como Escalera Jeroglífica<br />
2, el ya mencionado epigrafista Stuart 13 descubrió,<br />
entre otras cosas, la segunda mención conocida en<br />
el corpus maya de la célebre fecha 13.0.0.0.0 4 Ajaw<br />
3 K’ank’iin, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>.<br />
El uso que los escribas mayas le dieron a esa fecha<br />
tiene grandes analogías en ambas inscripciones,<br />
pues mientras que en el Monumento 6 de Tortuguero<br />
se enlaza con la consagración del edificio y del propio<br />
panel jeroglífico, ocurrida el 16 de enero de 669, en<br />
el Bloque v de la Escalera Jeroglífica 2 de La Corona<br />
se liga con la activación ritual o consagración de<br />
la propia inscripción, que tuvo lugar el 3 de febrero<br />
de 696. De acuerdo con su texto jeroglífico, esta fecha<br />
fue elegida para coincidir con la visita a La Corona<br />
del poderoso gobernante de Calakmul Yuhkno’m<br />
Yihch’aak K’ahk’, un suceso verdaderamente notable<br />
para Chak Ak’ach Yuhk, señor local, en virtud de que<br />
Calakmul era por entonces la ciudad más poderosa y<br />
hegemónica de las tierras bajas mayas.<br />
Del mismo modo que B’ahlam Ajaw de Tortuguero<br />
enfatizó la importancia de la consagración de su<br />
edificio y la inscripción que contenía, trayendo a colación<br />
sucesos del pasado a fin de legitimar e insertar<br />
este acto en la tradición de sus ancestros y en el gran<br />
orden cósmico del calendario, Chak Ak’ach Yuhk de<br />
13 Cfr. David S. Stuart, “Notes on a New Text from La Corona”, en<br />
Maya Decipherment. A Weblog in the Ancient Maya Script, <strong>2012</strong>, disponible<br />
en línea: decipherment.wordpress.com/<strong>2012</strong>/06/30/notes-on-a<br />
-new-text-from-la-corona.<br />
NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 9<br />
Fotografía: DETALLE DEL CÓDICE DE DRESDE
Fotografía: ZONA ARQUEOLÓGICA DE KABAH / LEÓN MUÑOZ SANTINI<br />
LA CIVILIZACIÓN MAYA<br />
ROBERT J. SHARER<br />
Esta obra, una de las reconstrucciones<br />
más ambiciosas de la civilización<br />
maya, ofrece al lector una visión<br />
global del entorno geográfico, los<br />
orígenes y las características de<br />
la cultura material e intelectual<br />
de los periodos en que ha sido<br />
dividida esta civilización, así como<br />
un estudio de la Conquista que<br />
muestra la supervivencia de ciertos<br />
rasgos culturales de los mayas.<br />
A partir de datos obtenidos de<br />
diversas disciplinas —arqueología,<br />
antropología, etnohistoria, entre<br />
otras—, Sharer entreteje una<br />
reconstrucción histórica de más de<br />
2 mil años, donde se exponen los<br />
diversos procesos sociales y políticos<br />
que definieron la trayectoria de la<br />
civilización maya, desde las polémicas<br />
posturas académicas en torno a su<br />
origen hasta el “colapso” que terminó<br />
con la cultura del periodo Clásico<br />
(250-900 d. C.).<br />
A través de una prosa ligera<br />
y apoyado en recientes estudios<br />
epigráficos, el autor explica las<br />
historias particulares de las<br />
numerosas ciudades mayas, como<br />
Palenque, Tikal, Copán, entre otras,<br />
donde se describen las dinastías,<br />
guerras y relaciones políticas que las<br />
ciudades del Clásico mantuvieron<br />
entre sí. Robert J. Sharer, arqueólogo<br />
estadounidense, trabajó en varios<br />
sitios mayas, como Quiriguá,<br />
Guatemala, y es autor de diversas<br />
obras sobre el tema. (María Elena<br />
Vega Villalobos)<br />
ANTROPOLOGÍA<br />
Traducción de María Antonia Neira Bigorra<br />
3ª ed., 1998, 882 pp.<br />
968 16 4771 8<br />
$1004<br />
UNA SELVA DE REYES<br />
La asombrosa historia de los<br />
antiguos mayas<br />
LINDA SCHELE Y DAVID<br />
FREIDEL<br />
Éste es uno de los libros que más<br />
impacto ha causado —en sus primeros<br />
años a la venta en inglés, esta obra<br />
alcanzó las dimensiones de un<br />
verdadero best-seller— en los estudios<br />
sobre los mayas prehispánicos,<br />
pues cambió para siempre la visión<br />
que se tenía de esta civilización. Se<br />
trata de una de las primeras grandes<br />
síntesis que abordan el estudio de las<br />
secuencias dinásticas de distintos<br />
señoríos mayas, basada en diversas<br />
lecturas epigráficas a partir del<br />
desciframiento que tuvo lugar de<br />
manera ininterrumpida desde 1973,<br />
cuya protagonista fue Linda Schele.<br />
Consta de dos libros simultáneos:<br />
el texto principal se caracteriza por<br />
la fluidez de su prosa y la recreación<br />
casi <strong>nov</strong>elística de la vida de los<br />
mandatarios mayas del periodo<br />
Clásico (250-900 d. C.); el segundo<br />
lo constituyen las notas, llenas de<br />
erudición, donde se proporcionan<br />
los argumentos académicos que<br />
sustentan las interpretaciones<br />
vertidas en la obra. Los puntos más<br />
destacados de la obra incluyen la<br />
idea de que los señores mayas se<br />
autodefinían como seres divinos<br />
y encarnaban el axis mundi de sus<br />
ciudades, representados en las estelas<br />
como árboles cósmicos (de ahí el<br />
título: Una selva de reyes), así como la<br />
propuesta de que la guerra, regulada<br />
por diferentes aspectos del planeta<br />
Venus, jugó un papel protagónico.<br />
Aunque ambos puntos de vista no<br />
son completamente aceptados por<br />
los mayistas de la actualidad, el libro<br />
sigue siendo una importante obra de<br />
consulta debido a sus innumerables<br />
datos. (Érik Velásquez García y María<br />
Elena Vega Villalobos)<br />
antropología<br />
Traducción de Jorge Ferreiro<br />
Fotografías de Justin Kerr<br />
1ª ed., 1999, 598 pp.<br />
968 16 5385 8<br />
$718<br />
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
TODO EN CALMA PARA EL 4 AJAW 3 K’ANK’IIN<br />
GRANDEZA<br />
Y DECADENCIA<br />
DE LOS MAYAS<br />
J. ERIC S. THOMPSON<br />
El arqueólogo británico John Eric<br />
Sydney Thompson, uno de los<br />
investigadores más destacados<br />
en la historia de los estudios<br />
mayas, presenta en esta obra una<br />
reconstrucción de la sociedad<br />
maya prehispánica a partir de los<br />
conocimientos que se tenían en los<br />
primeros años de la segunda mitad del<br />
siglo xx, a saber, la hipótesis de que<br />
la civilización maya fue una sociedad<br />
pacífica cuya escritura carecía de<br />
signos fonéticos. Para el autor, los<br />
mayas del periodo Clásico (250-900<br />
d. C.) alcanzaron un gran esplendor en<br />
el ámbito de lo abstracto, pero pobres<br />
resultados en el terreno de lo práctico.<br />
Su organización sociopolítica se<br />
basaba en una federación de ciudades-<br />
Estado, las cuales eran regidas por<br />
nobles teocráticos, y sus vestigios<br />
arqueológicos —esas grandes<br />
concentraciones arquitectónicas—<br />
no fueron nunca ciudades, sino<br />
centros ceremoniales vacíos que sólo<br />
eran ocupados durante las fiestas y<br />
días de mercado. Thompson explicaba<br />
el denominado “colapso” maya como<br />
una revuelta campesina, fruto<br />
de una revolución de los labradores<br />
que no toleraban más las demandas<br />
de los gobernantes, a los cuales<br />
masacraron o desterraron. A partir<br />
de esto, la civilización maya vivió un<br />
periodo de decadencia, originado por<br />
los habitantes del centro de México,<br />
con los cuales los mayas entraron<br />
en contacto después del siglo x.<br />
Esta obra se encuentra ilustrada<br />
con varias estampas pintorescas de la<br />
antigua vida cotidiana de los mayas,<br />
donde el autor hace gala de sus dotes<br />
literarias, aunque sin dejar libre<br />
su fantasía, pues se apoya en datos<br />
arqueológicos y etnohistóricos, así<br />
como en analogías etnográficas. (Érik<br />
Velásquez García y María Elena Vega<br />
Villalobos)<br />
antropología<br />
Traducción de Lauro José Zavala<br />
3ª ed., 1984, 400 pp.<br />
978 968 160 535 3<br />
$213<br />
ARTE Y ARQUITECTURA<br />
MAYA<br />
MARY ELLEN MILLER<br />
Mary Ellen Miller es una las más<br />
importantes historiadoras del arte<br />
maya que existen en el mundo; la<br />
académica de la Universidad de<br />
Yale es especialista en los murales<br />
de Bonampak, tema en el que lleva<br />
trabajando más de 30 años. Este libro<br />
ofrece al lector una síntesis llena de<br />
reflexiones sobre el legado plástico<br />
de los antiguos mayas prehispánicos,<br />
especialmente del periodo Clásico<br />
(250-900 d.C.), hasta lo que se conocía<br />
hacia 1998. El punto de vista de Miller<br />
toma en cuenta valoraciones que<br />
sólo una historiadora del arte puede<br />
hacer respecto a materiales, técnicas,<br />
estilos, convenciones de figuratividad,<br />
color, espacialidad, perspectiva y<br />
otros aspectos que caracterizan a la<br />
producción pictórica, escultórica,<br />
arquitectónica y sobre otros soportes<br />
del arte maya. A través de una<br />
reflexión sobre el arte, especialmente<br />
en lo que atañe a la transformación<br />
para representar la figura humana,<br />
la autora nos ofrece su punto de<br />
vista sobre la historia de aquella<br />
civilización amerindia.<br />
Esta edición cuenta, además, con<br />
la revisión del autor de esta reseña en<br />
lo que atañe a los términos técnicos<br />
usados por los mayistas, así como la<br />
actualización de las transcripciones<br />
más recientes de los nombres de<br />
los gobernantes mayas, los cuales<br />
variaron considerablemente desde la<br />
primera edición en inglés de este libro<br />
en 1999. (Érik Velásquez García)<br />
historia del arte en méxico<br />
Traducción de Mariano Xavier Sánchez<br />
Ventura y Blanco<br />
1ª ed., 2009, 226 pp.<br />
978 607 160 077 6<br />
$290<br />
10 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>
La Corona ligó la activación ritual del Bloque v con<br />
acontecimientos pretéritos mencionados en la propia<br />
inscripción, que tuvieron para él gran importancia<br />
política: 1] una lid en el juego de pelota de Sak Nikte’<br />
(nombre antiguo de La Corona), que tuvo lugar el<br />
16 de febrero de 635 y donde participó el legendario<br />
gobernante Yuhkno’m Ch’e’n de la dinastía Kanu’l,<br />
artífice y fundador de la hegemonía de Calakmul (ca.<br />
636-736 d. C.); 2] el posible establecimiento de la dinastía<br />
Kanu’l en Calakmul, acaecido oficialmente<br />
el 11 de abril de 635, dado que esa familia de gobernantes<br />
mayas probablemente procedía del sur de<br />
Quintana Roo; 14 3] un acontecimiento de naturaleza<br />
desconocida, pues el jeroglífico de su verbo está<br />
totalmente erosionado en la misma inscripción del<br />
Bloque v, si bien conservamos la fecha, que convertida<br />
al calendario gregoriano es 12 de abril de 635.<br />
Asimismo, igual que le ocurriera a B’ahlam Ajaw<br />
de Tortuguero, quien asoció la consagración de<br />
su edifico (Wak Haab’ Naah) y su texto jeroglífico<br />
con la fecha futurista y aniversario de la Creación<br />
13.0.0.0.0, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>, Chak Ak’ach<br />
Yuhk de La Corona ligó la activación ritual del Bloque<br />
v con dos importantes cierres de b’aak’tuun que<br />
aún no habían ocurrido y estaban lejos en el tiempo:<br />
10.0.0.0.0, 15 de marzo de 830, y 13.0.0.0.0, 23 de diciembre<br />
de <strong>2012</strong>.<br />
Y del mismo modo que B’ahlam Ajaw de Tortuguero,<br />
luego de hablar de la fecha de <strong>2012</strong>, ejecutó un<br />
“boomerang” narrativo, pues aparentemente vuelve<br />
a referirse a su propio presente (669 d. C.): Chak<br />
Ak’ach Yuhk de La Corona sólo menciona la fecha<br />
futurista de 830, pero no dice nada sobre ella, pues<br />
lo que viene a continuación es la frase i yuxul k’an<br />
tuun tahn ch’e’n Sak Nikte’ Chak Ak’ach Yu[h]k ajaw<br />
yi[taaj] Yu[h]k[no’m] [Y]ihch’aak K’ahk’, uhxlaju’n winikhaab’<br />
ajaw, “entonces el señor Chak Ak’ach Yuhk<br />
labró la piedra preciosa en el centro de la ciudad de<br />
Sak Nikte’ con [el gobernante] Yuhkno’m Yihch’aak<br />
K’ahk’, señor de trece k’atuunes”, lo que obviamente<br />
tuvo lugar en su propio presente (696 d. C.).<br />
Una última analogía entre ambas inscripciones<br />
reside en que cuando se refieren al jubileo de la Creación<br />
que tendría lugar en 13.0.0.0.0, 23 de diciembre<br />
14 Muy posiblemente de Dzibanché, tal como he argumentado en algunos<br />
artículos que publiqué en la década pasada; cfr. Érik Velásquez<br />
García, “Los posibles alcances territoriales de la infl uencia política de<br />
Dzibanché durante el Clásico temprano: nuevas alternativas para interpretar<br />
las menciones históricas sobre la entidad política de Kan”, en Rodrigo<br />
Liendo Stuardo (ed.), El territorio maya: memoria de la Quinta Mesa<br />
Redonda de Palenque, México, inah, 2008, pp. 323-352.<br />
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
TODO EN CALMA PARA EL 4 AJAW 3 K’ANK’IIN<br />
de <strong>2012</strong>, ninguna contiene profecía alguna. En el<br />
caso del Bloque v de la Escalera Jeroglífica 2 de La<br />
Corona sólo se menciona lo siguiente: ha[l]jo’m u[h]<br />
to’m ta Chan Ajaw k’in(?) Uhx Un[ii]w, “un tiempo<br />
largo habrá sido, habrá ocurrido en el día(?) 4 Ajaw<br />
3 K’ank’iin”.<br />
¿Por qué los mayas desearon asociar la construcción<br />
de sus inscripciones y edificios con importantes<br />
cierres de k’atuun y de b’aak’tuun que tendrían<br />
lugar en el futuro? Parte de la respuesta parece residir<br />
en las ya mencionadas páginas de los números<br />
de serpiente del Códice de Dresde, donde la creación<br />
de los grandes ciclos calendáricos fue designada<br />
con el mismo verbo pat, “formar” o “construir”,<br />
que en las inscripciones se usaba para consignar la<br />
edificación de estructuras arquitectónicas y monumentos<br />
de piedra. Según parece, los antiguos mayas<br />
veían el orden calendárico de la misma manera<br />
que concebían el espacio organizado a través de<br />
la acción de sus escultores y arquitectos. Más aún,<br />
conviene tener en cuenta que sus edificios e inscripciones<br />
eran de piedra y que este material fue<br />
concebido como la encarnación del tiempo, pues en<br />
las mitologías del mundo “la piedra se considera un<br />
lugar eterno, durable, capaz de soportar inundaciones,<br />
vientos y terremotos”. 15<br />
Pese a no existir ninguna profecía sobre el fin<br />
del mundo para diciembre de <strong>2012</strong>, conviene decir<br />
que los mayas de la época colonial, al igual que<br />
casi cualquier sociedad, tuvieron sus propias ideas<br />
sobre la forma como se destruiría el espacio en el<br />
que habitaban, dando lugar a un nuevo proceso de<br />
regeneración, si bien no especificaron fecha alguna.<br />
Así, por ejemplo, entre 1555 y 1559 fray Bartolomé<br />
de las Casas refiere que, entre los q’ekchi’s de Verapaz,<br />
“había […] noticia de un diluvio y de la fin del<br />
mundo, y llámanle Butic, que es nombre que significa<br />
diluvio de muchas aguas y quiere decir juicio, y<br />
así creen que está por venir otro Butic, que es otro<br />
diluvio y juicio, no de agua, sino de fuego, el cual dicen<br />
que ha de ser la fin del mundo, en el cual han de<br />
reñir todas las creaturas”. 16<br />
Semejante al anterior es un pasaje contenido en<br />
la Relación geográfica de la ciudad de Mérida (1579),<br />
15 Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones, traducción de Tomás<br />
Segovia, 11ª ed., México, Era, 1996, Biblioteca Era, p. 201.<br />
16 Bartolomé de las Casas, Apologética historia sumaria cuanto a las<br />
cualidades, disposiciones naturales, policías, repúblicas, manera de vivir<br />
e costumbres de las gentes destas Indias Occidentales y Meridionales cuyo<br />
imperio soberano pertenece a los reyes de Castilla, editado por Edmundo<br />
O’Gorman, México, iih (unam), 1967, vol. ii, p. 507.<br />
el cual confirma la creencia de los mayas yucatecos<br />
en diluvios sucesivos de agua y fuego, como también<br />
en un caimán que simbolizaba la inundación<br />
y la tierra: “Tuvieron también noticia de la caída<br />
de Lucifer y del Diluvio, y que el mundo se había de<br />
acabar por fuego, y en significación de esto hacían<br />
una ceremonia y pintaban un lagarto que significaba<br />
el Diluvio y la tierra, y sobre este lagarto hacían<br />
un gran montón de leña y poníanle fuego y, después<br />
de hecho brasas, allanábanlo y pasaba el principal<br />
sacerdote descalzo por encima de las brasas<br />
sin quemarse, y después iban pasando todos los que<br />
querían, entendiendo por esto que el fuego los había<br />
de acabar a todos.” 17<br />
Para terminar este artículo, sólo deseo agregar<br />
que en los textos legados por los mayas antiguos sí<br />
existe una curiosa profecía sobre el fin del mundo,<br />
misma que incluso fija una fecha precisa, aunque<br />
nada tiene que ver con el año <strong>2012</strong>. Ésta se encuentra<br />
en el folio 41 anverso del Chilam Balam de Ixil<br />
y fue escrita en 1658: “en ciento veintinueve años<br />
se acabará el mundo, así lo dijo Beroso por el incremento<br />
[de la población] del mundo. En 1787 se<br />
acabará por lo mucho que aumentará la descendencia<br />
en la tierra.” 18 Hasta donde sabemos ningún<br />
cataclismo de dimensiones apocalípticas tuvo lugar<br />
en 1787. Si esta profecía maya jamás se cumplió,<br />
¿por qué habríamos de creer lo que sostienen los<br />
modernos “iniciados” de la posmodernidad new<br />
age, nada apegados, por cierto, a los testimonios<br />
mayas antiguos? W<br />
Érik Velásquez García, doctor en Historia del Arte,<br />
es investigador del Instituto de Investigaciones<br />
Estéticas, de la UNAM.<br />
17 Mercedes de la Garza Camino (coord.), Relaciones histórico-geográfi<br />
cas de la Gobernación de Yucatán, México, cem (iifl, unam), 1983, vol. i,<br />
Fuentes para el Estudio de la Cultura Maya 1, p. 72.<br />
18 Laura Caso Barrera, Chilam Balam de Ixil. Facsimilar y estudio de un<br />
libro maya inédito, México, Artes de México-inah-cnca, 2011, p. 237.<br />
NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 11<br />
Fotografía: EL SEÑOR CIELO AVE MUÁN FESTEJA SU VICTORIA EN LA BATALLA, PERIODO CLÁSICO, ZONA ARQUEOLÓGICA DE BONAMPAK, CHIAPAS / CORTESIA DEL INAH
Fotografía: ZONA ARQUEOLÓGICA DE CHICHÉN ITZÁ/ LEÓN MUÑOZ SANTINI<br />
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
12 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
Las ganas de identifi car una profecía —catastrofi sta o de signo contrario— en un modesto<br />
trozo de piedra labrado por los mayas hace cientos de años habla de una inquietante tara social.<br />
Con una gota de humor, un reputado arqueoastrónomo describe en estas páginas los supuestos<br />
falsos en que se basan los augurios que anticipan un gran cataclismo en las cercanías del<br />
próximo solsticio invernal<br />
El 21 de diciembre del año en<br />
curso, miles de peregrinos,<br />
muchos de ellos organizados<br />
en grupos de “viajes sagrados”,<br />
se reunirán en Chichén<br />
Itzá, Tikal y muchos otros<br />
sitios célebres de la antigua<br />
América. Ahí esperarán una<br />
señal de los antiguos mayas<br />
que marque el fin del mundo<br />
tal como lo conocemos. ¿Nos apagaremos lentamente<br />
o habrá una explosión de euforia? ¿Será una<br />
tragedia o un gran placer? Todo depende de en cuál<br />
de los profetas del new age —una colección ecléctica<br />
de adivinos y místicos, con nombres tales como<br />
“Valum Votan, el que cierra el círculo” o el “Chamán<br />
Cósmico de la Estructura Galáctica”— quiera<br />
uno creer. En <strong>2012</strong>, el gran odómetro de la cuenta del<br />
tiempo de los mayas, conocido como la Cuenta Larga,<br />
una acumulación de varios pequeños ciclos del tiempo,<br />
regresará al cero y comenzará un nuevo ciclo de<br />
1 872 000 días (5 125.37 años). Conforme se acerca<br />
esa fecha tan esperada, han proliferado —en internet,<br />
impresas o filmadas— las historias acerca de lo<br />
que pasará: así, por ejemplo, en <strong>nov</strong>iembre de 2009 se<br />
estrenó <strong>2012</strong>, una cinta hollywoodense, retacada de<br />
efectos visuales, con el eslogan “Nos lo advirtieron”.<br />
Muchas de las predicciones se refieren al espacio<br />
exterior. Sabemos que existe un hoyo negro en<br />
el centro de la Vía Láctea y que en <strong>2012</strong> el Sol se<br />
alineará con el plano de la galaxia por primera vez<br />
en 26 mil años. Así, según los fatalistas, el hoyo<br />
negro alterará a nuestro sistema solar. Lawrence<br />
E. Joseph, autor de un libro intitulado Apocalypse<br />
<strong>2012</strong>, dice que llamas supergigantes estallarán en<br />
la superficie del Sol, lanzando un penacho extraordinario<br />
de partículas solares hacia la Tierra en el<br />
próximo pico de actividad solar. El campo magnético<br />
de la Tierra se invertirá, produciendo consecuencias<br />
terribles tales como violentos huracanes y la pérdida<br />
de todos los sistemas electrónicos de comunicación.<br />
¿Y los recientes desastres naturales, desde el tsunami<br />
en Japón hasta el huracán Sandy? Todo se relaciona<br />
con esta alineación y los antiguos mayas lo sabían<br />
con detalle. Ésas son las malas noticias.<br />
Pero también hay buenas noticias, según auguran<br />
los optimistas. Algunos dicen que, más que un cataclismo,<br />
tendremos un súbito amanecer en el tiempo<br />
cósmico; todos compartiremos una conciencia colectiva<br />
iluminadora que habrá de resolver los problemas<br />
mundiales. El Sol del solsticio de invierno se<br />
“mueve lentamente hacia el corazón de la galaxia”,<br />
escribe el antiguo ingeniero de sistemas y espiritua-<br />
ARTÍCULO<br />
¿Apocalipsis, ya?<br />
ANTHONY F. AVENI<br />
lista John Major Jenkins. El 21 de diciembre (o el 23,<br />
dependiendo de cómo uno alinee los calendarios),<br />
cuando el Sol pase la “Gran Brecha”, un rayo oscuro<br />
en la Vía Láctea —del que Jenkins dice que representa<br />
el “Vientre de la Creación” de los mayas—, el mundo<br />
se transformará. Y dice que entonces nos “volveremos<br />
a conectar con nuestro corazón cósmico”.<br />
Sin proponérselo, los antiguos mayas proporcionaron<br />
alimento para todo este galimatías cósmico.<br />
Monumentos tales como la Estela 25 de Izapa, un<br />
sitio periférico del Preclásico (ca. 400 a. C.), localizado<br />
en la costa del Pacífico mexicano, señala la<br />
alineación galáctica que marcará el fin de la Cuenta<br />
Larga. Se cree, por ejemplo, que la Estela 25 representa<br />
una escena de la creación, en la que un dios<br />
pájaro se posa en lo alto de un árbol cósmico. Jenkins<br />
piensa que este árbol representa una singular<br />
alineación norte-sur de la Vía Láctea —un mensaje<br />
de los mayas acerca de cómo se verá el cielo cuando<br />
la creación empiece de nuevo.<br />
Estas mareantes predicciones pueden confrontarse<br />
en términos tanto científicos como culturales.<br />
No hay mucha evidencia de que los mayas se<br />
preocuparan por la Vía Láctea. Cuando se refieren<br />
a ella, por lo común la imaginan como un camino.<br />
La asociación de la Vía Láctea con un árbol, a pesar<br />
de la popularidad que adquirió desde la publicación<br />
en 1997 del libro El cosmos maya (fce, 1999), de los<br />
notables mayistas David Freidel y Linda Schele, y el<br />
escritor Joy Parker, surge estrictamente del estudio<br />
de las culturas contemporáneas que descienden de<br />
los mayas.<br />
Desde una perspectiva astronómica, el ciclo de<br />
26 mil años que causa la realineación del Sol con<br />
el plano de la Vía Láctea fue descrito por el astrónomo<br />
griego Hiparco en 128 a. C. Observó una pequeña<br />
diferencia entre el año solar (el tiempo que<br />
toma a la Tierra girar alrededor del Sol) y el año<br />
estelar o sidéreo (el tiempo que toma al Sol realinearse<br />
con las estrellas). Como resultado, año tras<br />
año, la ruta del Sol y los puntos en los que sale y se<br />
pone cambian respecto del telón de fondo de las estrellas.<br />
Este fenómeno, llamado precesión, es causado<br />
por el cambio gradual del eje de rotación de la<br />
Tierra. En la práctica, esto significa que la posición<br />
del Sol en los equinoccios y los solsticios, que marcan<br />
las estaciones, cambia lentamente respecto de<br />
las constelaciones del zodiaco. Los observadores<br />
mayas del cielo poseían un zodiaco, así que pudieron<br />
observar la diferencia entre los años estelares<br />
y los años solares, pero no hay pruebas convincentes<br />
de que registraran la precesión, o de cómo lo<br />
habrían hecho.<br />
De acuerdo con los veneradores del <strong>2012</strong>, y con<br />
base en su interpretación de monumentos como<br />
la Estela 25, los mayas no sólo registraron la precesión,<br />
sino que la utilizaron para predecir cómo<br />
se vería el cielo cuando terminara la Cuenta Larga<br />
y empezara un nuevo ciclo de la creación. Sin embargo,<br />
cualquiera que se tome el trabajo de mirar<br />
al cielo nocturno descubrirá que la Vía Láctea, una<br />
ancha faja luminosa que cruza el cielo, se parece<br />
sorprendentemente poco a como se la representa<br />
en los programas de cómputo con los que se infiere<br />
cómo veían los planetas los antiguos observadores<br />
de estrellas. Por ejemplo, el plano galáctico es muy<br />
difícil de definir aun cuando el Sol no se halle en<br />
él, de modo que la alineación solar-galáctica no puede<br />
determinarse visualmente con mayor precisión<br />
que unos 300 años. Además, la “singular” orientación<br />
norte-sur de la Vía Láctea que se retrata en<br />
la Estela 25 en realidad sucede todos los años. Y lo<br />
que es más importante conceptualmente: no existen<br />
pruebas de que los mayas utilizaran mapas del<br />
cielo como dispositivos para representar lo que<br />
veían en la forma en que lo hacemos nosotros. Finalmente,<br />
no hay indicaciones de que a los mayas<br />
les importaran las llamas, las manchas solares o<br />
los campos magnéticos. Extraer profecías de monumentos<br />
como la Estela 25 viene a ser un ejercicio de<br />
selección de datos —a menudo incompletos, vagos<br />
o inaplicables— para justificar una idea carente de<br />
sentido y prejuiciada.<br />
La mayoría de la gente familiarizada con los antiguos<br />
mayas —incluso los que no son profetas de<br />
la fatalidad— sabe que éstos estaban obsesionados<br />
con unos muy complicados sistemas de medición<br />
del tiempo. Queda claro, a partir de sus códices, que<br />
sus astrónomos tenían la capacidad para predecir<br />
con gran precisión acontecimientos celestes, como<br />
los eclipses. Así que no es sorprendente que la gente<br />
de mente mística se sienta libre para atribuir a<br />
los antiguos mayas el poder de ver muy lejos hacia<br />
el futuro. Pero, ¿qué nos dice realmente el registro<br />
cultural acerca de la naturaleza de la medición del<br />
tiempo por los mayas y de la relación con sus ideas<br />
acerca de la creación?<br />
A principios del Clásico (ca. 200 d. C.), el Estado<br />
maya había logrado dominar el cultivo de la tierra,<br />
expandir su territorio y empezar a construir grandes<br />
ciudades con una exquisita arquitectura monumental.<br />
Estaban a punto de establecer una de las grandes<br />
civilizaciones del mundo antiguo. Unos cientos de<br />
años antes, los gobernantes mayas habían hecho una<br />
revisión fundamental de su calendario, que había de<br />
relacionar el surgimiento de los Estados mayas con<br />
NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 13<br />
Fotografía: DETALLE DEL CÓDICE DE DRESDE
sus propios mitos fundadores. Inventaron un enorme<br />
ciclo del tiempo: la Cuenta Larga. Una in<strong>nov</strong>ación<br />
brillante, trasplantaba las raíces de la cultura maya<br />
hasta el día mismo de la Creación. La Cuenta Larga<br />
se estableció a partir de su sistema vigesimal ya existente,<br />
con el día como unidad básica. Consta de 13 ciclos<br />
—que corresponden a los niveles del cielo maya,<br />
cada uno ocupado por objetos y deidades asociados<br />
con los cuerpos celestes— llamados b’aak’tuunes y<br />
que suman un periodo desde la creación de 5 125.37<br />
años estacionales. Al final de un ciclo de la creación,<br />
la cuenta vuelve a iniciarse con el siguiente Día Cero.<br />
Los textos grabados en estelas, a menudo colocadas<br />
en lugar prominente en muchos sitios mayas,<br />
suelen iniciar con una fecha de la Cuenta Larga,<br />
expresada como una serie de cinco números<br />
(12.8.0.1.13, por ejemplo, corresponde al 4 de julio<br />
de 1776), algo similar a la fecha con que se encabeza<br />
cualquier periódico. Estos marcadores del tiempo<br />
eran una forma de propaganda política y religiosa.<br />
Los gobernantes mayas los utilizaban para vincular<br />
acontecimientos culturalmente importantes pero<br />
cósmicamente triviales con sus historias personales<br />
—fechas de coronación, de alianzas matrimoniales,<br />
de victorias militares— y el inicio de pequeños ciclos<br />
temporales (por ejemplo, 9.15.0.0.0, la inscripción de<br />
la Estela B de Copán, marca el fin de un k’atuun o ciclo<br />
de 20 años) con la historia de sus dioses ancestrales,<br />
que habían creado el mundo. De esa manera, la<br />
Cuenta Larga de una estela daba al gobernante el poder<br />
de proclamar en términos concretos la extraordinaria<br />
longevidad de su abolengo.<br />
El principio de la Cuenta Larga, que marca el<br />
último episodio de la creación, tuvo lugar en el pasado<br />
mítico de los mayas. El Día Cero corresponde<br />
al 11 de agosto de 3114 a. C. Esa fecha se escribe<br />
13.0.0.0.0, que es la misma fecha que veremos<br />
13 b’aak’tuunes más tarde, cuando la Cuenta Larga<br />
dé el giro desde el 12.19.19.17.19, el 21 de diciembre<br />
de <strong>2012</strong> (un día de más o de menos), al siguiente Día<br />
Cero. El 11 de agosto cae cerca de una de las dos fechas<br />
en que, cada año, el Sol pasa directamente sobre<br />
la cabeza de un observador en las latitudes meridionales<br />
mayas —un acontecimiento del que se sabe<br />
que era de gran importancia en el mundo maya—.<br />
El 21 o 22 de diciembre es el solsticio de invierno<br />
(o cuando el Sol se “congela” en su trayectoria), que<br />
marca el día en que el Sol alcanza su posición más<br />
meridional en el cielo. De ahí que podamos concebir<br />
que los días cero pasados y futuros, o los acontecimientos<br />
creacionales, se vincularon deliberadamente<br />
con posiciones importantes del ciclo solar.<br />
¿Por qué la Cuenta Larga empieza en 3114 a. C.,<br />
mucho antes de que las comunidades arcaicas que<br />
habitaban la zona dejaran alguna evidencia de lo<br />
que conocemos como cultura maya? Si vemos cómo<br />
fueron establecidos los días cero en otros calendarios<br />
del mundo, tales como el cristiano, el romano<br />
o el sánscrito, la elección debe haber sido una fecha<br />
arbitraria ligada con algún evento más reciente de<br />
la historia maya, o que fue por sí mismo un momento<br />
significativo cultural o históricamente (similar a<br />
la forma en que el año señalado como del nacimiento<br />
de Cristo marca gruesamente el principio del calendario<br />
cristiano). Pero no había nada de especial<br />
acerca de la posición de la Vía Láctea o del zodiaco<br />
en esa fecha, ni nada significativo sucedió en el<br />
cielo. Los mayas habrán seleccionado determinada<br />
fecha simplemente con el fin de remontarse hacia<br />
atrás y decidir en qué fecha hubo de caer su propia<br />
Creación. Una fecha posible para este salto atrás es<br />
7.6.0.0.0. (236 a. C.), que es la que corresponde a las<br />
primeras inscripciones de la Cuenta Larga. 1 Esa fecha<br />
marca igualmente el fin de un k’atuun y lleva el<br />
nombre del mismo mes y día que la fecha de la Creación.<br />
Es divertido ver cómo los profetas del <strong>2012</strong> están<br />
seguros de que el mundo terminará para todos<br />
nosotros basándose en una fecha que puede haber<br />
tenido o no importancia histórica para los mayas<br />
hace unos cuantos miles de años, quienes a su vez<br />
buscaban una fecha unos cuantos miles de años<br />
más atrás. Los antiguos mayas podrían decirnos:<br />
“¡Ey, búsquense su propio día cero!”<br />
Aunque los mayas creían que las sucesivas crea-<br />
1 La Cuenta Larga no fue inventada por los mayas hacia 236 a. C. Los<br />
primeros registros de ese sistema calendárico son la Estela 2 de Chiapa<br />
de Corzo (36 a. C.) y la Estela C de Tres Zapotes (32 a. C.), ninguna de las<br />
cuales es maya. El ejemplo maya de contexto arqueológico más temprano<br />
conocido en las tierras bajas centrales es la Estela 29 de Tikal (292 d. C.).<br />
[Nota de Érik Velásquez García.]<br />
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
¿APOCALIPSIS, YA?<br />
ciones eran cíclicas, no hay una evidencia clara<br />
de qué es lo que pensaban que sucedería en nuestro<br />
13.0.0.0.0. Lo mismo podemos decir acerca de<br />
lo que ocurrió la última vez que el odómetro de la<br />
creación dio un giro. Pero una escena amenazante<br />
aparece en la última página del Códice de Dresde, 2<br />
un libro maya del siglo xiv que presenta la destrucción<br />
por inundaciones. Un caimán celeste vomita<br />
agua, que mana de glifos del “Sol” y la “Luna” pegados<br />
al cuerpo segmentado de la bestia. Más agua<br />
brota de un jarro sostenido por una deidad con forma<br />
de mujer anciana, que está suspendida en medio<br />
del cuadro. En el fondo, una deidad masculina porta<br />
flechas y una lanza. Versos de textos del inicio de la<br />
Colonia comprueban la historia de la creación por<br />
inundaciones. Curiosamente, los profetas contemporáneos<br />
de la fatalidad no han captado el mito de<br />
la inundación como una forma de destrucción, aunque<br />
sí lo han hecho los directores de películas. Entre<br />
los vívidos efectos especiales para el año <strong>2012</strong><br />
¡hay tsunamis que se tragan el Himalaya y lanzan<br />
un avión de carga contra la Casa Blanca!<br />
Las inscripciones monumentales mayas guardan<br />
silencio acerca de los acontecimientos de la creación<br />
anterior. En la Estela C de Quiriguá, en Guatemala, a<br />
la inscripción del año 13.0.0.0.0 le siguen algunas frases<br />
con jeroglíficos que se refieren al descenso de los<br />
dioses (relacionados con Cauac Cielo, el gobernante<br />
del momento, desde luego), que crearon el primer<br />
hogar colocando tres piedras de apoyo (representadas<br />
en el cielo por cierta parte de la constelación<br />
de Orión). Respecto del 13.0.0.0.0, el Monumento<br />
6 de Tortuguero, en Tabasco, habla del descenso de<br />
cierta entidad trascendental a la Tierra. Pero justo<br />
cuando la historia se está poniendo más interesante,<br />
los glifos se han borrado, dejando la puerta abierta<br />
para que los profetas sigan especulando.<br />
¿Debemos leer una historia real (y el futuro) en<br />
las narraciones mayas? ¿O podemos considerarlas<br />
como marcos de referencia para la trasmisión cultural<br />
de los tradicionales ritos de re<strong>nov</strong>ación, que<br />
tiene lugar al inicio de todos los ciclos temporales,<br />
tales como la aparición y desaparición de Venus o<br />
el calendario de 52 años que combina el año estacional<br />
con el calendario sagrado maya de 260 días?<br />
Cada año nosotros participamos en tales rituales<br />
en la noche de año nuevo. Nos compenetramos con<br />
nosotros mismos al celebrar el fin de nuestro ciclo<br />
estacional —a menudo con excesos absurdos— a<br />
medida que se acerca la medianoche. Entonces nos<br />
entregamos a pequeños actos de penitencia (los<br />
propósitos de año nuevo) para purificarnos, pues<br />
nos parece que se acerca un futuro más brillante.<br />
La gran mayoría de quienes están familiarizados<br />
con la cultura maya considera estas profecías de<br />
fin de ciclo como lecciones para restaurar el equilibrio<br />
del mundo, practicando cierta reciprocidad<br />
con los dioses, por ejemplo ofreciéndoles el pago de<br />
las deudas a cambio de cosechas abundantes. ¡Claro<br />
que los mayas nos inspiran: quieren que participemos<br />
en su cosmología! Pero en este sentido,<br />
los que veneran el <strong>2012</strong> no son muy distintos de los<br />
antiguos mayas en su deseo de volver a conectarse<br />
con el pasado y colocar su existencia en un contexto<br />
más amplio. Donde los mayas se vinculaban con sus<br />
dioses ancestrales al grabar las fechas de la Cuenta<br />
Larga en sus estelas, los profetas del <strong>2012</strong> utilizan<br />
los mitos mayas y las matemáticas para invocar<br />
cierta clase de benéfico espíritu universal o una elevada<br />
conciencia maligna.<br />
Hay algo acerca de la histeria del <strong>2012</strong> que es privativo<br />
del mundo de habla inglesa, sobre todo de Estados<br />
Unidos. La idea de que el mundo acabará con<br />
un cataclismo está firmemente plantada en la Nueva<br />
Inglaterra puritana. Formas de culto evangélicas y<br />
2 Cabe aclarar aquí un error común acerca de la “última” página<br />
del Códice de Dresde. La que se menciona aquí como tal (página 74 del<br />
códice) es apenas la introducción a las páginas de las ceremonias de año<br />
nuevo (páginas 25-28). Lo que ocurre es que cuando Dresde estaba a<br />
punto de ser bombardeada por los ingleses, en las postrimerías de la<br />
segunda Guerra Mundial, la gente que trabajaba en la Biblioteca Estatal<br />
de Sajonia acomodó como pudo las páginas del códice, que estaban entre<br />
dos cristales, a ver si se salvaba, con lo que mucha s páginas quedaron<br />
en desorden, algunas incluso de cabeza. Es preciso aclarar que, como<br />
notó Ernest Förstemann (1880), el códice ya tenía serios problemas de<br />
desorganización antes de 1876, pues había sido seccionado al menos<br />
en dos partes arbitrarias. Desde aquel entonces la página mencionada<br />
quedó hasta el final por accidente, problema que continuó y se acentuó<br />
tras el apresurado trabajo de los bibliotecarios de Dresde momentos<br />
antes del bombardeo inglés, pero ahora es una de las banderas que<br />
los “mayistas” new age enarbolan para decir que, por ser supuestamente<br />
la página final, representa el fin del mundo a través de un diluvio. [Nota<br />
de Érik Velásquez García.]<br />
apocalípticas destacaban en las 13 colonias en fecha<br />
tan temprana como la década de 1640, cuando los<br />
confesores se declaraban abiertamente preparados<br />
para que Dios descendiera del cielo y los desnudara<br />
para el juicio final. Dos siglos después, cientos de<br />
seguidores de William Miller (que se convertirían en<br />
adventistas del séptimo día) esperaban ansiosamente<br />
la “Esperanza Bendita”, a partir de los cálculos bíblicos<br />
de su líder, que señalaban la venida del Cristo<br />
el 22 de octubre de 1844. La gente trepó a los tejados<br />
para esperar —y seguir esperando— la Segunda<br />
Venida.<br />
Hoy, la previsión estadunidense de un fin de los<br />
tiempos de signo celestial se ha convertido en la dominante<br />
corriente secular. Muchos de nosotros recordamos<br />
el cometa Kohoutek, una bola de hielo enviada<br />
para destruir el mundo en 1973, o el proyecto de<br />
reclamo cósmico, milenario, que esperaba al cometa<br />
Hale-Bopp en 1997 —una “maternidad alienígena”<br />
que trajo consigo el suicidio de 39 miembros del culto<br />
de la Puerta del Cielo en California—. La celebrada<br />
convergencia cósmica de los ciclos del calendario azteca<br />
en 1987 es otro ejemplo del deseo estadunidense<br />
de verse bañado por revelaciones del más allá.<br />
No es una coincidencia que los mayas hayan entrado<br />
en los mitos modernos de creación y destrucción<br />
a principios de los años setenta del siglo xx,<br />
alrededor de la época en que los estudiosos empezaban<br />
a lograr significativos avances en el desciframiento<br />
de los jeroglíficos mayas. Repitiendo<br />
una tendencia que empezó un siglo antes con la escritura<br />
mística de Augustus Le Plongeon, emergió<br />
una literatura con ribetes pop: Secrets of the Mexican<br />
Pyramids de Peter Tompkins, Mexico Mystique<br />
de Frank Water y The Pyramid of Kukulcan de Luis<br />
Arochi, libros que decían revelar secretos del futuro<br />
que surgían del código maya. También fue alrededor<br />
de esta época cuando la idea de estar en el lugar<br />
adecuado en el momento adecuado empezó a colarse<br />
en la industria turística. Los turistas, muchos de<br />
ellos con tendencias espirituales new age, acuden<br />
en masa a Chichén Itzá en el equinoccio de primavera,<br />
por ejemplo, para ver una serpiente “emerger”<br />
de las sombras de El Castillo. El turismo sacro está<br />
haciendo sonar la caja registradora con el mito del<br />
<strong>2012</strong>. Se planean fiestas estelares en Copán y Tikal<br />
en el inicio del cambio temporal. Y negociantes industriosos<br />
han preparado equipos de supervivencia<br />
para ese año, tal vez un <strong>2012</strong> para dummies y camisetas<br />
con frasecitas alusivas, eso sin hablar de las<br />
películas. Más lo que se acumule esta semana.<br />
Vivimos en una sociedad orientada hacia lo material,<br />
inmersa en la técnica, que en cierto modo parece<br />
desconcertada por los caminos que nos abre la ciencia<br />
empírica y racional. De ahí parece surgir el notable<br />
atractivo de las explicaciones místicas escapistas<br />
sobre un punto final galáctico, repleto de sustentos<br />
matemáticos, históricos y cósmicos precisos (disfrazados<br />
de ciencia). En una época de ansiedad buscamos<br />
la sabiduría de los antepasados —incluso de los<br />
antepasados de otros pueblos— que parecen haberse<br />
perdido en las cambiantes arenas del tiempo. Quizá<br />
la única manera de recuperar el control sobre nuestro<br />
mundo carente de orden es redescubrir su conocimiento<br />
perdido y hacer uso de él. Por ello vemos de<br />
manera romántica a los antiguos mayas.<br />
Pero los majestuosos logros de los mayas y de<br />
otras complejas culturas del mundo antiguo son<br />
atractivos por sí mismos. No necesitamos vestirlos<br />
con ropajes occidentales o apocalípticos. Y la responsabilidad<br />
para educar al público acerca de lo que<br />
realmente sabemos de los mayas y de otras culturas<br />
extraordinarias —como la capacidad de los mayas<br />
para determinar sin ningún instrumento óptico<br />
la posición de Venus con una precisión de un día<br />
en 500 años— debe cargarse directamente sobre<br />
los hombros de aquellos de nosotros que pasamos<br />
nuestras vidas estudiándolos. La histeria del <strong>2012</strong><br />
nos permite preguntarnos si de verdad estamos haciendo<br />
nuestro trabajo o si el deseo de una conexión<br />
y una continuidad cósmicas es demasiado fuerte<br />
como para enfrentarlo con la ciencia y la razón. W<br />
Con el consentimiento del autor, hemos tomado —y<br />
adaptado ligeramente— este artículo del número<br />
de <strong>nov</strong>iembre-diciembre de 2009 de Archaeology.<br />
Traducción de Martí Soler.<br />
Anthony F. Aveni, académico de Colgate University,<br />
es autor de Observadores del cielo en el México<br />
antiguo (Antropología, 1981).<br />
14 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>
OBSERVADORES DEL<br />
CIELO EN EL MÉXICO<br />
ANTIGUO<br />
ANTHONY F. AVENI<br />
Esta obra de Anthony F.<br />
Aveni, pionero y decano de la<br />
arqueoastronomía mesoamericana,<br />
constituye un obligado libro de<br />
consulta para todos los interesados en<br />
el estudio de la astronomía indígena.<br />
La obra consta de cuatro secciones.<br />
En la primera, Aveni profundiza en<br />
los distintos testimonios y datos que<br />
se conservan sobre el tema. En la<br />
segunda invita al lector a imaginar<br />
cómo sería la astronomía sin el uso<br />
de lentes y telescopios, únicamente<br />
guiada por las observaciones a simple<br />
vista; en esta sección explica los<br />
conceptos fundamentales para la<br />
formación de todo arqueoastrónomo,<br />
como por ejemplo equinoccio,<br />
solsticio, paso cenital, refracción<br />
atmosférica, magnitud estelar, arcus<br />
visionis, eclíptica, ecuador celeste,<br />
ciclo sinódico, ciclo sideral, orto<br />
heliaco, etcétera. La tercera parte<br />
del libro está dedicada a exponer<br />
los fundamentos astronómicos<br />
de los principales calendarios<br />
mesoamericanos e incluye algunos<br />
apartados donde expone la estructura<br />
de las tablas de Venus y de los eclipses<br />
en los códices mayas, así como la<br />
discusión sobre la presunta existencia<br />
de un zodiaco y una tabla de Marte,<br />
sin olvidarse del importante problema<br />
de la correlación entre el calendario<br />
maya y el cristiano. Finalmente, en la<br />
cuarta sección, el autor expone lo que<br />
hasta entonces era conocido en torno<br />
a la orientación de la arquitectura<br />
y el urbanismo mesoamericanos,<br />
sosteniendo como idea central que el<br />
movimiento de los astros constituía<br />
el fundamento de las alineaciones<br />
arquitectónicas. (Érik Velásquez<br />
García)<br />
antropología<br />
Traducción de Jorge Ferreiro<br />
2ª ed., 2005, 517 pp.<br />
968 16 7293 3<br />
$405<br />
LA CIVILIZACIÓN<br />
DE LOS ANTIGUOS MAYAS<br />
ALBERTO<br />
RUZ LHUILLIER<br />
Esta obra del reconocido arqueólogo<br />
mexicano Alberto Ruz Lhuillier<br />
consta de cuatro ensayos, que se<br />
derivan de una serie de conferencias<br />
dictadas entre 1954 y 1955. El primero<br />
es de carácter general e introductorio<br />
al estudio de Mesoamérica; el segundo<br />
constituye una breve introducción<br />
a la cultura maya en particular,<br />
donde Ruz Lhuillier considera que la<br />
escritura era un sistema compuesto<br />
de ideogramas (logogramas) y signos<br />
fonéticos, y que los estudios que en<br />
ese entonces estaba realizando Yuri V.<br />
Knorosov representaban un esfuerzo<br />
serio para encontrar el camino del<br />
desciframiento; el tercero consta de<br />
breves reflexiones sobre el arte maya,<br />
cuyo carácter distintivo se debe,<br />
según el autor, a la homogeneidad<br />
étnica del pueblo que lo creó y al<br />
relativo aislamiento geográfico de esa<br />
civilización. En el último ensayo, el<br />
descubridor de la cámara funeraria<br />
del gobernante que hoy conocemos<br />
como K’ihnich Janaab’ Pakal I narra<br />
y describe el hallazgo de la tumba<br />
del Templo de las Inscripciones de<br />
Palenque, Chiapas, realizado entre<br />
1945 y 1952. Este texto es una obra<br />
clásica que, a pesar de haber sido<br />
escrita hacía varias décadas, cumple<br />
la función de introducir y motivar al<br />
lector al estudio de la cultura maya<br />
prehispánica. (Érik Velásquez García<br />
y Florencia Scandar)<br />
antropología<br />
3ª ed., 1991, 164 pp.<br />
978 968 163 514 5<br />
$95<br />
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
¿APOCALIPSIS, YA?<br />
COSTUMBRES<br />
FUNERARIAS<br />
DE LOS ANTIGUOS MAYAS<br />
ALBERTO<br />
RUZ LHUILLIER<br />
Esta obra clásica presenta una<br />
brillante síntesis de las costumbres<br />
funerarias de la civilización<br />
maya basada en la amplia gama<br />
de datos obtenidos por medio de<br />
la arqueología, la imaginería, la<br />
escritura jeroglífica, la osteología, la<br />
etnohistoria y la etnología. El texto<br />
incorpora las diversas prácticas<br />
religiosas que pueden interpretarse a<br />
través de las evidencias materiales,<br />
así como del arte y algunas de<br />
las tradiciones funerarias que han<br />
trascendido y aún pueden observarse<br />
en los asentamientos indígenas<br />
contemporáneos. Entre las diversas<br />
virtudes del libro pueden encontrarse<br />
la erudición y el aprovechamiento de<br />
un cuidadoso enfoque comparativo en<br />
las secciones finales de la obra, pero<br />
sobre todo la adecuada parcelación<br />
de los datos en distintos periodos<br />
y regiones, dejando entrever que<br />
en este aspecto de la cultura las<br />
diversas comunidades mayances<br />
tienen y tuvieron una variedad rica<br />
y caleidoscópica. (María Elena Vega<br />
Villalobos y Érik Velásquez García)<br />
antropología<br />
1ª ed., 1989, 396 pp.<br />
968 16 3316 4<br />
$165<br />
EL DESCIFRAMIENTO DE<br />
LOS GLIFOS MAYAS<br />
MICHAEL D. COE<br />
En 1952, el etnólogo soviético Yuri<br />
V. Knorosov (1922-1999) publicó el<br />
primero de muchos artículos donde<br />
mostraba que la escritura jeroglífica<br />
maya era un sistema morfofonético<br />
o logosilábico, semejante a otros<br />
sistemas del mundo. Dicha<br />
propuesta tardó un par de décadas<br />
en ser comprendida y aceptada por la<br />
comunidad de estudiosos de la cultura<br />
maya, quienes en su mayoría opinaban<br />
que la escritura de esta civilización<br />
tenía muy pocos elementos fonéticos.<br />
Uno de los primeros en reconocer<br />
la propuesta de Knorosov fue el<br />
autor de este libro, quien, en una<br />
mezcla de investigación historiográfica<br />
y exposición de su propia experiencia<br />
de vida, nos proporciona una amena<br />
historia del desciframiento. La obra<br />
comienza con un capítulo elocuente<br />
(“La palabra hecha visible”), en el que<br />
sostiene que todos los sistemas de<br />
escritura del mundo representan el<br />
lenguaje verbal, pues el concepto de<br />
supuestas escrituras que sólo sirven<br />
para representar ideas se basa en<br />
errores interpretativos arrastrados<br />
desde el siglo xvii. A lo largo de los<br />
siguientes capítulos, Coe repasa<br />
las distintas etapas de valoración<br />
que ha tenido la escritura maya,<br />
explicando el antifonetismo que<br />
imperó hasta mediados del siglo xx,<br />
su cuestionamiento por Knorosov,<br />
el reconocimiento de elementos<br />
biográficos de los gobernantes hecho<br />
por Tatiana A. Proskouriakoff, la<br />
importancia del método ecléctico<br />
—que inauguró la época moderna<br />
en el desciframiento, a partir<br />
de 1973—, el estudio de los textos<br />
plasmados sobre la cerámica, la<br />
explicación de los métodos modernos<br />
de desciframiento y una reflexión del<br />
desarrollo de la epigrafía en los últimos<br />
años del siglo xx. Este libro tiene<br />
como propósito central homenajear y<br />
reconocer la aportación de Knorosov<br />
al desciframiento de la escritura maya.<br />
(Érik Velásquez García y Florencia<br />
Scandar)<br />
antropología<br />
Traducción de Jorge Ferreiro<br />
2ª ed., 2010, 309 pp.<br />
978 607 160 199 5<br />
$276<br />
NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 15
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
Está por renacer, enaltecida por un cuidadoso prólogo de Rodrigo Martínez Baracs,<br />
la versión del Popol Vuh que el diplomático y escritor guatemalteco Adrián Recinos<br />
preparó para el Fondo hace más de seis décadas. Libro esencial para entender<br />
la cosmovisión maya, es sobre todo una pieza de excepcional lirismo<br />
Desde hace décadas se escucha<br />
en todo tipo de<br />
medios que los mayas<br />
previeron el fin del mundo.<br />
Que todo acabará<br />
para el género humano<br />
en diciembre del <strong>2012</strong>.<br />
E incluso se da la fecha<br />
exacta. Faltaba más. No<br />
por nada el calendario<br />
maya alcanzó un refinamiento extraordinario. Precisamente<br />
ese refinamiento —los avanzados conocimientos<br />
de los mayas en materia de matemáticas y<br />
astronomía— avalaría ante los crédulos la exactitud<br />
del supuesto pronóstico (ya más bien tomado como<br />
profecía) cuyo fundamento es una caprichosa lectura<br />
de la estela número 6 encontrada en el cerro<br />
de Tortuguero, sitio arqueológico ubicado al sur del<br />
municipio de Macuspana, Tabasco, cerca de Palenque.<br />
En esa estela, de la cual se conservan tres fragmentos,<br />
aparece inscrita una fecha que, se presume,<br />
señala la conclusión de un ciclo de cientos de años y<br />
el retorno de un dios, Bolom Yonté. A pesar de que la<br />
epigrafía maya se ha desarrollado mucho en los últimos<br />
sesenta años, es muy difícil saber bien a bien lo<br />
que se inscribió en esa estela por la sencilla razón<br />
de que parte de sus glifos se ha desvanecido. 1<br />
¿Cómo se difundió la idea de un cataclismo planetario?<br />
A saber. Es algo tan asombroso como la<br />
fascinación que ejerce sobre un enorme número de<br />
personas la idea de una catástrofe final. (“Para qué<br />
tanto penar: vamos ahorrándonos el esfuerzo de vivir.”)<br />
La imaginación humana parece haber estado<br />
poblada siempre de fantasías escatológicas. Hay algunas<br />
que son casi universales, como el diluvio.<br />
Entre los mayas, como lo prueba el Popol Vuh, se<br />
creía que los dioses habían creado y destruido diversas<br />
humanidades o especies antropomórficas<br />
(hechas de barro, de madera) antes de crear a la humanidad<br />
actual, hecha de maíz. En cualquier caso,<br />
dado nuestro origen similar, los seres humanos somos<br />
potencialmente destruibles —de ahí que de antemano<br />
parezcamos dispuestos a asumir un destino<br />
similar al de nuestros míticos antecesores.<br />
Pero sería doloroso desaparecer cuando estamos,<br />
tras décadas de investigación y estudio, en el<br />
umbral de entender un poco mejor la cultura maya.<br />
I I<br />
Han pasado sesenta y cinco años desde que el Fondo<br />
de Cultura Económica publicó por primera vez en la<br />
benemérita serie Biblioteca Americana la primera<br />
traducción directa al español, íntegra, fruto del esfuerzo<br />
de Adrián Recinos, del Popol Vuh, uno de los<br />
pocos, maravillosos testimonios de la cosmogonía<br />
maya con que hoy contamos.<br />
“El libro indígena más importante de América”<br />
—como lo calificó Ermilo Abreu Gómez en 1950, al<br />
presentar su versión sucinta, modernizada— es un<br />
libro tan hermoso como controvertido, con un historial<br />
largo y complejo. Escrito a mediados del siglo<br />
xvi, según anotó fray Francisco Ximénez, primera<br />
persona de lengua española a la que le fue dado conocerlo,<br />
así como su primer traductor, la obra que<br />
1 Quien desee saber más sobre el sitio y sus riquezas debe leer Tortuguero<br />
(unam, 2006), libro de Alfonso Arellano Hernández, historiador adscrito<br />
al Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas<br />
de la unam.<br />
ARTÍCULO<br />
El Popol Vuh<br />
de Adrián Recinos<br />
RAFAEL VARGAS<br />
hoy conocemos como Popol Vuh era un texto escrito<br />
en idioma quiché, pero con caracteres latinos, que<br />
todavía en 1701, cuando lo leyó Ximénez, carecía<br />
de título. Ximénez tampoco le dio uno al terminar<br />
de verterlo a nuestro idioma, casi veinte años<br />
después. En vez de ello, simplemente escribió en la<br />
tapa: “Empiezan las historias del origen de los indios<br />
de esta provincia de Guatemala. Traducido de<br />
la lengua quiché en la castellana para más comodidad<br />
de los ministros del Santo Evangelio, por el R. P.<br />
F. Francisco Ximénez, cura doctrinero por el Real<br />
Patronato del Pueblo de Santo Thomas Chuilá.”<br />
Es posible que haya sido antes —como supone Delia<br />
Goetz, que con Sylvanus G. Morley es responsable<br />
de la primera versión del Popol Vuh en lengua inglesa—<br />
“un libro de pinturas con jeroglíficos que los sacerdotes<br />
interpretaban al pueblo para mantener vivo<br />
el conocimiento del origen de su raza y los misterios<br />
de su religión” —es decir, un códice— y que haya sido<br />
plasmado posteriormente en un manuscrito de apariencia<br />
“española” para preservarlo de la vehemente<br />
pasión destructiva de fray Diego de Landa y demás<br />
religiosos de su estirpe, empecinados en quemar ídolos<br />
y códices. O es quizás una compilación de relatos<br />
orales realizada por uno o más escribas, según diversos<br />
indicios. El hecho es que el texto recorrió un largo<br />
camino antes de convertirse en el inmenso clásico<br />
que es hoy, comparable, en términos de importancia<br />
histórica, al Ramayana, la Ilíada o la Biblia.<br />
Sería redundante abundar en la inagotable riqueza<br />
de la “Carta Magna del alma guatemalteca”, como<br />
llama Luis Cardoza y Aragón al gran clásico quiché<br />
en otro libro distintivo del Fondo: Guatemala, las líneas<br />
de su mano, en el que dedica varias páginas a esa<br />
obra capital, la cual, como pocas, “atesora la esencia<br />
de la condición humana como poesía en estado bruto,<br />
tan directa y elemental que, para poder narrar o<br />
explicar, recurre a la constante asunción del mito”.<br />
Tampoco tiene sentido tratar de reseñar la compleja<br />
historia del libro —la traducción de Ximénez,<br />
parcial, es sólo el principio, pero sin el trabajo del<br />
fraile el Popol Vuh no existiría: fue el resorte para<br />
que el espíritu del pueblo quiché se diera a conocer<br />
al mundo—. De ello se encarga minuciosamente Rodrigo<br />
Martínez Baracs en el extenso y erudito prólogo<br />
con que abre la edición conmemorativa.<br />
Lo que sí debe hacerse es celebrar que esta nueva<br />
edición haya dado origen a ese prólogo, por lo<br />
mucho que se aprende sobre la historia del libro<br />
a través de él, y también porque recupera para los<br />
lectores de hoy el nutrido cuerpo de notas con que<br />
Adrián Recinos dotó a la edición original. Ese aparato<br />
crítico se disminuyó cuando Arnaldo Orfila convino<br />
con Recinos, en 1959, que el Popol Vuh se publicara<br />
en Colección Popular, una serie mucho más económica<br />
que Biblioteca Americana, con el propósito<br />
de hacerlo más accesible al público (decisión que al<br />
cabo del tiempo ha significado la circulación de más<br />
de 600 mil ejemplares). Orfila no descartaba que el<br />
título siguiera publicándose en su primera colección,<br />
pero eso no volvió a ocurrir sino hasta este año, en el<br />
que precisamente se conmemora el quincuagésimo<br />
aniversario luctuoso de Recinos, un personaje muy<br />
destacado en la vida de Guatemala.<br />
I I I<br />
Adrián Recinos nació en la ciudad de Antigua, Guatemala,<br />
el 5 de julio de 1886. Cursó un bachillerato<br />
en letras y estudió después abogacía, e ingresó,<br />
poco antes de cumplir 22 años de edad, al servicio<br />
diplomático de su país, en abril de 1908. Catorce<br />
años después se había convertido en ministro de<br />
Relaciones Exteriores. Tuvo una intensa vida política.<br />
Alfonso Reyes lo conoció en 1925, en París,<br />
cuando Recinos, después de tres años de desempeñarse<br />
como embajador ante España, pasa por Francia,<br />
decidido a volver a su país. Apunta Reyes en su<br />
diario el lunes 2 de <strong>nov</strong>iembre de 1925: “Hoy se fue<br />
Adrián Recinos, ministro de Guatemala. Parece<br />
que va a ser candidato a la presidencia.” 2<br />
Recinos no buscará ese año la presidencia de su<br />
país, pero sí se convierte en presidente de la Asamblea<br />
Legislativa. Después de 1924, cuando edita las<br />
Poesías de José Batres Montúfar, uno de los poetas<br />
más notables de Guatemala en el siglo xix, su trabajo<br />
literario queda en segundo plano. En los veinte<br />
años siguientes la política y la diplomacia (es embajador<br />
ante Estados Unidos de 1928 a 1943) se convierten<br />
en sus actividades centrales.<br />
A la caída de Jorge Ubico, en julio de 1944, vuelve<br />
a Guatemala. Esta vez sí participará en la contienda<br />
presidencial. Enfrenta a uno de los políticos más estimados<br />
en la historia de ese país: Juan José Arévalo.<br />
En esta confrontación Recinos, católico y conservador,<br />
representa a la derecha; Arévalo, candidato del<br />
pueblo, gana con más del 85 por ciento de los votos y<br />
construye un proyecto de gobierno de corte socialista.<br />
Recinos sale de Guatemala y se instala en México.<br />
Con su bondad característica, Alfonso Reyes<br />
apunta en Letras de la Nueva España, al escribir<br />
el apartado relativo a poesía indígena: “Centón de<br />
versiones orales y textos hieráticos, pretender sacar<br />
de aquí una historia seguida todavía parecía a Max<br />
Müller cosa quimérica. La ciencia, con todo, logra<br />
al fin traslucir entre las nubes tornasoladas del<br />
Popol Vuh una síntesis histórica. Véase, en tal sentido,<br />
la diáfana introducción que don Adrián Recinos<br />
—ilustre guatemalteco a quien la ingratitud de la<br />
política devolvió a las Musas— pone al frente de su<br />
recientísima y sabia traducción (1947).” 3<br />
Durante su estadía en México Recinos trabó una<br />
estrecha relación con el Fondo, documentada en el<br />
archivo histórico de la casa y que es imposible cubrir<br />
por ahora. Baste decir que a fi nales de 1945, tal<br />
vez a instancias de su amigo, el arqueólogo estadunidense<br />
Sylvanus G. Morley, le escribió a Daniel Cosío<br />
Villegas para proponerle la publicación de su versión<br />
del Popol Vuh, y que la propuesta fue, como es obvio,<br />
bien acogida. Recinos se convirtió además en traductor<br />
del célebre estudio de Morley: La civilización<br />
maya (fce, 1947), y de otro gran libro de la literatura<br />
indígena guatemalteca: Memorial de Sololá (fce,<br />
1950). Un par de años antes de volver a su país publicó<br />
la extensa investigación que realizó aquí, acerca<br />
de Don Pedro de Alvarado, conquistador de México y<br />
Guatemala (fce, 1952); en 1998 se publicó un fragmento<br />
de ella en la colección Fondo 2000 bajo el título<br />
Muerte de Pedro de Alvarado.<br />
Recinos murió el 8 de marzo de 1962, rescatado<br />
para la posteridad más por Calíope que por Clío. W<br />
Rafael Vargas es una especie de arqueólogo literario<br />
que une el pasado remoto con el inmediato.<br />
2 Alfonso Reyes, Diario. 1911-1927, tomo i, México, fce, 2010, Letras<br />
Mexicanas, p. 122<br />
3 Alfonso Reyes, Letras de la Nueva España, en Obras completas, tomo<br />
xii, México, fce, 1960, p. 286.<br />
16 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>
SUEÑO Y ÉXTASIS<br />
Visión chamánica de los nahuas<br />
y mayas<br />
MERCEDES DE LA GARZA<br />
Este libro es una versión actualizada,<br />
enriquecida y corregida de Sueño<br />
y alucinación en el mundo náhuatl<br />
y maya (1990). Pero tiene tantas<br />
diferencias con aquél, que de verdad<br />
ésta constituye una obra diferente. La<br />
esencia argumentativa que sustenta<br />
ambas obras, sin embargo, es la<br />
misma; a saber: que en la cosmovisión<br />
de los pueblos nahuas y mayas el<br />
ser humano estaba compuesto por<br />
distintos elementos, tanto de materia<br />
perceptible a través de los sentidos<br />
ordinarios del estado de vigilia (carne<br />
y hueso), como de sustancias airosas<br />
o espirituosas que casi siempre<br />
sólo se podían captar bajo distintas<br />
modalidades del sueño (conocidas<br />
comúnmente como almas). Algunas<br />
de estas almas o espíritus se podían<br />
externar del resto del cuerpo de<br />
forma temporal e involuntaria (por<br />
ejemplo durante el sueño, susto,<br />
orgasmo, etcétera), pero también<br />
había y aún existen especialistas<br />
rituales que, bajo distintas técnicas<br />
chamánicas, son capaces de externar<br />
y controlar algunas de esas almas a<br />
voluntad, principalmente —aunque no<br />
siempre— con propósitos curativos y<br />
de diagnóstico, aunque también con<br />
afanes de adivinación.<br />
El libro ordena la información<br />
en dos grandes apartados: el de<br />
los nahuas y el de los mayas; a su<br />
vez cada uno se divide en pueblos<br />
prehispánicos, coloniales y modernos.<br />
La obra aborda temas tan complejos<br />
como el del nagualismo, el tonalismo,<br />
el concepto indígena del sueño,<br />
del aprendizaje, de la voluntad, de<br />
la memoria, de la clarividencia, la<br />
utilización de diversas plantas y<br />
animales psicoactivos, la medicina,<br />
la enfermedad, etcétera. Entre sus<br />
<strong>nov</strong>edades en relación con el primero,<br />
se encuentra una introducción que<br />
toca el tema de los fundamentos<br />
fisiológicos de la experiencia religiosa,<br />
la cognición y el sueño; la inclusión<br />
de un mayor número de datos que<br />
proceden de las inscripciones y<br />
códices jeroglíficos; el uso de un nuevo<br />
tipo de documentos: las vasijas mayas<br />
del periodo Clásico (250-900), así<br />
como una explicación de la manera en<br />
que estos conceptos se resignificaron<br />
e incluso condenaron durante la época<br />
colonial. Es preciso advertir que este<br />
tema es muy escurridizo, pues sus<br />
elementos varían considerablemente<br />
de una comunidad o época a otra,<br />
pero la virtud del libro es que suele<br />
especificar con precaución el contexto<br />
social o temporal de cada dato. (Érik<br />
Velásquez García)<br />
1ª ed., <strong>2012</strong>, unam-fce, 341 pp.<br />
978 607 022 931 2<br />
$385<br />
PALENQUE-LAKAMHA’<br />
Una presencia inmortal del<br />
pasado indígena<br />
MERCEDES DE LA GARZA,<br />
GUILLERMO BERNAL ROMERO<br />
Y MARTHA CUEVAS GARCÍA<br />
A diferencia de los estudios que van<br />
de los conocimientos generales a los<br />
particulares y plasman una síntesis<br />
global de lo que fue la gran cultura<br />
maya, esta obra aborda, desde lo<br />
particular, una compleja sociedad que<br />
contaba con millares de personas.<br />
Comprende como unidad de estudio<br />
una de las obras más grandiosas de<br />
la antigüedad americana, la ciudad<br />
maya de Palenque-Lakamha’, con la<br />
que se vislumbra el desenvolvimiento<br />
y la función de la ciudad como centro<br />
religioso, cabeza de reino, centro de<br />
almacenamiento y comunicación en<br />
un amplio territorio. Se describen<br />
las peculiaridades de este gran<br />
asentamiento, sus dimensiones, su<br />
belleza, su ubicación, así como sus<br />
extraordinarias inscripciones aún<br />
conservadas —que hoy, gracias a los<br />
importantes avances de la epigrafía<br />
y diversos campos de investigación,<br />
se abren a nosotros como una de las<br />
tantas voces para reconstruir una<br />
de las más importantes culturas<br />
mesoamericanas, y dar una<br />
imagen completa de la gran ciudad<br />
y su enigmática sociedad con su<br />
arquitectura, su poder político y su<br />
asombrosa concepción del cosmos y<br />
de los seres humanos, todo lo cual le<br />
ha permitido trascender su tiempo—.<br />
Palenque-Lakamha’ es resultado<br />
de un afanoso trabajo concluido<br />
por la historiadora Mercedes de<br />
la Garza, el epigrafista Guillermo<br />
Bernal Romero y la arqueóloga<br />
Martha Cuevas García, quienes en<br />
la preparación de esta obra dejaron<br />
traslucir un profundo vínculo<br />
emocional y quienes acertadamente<br />
comentan en el prólogo: “Nuestras<br />
distintas perspectivas disciplinarias<br />
e interpretaciones se han entrelazado<br />
en este libro para lograr una<br />
visión general y actualizada de la<br />
historia y las creaciones culturales<br />
de la gran urbe maya, accesible a<br />
cualquier lector, pero cimentada en<br />
los múltiples y rigurosos trabajos<br />
científicos realizados sobre<br />
Palenque”. (Elizabeth Aguilar Flores)<br />
fideicomiso historia de las américas.<br />
serie ciudades<br />
1ª ed., <strong>2012</strong>, El Colegio de México-fce, 339 pp.<br />
978 607 16 1061 4<br />
$ 220<br />
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
LOS MAYAS<br />
JACQUES SOUSTELLE<br />
Soustelle, etnólogo francés<br />
especialista en diversas culturas<br />
de Mesoamérica, ofrece aquí una<br />
reconstrucción de esta civilización<br />
a partir de numerosos datos<br />
obtenidos desde diversas disciplinas,<br />
como la arqueología, la historia, la<br />
antropología y la lingüística. Con<br />
una redacción ligera y fluida, el autor<br />
explica a sus lectores los distintos<br />
procesos políticos y culturales que<br />
sufrió la historia maya, su diversidad<br />
lingüística, las características<br />
particulares de las artes menores,<br />
así como los diferentes estilos<br />
arquitectónicos que encontramos<br />
a lo largo de las tierras mayas,<br />
centrándose en algunos sitios<br />
relevantes, como Palenque, Tikal<br />
y Uaxactún, así como en ciudades<br />
de Yucatán, donde sobresalen<br />
Uxmal y Sayil. Una vez definidas<br />
las principales características de la<br />
civilización maya, Soustelle aborda<br />
diversos temas relacionados con<br />
la vida cotidiana de esta cultura,<br />
su vestimenta, su organización<br />
sociopolítica, su religión, su escritura<br />
y calendario. La parte final de la obra<br />
detalla los últimos siglos de la historia<br />
maya prehispánica (desde el siglo xiii<br />
al xvi) y cierra con una descripción<br />
de la larga y compleja conquista de<br />
la zona maya. (María Elena Vega<br />
Villalobos)<br />
antropología<br />
Traducción de Jorge Ferreiro<br />
1ª ed., 1988, 276 pp.<br />
968 16 2868 3<br />
$335<br />
EL POPOL VUH<br />
Las antiguas historias del Quiché<br />
Esta obra contiene uno de los relatos<br />
míticos más conocidos de la cultura<br />
maya, que narra de forma hilada,<br />
estructurada y continua, y bajo<br />
su propia perspectiva, la creación<br />
del mundo y el devenir del pueblo<br />
quiché (k’ichee’), el grupo étnico<br />
más numeroso de las tierras altas<br />
de Guatemala, que durante el siglo<br />
xvi llegó a convertirse en la nación<br />
indígena hegemónica de la región, con<br />
su capital en Cumarcah (Q’umarkaj).<br />
Los mayistas suelen dividir la obra<br />
en una parte mítica, que se refiere al<br />
origen del cosmos y a las aventuras<br />
de los héroes mellizos Hunahpú<br />
(Junajpu’) e Ixbalanqué (Xb’alanke’),<br />
y una parte de carácter “histórico”,<br />
que consta de una crónica del grupo<br />
quiché desde sus orígenes hasta la<br />
época de Juan Reinoso, a mediados<br />
del siglo xvi. Sin embargo hay que<br />
recalcar que está división es ajena a<br />
los mayas y ambas partes se ubican en<br />
el mismo continuo.<br />
En esta edición, el historiador,<br />
ensayista y traductor guatemalteco<br />
Adrián Recinos presenta el texto<br />
completo traducido a partir del<br />
manuscrito quiché del padre fray<br />
Francisco Ximénez (1701-1704),<br />
en una prosa elegante y fluida, si<br />
bien no estrictamente apegada a la<br />
retórica indígena. Además cuenta<br />
con un texto introductorio y notas<br />
de gran erudición que aportan<br />
información útil tanto para el lector<br />
común como para el especialista.<br />
Dicho documento de la época<br />
colonial constituye una de las obras<br />
literarias básicas en la formación de<br />
todo mayista pues, a pesar de que<br />
los relatos míticos en él vertidos<br />
son versiones específicas del linaje<br />
Cavec (Kaweq) del grupo quiché,<br />
algunos de sus simbolismos globales<br />
pueden encontrarse a grandes rasgos<br />
en otros pueblos mayances, tanto<br />
prehispánicos, como coloniales y aun<br />
modernos. (Florencia Scandar y Érik<br />
Velásquez García)<br />
biblioteca americana<br />
Traducción, introducción y notas de Adrián<br />
Recinos<br />
Prólogo de Rodrigo Martínez Baracs<br />
3ª ed., <strong>2012</strong>, 296 pp.<br />
NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 17
Fotografía: TABLERO DE KINICH AHAU EN LA SALA MAYA DEL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA / CORTESÍA DEL INAH<br />
En México, hablar de los mayas —los de ayer y los de hoy— es imposible sin mencionar<br />
a Mercedes de la Garza. Dos recientes obras suyas publicadas por el Fondo nos dan pretexto<br />
para hacer este apretado recorrido por su vida profesional. Con abundantes reconocimientos<br />
académicos en su palmarés, no necesita mayor elogio, pero no está de más testimoniar, como<br />
hace aquí un alumno suyo, cuánto ha dejado en generaciones enteras de mayistas<br />
Mercedes de la Garza,<br />
una vida consagrada a los mayas<br />
La doctora Mercedes de la Garza<br />
Camino es una figura académica<br />
esencial y excepcional<br />
dentro de los estudios mesoamericanos<br />
y, particularmente,<br />
de los mayistas. Realizó<br />
estudios completos de la licenciatura<br />
en Letras Hispánicas<br />
(1957-1962) y, en 1967,<br />
llevó a cabo un viaje a la región<br />
maya que marcó su vida. Siempre ha evocado su<br />
primera visita a Palenque, la gran capital maya, que<br />
dejó una huella indeleble en su conciencia: “yo quiero<br />
entender todo esto”, se dijo, obsesionada ante los<br />
majestuosos edificios y monumentos del señorío de<br />
Pakal. Movida por este interés y pasión, ingresó a la<br />
licenciatura en Historia, obteniendo el grado de esta<br />
disciplina en 1972. Tuvo maestros excepcionales, entre<br />
los que destacan el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier<br />
y el historiador Miguel León Portilla. En 1975<br />
recibió el título de maestra en Historia de México y,<br />
en 1982, el de doctora en Historia. Todos estos estudios<br />
los realizó en la Facultad de Filosofía y Letras<br />
(ffyl) de la unam.<br />
Inició su carrera docente en 1973, cuando ingresó<br />
como profesora de asignatura en la propia ffyl<br />
para impartir el curso La Civilización Maya, y en<br />
1979 se hizo cargo del Seminario de Cultura Maya.<br />
Quienes fuimos sus alumnos, asistimos a verdaderas<br />
conferencias magistrales. Recuerdo que en sus<br />
sesiones Mercedes nos mostraba —con numerosas<br />
diapositivas— el universo multicolor de las ciudades<br />
y monumentos mayas; sus comentarios, imbuidos<br />
de claridad, sencillez, inteligencia y profun-<br />
MAYA MAY MAYA MAYAS AYA AY A S SSÍ S SSÍ S SÍ, SÍ S SSÍ<br />
, PROFECÍAS PR P PR OFEC OFE OFEC FEC FE FEC FE ÍA ÍAS AS NO<br />
SEMBLANZA<br />
GUILLERMO BERNAL ROMERO<br />
didad, nos transmitieron el deseo de comprender<br />
la historia y la cultura de los mayas, no sólo la prehispánica,<br />
sino también la colonial y la contemporánea.<br />
Uno de los logros docentes más notables de<br />
la doctora De la Garza fue la creación, en 1993, del<br />
Posgrado en Estudios Mesoamericanos (de la ffyl<br />
y el Instituto de Investigaciones Filológicas), del<br />
que fue coordinadora hasta 1999. Ha recibido varias<br />
distinciones, entre las que destacan el Premio<br />
Universidad Nacional de Docencia en Humanidades,<br />
en 1995. En 2005 fue electa como miembro de<br />
número de la Academia Mexicana de la Historia.<br />
A partir de 1977 y hasta 1990, fungió como directora-coordinadora<br />
del Centro de Estudios Mayas<br />
del Instituto de Investigaciones Filológicas (iifl),<br />
periodo durante el cual promovió proyectos editoriales<br />
fundamentales, como la serie Fuentes para<br />
el Estudio de la Cultura Maya, y eventos académicos,<br />
como el Primer Coloquio Internacional de Mayistas.<br />
Entre 1997 y 2000 fue directora del Museo<br />
Nacional de Antropología, periodo durante el cual<br />
organizó múltiples exposiciones nacionales e internacionales.<br />
De 2001 a 2009 se desempeñó como directora<br />
del iifl.<br />
En notable equilibrio con su tarea docente e institucional,<br />
ha llevado una intensa labor de investigación.<br />
En 1973 ingresó al Centro de Estudios Mayas<br />
de la unam y en la actualidad ocupa una plaza<br />
de Investigadora Titular C de Tiempo Completo. En<br />
1984 ingresó al Sistema Nacional de Investigadores<br />
y, después de ser promovida cada tres años, fue<br />
nombrada investigadora emérita del Conacyt, en<br />
1999. La unam también le concedió el emeritazgo<br />
como investigadora, en <strong>2012</strong>.<br />
Tal como lo ha apreciado la doctora Laura Sotelo,<br />
“las investigaciones de Mercedes de la Garza se<br />
han caracterizado por una significativa originalidad<br />
en sus búsquedas y por el rigor de sus trabajos,<br />
así como por el estilo fluido y preciso de sus obras.<br />
Su labor de investigación se ha desarrollado en tres<br />
vertientes principales: el pensamiento, la historia y<br />
la literatura de los mayas y los nahuas. Es el terreno<br />
del pensamiento religioso donde se encuentran sus<br />
principales aportaciones, que se sustentan en los<br />
enfoques teóricos y metodológicos de la fenomenología<br />
y la historia de las religiones. En estos trabajos<br />
aborda el análisis de los fenómenos religiosos: dioses,<br />
símbolos, ritos, buscando sus peculiaridades,<br />
a la vez que su estructura significativa de carácter<br />
universal.” Con base en este enfoque y en el método<br />
histórico, ha escrito once libros, dos cuadernos<br />
de autoría original y ocho libros más en coautoría,<br />
así como 56 capítulos de libros, 68 artículos y otras<br />
33 publicaciones diversas (prólogos, discursos, presentaciones,<br />
reseñas…). De sus libros, capítulos y<br />
artículos, varios se han publicado en otros idiomas<br />
y en otros países: España, Italia, Francia, Holanda,<br />
Alemania, Inglaterra, Rusia, Estados Unidos,<br />
Venezuela y Japón, formando parte de revistas especializadas,<br />
de libros y de enciclopedias de las<br />
religiones.<br />
Entre sus libros, cabe destacar los siguientes: El<br />
hombre en el pensamiento religioso náhuatl y maya<br />
(México, unam, 1978), Literatura maya (Caracas,<br />
Ayacucho, 1980), El universo sagrado de la serpiente<br />
entre los mayas (México, unam, 1984), Sueño y alucinación<br />
en el mundo náhuatl y maya (México, unam,<br />
1990, traducido al francés y al inglés), Aves sagradas<br />
18 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>
de los mayas (México, unam, 1995) y Rostros de lo sagrado<br />
en el mundo maya (México, Paidós, 1998). De<br />
sus trabajos de divulgación destacan los libros Los<br />
mayas, tres mil años de civilización, editado en seis<br />
idiomas (Monclem, 1992), y Palenque (Gobierno del<br />
Estado de Chiapas-Porrúa, 1992). Sus numerosos libros<br />
y artículos han ejercido una poderosa influencia<br />
sobre varias generaciones de investigadores y lectores<br />
no especializados, nacionales y extranjeros.<br />
Dotada de una férrea disciplina, constancia, pasión<br />
y amor por la investigación, Mercedes de la<br />
Garza no ha detenido su producción académica.<br />
Tan sólo en <strong>2012</strong>, el fce publicó dos nuevos libros<br />
de ella, que reseñamos a continuación. El primero,<br />
Sueño y éxtasis. Visión chamánica de los nahuas<br />
y de los mayas (México, fce-iifl, <strong>2012</strong>), es el resultado<br />
de largos años de recopilación de datos, planteamientos<br />
de problemas y propuestas de interpretación<br />
de un aspecto esencial de las mentalidades<br />
maya y nahua: las percepciones, concepciones,<br />
contextos y procesos de cambio y continuidad que<br />
estas culturas mesoamericanas tejieron en torno<br />
al mundo numinoso y sobrenatural. Penetra en los<br />
oscuros umbrales de la psique de los chamanes e<br />
ilumina el abigarrado mosaico de entidades anímicas<br />
sutiles, internas y externas, que interactuaban<br />
en los momentos de sueño y trance extático. Documenta<br />
puntualmente el uso y propiedades de sustancias<br />
psicoactivas, así como sus connotaciones<br />
sagradas. Explora las cualidades y la volición de las<br />
entidades íntimas, cosustanciales y geminadas del<br />
ser humano —los naguales—, esclareciendo su compleja<br />
naturaleza y funciones, así como sus relaciones<br />
de mediación con dioses y antepasados.<br />
La investigación de De la Garza no es una mera<br />
carta descriptiva o imagen fija de las creencias chamánicas<br />
de los mayas y nahuas prehispánicos, ya<br />
que rastrea sus pervivencias coloniales y modernas,<br />
matizando los alambicados procesos de transformación,<br />
resistencia y adaptación del sistema de<br />
creencias precolombino ante la imposición del cristianismo.<br />
Así, la continuidad y el cambio de las concepciones<br />
indígenas se enlazan a través del accidentado<br />
proceso de su devenir histórico. Una cualidad<br />
notable de Sueño y éxtasis es su enfoque interdisciplinario,<br />
pues conviven la fisiología del cerebro, la<br />
psicología, la arqueología, la iconografía, la epigrafía,<br />
la etnografía y, sobre todo, la historia en distintas<br />
especialidades, principalmente la historia de las<br />
religiones. Por ello, además de ser un texto de gran<br />
profundidad explicativa, la obra es un modelo de investigación<br />
integral.<br />
Dotado de esta consistencia y solidez académica,<br />
Sueño y éxtasis no es, sin embargo, un libro que<br />
resulte tedioso. Como en todas sus obras, Mercedes<br />
de la Garza articula una sucesión de temas de<br />
manera lógica y estructurada, esquema que le permite<br />
eslabonar una gran cantidad de datos e interpretaciones.<br />
Esta estrategia discursiva, que además<br />
es fluida y amena, conduce al lector hacia la recta<br />
comprensión de los universos mentales de mayas<br />
y nahuas, temática particularmente compleja. Útil<br />
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
e interesante para académicos y lectores comunes,<br />
Sueño y éxtasis es una obra que sin duda marcará un<br />
punto de referencia dentro de los futuros estudios<br />
mesoamericanos.<br />
Su segunda obra reciente, El legado escrito de los<br />
mayas (México, fce, <strong>2012</strong>, Breviarios 575), ofrece<br />
una introducción general sobre los géneros, la temporalidad<br />
y los contenidos esenciales de los textos<br />
indígenas mayas. La autora resalta la “vocación de<br />
escribir” de los mayas prehispánicos, constatada<br />
por la abundante producción de textos jeroglíficos<br />
del periodo Clásico (300-900 d. C.), así como los<br />
logros de la epigrafía que en la actualidad permite<br />
leer la mayoría de ellos. Arraigada durante más<br />
de un milenio, la vocación maya por la escritura<br />
no desapareció con la Conquista española. Educados<br />
por los frailes regulares y seculares, los descendientes<br />
de las antiguas noblezas mayas aprendieron<br />
a escribir con caracteres latinos y crearon<br />
numerosos textos en los que desplegaron diversas<br />
temáticas: relatos históricos y legendarios, textos<br />
proféticos, creencias míticas y prácticas rituales,<br />
así como conocimientos medicinales, astronómicos<br />
y calendáricos. Escritos en diversas lenguas<br />
de la familia maya, dichos textos tuvieron un papel<br />
esencial en la conservación de las tradiciones<br />
vernáculas.<br />
La obra ofrece un panorama general y un contexto<br />
histórico de los textos mayas coloniales, dividiéndolos<br />
por áreas y etnias: maya-yucatecos,<br />
chontales, quichés, cakchiqueles, tzutuhiles, mames<br />
y pokomchís. Por poner un ejemplo, dentro de<br />
los textos maya-yucatecos destacan los Libros de<br />
Chilam Balam, ampliamente difundidos en la península<br />
durante todo el periodo colonial; de ahí<br />
que existan al menos 17 versiones, las cuales han<br />
sido denominadas de acuerdo con la población de<br />
la que provienen, tal como ocurre con los chilames<br />
de Chumayel, Tizimín, Maní y Kaua, por citar solamente<br />
a algunos de los más conocidos. Cada uno<br />
de los chilames no fue escrito por un solo autor, sino<br />
por varias generaciones de escribas indígenas. Abarcan<br />
múltiples temáticas, entre las que destacan las<br />
narrativas históricas, proféticas, calendáricas, astronómicas<br />
y rituales. Existen también textos yucatecos<br />
con temáticas bien delimitadas, tales como<br />
el Ritual de los Bacabes, un libro de conjuros y remedios<br />
medicinales, y los Cantares de Dzitbalché, de<br />
contenido esencialmente ritual. En la segunda mitad<br />
de su obra, Mercedes de la Garza ofrece reflexiones<br />
sobre la continuidad de los registros escritos mayas a<br />
lo largo de su historia, relacionándolas con la permanencia<br />
y el apego paralelos a valores sagrados mayas<br />
de corte tradicional. El legado escrito de los mayas es<br />
una obra imprescindible para todo aquel que desee<br />
tener un acercamiento inicial, pero riguroso, al legado<br />
narrativo de los escribas mayas. W<br />
Guillermo Bernal Romero, doctor en Estudios<br />
Mesoamericanos, es investigador del Centro de<br />
Estudios Mayas, de la UNAM.<br />
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fondo<br />
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com<br />
NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 19
Ilustración: EMMANUEL PEÑA<br />
C A P I T E L<br />
Un pingüino<br />
aleatorio<br />
Es falso que siempre el pez grande se<br />
come al chico. Octubre cerró con un mínimo<br />
contraejemplo en las ligas mayores<br />
de la edición internacional, que tal<br />
vez no tenga impacto en la realidad editorial latinoamericana<br />
pero que da señales al menos de<br />
dos grandes transformaciones en el modo contemporáneo<br />
de hacer libros. El enorme cetáceo<br />
que es Pearson —la compañía más grande del<br />
mundo, según una lista que cada año preparan<br />
las revistas Livres Hedbo, francesa, y Publishers<br />
Weekly, estadunidense— se dejará morder por<br />
el también colosal escualo Bertelsmann para<br />
producir el sello Penguin Random House, en el<br />
que confl uirán, si no se oponen a ello los órganos<br />
que controlan la concentración de mercado,<br />
dos fascinantes historias empresariales, entre<br />
las que hay algunos paralelismos.<br />
P or<br />
un lado, la editorial amparada en<br />
su logotipo por un simpático pajarillo<br />
incapaz de volar fue fundada en<br />
los años treinta —pocos meses después<br />
de que el Fondo se iniciara en estas tareas—<br />
por un in<strong>nov</strong>ador hombre de letras y<br />
de empresa, Allen Lane, quien supo conjuntar<br />
calidad literaria con distribución masiva y un<br />
diseño que por momentos fue insuperable —el<br />
tipógrafo suizo Jan Tschichold dejó su duradera<br />
impronta no sólo en la confección de las<br />
portadas sino en el uso de las familias tipográfi<br />
cas para la composición de las planas—. Hace<br />
poco más de cuarenta años, Penguin experimentó<br />
severas difi cultades y acabó a la sombra<br />
de Pearson, que iba ya hacia su consolidación<br />
como el coloso multimediático de hoy, sobresaliente<br />
en la producción de libros educativos<br />
y con una notoria presencia internacional,<br />
amén de ser dueño de The Financial Times.<br />
P or<br />
el otro lado está la casa concebida<br />
por Bennett Cerf a fi nales de los años<br />
veinte del siglo pasado —quien dijo<br />
haber bautizado la empresa a partir<br />
de su primera política editorial, pues se escogían<br />
los libros aleatoriamente del almácigo de<br />
derechos que Cerf y su socio Donald Klopfer<br />
habían comprado a Modern Library—, la cual<br />
contribuyó poco tiempo después a doblegar el<br />
puritanismo literario en Estados Unidos al salir<br />
victoriosa de una batalla legal que pretendía<br />
impedir la circulación del Ulises de Joyce.<br />
Con el tiempo había ido fagocitando marcas<br />
editoriales de gran prestigio, como Alfred A.<br />
Knopf o Pantheon Books, y ella misma se convirtió<br />
a fi nales de los <strong>nov</strong>enta en una rama más<br />
del grueso árbol alemán Bertelsmann.<br />
Decíamos arriba que la creación de este<br />
nuevo ente, en que los teutones poseerán<br />
poco más de la mitad de las<br />
acciones, señala dos fenómenos que<br />
aquejan hoy al mundo del libro. El primero, en<br />
apariencia sólo de forma, es que aun las empresas<br />
editoriales —es decir, las que buscan hacer<br />
negocios a partir de bienes culturales— han<br />
sido avasalladas por los impersonales tecnicismos<br />
de las fi nanzas corporativas, en las que los<br />
únicos libros que valen son los de contabilidad.<br />
Acaso porque Pearson es una compañía cuyas<br />
acciones se comercian en más de una bolsa de<br />
DE NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong><br />
LÉXICO DE AFINIDADES<br />
IDA VITALE<br />
Publicada originalmente en 1994<br />
por Vuelta, esta exquisita y atípica<br />
obra de la poeta uruguaya toma<br />
un segundo aire para encontrar<br />
nuevas afinidades. Como lo<br />
apunta desde su umbral, en la<br />
“Hoja de intenciones”, con esta<br />
colección de versos, aforismos,<br />
prosas poéticas y reflexiones<br />
la escritora pretende imprimir<br />
un orden, íntimo y efímero, a<br />
la caótica realidad. Es por ello<br />
que Vitale se aprovecha del<br />
abecedario para organizar una<br />
serie de entradas en las que<br />
aborda temas tan dispares como<br />
autobús, escorpión, fantasma,<br />
guerra, pareja, ruido o zuibitsu<br />
para hablar y hablarnos de ese<br />
cosmos interior que la ata al<br />
mundo. Rara avis en nuestro<br />
universo literario, esta pieza de<br />
la que Álvaro Mutis afirmó que<br />
posee algo de “vieja y decantada<br />
sabiduría, expresada con una<br />
búdica sonrisa”, establece un<br />
diálogo sensible con el lector<br />
y ofrece una rica experiencia<br />
lectora llamada al goce y a la<br />
reflexión. Esta nueva edición,<br />
revisada además por la autora,<br />
se convierte en el tercer título de<br />
la poeta dentro del catálogo del<br />
Fondo, antecedida por Sueños de<br />
la constancia (1988) y Procura<br />
de lo imposible (1998).<br />
tezontle<br />
1ª ed., <strong>2012</strong>, 206 pp.<br />
978 607 16 1064 5<br />
$185<br />
ESCULTURA<br />
MONUMENTAL MEXICA<br />
EDUARDO MATOS<br />
MOCTEZUMA Y LEONARDO<br />
LÓPEZ LUJÁN<br />
Parece haber algo pleonástico<br />
en el título de este bello<br />
volumen, pues mientras más<br />
conocemos sobre los habitantes<br />
de Tenochtitlan, más grandiosa<br />
nos parece su civilización: así,<br />
monumental y mexica de alguna<br />
manera son una reiteración.<br />
El lector encontrará aquí, tras<br />
dos estudios introductorios<br />
—uno sobre la sociedad mexica<br />
en general, otro sobre cómo<br />
practicó la escultura—, un<br />
detallado recorrido, tanto<br />
visual como histórico, por los<br />
seis descomunales monolitos<br />
que estos antiguos mexicanos<br />
nos legaron: la Coatlicue, la<br />
Piedra de Sol, la de Tízoc, la del<br />
Arzobispado, la Coyolxauhqui<br />
y la Tlaltecuhtli. Con una<br />
prosa a la vez erudita y<br />
siempre emocionada, estos dos<br />
protagonistas de la arqueología<br />
contemporánea presentan las<br />
circunstancias de los hallazgos,<br />
las opiniones que han despertado,<br />
las teorías sobre su significado,<br />
todo ello acompañado por fotos de<br />
época y actuales —algunos detalles<br />
ameritan la posesión de este<br />
volumen—, diagramas técnicos,<br />
pinturas y mapas. La primera<br />
edición de esta obra, a cargo de la<br />
Fundación Conmemoraciones, se<br />
publicó en formato más amplio<br />
en 2010; con ésta buscamos que<br />
el gran público acceda a estas<br />
pétreas joyas de la capital.<br />
tezontle<br />
1ª ed., <strong>2012</strong>, 468 pp.<br />
978 607 16 0932 8<br />
$450<br />
20 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>
DE LA VESTIMENTA<br />
Y LOS HOMBRES<br />
Una perspectiva histórica de<br />
la indumentaria indígena en<br />
México<br />
CLAUDE STRESSER-PÉAN<br />
Desde su llegada a México<br />
en el hoy lejano 1958, la<br />
doctora Stresser-Péan se<br />
ha dedicado a estudiar a los<br />
pueblos indígenas mexicanos<br />
y su cultura, convirtiéndose<br />
en un referente ineludible en<br />
cuanto al conocimiento de<br />
las indumentarias se refiere.<br />
En este amplio volumen, que<br />
además de contener más de 300<br />
páginas consagradas al análisis<br />
de la historia y presente de la<br />
vestimenta de nuestros pueblos<br />
originarios ofrece una nutrida<br />
colección de láminas y fotografías<br />
que lo ilustran, la investigadora<br />
se adentra en los orígenes de las<br />
ropas desde los códices hasta<br />
nuestros días, urdiendo un<br />
nutrido análisis de ese lenguaje<br />
bordado en el que se incorporan<br />
los elementos sociales, religiosos y<br />
culturales que les han dado vida y<br />
continuidad. Además de estudiar<br />
el simbolismo y el sentido que<br />
poseen las indumentarias, la<br />
autora presenta un detallado<br />
estudio sobre las técnicas que se<br />
han usado para confeccionarlas,<br />
por lo que estamos ante una de las<br />
obras más ricas y completas en la<br />
materia.<br />
antropología<br />
Traducción de Ángela Silva y Haydée Silva<br />
1ª ed., fce-Centro de Estudios Mexicanos y<br />
Centroamericanos-Fundación Alfredo Harp<br />
Helú-Museo Textil de Oaxaca, <strong>2012</strong>, 346 pp. +<br />
120 pp. láminas<br />
978 607 16 0975 5<br />
$350<br />
TRATADO DE<br />
METODOLOGÍA DE LAS<br />
CIENCIAS SOCIALES:<br />
PERSPECTIVAS ACTUALES<br />
ENRIQUE DE LA GARZA<br />
TOLEDO Y GUSTAVO LEYVA<br />
(EDS.)<br />
Compuesta por 18 ensayos<br />
escritos por destacados<br />
académicos, la presente obra<br />
ofrece una aproximación rica<br />
NOVEDADES<br />
y diversa a las principales<br />
corrientes de pensamiento en las<br />
ciencias sociales contemporáneas,<br />
deteniéndose en sus<br />
planteamientos fundamentales,<br />
en los debates que generan y en<br />
las herramientas que ofrecen para<br />
la observación y análisis de la<br />
sociedad. El lector encontrará en<br />
ellos vías de acceso y aprehensión<br />
a grandes autores, entre los que<br />
figuran Alfred Schütz, Hans-<br />
Georg Gadamer, Norbert Elias,<br />
Karl Popper, Michel Foucault,<br />
Pierre Bourdieu, Jacques Derrida,<br />
Niklas Luhmann y Jürgen<br />
Habermas, todos ellos esenciales<br />
para comprender el devenir<br />
actual de la teoría y metodología<br />
de las ciencias sociales. Se trata<br />
de una pieza que será de gran<br />
utilidad para la enseñanza a<br />
nivel superior, así como para<br />
aquéllos interesados en acercarse<br />
al análisis y comprensión de los<br />
fenómenos sociales de nuestros<br />
días. Los coordinadores de este<br />
volumen tienen antecedentes<br />
en el catálogo del Fondo: Leyva<br />
fue uno de los coordinadores<br />
de Independencia y Revolución.<br />
Pasado, presente y futuro (Historia,<br />
2010), mientras que De la Garza<br />
Toledo es autor de Tratado<br />
latinoamericano de sociología<br />
del trabajo (Sociología, 2000)<br />
y Restructuración productiva,<br />
empresas y trabajadores en México<br />
(Sociología, 2006).<br />
filosofía<br />
1ª ed., fce-uam Iztapalapa, <strong>2012</strong>, 647 pp.<br />
978 607 16 0970 0<br />
$480<br />
NUESTRA LAICIDAD<br />
PÚBLICA<br />
ÉMILE POULAT<br />
Aunque el origen de la laicidad<br />
puede remontarse a la Reforma<br />
protestante, no fue sino hasta<br />
fi nales del siglo xviii que este<br />
tema se colocó en el centro<br />
de la palestra política. Así, la<br />
búsqueda de una real separación<br />
entre la iglesia y el Estado ha<br />
pasado por un intenso proceso<br />
de defi nición y lucha cuyo<br />
centro se encuentra en la idea de<br />
libertad y autodeterminación<br />
de los ciudadanos y de la vida<br />
pública. Esta obra, escrita por<br />
un investigador de la Escuela<br />
de Altos Estudios en Ciencias<br />
Sociales, brinda un minucioso<br />
análisis de estos procesos y de<br />
la laicidad que nos gobierna,<br />
arrojando luz sobre sus<br />
orígenes, sobre la confrontación<br />
permanente del clericalismo<br />
y anticlericalismo, sobre las<br />
pugnas entre la iglesia y el Estado<br />
y, de manera especial, sobre las<br />
implicaciones teóricas y prácticas<br />
que arroja la consolidación de<br />
un Estado articulado a partir de<br />
ciudadanos libres y críticos.<br />
sociología<br />
Traducción de Roberto J. Blancarte<br />
1ª ed., <strong>2012</strong>, 438 pp.<br />
978 607 16 1069 0<br />
$495<br />
LOS MATERIALES<br />
NANOESTRUCTURADOS<br />
Sus propiedades y aplicaciones<br />
en la revolución científi ca y<br />
tecnológica del siglo XXI<br />
JOSÉ LUIS MORÁN LÓPEZ<br />
Y JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ<br />
LÓPEZ<br />
Las nanociencias se dedican a<br />
investigar los materiales a escalas<br />
diminutas; es decir, a analizar<br />
sus estructuras y propiedades<br />
fi sicoquímicas esenciales. Este<br />
alcance de la ciencia ha sido<br />
fundamental para el mejor<br />
conocimiento de nuestro entorno<br />
y, asimismo, ha sido determinante<br />
para el desarrollo tecnológico<br />
que hoy vivimos. Este volumen<br />
monográfi co, concebido en una<br />
reunión del Comité de Redes<br />
Científi cas Latinoamericanas,<br />
tiene el objetivo de presentar un<br />
estado del arte de estas ciencias<br />
y de sensibilizar a los estudiantes<br />
de física, química e ingeniería<br />
sobre su trascendencia. Partiendo<br />
de la exposición de técnicas<br />
que se usan para sintetizar los<br />
materiales nanoestructurados,<br />
pasa inmediatamente a discutir<br />
“algunas de las propiedades<br />
fi sicoquímicas más relevantes<br />
de estos sistemas, y la aplicación<br />
tecnológica presente y futura<br />
de estos materiales”. En 1992,<br />
publicamos la primera edición de<br />
El encanto de las superfi cies, otra<br />
obra del físico mexicano José Luis<br />
Morán López que redactó junto<br />
con Francisco Mejía Lira.<br />
ciencia y tecnología<br />
1ª ed., Sociedad Mexicana de Física-fce, <strong>2012</strong>,<br />
151 pp.<br />
978 607 16 1129 1<br />
$210<br />
valores, en el comunicado en que se anuncia la<br />
fusión se pueden leer cosas como ésta: “Para<br />
proteger los intereses de Pearson como accionista<br />
minoritario, […] podría solicitar una<br />
recapitalización por la cual Penguin Random<br />
House incrementaría sus pasivos hasta 3.5<br />
veces su ebitda, con un dividendo repartido<br />
entre los accionistas de manera proporcional<br />
a su participación. Además, luego de cinco<br />
años de la puesta en marcha, cualquiera de las<br />
partes puede emprender una oferta pública de<br />
venta de Penguin Random House.” Con los libros<br />
convertidos sólo en contenido, con los procesos<br />
de producción transformados en meros<br />
medios para “añadir valor”, con los lectores<br />
concebidos exclusivamente como clientes,<br />
esta ya larga metamorfosis tal vez sea mucho<br />
más que nominal.<br />
M<br />
ás profundo es el cambio que se<br />
experimenta en el orbe digital,<br />
sobre todo por lo que respecta al<br />
comercio de libros electrónicos.<br />
En el mundo anglosajón se habla de las “seis<br />
grandes” editoriales, grupo conformado, además<br />
de los protagonistas de esta aventura<br />
conjunta, por Hachette, HarperCollins, Macmillan<br />
y Simon & Schuster, todas las cuales<br />
procuran acotar el creciente poder de negociación<br />
de Amazon. Así, acaso para hacer un<br />
frente común ante quien aspira a ser el mandamás<br />
del comercio mundial de libros, este<br />
proyecto habla de un intento mayúsculo por<br />
crear alternativas para que el “contenido” llegue<br />
a los “usuarios”. La lucha oligopólica entre<br />
este sexteto parece cosa menor ante los<br />
riesgos del monopolio amazónico.<br />
Que esta clase de anuncios parezca<br />
provenir de otro universo —el de los<br />
holdings editoriales, el de los pesos<br />
completos que intercambian mamporros<br />
devastadores— indica otra fragilidad<br />
endémica de la edición en los países de habla<br />
hispana. Si bien una rebanadita de las ventas<br />
de ambos mastodontes se origina en América<br />
Latina, lo cierto es que la actividad libresca de<br />
la región pinta poquísimo a escala planetaria.<br />
El referido ranking de las mayores editoriales,<br />
que presenta poco más de cincuenta compañías,<br />
sólo alberga dos en nuestra lengua —Planeta,<br />
que subió muchos escalones al hacerse<br />
con el control de un grupo editorial francés, y<br />
Santillana—; podría no ser poco, pero por contraste<br />
en esa lista fi guran tres empresas brasileñas.<br />
No escuche el lector en estas palabras<br />
una loa a la editorial robusta, de talla internacional,<br />
pues reconocemos la importancia del<br />
pequeño editor en la bibliodiversidad, pero<br />
llama la atención que el español sea, medido al<br />
menos con esta regla, un idioma con tan poca<br />
relevancia económica.<br />
V<br />
eamos otra evidencia. Circula desde<br />
hace unos meses un impactante<br />
mapa preparado por la Asociación<br />
Internacional de Editores en el que<br />
los países ocupan un área no proporcional<br />
a su extensión sino al tamaño de su mercado<br />
editorial. Este planisferio, preparado por<br />
Rüdiger Wischenbart, presenta deformaciones<br />
llamativas, que seguramente responden<br />
a la desigual distribución del ingreso: Estados<br />
Unidos es en sí mismo un continente y junto<br />
con China —presumiblemente por el peso que<br />
en ese país tienen las exportaciones manufactureras—,<br />
Alemania y Japón representan<br />
más de la mitad del mercado global del libro.<br />
Drawing the Global Map of Publishing Markets<br />
<strong>2012</strong> puede consultarse en ow.ly/fj X3f.<br />
México, Argentina, Colombia, Chile, Perú…:<br />
las naciones hispanohablantes de América<br />
pesan tanto como toda España y menos que<br />
Italia o Francia por separado. Hoy que ha nacido<br />
el pingüino aleatorio y anchas zonas del<br />
mundo ven con temor el porvenir inmediato<br />
—la península Ibérica entre ellas—, tal vez<br />
estemos ante la irrepetible oportunidad de<br />
modifi car sustancialmente la forma de este<br />
mapa. W<br />
TOMÁS GRANADOS SALINAS<br />
NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 21
Fotografía: LEÓN MUÑOZ SANTINI<br />
22 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>
MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />
Empieza a circular, dentro de la Biblioteca Universitaria de Bolsillo,<br />
un libro peculiar —preparado por Aurelia Valero Pie y con un epílogo de<br />
Guillermo Hurtado—, en el que se rescatan los trabajos de un seminario sobre<br />
fi losofía y vocación organizado en 1958 por José Gaos y en el que participaron<br />
cuatro pensadores que habían sido sus discípulos: Ricardo Guerra, Alejandro Rossi,<br />
Emilio Uranga y Luis Villoro. Aunque las ponencias y algunas de las críticas se<br />
revisaron para ser publicadas, el libro permaneció inédito hasta este momento.<br />
Hemos tomado el texto de Villoro para celebrar que este mes cumple 80 años.<br />
Con esta visita a su juventud académica, festejamos al autor<br />
de El proceso ideológico de la revolución de Independencia<br />
y El concepto de ideología y otros ensayos<br />
I<br />
La pretensión de explicar la filosofía a partir de los motivos que nos condujeron<br />
a ella oculta una pregunta: ¿cómo puede justificarse la filosofía ante nosotros?<br />
Ni esa pretensión ni esa pregunta son filosóficas. En efecto, los motivos personales<br />
que conducen a la actitud filosófica pueden ser diversos, mas todos tienen<br />
en común el formar parte del orden mundano prefilosófico y el pretender que la<br />
filosofía responda a exigencias que ese orden plantea.<br />
Ahora bien, es propio de la filosofía comenzar donde ese orden termina. La<br />
filosofía consiste por esencia en un poner en cuestión, hacer dubitable, desconectar<br />
el orden mundano natural al cual pertenecen esos motivos y exigencias.<br />
Sería un círculo pretender explicar por el orden mundano natural una actitud<br />
que consiste en ponerlo en cuestión. La inversa, en cambio, sí es posible: juzgar<br />
por la filosofía acerca de los motivos y exigencias del orden mundano natural.<br />
II<br />
Que a la esencia de la filosofía pertenezca poner en cuestión el mundo natural<br />
con todas sus motivaciones, deriva de su doble carácter radical: radicalidad del<br />
saber, radicalidad de la forma de vida.<br />
a] La filosofía como saber es una pretensión de conocimiento radical. Ello<br />
implica convertir el mundo en su conjunto en un objeto cuestionable, mantenerlo<br />
a distancia del sujeto que filosofa, desconectar ese sujeto de su pertenencia<br />
al mundo. Sólo así puede el filósofo acceder al origen del mundo. En cuanto<br />
saber de los orígenes, se niega a fundarse en los conocimientos mundanos y<br />
pretende mostrar cómo esos conocimientos se fundan. La filosofía no puede,<br />
pues, por esencia, dar respuesta a las preguntas que el conocimiento mundano<br />
natural plantea. Por lo contrario, es ella quien empieza por sentar a todo conocimiento<br />
sus propias preguntas. El conocimiento mundano no puede pedir que<br />
la filosofía se justifique ante él, cuando aquélla consiste precisamente en un<br />
preguntar por la justificación del conocimiento mundano.<br />
b] La filosofía como forma de vida implica el desapego de los fines de vida<br />
mundanos y, en consecuencia, el desinterés por las exigencias de esos fines. La<br />
vida filosófica empieza en la actitud irónica ante los pretendidos valores y convicciones<br />
vitales prefilosóficos, la cual conduce a la desenajenación de ellos. La<br />
liberación del orden de valores y fines mundanos pretende desvelar el origen de<br />
todo valor y de todo fin. Desde ese origen la filosofía plantea sus propias exigencias<br />
vitales al pretendido orden natural de valores y fines. La filosofía no puede,<br />
pues, por esencia, cumplir las exigencias vitales que la actitud mundana natural<br />
le plantea. La vida mundana no puede enjuiciar a la filosofía, cuando ésta<br />
consiste precisamente en traer a juicio la vida mundana.<br />
III<br />
Si es verdad que la filosofía es un engaño, lo es en un sentido más profundo del<br />
que habla la actitud mundana natural. La filosofía engaña porque arroja un señuelo:<br />
parece consentir en cumplir nuestros deseos personales y nuestras exigencias<br />
naturales; se hace aceptar porque parece servirnos. Pero una vez que<br />
aceptamos su invite, nos dice que el modo de alcanzar lo que buscábamos consiste<br />
justamente en negar aquellos deseos y exigencias. Entonces somos nosotros<br />
quienes hemos de cumplir sus exigencias y ponernos a su servicio. La filosofía<br />
a la vez nos engaña y cumple su palabra; mejor dicho, nos engaña, porque<br />
cumple su palabra en la única forma que puede hacerlo y que nosotros ignorá-<br />
FRAGMENTO<br />
Sobre<br />
la vocación<br />
fi losófi ca<br />
LUIS VILLORO<br />
bamos: nos sirve radicalmente poniéndonos a su servicio. ¿Y no es ésta acaso la<br />
estructura fundamental de todo acceso al mundo espiritual?<br />
IV<br />
Todo intento de extraer de los motivos prefilosóficos algún conocimiento acerca<br />
de la filosofía supone una respuesta previa a lo que se pregunta, supone que la<br />
actitud filosófica depende de esos motivos; y esto es la negación de la posibilidad<br />
misma de la actitud filosófica. Con todo, el intento subsiste: y si una actitud<br />
natural no puede dar razón de la filosofía, la filosofía debe dar razón de una actitud<br />
natural. Desde la actitud filosófica debemos, pues, preguntar: ¿por qué se<br />
sigue pidiendo a la filosofía que se justifique ante el hombre inmerso en el orden<br />
mundano natural? ¿Por qué puede el mismo filósofo seguir preguntando acerca<br />
del valor mundano de la filosofía? Ésta sí es una cuestión filosófica pues es el filósofo<br />
quien se pregunta a sí mismo por los fundamentos de una actitud natural.<br />
V<br />
El filósofo pone en cuestión el orden mundano natural, pero en cuanto hombre<br />
sigue inserto en él. La posibilidad de poner a distancia el mundo natural es<br />
ambigua: es una posibilidad mundana en cuanto es el hombre intramundano<br />
quien la ejecuta; no lo es, en cuanto pone a distancia el mundo y cuestiona su<br />
validez. En la medida en que se trata de una posibilidad mundana, el hombre<br />
puede preguntar por ella antes de acceder a ella; y aún después puede seguirla<br />
viendo desde la perspectiva de las exigencias mundano-naturales.<br />
Ahora bien, puesto que la actitud filosófica consiste en poner entre paréntesis<br />
la validez de esas exigencias, la filosofía, en la medida en que se trata de<br />
una posibilidad mundana, sólo puede presentarse como incumplimiento, desengaño<br />
y fracaso. Sólo muestra entonces su faceta negadora del orden mundano<br />
natural. Pero esa faceta negadora dice tanto de su esencia como la afirmadora;<br />
dice lo que no es ni puede ser la filosofía: no es cumplimiento de exigencias<br />
mundanas, no es nada que sirva a fines prefilosóficos.<br />
Por otra parte, desde la actitud filosófica, su revelación como desengaño y<br />
fracaso respecto de los fines naturales dice mucho acerca de la filosofía, pero<br />
dice más acerca de esos fines. Dice, por ejemplo: “la filosofía es un fracaso ante<br />
el mundo natural porque muestra el fracaso esencial de los fines del mundo<br />
natural”.<br />
VI<br />
Hemos rechazado la legitimidad del preguntar no filosófico acerca de la filosofía.<br />
Pero ello nos obliga a replantear la misma cuestión, filosóficamente volvemos<br />
a interrogar acerca de la filosofía.<br />
1ª Ya no preguntaremos: ¿qué nos ha dado y qué podemos aún esperar de la<br />
filosofía?, sino ¿qué espera y qué exige de nosotros la filosofía?<br />
2ª Ya no preguntaremos: ¿responde la filosofía a los motivos que nos llevaron<br />
a ella?, sino ¿responden los motivos [por] que nos adherimos a la [filosofía]<br />
a [sus] exigencias? En suma la cuestión queda planteada en sus verdaderos términos.<br />
Y diría así: ¿cómo podemos justificarnos ante la filosofía?<br />
Luis Villoro es miembro de nuestro comité editorial de fi losofía. En 2010 reeditamos<br />
El pensamiento moderno. Filosofía del Renacimiento (Centzontle) y El proceso<br />
ideológico de la revolución de Independencia (Filosofía).<br />
NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 23