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Los majestuosos logros de<br />

los mayas son atractivos por<br />

sí mismos. No necesitamos<br />

vestirlos con ropajes<br />

apocalípticos<br />

—ANTHONY F. AVENI<br />

DEL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA NOVIEMBRE <strong>2012</strong><br />

503<br />

ISSN: 0185-3716


Fotografía: LEÓN MUÑOZ SANTINI<br />

DEL FONDO DE CULTURA ECONÓMICA<br />

Joaquín Díez-Canedo Flores<br />

DIRECTOR GENERAL DEL FCE<br />

Tomás Granados Salinas<br />

DIRECTOR DE LA GACETA<br />

Alejandro Cruz Atienza<br />

JEFE DE REDACCIÓN<br />

Ricardo Nudelman, Martí Soler,<br />

Gerardo Jaramillo, Alejandro Valles<br />

Santo Tomás, Nina Álvarez-Icaza,<br />

Juan Carlos Rodríguez, Alejandra Vázquez<br />

CONSEJO EDITORIAL<br />

Impresora y Encuadernadora<br />

Progreso, sa de cv<br />

IMPRESIÓN<br />

León Muñoz Santini<br />

ARTE Y DISEÑO<br />

Emmanuel Peña<br />

FORMACIÓN<br />

Juana Laura Condado Rosas, María Antonia<br />

Segura Chávez, Ernesto Ramírez Morales<br />

VERSIÓN PARA INTERNET<br />

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laGaceta/<br />

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La Gaceta del Fondo de Cultura Económica<br />

es una publicación mensual editada por el Fondo<br />

de Cultura Económica, con domicilio<br />

en Carretera Picacho-Ajusco 227,<br />

Bosques del Pedregal, 14738,<br />

Tlalpan, Distrito Federal, México.<br />

Editor responsable: Tomás Granados Salinas.<br />

Certifi cado de Licitud de Título 8635 y de Licitud<br />

de Contenido 6080, expedidos por la Comisión<br />

Califi cadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas<br />

el 15 de junio de 1995.<br />

La Gaceta del Fondo de Cultura Económica es<br />

un nombre registrado en el Instituto Nacional<br />

del Derecho de Autor, con el número 04-2001-<br />

112210102100, el 22 de <strong>nov</strong>iembre de 2001. Registro<br />

Postal, Publicación Periódica: pp09-0206.<br />

Distribuida por el propio<br />

Fondo de Cultura Económica.<br />

ISSN: 0185-3716<br />

PORTADA<br />

Luis Safa<br />

503<br />

MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

2 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong><br />

EDITORIAL<br />

Tantas, tan ricas y tan diversas cosas pueden decirse de<br />

la civilización maya que parece un despropósito prestar<br />

atención a eso que, por simplicidad, podríamos llamar<br />

sus profecías sobre el fin del mundo. Dentro de unas<br />

semanas, el calendario maya alcanzará una fecha apenas<br />

significativa: como en el odómetro del automóvil, cuando<br />

es necesario ir más allá de la cifra que puede representarse<br />

con los espacios disponibles, todo el sistema calendárico<br />

volverá a cero… pero nada más. Así como el auto no se<br />

detiene por sumar ese kilómetro singular, el universo no<br />

se destruirá, ni entraremos en una festiva era de concordia planetaria. El 23 de<br />

diciembre, entonces, no atestiguaremos cataclismo alguno, pero es un excelente<br />

pretexto para asomarse al pueblo cuyo conocimiento de los astros y del tiempo tiene<br />

hoy en ascuas a más de una persona.<br />

¿Por qué sabemos que no habrá tal cosa? En este número de La Gaceta hemos<br />

convocado a un par de mayistas de renombre para que nos ayuden, aparte de usar<br />

el sentido común, a valorar los argumentos a favor de la profecía. En un artículo<br />

minucioso y con datos que se difunden fuera del ámbito académico por primera<br />

vez, Érik Velásquez García explica los métodos mayas para medir el paso del<br />

tiempo y, aún mejor, revisa los documentos en piedra donde figura la fecha 4 Ajaw<br />

3 K’ank’in, o sea el día 23 del próximo mes, y concluye, con el optimismo que da el<br />

mucho saber, que las menciones a ese momento son casi meras perogrulladas. Por<br />

su parte, el arqueoastrónomo Anthony F. Aveni se pregunta por qué se le ha dado<br />

un tinte catastrófico a un intrascendente hecho en los registros del tiempo.<br />

Por una doble vocación, la de conocer México y la de difundir textos de historia<br />

y antropología, el Fondo cuenta en su haber con una veintena de obras —¿hay<br />

un mensaje cifrado en la coincidencia de esa cifra con el sistema vigesimal de los<br />

mayas?— sobre una gran variedad de aspectos de la gran civilización del sureste<br />

de México y el norte de Centroamérica. Cuando las angustias y la sorna por este<br />

presunto apocalipsis hayan pasado, éstas seguirán explicándonos el esplendor de<br />

nuestros antepasados. A lo largo de este número presentamos breves notas de los<br />

libros que aún pueden leerse con provecho y que seguimos imprimiendo. Cierra la<br />

sección mayista un paseo por el Popol Vuh y un elogio de la doctora Mercedes de<br />

la Garza, eminente experta que en meses recientes ha publicado un trío de obras<br />

con nosotros. Agradecemos al doctor Velásquez García su esmerada colaboración<br />

tanto por su texto como por sus comentarios al de Aveni y por haber convocado a<br />

colegas y alumnas a redactar las breves reseñas.<br />

Y como mínimo homenaje por su octogésimo aniversario, reproducimos en<br />

las páginas finales un texto de Luis Villoro sobre el carácter no filosófico de la<br />

vocación filosófica, aparecido recientemente en un librito de los años cincuenta<br />

que había permanecido inédito. W<br />

SUMARIO<br />

EL ECLIPSE Augusto Monterroso 03<br />

TODO EN CALMA PARA<br />

EL 4 AJAW 3 K’ANK’IIN Érik Velásquez García 07<br />

¿APOCALIPSIS, YA? Anthony F. Aveni 13<br />

EL POPOL VUH DE ADRIÁN RECINOS Rafael Vargas 16<br />

MERCEDES DE LA GARZA,<br />

UNA VIDA CONSAGRADA A LOS MAYAS Guillermo Bernal Romero 18<br />

CAPITEL 20<br />

NOVEDADES DE NOVIEMBRE 20<br />

SOBRE LA VOCACIÓN FILOSÓFICA Luis Villoro 23


MAYAS SÍ, CUENTO PROFECÍAS NO<br />

Feliz oveja negra de las letras latinoamericanas —¿no hay algo de esa condición en su anacrónico afán por contar<br />

fábulas, por jibarizar la trama narrativa hasta producir cuentos de una sola línea, por ejercer una irreverente picardía?—,<br />

Tito Monterroso capturó en estos archiconocidos párrafos la esencial incomprensión entre la civilización maya<br />

y la occidental —el Fondo los ha publicado en más de una edición—. Sirvan de prólogo de este pequeño canto a los mayas<br />

El eclipse<br />

AUGUSTO MONTERROSO<br />

Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido<br />

aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa<br />

de Guatemala lo había apresado, implacable<br />

y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se<br />

sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso<br />

morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con<br />

el pensamiento fijo en la España distante, particularmente<br />

en el convento de los Abrojos, donde<br />

Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de<br />

su eminencia para decirle que confiaba en el celo<br />

religioso de su labor redentora.<br />

Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible<br />

que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé<br />

le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su<br />

destino, de sí mismo.<br />

Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas<br />

nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.<br />

Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura<br />

universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para<br />

ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse<br />

de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.<br />

—Si me matáis —les dijo— puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.<br />

Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad<br />

en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin<br />

cierto desdén.<br />

Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre<br />

vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz<br />

de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión<br />

de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían<br />

eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían<br />

previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles. W<br />

NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 3


Fotografía: ESTELA DE CALAKMUL EN LA SALA MAYA DEL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA / CORTESÍA DEL INAH<br />

MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

4 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>


MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

MAYAS SÍ,<br />

PROFECÍAS<br />

NO<br />

El mundo no se acabará dentro de unas semanas, como parecen haber<br />

dicho los mayas hace cientos de años. Dejemos el gesto sardónico de lado y<br />

revisemos los sistemas calendáricos y el contexto cultural en que se dio la<br />

mención al 23 de diciembre de <strong>2012</strong>. Mejor aún: llevemos la mirada hacia los<br />

muchos libros de nuestro catálogo en que los mayas brillan con luz propia, sin<br />

necesidad de falsas profecías<br />

NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 5<br />

Fotografía: DISCO DE MADERA, TURQUESA Y CONCHA NACAR PROVENIENTE DE CHICHEN ITZÁ, SALA MAYA DEL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA / CORTESÍA DEL INAH


Ilustración: MONUMENTO 6 DE TORTUGUERO, TABASCO / SVEN GRONEMEYER<br />

MAYAS SÍ, SÍ, PROFECÍAS NO<br />

6 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>


MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

Estemos más que tranquilos, nos dice en este cuidadoso ensayo uno de los mayores<br />

epigrafi stas del México contemporáneo, que aquí describe cómo la Cuenta Larga de los mayas<br />

alcanzará un momento singular el próximo 23 de diciembre, pero nada más. Al desmontar aquí<br />

toda posible profecía, Velásquez García expone el fascinante modo de contar el tiempo entre los<br />

mayas y nos vacuna contra la charlatanería<br />

Durante los meses recientes<br />

ha crecido una<br />

serie de mitos y creencias<br />

populares en torno<br />

a la existencia de<br />

una supuesta “profecía”<br />

maya para diciembre de<br />

<strong>2012</strong>, concerniente a un<br />

imaginado límite de la<br />

Cuenta Larga, a un temido<br />

“fin del mundo” o, según una visión más optimista,<br />

a la llegada de una presunta “nueva era” de paz,<br />

fraternidad, entendimiento y conciencia superior<br />

entre los hombres.<br />

En mi calidad de mayista y experto en la escritura<br />

jeroglífica de aquella civilización amerindia, desmentiré<br />

tales ideas, que en mi opinión no son sino<br />

extrapolaciones posmodernas al pasado mesoamericano,<br />

que nada tiene que ver con nuestros propios<br />

miedos, prejuicios, esperanzas o fantasías milenaristas,<br />

pues de hecho la cultura maya poseía una visión<br />

del tiempo y del futuro completamente ajena a<br />

la nuestra.<br />

A manera de preámbulo necesitamos primero<br />

entender lo que es la llamada Cuenta Larga de los<br />

mayas, un cómputo ininterrumpido de días que se<br />

hunde en las profundidades del pasado mítico y que<br />

al mismo tiempo se adentra en el futuro distante y<br />

arcano. Este sistema de cómputo fue descubierto al<br />

menos desde 1886 por el gran bibliotecario de Sajonia<br />

Ernest Förstemann, al estudiar las páginas del<br />

Códice de Dresde. Él denominó tales fechas con el<br />

nombre de “números largos” y se percató de que respondían<br />

a una lógica vigesimal y posicional, además<br />

ARTÍCULO<br />

Todo en calma para<br />

el 4 Ajaw 3 K’ank’iin<br />

ÉRIK VELÁSQUEZ GARCÍA<br />

de que partían de una fecha base, que en ese códice<br />

estaba escrita como 4 Ajaw 8 Kumk’uh. 1 No obstante,<br />

fue apenas en 1905 cuando el investigador estadunidense<br />

Joseph T. Goodman, al reconocer que<br />

los “números largos” también estaban presentes<br />

en las inscripciones de piedra, formuló los cimientos<br />

de la correlación entre los calendarios maya y<br />

cristiano más aceptada por los mayistas. Dicha correlación<br />

tiene como punto de partida una “fecha<br />

ancla” que se encuentra escrita en la página 66 de<br />

un documento maya del siglo xvi, conocido como<br />

Crónica de Oxkutzcab, según la cual cierto día específico<br />

del año 1539 corresponde a 5 Ajaw 17 Sek.<br />

De acuerdo con Goodman, la base de los “números<br />

largos” descubierta por Förstemann, o sea 4 Ajaw<br />

8 Kumk’uh, correspondía en el calendario gregoriano<br />

al 9 de agosto de 3114 a. C., 2 es decir, a la fecha<br />

juliana 584 280. 3 Esta correlación fue revisada<br />

en 1926 por el mayista yucateco Juan Martínez<br />

1 4 Ajaw es la fecha correspondiente en el calendario adivinatorio de<br />

260 días, mientras que 8 Kumk’uh es su equivalente en el año vago de<br />

365 días. La combinación de ambos tipos de fechas, como por ejemplo 4<br />

Ajaw 8 Kumk’uh, se repetía cada 52 años y recibe el nombre de Rueda de<br />

Calendario.<br />

2 En algunas publicaciones sobre la cultura maya el lector podrá encontrar<br />

esa fecha como –3113. La razón de esta aparente discrepancia es que<br />

3114 a. C. representa el cómputo histórico, sistema donde nunca existió el<br />

año “cero” (3 a. C., 2 a. C., 1 a. C., 1 d. C., 2 d. C., 3 d. C., etcétera), mientras<br />

que –3113 es el cómputo astronómico, que sí admite un año “cero” (–2,<br />

–1, 0, 1, 2, 3, etcétera). Luego entonces, debemos entender que en realidad<br />

3114 a. C. y –3113 es el mismo año.<br />

3 Toda fecha juliana es el número de días que han transcurrido desde<br />

el mediodía del 1 de enero de 4713 a. C., o –4712, momento establecido<br />

en 1582 por el sabio francés Joseph Justus Scaliger de Leiden, quien, con<br />

base en el estudio de la historia antigua de Babilonia, Egipto, Israel y Persia,<br />

logró fi jar el principio de una cuenta de tiempo continua.<br />

Hernández, en 1935 y 1950 por el británico J. Eric<br />

S. Thompson y en 1978 por el estadunidense Floyd<br />

G. Lounsbury, quien a través de datos astronómicos<br />

procedentes de los códices mayas logró precisar que<br />

el día de arranque o “fecha era” no era el 9, sino el 13<br />

de agosto, y que la fecha juliana más apropiada era<br />

548 285.<br />

La base de la Cuenta Larga es un día entero de<br />

24 horas o k’iin, que en las inscripciones calendáricas<br />

mayas normalmente se escribía usando un<br />

punto. Dos puntos corresponden a dos k’iines, tres<br />

a tres de ellos y así hasta cuatro. Para escribir cinco<br />

k’iines se usaba una barra. Una barra con un punto<br />

significaba seis k’iines y así sucesivamente hasta<br />

diecinueve, representado mediante tres barras y<br />

cuatro puntos.<br />

Para plasmar el veinte los mayas escribían un número<br />

“cero” y dejaban un espacio ortográfico en la<br />

parte superior del mismo a fin de colocar un punto.<br />

En esta segunda posición, un punto ya no tenía el valor<br />

relativo de 1, sino de 20 (1 × 20), mientras que la<br />

barra valía 100 (5 × 20). Esta posición era conocida<br />

con el nombre de winal, pero lo máximo que se podía<br />

escribir no eran 19 winales, sino 17, debido a lo<br />

siguiente: la lógica del sistema exigiría que un punto<br />

en la tercera posición tuviera el valor de 400 días<br />

(20 × 20), pero en realidad no es así, pues los escribas<br />

indígenas desearon acercar el valor de esta posición<br />

a la duración del año. De este modo, un punto<br />

en la tercera posición tan sólo tiene el valor de 360<br />

(20 × 18), mientras que una barra equivalía a 1 800<br />

días (360 × 5). En los documentos coloniales escritos<br />

en idioma maya yucateco, el nombre de la tercera<br />

posición era tuun, “piedra”, pero gracias al avance de<br />

NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 7<br />

Fotografía: DETALLE DEL CÓDICE DE DRESDE


Fotografía: DETALLE DEL CÓDICE DE DRESDE<br />

la epigrafía 4 hoy sabemos que los mayas antiguos del<br />

periodo Clásico (250-900 d. C.), quienes escribían en<br />

una antigua lengua cholana, lo llamaban haab’, “año”.<br />

El máximo de haab’s que se podía escribir era 19.<br />

Al llegar a veinte tuunes o haab’s se completaba<br />

un k’atuun, que era el nombre de la cuarta posición.<br />

El valor de un punto en esta última era de<br />

7 200 días (360 × 20), mientras que una barra valía<br />

cinco k’atuunes o 36 mil días (5 × 7 200). La palabra<br />

k’atuun, “atadura de piedra”, era tan sólo el nombre<br />

que a este ciclo le daban los mayas yucatecos de<br />

la época colonial. En las antiguas inscripciones del<br />

Clásico dicho periodo recibía el nombre de winikhaab’,<br />

“veinte años’” Al llegar a veinte k’atuunes esta<br />

posición se completaba mediante un “cero” y se escribía<br />

un punto en la quinta posición.<br />

En esta última, un punto equivalía a 144 000 días<br />

(7 200 × 20), mientras que una barra valía 720 mil<br />

(5 × 144 000). En los documentos mayas yucatecos<br />

del siglo xvi no existen vocablos para designar este<br />

ciclo, posiblemente porque en la época de la Conquista<br />

española estaba en desuso. Por tal motivo,<br />

los mayistas de principios del siglo xx lo bautizaron<br />

como b’aak’tuun, “cuatrocientas piedras”. En años<br />

recientes los epigrafistas han podido determinar<br />

que el nombre antiguo de este periodo era pik, “ocho<br />

4 La epigrafía es el estudio de las inscripciones jeroglífi cas, cuneiformes<br />

o alfabéticas de cualquier cultura del mundo, aunque en el caso de los<br />

mayas el término se ha extendido al estudio no sólo de las inscripciones,<br />

sino de los textos pintados sobre cuevas, muros, vasijas o códices, por considerar<br />

que se trata de un mismo sistema de escritura, de tipo logosilábico,<br />

con independencia de su soporte o plataforma.<br />

MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

TODO EN CALMA PARA EL 4 AJAW 3 K’ANK’IIN<br />

mil”, o más probablemente pikhaab’,<br />

“ocho mil años”.<br />

Esta quinta posición se volvía a<br />

completar con veinte b’aak’tuunes o<br />

ppikhaab’s,<br />

momento en el que se con-<br />

vvertía<br />

en un periodo de 2 880 000 días<br />

(144 000 × 20), bautizado por los mayistas<br />

como piktuun, “ocho mil piedras”,<br />

aunque su nombre antiguo jeroglífico<br />

por el momento es desconocido.<br />

El sistema de la Cuenta Larga<br />

permite múltiplos de veinte piktuunes<br />

(kalab’tuun, “ciento sesenta mil<br />

piedras”), de veinte kalab’tuunes<br />

(k’inchiltuun, “tres millones doscientas<br />

mil piedras”), de veinte k’inchiltuunes<br />

(alawtuun, “sesenta y cuatro millones<br />

de piedras”) y así ad infinitum. No obstante,<br />

se trata de nombres inventados<br />

por los mayistas 5 y de periodos muy<br />

inusuales, ya que una fecha maya por<br />

lo común requería tan sólo de cinco<br />

posiciones. Por ejemplo 9.17.5.0.0 quería<br />

decir 9 b’aak’tuunes (9 × 144 000),<br />

17 k’atuunes (17 × 7 200), 5 tuunes<br />

(5 × 360), 0 winales (0 × 20) y 0 k’iines<br />

(0 × 1), es decir 1 420 200 días después<br />

de la “fecha era” 4 Ajaw 8 Kumk’uh,<br />

que en el calendario juliano corresponde<br />

al día 2 004 485 (25 de diciembre de<br />

775 d. C.). 6<br />

Es preciso advertir que, hasta donde<br />

sabemos, este sistema se utilizaba<br />

exclusivamente para escribir fechas.<br />

También es importante decir que los<br />

datos arqueológicos hasta ahora conocidos<br />

sugieren que no fue inventado<br />

por los mayas, sino por sus vecinos<br />

que habitaban al poniente, en la región<br />

del istmo de Tehuantepec, quienes no<br />

eran hablantes de idiomas mayances,<br />

sino mixe-zoqueanos. Dicha cultura<br />

prehispánica, posiblemente descendiente<br />

directa de la olmeca, es conocida<br />

actualmente con el nombre de<br />

istmeña y a ella debemos los ejemplos<br />

de Cuenta Larga más tempranos: la Estela<br />

2 de Chiapa de Corzo (7.16.3.2.13,<br />

8 de diciembre de 36 a. C.) y la Estela<br />

C de Tres Zapotes (7.16.6.16.18, 3 de<br />

septiembre de 32 a. C.). Aunque por el<br />

momento no se ha descubierto ningún<br />

ejemplo de Cuenta Larga istmeña que<br />

contenga expresamente la cifra “cero”,<br />

es justo mencionar que dicho signo, así<br />

como el valor posicional de los numerales,<br />

es condición sine qua non para<br />

la existencia de semejante sistema de<br />

cómputo del tiempo.<br />

Por contraste, la primera fecha de Cuenta Larga<br />

maya conocida de las tierras bajas centrales se encuentra<br />

grabada en la Estela 29 de Tikal (8.12.14.8.15,<br />

8 de julio de 292 d. C.), mientras que del lado mexicano<br />

la inscripción con Cuenta Larga más precoz es la<br />

Estela 2 de Caandzibantun (8.18.0.0.0, 8 de julio de<br />

396 d. C.), en el sur de Campeche. Este sistema estuvo<br />

vivo por lo menos hasta principios del siglo x,<br />

como lo testifica la fecha de Cuenta Larga labrada en<br />

el Monumento 101 de Toniná (10.4.0.0.0, 20 de enero<br />

de 909 d. C.), si bien en el manuscrito del siglo xv conocido<br />

como Códice de Dresde podemos hallar varias<br />

fechas de Cuenta Larga retrospectivas.<br />

En términos de la Cuenta Larga la “fecha era”<br />

4 Ajaw 8 Kumk’uh correspondía a la posición<br />

13.0.0.0.0 (13 de agosto de 3114 a. C.), lo que en realidad<br />

equivalía, para cuestiones prácticas, a un hipotético<br />

0.0.0.0.0, pues un día después sería 13.0.0.0.1<br />

(14 de agosto de 3114 a. C.), uno después 13.0.0.0.2<br />

(15 de agosto de 3114 a. C.), etcétera, mientras que un<br />

b’aak’tuun después de la “fecha era” no fue 14.0.0.0.0,<br />

sino 1.0.0.0.0 (15 de <strong>nov</strong>iembre de 2720 a. C.). De tal<br />

modo que la “fecha era” 13.0.0.0.0 funcionaba de forma<br />

análoga a nuestro sistema para medir las horas,<br />

donde las 24 horas de un día equivalen a las 0 horas<br />

del siguiente.<br />

5 Nuestros conocimientos vigentes sobre la escritura jeroglífi ca maya<br />

sugieren que el nombre antiguo del k’inchiltuun era utzutzpik, “completitud<br />

del ocho mil”, y el del kalab’tuun era simplemente tzutzpik,<br />

“completitud-ocho mil”, mientras que el del alawtuun pudo haber sido<br />

…k’anhaab’, “años preciosos…”.<br />

6 29 de diciembre de 775 d. C. en el calendario gregoriano.<br />

De acuerdo con la correlación más aceptada, que<br />

coloca la “fecha era” en el día juliano 584 285, trece<br />

b’aak’tuunes se completarán nuevamente el día<br />

13.0.0.0.0, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>, 7 pero nada sugiere<br />

que se trate del fin de la Cuenta Larga o de una<br />

nueva llegada al hipotético 0.0.0.0.0, pues todo indica<br />

que la “fecha era” 13.0.0.0.0 4 Ajaw 8 Kumk’uh<br />

(13 de agosto de 3114 a. C.) es una posición única en<br />

la infinita serie del sistema, donde los b’aak’tuunes<br />

se completaban en 13 por motivos numerológicos.<br />

No obstante, la cuenta de los mismos proyectada<br />

hacia el futuro no se acaba en 13, sino que continúa<br />

hasta 20, siguiendo una lógica estrictamente vigesimal,<br />

lo que equivale de facto a un piktuun. Prueba de<br />

ello se encuentra en algunos textos jeroglíficos mayas,<br />

como aquel aniversario de la “fecha era” pintado<br />

en el muro norte de la recientemente descubierta<br />

Estructura 10k-2 de Xultún (17.0.1.3.0, 4 Ajaw 8<br />

Kumk’uh, 1 de marzo de 3591 d. C.), en el Petén guatemalteco,<br />

o la completitud de un piktuun pronosticada<br />

en el Panel Oeste del Templo de las Inscripciones<br />

de Palenque (1.0.0.0.0.0, 10 Ajaw 13 Yáaxk’iin, 15<br />

de octubre de 4772 d. C.). Ninguna de estas menciones<br />

futuristas contiene profecía alguna. Solamente<br />

son afirmaciones impersonales y predecibles por<br />

todo el mundo, como la del propio ejemplo de Palenque<br />

mencionado, que simplemente dice: ju’n …pik<br />

uto’m, “un piktuun habrá terminado”. Conviene observar<br />

que tanto 3591 d. C. como 4772 d. C. ocurrirán<br />

mucho después del año <strong>2012</strong>, lo que ya de por sí garantiza<br />

que los mayas nunca concibieron que su calendario<br />

se acabaría en este último año.<br />

Prueba de que sólo en la “fecha era” la posición de<br />

los b’aak’tuunes se completó en 13, y que eso no volverá<br />

a ocurrir, pues en lo porvenir se completará en<br />

20, se encuentra en la Estela 1 de Cobá, que contiene<br />

dicha fecha escrita de forma entera, con veinte posiciones<br />

de la Cuenta Larga superiores al k’atuun, pero<br />

todas completadas en el número sagrado “trece”: 13<br />

.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.13.1<br />

3.0.0.0.0 4 Ajaw 8 Kumk’uh, 13 de agosto de 3114 a.<br />

C. Se trata obviamente de una cifra con simbolismo<br />

numerológico, pues el 20 y el 13 son los múltiplos<br />

básicos del ciclo adivinatorio de 260 días (20 × 13). 8<br />

Tanto esta inscripción de Cobá, como otras varias<br />

del periodo Clásico, contienen versiones abreviadas<br />

de un mito cuya variante más completa se encuentra<br />

en la Estela C de Quiriguá, cuya traducción dice lo<br />

siguiente: “[en] 4 Ajaw 8 Kumk’u’ el fogón fue sustituido;<br />

las tres piedras fueron atadas. Los Dioses Remeros<br />

hincaron la piedra; ocurrió en Nah Ho’ Chan;<br />

la piedra de trono de jaguar. Ihk’ Naah Chak… hincó<br />

la piedra; ocurrió en Kab’ Kaaj; la piedra de trono<br />

de tiburón. Entonces ocurrió la atadura de piedra de<br />

Itzamnaah Kokaaj Muut; la piedra de trono de agua.<br />

Ocurrió en la orilla del cielo; Lugar de las Primeras<br />

Tres Piedras. Trece b’aak’tuunes de terminaron por<br />

Wak Chan Ajaw.”<br />

El sentido de este mito es que el mundo fue reordenado<br />

por los dioses. Dicho ordenamiento comenzó<br />

con la sustitución de un hogar o fogón de cocina que<br />

tenía la forma de tres piedras, pues al parecer el universo<br />

era homologado con una choza de campesinos,<br />

donde los cuatro horcones simbolizan los árboles sagrados<br />

que sostenían el cielo, representado a su vez<br />

por la techumbre tejida de la casa, hecha de palma.<br />

Cada dios o grupo de deidades se encarga de colocar<br />

una de las tres piedras del fogón en determinadas locaciones<br />

cósmicas, aunque al final se dice que el hogar<br />

completo se encontraba en la orilla del cielo y que<br />

el agente último de todo era el dios del maíz, llamado<br />

aquí Wak Chan Ajaw.<br />

Otras versiones complementarias del mito asociado<br />

con la “fecha era” se encuentran en el Vaso de<br />

los Siete Dioses (k2796) y en la Caja de los Once Dioses<br />

(k7750), 9 aunque todo indica que, a diferencia de<br />

la narrativa anterior, se trata de mitos locales o de la<br />

región de Naranjo, en la parte nororiental del Petén.<br />

De acuerdo con esas vasijas, una deidad anciana,<br />

7 El mito popular insiste en que esa fecha es el 21 de diciembre de <strong>2012</strong>,<br />

usando una fórmula juliana para ubicar la “fecha era”. La razón de emplear<br />

semejante día juliano en vez del que es más socorrido por los mayistas<br />

académicos obedece simplemente a que el solsticio de invierno cae el<br />

21 y no el 23.<br />

8 El trabajo etnográfi co realizado por Iván Canek Estrada Peña entre<br />

los k’ichee’s contemporáneos, quienes aún utilizan el calendario adivinatorio<br />

de 260 días (cholq’ij), sugiere que los números sagrados 20 y 13 tenían<br />

un fundamento antropométrico, pues 20 correspondía a la suma de<br />

los dedos de las manos y los pies, mientras que 13 a las coyunturas principales<br />

del cuerpo.<br />

9 Fotos de ambas vasijas se encuentran disponibles en línea, en la página<br />

del fotógrafo Justin Kerr: research.mayavase.com/kerrmaya.html.<br />

8 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>


señor supremo de la Creación anterior a la presente,<br />

conocida por los mayistas como Dios L, convocó<br />

en la oscuridad a una reunión de seres numinosos,<br />

quienes comenzaron a ordenar el mundo. El cruce<br />

de diversos datos procedentes de otros testimonios,<br />

tanto iconográficos como jeroglíficos, sugiere que<br />

el universo que precedió al presente fue destruido<br />

por un gran diluvio o inundación que derribó el cielo<br />

sobre la tierra y todo lo desordenó, de manera que en<br />

estas vasijas asistimos al momento preciso en que los<br />

dioses se juntaron para reorganizar todo.<br />

Es necesario advertir que la “fecha era” 4 Ajaw 8<br />

Kumk’uh de ningún modo representa el inicio imaginario<br />

de la Cuenta Larga, pues existen muchos<br />

textos jeroglíficos que se remontan miles e incluso<br />

millones de años hacia el pasado mítico. Algunos de<br />

esos cómputos descomunales hacia al pretérito se<br />

encuentran en las aún enigmáticas narrativas mitológicas<br />

de Quiriguá. Otras, mejor comprendidas, se<br />

ubican en el Altar 1 de Naranjo, que fecha la entronización<br />

del primer gobernante de la dinastía en una<br />

fecha que tuvo lugar 875 mil años en el pasado, pues<br />

en las crónicas y anales dinásticos de los mayas no se<br />

hacía distinción entre lo mítico y lo histórico. Ambas<br />

dimensiones, la divina y la humana, se ubicaban en<br />

un solo continuo temporal. Incluso en las llamadas<br />

páginas de los números de serpiente del Códice de<br />

Dresde (pp. 61-62, 69) el epigrafista Carl D. Callaway<br />

ha podido identificar los mitos referentes a la formación<br />

de los grandes ciclos cronológicos de la Cuenta<br />

Larga, que fueron construidos miles de años en el<br />

pretérito profundo.<br />

Pero, ¿qué hay de la fecha futurista 13.0.0.0.0 4<br />

Ajaw 3 K’ank’in, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>? Los epigrafistas<br />

más conservadores calculan que existen<br />

alrededor de 5 mil inscripciones jeroglíficas mayas.<br />

De todas ellas sólo dos contienen un registro explícito<br />

de semejante fecha, es decir, el 0.04 por ciento,<br />

dato que nos habla con elocuencia de la importancia<br />

que los mayas antiguos le otorgaron a la hoy famosa<br />

fecha de diciembre de <strong>2012</strong>.<br />

Durante décadas la única inscripción maya conocida<br />

que contenía esa fecha fue el hoy denominado<br />

Monumento 6 de Tortuguero, en el municipio de Macuspana,<br />

Tabasco. Un fragmento de dicha inscripción<br />

fue reportado por Heinrich Berlin desde 1953,<br />

mientras que en 1962 el ya mencionado Thompson<br />

publicó las fotos de otros dos. En 1978 el epigrafista<br />

alemán Berthold Riese dio a conocer un dibujo completo<br />

de toda la inscripción conocida, hecho por el<br />

artista Ian Graham. Riese lo bautizó con el nombre<br />

de Monumento 6, argumentó que no se trata de una<br />

estela, sino de un panel o tablero que se encontraba<br />

empotrado en el muro interior de un edificio desconocido<br />

y, lo más importante, observó que contenía<br />

un aniversario o jubileo de la “fecha era”: 13.0.0.0.0 4<br />

Ajaw, aunque no 8 Kumk’uh, sino 3 K’ank’iin.<br />

A grandes rasgos puede decirse que el tema central<br />

de la inscripción son los ritos de consagración,<br />

dedicación o activación ritual del templo o edificio<br />

que alguna vez albergó a este tablero, llevados a<br />

cabo por el gobernante en turno de la ciudad, llamado<br />

B’ahlam Ajaw, el 16 de enero de 669 d. C. Dicho<br />

templo recibe el nombre de Wak Haab’ Naah, “Casa<br />

de Seis Años”, y buena parte de la inscripción se concentra<br />

en actividades ceremoniales que apenas comenzamos<br />

a comprender, ya que este género ritual,<br />

donde los dioses interactúan con los gobernantes<br />

en su propio presente narrativo, es un ámbito semántico<br />

poco entendido por los epigrafistas. Como<br />

es común en múltiples textos jeroglíficos mayas, los<br />

eventos contemporáneos centrales que celebran las<br />

propias inscripciones casi siempre son ritos de consagración<br />

de edificios o esculturas, cuya importancia<br />

se subraya al encuadrarlos en un relato donde son<br />

precedidos por diversos acontecimientos divinos y<br />

humanos, o sucedidos por eventos futuristas de final<br />

de algún periodo, aunque evitando de forma prudente<br />

todo tipo de pronóstico o profecía.<br />

De este modo, el texto del Monumento 6 incluye<br />

la mención de otros sucesos del pasado, tales como<br />

la propia entronización de B’ahlam Ajaw (9 de febrero<br />

de 644) y una serie de victorias bélicas que tuvieron<br />

lugar entre el 4 de junio de 644 y el 23 de diciembre<br />

de 649 d. C. Obsérvese que la fecha de este<br />

último triunfo coincide intencionalmente con la<br />

completitud de 13 b’aak’tuunes que tendrá lugar en<br />

<strong>2012</strong>. Y no es casualidad, pues se trata de la guerra<br />

más importante que parece haber ocurrido en el reinado<br />

de B’ahlam Ajaw, cuyo enemigo fue la cercana<br />

ciudad de Comalcalco. De hecho, en el Monumento<br />

MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

TODO EN CALMA PARA EL 4 AJAW 3 K’ANK’IIN<br />

6 B’ahlam Ajaw celebra su victoria<br />

con una escalofriante frase: naahb’aj<br />

ch’ich’, witziij jol, “la sangre se convirtió<br />

en mar, los cráneos se hicieron<br />

montañas”.<br />

Entre los acontecimientos del pasado<br />

homologados se encuentran dos<br />

que, aunque los epigrafistas no los<br />

han podido descifrar satisfactoriamente,<br />

evidentemente remiten a los<br />

mismos sucesos: uno ocurrió el 11 de<br />

marzo de 353 y el otro el 11 de diciembre<br />

de 647, ya dentro del reinado de<br />

B’ahlam Ajaw. Otro intento de este<br />

gobernante por afirmar que su proceder<br />

reafirma la conducta de los ancestros<br />

es su interés por mostrar que<br />

la colocación de esta misma inscripción<br />

dentro del templo (16 de enero<br />

de 669) se asemeja a otro acontecimiento<br />

igual, realizado por un ancestro<br />

suyo el 9 de diciembre de 510.<br />

Acto seguido, la narrativa jeroglífica<br />

da un salto descomunal hacia el<br />

futuro, hasta llegar al jubileo o aniversario<br />

de la Creación del mundo,<br />

que tendría lugar en 13.0.0.0.0 4 Ajaw<br />

3 K’ank’iin, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>.<br />

Pero no menciona ninguna profecía<br />

para esa fecha. Igual que en el ejemplo<br />

palencano antes mencionado, se<br />

trata de una afirmación ineludible,<br />

que todos conocen, semejante a algo<br />

como “el 31 de diciembre de 2100 el siglo<br />

xxi habrá terminado”, sólo que en<br />

esta ocasión está en cholano clásico:<br />

tzutzjo’m u[h]uhxlaju’n pik[haab’],<br />

Chan Ajaw k’in(?) Uhx Un[ii]w u[h]<br />

to’m, “el décimo tercer b’aak’tuun<br />

habrá terminado, [el] día(?) 4 Ajaw 3<br />

K’ank’iin habrá ocurrido”.<br />

Tres cartuchos jeroglíficos erosionados<br />

y dañados cierran la inscripción<br />

en su parte final, mismos<br />

que al parecer retornan a la fecha<br />

central de la inscripción, cuando<br />

ésta fue consagrada, es decir, al<br />

16 de enero de 669, en lo que David<br />

S. Stuart ha llamado “boomerang”<br />

narrativo. La sección mejor conservada<br />

dice yema[l] B’alun Ookte’<br />

ta…, “es el descenso [del dios] B’alun<br />

Ookte’ a…” Aunque el nombre del<br />

lugar a donde baja el dios se encuentra<br />

muy dañado, puede apreciarse<br />

la presencia de un silabograma hi, 10<br />

lo que apoyaría en parte la idea de<br />

Stephen D. Houston 11 en el sentido<br />

de que el sitio a donde baja es el propio<br />

edificio que contenía la inscripción, tal vez porque<br />

de hecho era un templo dedicado a esta deidad, quien<br />

no coincidentemente se encuentra entre las que acudieron<br />

a la reunión convocada por el anciano Dios L<br />

en la “fecha era” a fin de reordenar el mundo, según<br />

se desprende de las vasijas de Naranjo antes mencionadas.<br />

No obstante, Sven Gronemeyer y Barbara<br />

MacLeod 12 sostienen una visión diferente sobre estos<br />

tres últimos cartuchos jeroglíficos, pues los ven<br />

como un pasaje que los mayas dejaron ambiguo de<br />

forma intencional, ya que se refiere tanto a la fecha<br />

de 669 como a la de <strong>2012</strong>, aunque nunca lo contemplan<br />

como una “profecía” catastrofista, sino simplemente<br />

como la presencia de uno de los dioses supremos<br />

que participaron en la Creación (13.0.0.0.0, 13<br />

de agosto de 3114 a. C.) en el aniversario de la misma<br />

(13.0.0.0.0, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>).<br />

Entre abril y mayo del propio <strong>2012</strong> fueron descubiertos<br />

los restos de una importante escalera jeroglífica<br />

en la Estructura 13r-10 de La Corona, sitio<br />

ubicado en el poniente del Petén guatemalteco<br />

y que está siendo investigado actualmente por los<br />

arqueólogos Marcello A. Canuto y Tomás Barrien-<br />

10 El silabograma hi puede intervenir en la composición de la palabra<br />

naah, “casa” o “estructura arquitectónica”.<br />

11 Stephen D. Houston, “What Will Not Happen in <strong>2012</strong>”, en<br />

Maya Decipherment. A Weblog in the Ancient Maya Script, 2008,<br />

disponible en línea: decipherment.wordpress.com/2008/12/20/<br />

what-will-not-happen-in-<strong>2012</strong>.<br />

12 “What Could Happen in <strong>2012</strong>: A Re-Analysis of the 13-Bak’tun<br />

Prophecy on Tortuguero Monument 6”, en Wayeb Notes, 2010, disponible<br />

en línea: wayeb.org/notes/wayeb_notes0034.pdf.<br />

tos Quezada. En el bloque número v de ese monumento,<br />

conocido ahora como Escalera Jeroglífica<br />

2, el ya mencionado epigrafista Stuart 13 descubrió,<br />

entre otras cosas, la segunda mención conocida en<br />

el corpus maya de la célebre fecha 13.0.0.0.0 4 Ajaw<br />

3 K’ank’iin, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>.<br />

El uso que los escribas mayas le dieron a esa fecha<br />

tiene grandes analogías en ambas inscripciones,<br />

pues mientras que en el Monumento 6 de Tortuguero<br />

se enlaza con la consagración del edificio y del propio<br />

panel jeroglífico, ocurrida el 16 de enero de 669, en<br />

el Bloque v de la Escalera Jeroglífica 2 de La Corona<br />

se liga con la activación ritual o consagración de<br />

la propia inscripción, que tuvo lugar el 3 de febrero<br />

de 696. De acuerdo con su texto jeroglífico, esta fecha<br />

fue elegida para coincidir con la visita a La Corona<br />

del poderoso gobernante de Calakmul Yuhkno’m<br />

Yihch’aak K’ahk’, un suceso verdaderamente notable<br />

para Chak Ak’ach Yuhk, señor local, en virtud de que<br />

Calakmul era por entonces la ciudad más poderosa y<br />

hegemónica de las tierras bajas mayas.<br />

Del mismo modo que B’ahlam Ajaw de Tortuguero<br />

enfatizó la importancia de la consagración de su<br />

edificio y la inscripción que contenía, trayendo a colación<br />

sucesos del pasado a fin de legitimar e insertar<br />

este acto en la tradición de sus ancestros y en el gran<br />

orden cósmico del calendario, Chak Ak’ach Yuhk de<br />

13 Cfr. David S. Stuart, “Notes on a New Text from La Corona”, en<br />

Maya Decipherment. A Weblog in the Ancient Maya Script, <strong>2012</strong>, disponible<br />

en línea: decipherment.wordpress.com/<strong>2012</strong>/06/30/notes-on-a<br />

-new-text-from-la-corona.<br />

NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 9<br />

Fotografía: DETALLE DEL CÓDICE DE DRESDE


Fotografía: ZONA ARQUEOLÓGICA DE KABAH / LEÓN MUÑOZ SANTINI<br />

LA CIVILIZACIÓN MAYA<br />

ROBERT J. SHARER<br />

Esta obra, una de las reconstrucciones<br />

más ambiciosas de la civilización<br />

maya, ofrece al lector una visión<br />

global del entorno geográfico, los<br />

orígenes y las características de<br />

la cultura material e intelectual<br />

de los periodos en que ha sido<br />

dividida esta civilización, así como<br />

un estudio de la Conquista que<br />

muestra la supervivencia de ciertos<br />

rasgos culturales de los mayas.<br />

A partir de datos obtenidos de<br />

diversas disciplinas —arqueología,<br />

antropología, etnohistoria, entre<br />

otras—, Sharer entreteje una<br />

reconstrucción histórica de más de<br />

2 mil años, donde se exponen los<br />

diversos procesos sociales y políticos<br />

que definieron la trayectoria de la<br />

civilización maya, desde las polémicas<br />

posturas académicas en torno a su<br />

origen hasta el “colapso” que terminó<br />

con la cultura del periodo Clásico<br />

(250-900 d. C.).<br />

A través de una prosa ligera<br />

y apoyado en recientes estudios<br />

epigráficos, el autor explica las<br />

historias particulares de las<br />

numerosas ciudades mayas, como<br />

Palenque, Tikal, Copán, entre otras,<br />

donde se describen las dinastías,<br />

guerras y relaciones políticas que las<br />

ciudades del Clásico mantuvieron<br />

entre sí. Robert J. Sharer, arqueólogo<br />

estadounidense, trabajó en varios<br />

sitios mayas, como Quiriguá,<br />

Guatemala, y es autor de diversas<br />

obras sobre el tema. (María Elena<br />

Vega Villalobos)<br />

ANTROPOLOGÍA<br />

Traducción de María Antonia Neira Bigorra<br />

3ª ed., 1998, 882 pp.<br />

968 16 4771 8<br />

$1004<br />

UNA SELVA DE REYES<br />

La asombrosa historia de los<br />

antiguos mayas<br />

LINDA SCHELE Y DAVID<br />

FREIDEL<br />

Éste es uno de los libros que más<br />

impacto ha causado —en sus primeros<br />

años a la venta en inglés, esta obra<br />

alcanzó las dimensiones de un<br />

verdadero best-seller— en los estudios<br />

sobre los mayas prehispánicos,<br />

pues cambió para siempre la visión<br />

que se tenía de esta civilización. Se<br />

trata de una de las primeras grandes<br />

síntesis que abordan el estudio de las<br />

secuencias dinásticas de distintos<br />

señoríos mayas, basada en diversas<br />

lecturas epigráficas a partir del<br />

desciframiento que tuvo lugar de<br />

manera ininterrumpida desde 1973,<br />

cuya protagonista fue Linda Schele.<br />

Consta de dos libros simultáneos:<br />

el texto principal se caracteriza por<br />

la fluidez de su prosa y la recreación<br />

casi <strong>nov</strong>elística de la vida de los<br />

mandatarios mayas del periodo<br />

Clásico (250-900 d. C.); el segundo<br />

lo constituyen las notas, llenas de<br />

erudición, donde se proporcionan<br />

los argumentos académicos que<br />

sustentan las interpretaciones<br />

vertidas en la obra. Los puntos más<br />

destacados de la obra incluyen la<br />

idea de que los señores mayas se<br />

autodefinían como seres divinos<br />

y encarnaban el axis mundi de sus<br />

ciudades, representados en las estelas<br />

como árboles cósmicos (de ahí el<br />

título: Una selva de reyes), así como la<br />

propuesta de que la guerra, regulada<br />

por diferentes aspectos del planeta<br />

Venus, jugó un papel protagónico.<br />

Aunque ambos puntos de vista no<br />

son completamente aceptados por<br />

los mayistas de la actualidad, el libro<br />

sigue siendo una importante obra de<br />

consulta debido a sus innumerables<br />

datos. (Érik Velásquez García y María<br />

Elena Vega Villalobos)<br />

antropología<br />

Traducción de Jorge Ferreiro<br />

Fotografías de Justin Kerr<br />

1ª ed., 1999, 598 pp.<br />

968 16 5385 8<br />

$718<br />

MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

TODO EN CALMA PARA EL 4 AJAW 3 K’ANK’IIN<br />

GRANDEZA<br />

Y DECADENCIA<br />

DE LOS MAYAS<br />

J. ERIC S. THOMPSON<br />

El arqueólogo británico John Eric<br />

Sydney Thompson, uno de los<br />

investigadores más destacados<br />

en la historia de los estudios<br />

mayas, presenta en esta obra una<br />

reconstrucción de la sociedad<br />

maya prehispánica a partir de los<br />

conocimientos que se tenían en los<br />

primeros años de la segunda mitad del<br />

siglo xx, a saber, la hipótesis de que<br />

la civilización maya fue una sociedad<br />

pacífica cuya escritura carecía de<br />

signos fonéticos. Para el autor, los<br />

mayas del periodo Clásico (250-900<br />

d. C.) alcanzaron un gran esplendor en<br />

el ámbito de lo abstracto, pero pobres<br />

resultados en el terreno de lo práctico.<br />

Su organización sociopolítica se<br />

basaba en una federación de ciudades-<br />

Estado, las cuales eran regidas por<br />

nobles teocráticos, y sus vestigios<br />

arqueológicos —esas grandes<br />

concentraciones arquitectónicas—<br />

no fueron nunca ciudades, sino<br />

centros ceremoniales vacíos que sólo<br />

eran ocupados durante las fiestas y<br />

días de mercado. Thompson explicaba<br />

el denominado “colapso” maya como<br />

una revuelta campesina, fruto<br />

de una revolución de los labradores<br />

que no toleraban más las demandas<br />

de los gobernantes, a los cuales<br />

masacraron o desterraron. A partir<br />

de esto, la civilización maya vivió un<br />

periodo de decadencia, originado por<br />

los habitantes del centro de México,<br />

con los cuales los mayas entraron<br />

en contacto después del siglo x.<br />

Esta obra se encuentra ilustrada<br />

con varias estampas pintorescas de la<br />

antigua vida cotidiana de los mayas,<br />

donde el autor hace gala de sus dotes<br />

literarias, aunque sin dejar libre<br />

su fantasía, pues se apoya en datos<br />

arqueológicos y etnohistóricos, así<br />

como en analogías etnográficas. (Érik<br />

Velásquez García y María Elena Vega<br />

Villalobos)<br />

antropología<br />

Traducción de Lauro José Zavala<br />

3ª ed., 1984, 400 pp.<br />

978 968 160 535 3<br />

$213<br />

ARTE Y ARQUITECTURA<br />

MAYA<br />

MARY ELLEN MILLER<br />

Mary Ellen Miller es una las más<br />

importantes historiadoras del arte<br />

maya que existen en el mundo; la<br />

académica de la Universidad de<br />

Yale es especialista en los murales<br />

de Bonampak, tema en el que lleva<br />

trabajando más de 30 años. Este libro<br />

ofrece al lector una síntesis llena de<br />

reflexiones sobre el legado plástico<br />

de los antiguos mayas prehispánicos,<br />

especialmente del periodo Clásico<br />

(250-900 d.C.), hasta lo que se conocía<br />

hacia 1998. El punto de vista de Miller<br />

toma en cuenta valoraciones que<br />

sólo una historiadora del arte puede<br />

hacer respecto a materiales, técnicas,<br />

estilos, convenciones de figuratividad,<br />

color, espacialidad, perspectiva y<br />

otros aspectos que caracterizan a la<br />

producción pictórica, escultórica,<br />

arquitectónica y sobre otros soportes<br />

del arte maya. A través de una<br />

reflexión sobre el arte, especialmente<br />

en lo que atañe a la transformación<br />

para representar la figura humana,<br />

la autora nos ofrece su punto de<br />

vista sobre la historia de aquella<br />

civilización amerindia.<br />

Esta edición cuenta, además, con<br />

la revisión del autor de esta reseña en<br />

lo que atañe a los términos técnicos<br />

usados por los mayistas, así como la<br />

actualización de las transcripciones<br />

más recientes de los nombres de<br />

los gobernantes mayas, los cuales<br />

variaron considerablemente desde la<br />

primera edición en inglés de este libro<br />

en 1999. (Érik Velásquez García)<br />

historia del arte en méxico<br />

Traducción de Mariano Xavier Sánchez<br />

Ventura y Blanco<br />

1ª ed., 2009, 226 pp.<br />

978 607 160 077 6<br />

$290<br />

10 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>


La Corona ligó la activación ritual del Bloque v con<br />

acontecimientos pretéritos mencionados en la propia<br />

inscripción, que tuvieron para él gran importancia<br />

política: 1] una lid en el juego de pelota de Sak Nikte’<br />

(nombre antiguo de La Corona), que tuvo lugar el<br />

16 de febrero de 635 y donde participó el legendario<br />

gobernante Yuhkno’m Ch’e’n de la dinastía Kanu’l,<br />

artífice y fundador de la hegemonía de Calakmul (ca.<br />

636-736 d. C.); 2] el posible establecimiento de la dinastía<br />

Kanu’l en Calakmul, acaecido oficialmente<br />

el 11 de abril de 635, dado que esa familia de gobernantes<br />

mayas probablemente procedía del sur de<br />

Quintana Roo; 14 3] un acontecimiento de naturaleza<br />

desconocida, pues el jeroglífico de su verbo está<br />

totalmente erosionado en la misma inscripción del<br />

Bloque v, si bien conservamos la fecha, que convertida<br />

al calendario gregoriano es 12 de abril de 635.<br />

Asimismo, igual que le ocurriera a B’ahlam Ajaw<br />

de Tortuguero, quien asoció la consagración de<br />

su edifico (Wak Haab’ Naah) y su texto jeroglífico<br />

con la fecha futurista y aniversario de la Creación<br />

13.0.0.0.0, 23 de diciembre de <strong>2012</strong>, Chak Ak’ach<br />

Yuhk de La Corona ligó la activación ritual del Bloque<br />

v con dos importantes cierres de b’aak’tuun que<br />

aún no habían ocurrido y estaban lejos en el tiempo:<br />

10.0.0.0.0, 15 de marzo de 830, y 13.0.0.0.0, 23 de diciembre<br />

de <strong>2012</strong>.<br />

Y del mismo modo que B’ahlam Ajaw de Tortuguero,<br />

luego de hablar de la fecha de <strong>2012</strong>, ejecutó un<br />

“boomerang” narrativo, pues aparentemente vuelve<br />

a referirse a su propio presente (669 d. C.): Chak<br />

Ak’ach Yuhk de La Corona sólo menciona la fecha<br />

futurista de 830, pero no dice nada sobre ella, pues<br />

lo que viene a continuación es la frase i yuxul k’an<br />

tuun tahn ch’e’n Sak Nikte’ Chak Ak’ach Yu[h]k ajaw<br />

yi[taaj] Yu[h]k[no’m] [Y]ihch’aak K’ahk’, uhxlaju’n winikhaab’<br />

ajaw, “entonces el señor Chak Ak’ach Yuhk<br />

labró la piedra preciosa en el centro de la ciudad de<br />

Sak Nikte’ con [el gobernante] Yuhkno’m Yihch’aak<br />

K’ahk’, señor de trece k’atuunes”, lo que obviamente<br />

tuvo lugar en su propio presente (696 d. C.).<br />

Una última analogía entre ambas inscripciones<br />

reside en que cuando se refieren al jubileo de la Creación<br />

que tendría lugar en 13.0.0.0.0, 23 de diciembre<br />

14 Muy posiblemente de Dzibanché, tal como he argumentado en algunos<br />

artículos que publiqué en la década pasada; cfr. Érik Velásquez<br />

García, “Los posibles alcances territoriales de la infl uencia política de<br />

Dzibanché durante el Clásico temprano: nuevas alternativas para interpretar<br />

las menciones históricas sobre la entidad política de Kan”, en Rodrigo<br />

Liendo Stuardo (ed.), El territorio maya: memoria de la Quinta Mesa<br />

Redonda de Palenque, México, inah, 2008, pp. 323-352.<br />

MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

TODO EN CALMA PARA EL 4 AJAW 3 K’ANK’IIN<br />

de <strong>2012</strong>, ninguna contiene profecía alguna. En el<br />

caso del Bloque v de la Escalera Jeroglífica 2 de La<br />

Corona sólo se menciona lo siguiente: ha[l]jo’m u[h]<br />

to’m ta Chan Ajaw k’in(?) Uhx Un[ii]w, “un tiempo<br />

largo habrá sido, habrá ocurrido en el día(?) 4 Ajaw<br />

3 K’ank’iin”.<br />

¿Por qué los mayas desearon asociar la construcción<br />

de sus inscripciones y edificios con importantes<br />

cierres de k’atuun y de b’aak’tuun que tendrían<br />

lugar en el futuro? Parte de la respuesta parece residir<br />

en las ya mencionadas páginas de los números<br />

de serpiente del Códice de Dresde, donde la creación<br />

de los grandes ciclos calendáricos fue designada<br />

con el mismo verbo pat, “formar” o “construir”,<br />

que en las inscripciones se usaba para consignar la<br />

edificación de estructuras arquitectónicas y monumentos<br />

de piedra. Según parece, los antiguos mayas<br />

veían el orden calendárico de la misma manera<br />

que concebían el espacio organizado a través de<br />

la acción de sus escultores y arquitectos. Más aún,<br />

conviene tener en cuenta que sus edificios e inscripciones<br />

eran de piedra y que este material fue<br />

concebido como la encarnación del tiempo, pues en<br />

las mitologías del mundo “la piedra se considera un<br />

lugar eterno, durable, capaz de soportar inundaciones,<br />

vientos y terremotos”. 15<br />

Pese a no existir ninguna profecía sobre el fin<br />

del mundo para diciembre de <strong>2012</strong>, conviene decir<br />

que los mayas de la época colonial, al igual que<br />

casi cualquier sociedad, tuvieron sus propias ideas<br />

sobre la forma como se destruiría el espacio en el<br />

que habitaban, dando lugar a un nuevo proceso de<br />

regeneración, si bien no especificaron fecha alguna.<br />

Así, por ejemplo, entre 1555 y 1559 fray Bartolomé<br />

de las Casas refiere que, entre los q’ekchi’s de Verapaz,<br />

“había […] noticia de un diluvio y de la fin del<br />

mundo, y llámanle Butic, que es nombre que significa<br />

diluvio de muchas aguas y quiere decir juicio, y<br />

así creen que está por venir otro Butic, que es otro<br />

diluvio y juicio, no de agua, sino de fuego, el cual dicen<br />

que ha de ser la fin del mundo, en el cual han de<br />

reñir todas las creaturas”. 16<br />

Semejante al anterior es un pasaje contenido en<br />

la Relación geográfica de la ciudad de Mérida (1579),<br />

15 Mircea Eliade, Tratado de historia de las religiones, traducción de Tomás<br />

Segovia, 11ª ed., México, Era, 1996, Biblioteca Era, p. 201.<br />

16 Bartolomé de las Casas, Apologética historia sumaria cuanto a las<br />

cualidades, disposiciones naturales, policías, repúblicas, manera de vivir<br />

e costumbres de las gentes destas Indias Occidentales y Meridionales cuyo<br />

imperio soberano pertenece a los reyes de Castilla, editado por Edmundo<br />

O’Gorman, México, iih (unam), 1967, vol. ii, p. 507.<br />

el cual confirma la creencia de los mayas yucatecos<br />

en diluvios sucesivos de agua y fuego, como también<br />

en un caimán que simbolizaba la inundación<br />

y la tierra: “Tuvieron también noticia de la caída<br />

de Lucifer y del Diluvio, y que el mundo se había de<br />

acabar por fuego, y en significación de esto hacían<br />

una ceremonia y pintaban un lagarto que significaba<br />

el Diluvio y la tierra, y sobre este lagarto hacían<br />

un gran montón de leña y poníanle fuego y, después<br />

de hecho brasas, allanábanlo y pasaba el principal<br />

sacerdote descalzo por encima de las brasas<br />

sin quemarse, y después iban pasando todos los que<br />

querían, entendiendo por esto que el fuego los había<br />

de acabar a todos.” 17<br />

Para terminar este artículo, sólo deseo agregar<br />

que en los textos legados por los mayas antiguos sí<br />

existe una curiosa profecía sobre el fin del mundo,<br />

misma que incluso fija una fecha precisa, aunque<br />

nada tiene que ver con el año <strong>2012</strong>. Ésta se encuentra<br />

en el folio 41 anverso del Chilam Balam de Ixil<br />

y fue escrita en 1658: “en ciento veintinueve años<br />

se acabará el mundo, así lo dijo Beroso por el incremento<br />

[de la población] del mundo. En 1787 se<br />

acabará por lo mucho que aumentará la descendencia<br />

en la tierra.” 18 Hasta donde sabemos ningún<br />

cataclismo de dimensiones apocalípticas tuvo lugar<br />

en 1787. Si esta profecía maya jamás se cumplió,<br />

¿por qué habríamos de creer lo que sostienen los<br />

modernos “iniciados” de la posmodernidad new<br />

age, nada apegados, por cierto, a los testimonios<br />

mayas antiguos? W<br />

Érik Velásquez García, doctor en Historia del Arte,<br />

es investigador del Instituto de Investigaciones<br />

Estéticas, de la UNAM.<br />

17 Mercedes de la Garza Camino (coord.), Relaciones histórico-geográfi<br />

cas de la Gobernación de Yucatán, México, cem (iifl, unam), 1983, vol. i,<br />

Fuentes para el Estudio de la Cultura Maya 1, p. 72.<br />

18 Laura Caso Barrera, Chilam Balam de Ixil. Facsimilar y estudio de un<br />

libro maya inédito, México, Artes de México-inah-cnca, 2011, p. 237.<br />

NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 11<br />

Fotografía: EL SEÑOR CIELO AVE MUÁN FESTEJA SU VICTORIA EN LA BATALLA, PERIODO CLÁSICO, ZONA ARQUEOLÓGICA DE BONAMPAK, CHIAPAS / CORTESIA DEL INAH


Fotografía: ZONA ARQUEOLÓGICA DE CHICHÉN ITZÁ/ LEÓN MUÑOZ SANTINI<br />

MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

12 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>


MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

Las ganas de identifi car una profecía —catastrofi sta o de signo contrario— en un modesto<br />

trozo de piedra labrado por los mayas hace cientos de años habla de una inquietante tara social.<br />

Con una gota de humor, un reputado arqueoastrónomo describe en estas páginas los supuestos<br />

falsos en que se basan los augurios que anticipan un gran cataclismo en las cercanías del<br />

próximo solsticio invernal<br />

El 21 de diciembre del año en<br />

curso, miles de peregrinos,<br />

muchos de ellos organizados<br />

en grupos de “viajes sagrados”,<br />

se reunirán en Chichén<br />

Itzá, Tikal y muchos otros<br />

sitios célebres de la antigua<br />

América. Ahí esperarán una<br />

señal de los antiguos mayas<br />

que marque el fin del mundo<br />

tal como lo conocemos. ¿Nos apagaremos lentamente<br />

o habrá una explosión de euforia? ¿Será una<br />

tragedia o un gran placer? Todo depende de en cuál<br />

de los profetas del new age —una colección ecléctica<br />

de adivinos y místicos, con nombres tales como<br />

“Valum Votan, el que cierra el círculo” o el “Chamán<br />

Cósmico de la Estructura Galáctica”— quiera<br />

uno creer. En <strong>2012</strong>, el gran odómetro de la cuenta del<br />

tiempo de los mayas, conocido como la Cuenta Larga,<br />

una acumulación de varios pequeños ciclos del tiempo,<br />

regresará al cero y comenzará un nuevo ciclo de<br />

1 872 000 días (5 125.37 años). Conforme se acerca<br />

esa fecha tan esperada, han proliferado —en internet,<br />

impresas o filmadas— las historias acerca de lo<br />

que pasará: así, por ejemplo, en <strong>nov</strong>iembre de 2009 se<br />

estrenó <strong>2012</strong>, una cinta hollywoodense, retacada de<br />

efectos visuales, con el eslogan “Nos lo advirtieron”.<br />

Muchas de las predicciones se refieren al espacio<br />

exterior. Sabemos que existe un hoyo negro en<br />

el centro de la Vía Láctea y que en <strong>2012</strong> el Sol se<br />

alineará con el plano de la galaxia por primera vez<br />

en 26 mil años. Así, según los fatalistas, el hoyo<br />

negro alterará a nuestro sistema solar. Lawrence<br />

E. Joseph, autor de un libro intitulado Apocalypse<br />

<strong>2012</strong>, dice que llamas supergigantes estallarán en<br />

la superficie del Sol, lanzando un penacho extraordinario<br />

de partículas solares hacia la Tierra en el<br />

próximo pico de actividad solar. El campo magnético<br />

de la Tierra se invertirá, produciendo consecuencias<br />

terribles tales como violentos huracanes y la pérdida<br />

de todos los sistemas electrónicos de comunicación.<br />

¿Y los recientes desastres naturales, desde el tsunami<br />

en Japón hasta el huracán Sandy? Todo se relaciona<br />

con esta alineación y los antiguos mayas lo sabían<br />

con detalle. Ésas son las malas noticias.<br />

Pero también hay buenas noticias, según auguran<br />

los optimistas. Algunos dicen que, más que un cataclismo,<br />

tendremos un súbito amanecer en el tiempo<br />

cósmico; todos compartiremos una conciencia colectiva<br />

iluminadora que habrá de resolver los problemas<br />

mundiales. El Sol del solsticio de invierno se<br />

“mueve lentamente hacia el corazón de la galaxia”,<br />

escribe el antiguo ingeniero de sistemas y espiritua-<br />

ARTÍCULO<br />

¿Apocalipsis, ya?<br />

ANTHONY F. AVENI<br />

lista John Major Jenkins. El 21 de diciembre (o el 23,<br />

dependiendo de cómo uno alinee los calendarios),<br />

cuando el Sol pase la “Gran Brecha”, un rayo oscuro<br />

en la Vía Láctea —del que Jenkins dice que representa<br />

el “Vientre de la Creación” de los mayas—, el mundo<br />

se transformará. Y dice que entonces nos “volveremos<br />

a conectar con nuestro corazón cósmico”.<br />

Sin proponérselo, los antiguos mayas proporcionaron<br />

alimento para todo este galimatías cósmico.<br />

Monumentos tales como la Estela 25 de Izapa, un<br />

sitio periférico del Preclásico (ca. 400 a. C.), localizado<br />

en la costa del Pacífico mexicano, señala la<br />

alineación galáctica que marcará el fin de la Cuenta<br />

Larga. Se cree, por ejemplo, que la Estela 25 representa<br />

una escena de la creación, en la que un dios<br />

pájaro se posa en lo alto de un árbol cósmico. Jenkins<br />

piensa que este árbol representa una singular<br />

alineación norte-sur de la Vía Láctea —un mensaje<br />

de los mayas acerca de cómo se verá el cielo cuando<br />

la creación empiece de nuevo.<br />

Estas mareantes predicciones pueden confrontarse<br />

en términos tanto científicos como culturales.<br />

No hay mucha evidencia de que los mayas se<br />

preocuparan por la Vía Láctea. Cuando se refieren<br />

a ella, por lo común la imaginan como un camino.<br />

La asociación de la Vía Láctea con un árbol, a pesar<br />

de la popularidad que adquirió desde la publicación<br />

en 1997 del libro El cosmos maya (fce, 1999), de los<br />

notables mayistas David Freidel y Linda Schele, y el<br />

escritor Joy Parker, surge estrictamente del estudio<br />

de las culturas contemporáneas que descienden de<br />

los mayas.<br />

Desde una perspectiva astronómica, el ciclo de<br />

26 mil años que causa la realineación del Sol con<br />

el plano de la Vía Láctea fue descrito por el astrónomo<br />

griego Hiparco en 128 a. C. Observó una pequeña<br />

diferencia entre el año solar (el tiempo que<br />

toma a la Tierra girar alrededor del Sol) y el año<br />

estelar o sidéreo (el tiempo que toma al Sol realinearse<br />

con las estrellas). Como resultado, año tras<br />

año, la ruta del Sol y los puntos en los que sale y se<br />

pone cambian respecto del telón de fondo de las estrellas.<br />

Este fenómeno, llamado precesión, es causado<br />

por el cambio gradual del eje de rotación de la<br />

Tierra. En la práctica, esto significa que la posición<br />

del Sol en los equinoccios y los solsticios, que marcan<br />

las estaciones, cambia lentamente respecto de<br />

las constelaciones del zodiaco. Los observadores<br />

mayas del cielo poseían un zodiaco, así que pudieron<br />

observar la diferencia entre los años estelares<br />

y los años solares, pero no hay pruebas convincentes<br />

de que registraran la precesión, o de cómo lo<br />

habrían hecho.<br />

De acuerdo con los veneradores del <strong>2012</strong>, y con<br />

base en su interpretación de monumentos como<br />

la Estela 25, los mayas no sólo registraron la precesión,<br />

sino que la utilizaron para predecir cómo<br />

se vería el cielo cuando terminara la Cuenta Larga<br />

y empezara un nuevo ciclo de la creación. Sin embargo,<br />

cualquiera que se tome el trabajo de mirar<br />

al cielo nocturno descubrirá que la Vía Láctea, una<br />

ancha faja luminosa que cruza el cielo, se parece<br />

sorprendentemente poco a como se la representa<br />

en los programas de cómputo con los que se infiere<br />

cómo veían los planetas los antiguos observadores<br />

de estrellas. Por ejemplo, el plano galáctico es muy<br />

difícil de definir aun cuando el Sol no se halle en<br />

él, de modo que la alineación solar-galáctica no puede<br />

determinarse visualmente con mayor precisión<br />

que unos 300 años. Además, la “singular” orientación<br />

norte-sur de la Vía Láctea que se retrata en<br />

la Estela 25 en realidad sucede todos los años. Y lo<br />

que es más importante conceptualmente: no existen<br />

pruebas de que los mayas utilizaran mapas del<br />

cielo como dispositivos para representar lo que<br />

veían en la forma en que lo hacemos nosotros. Finalmente,<br />

no hay indicaciones de que a los mayas<br />

les importaran las llamas, las manchas solares o<br />

los campos magnéticos. Extraer profecías de monumentos<br />

como la Estela 25 viene a ser un ejercicio de<br />

selección de datos —a menudo incompletos, vagos<br />

o inaplicables— para justificar una idea carente de<br />

sentido y prejuiciada.<br />

La mayoría de la gente familiarizada con los antiguos<br />

mayas —incluso los que no son profetas de<br />

la fatalidad— sabe que éstos estaban obsesionados<br />

con unos muy complicados sistemas de medición<br />

del tiempo. Queda claro, a partir de sus códices, que<br />

sus astrónomos tenían la capacidad para predecir<br />

con gran precisión acontecimientos celestes, como<br />

los eclipses. Así que no es sorprendente que la gente<br />

de mente mística se sienta libre para atribuir a<br />

los antiguos mayas el poder de ver muy lejos hacia<br />

el futuro. Pero, ¿qué nos dice realmente el registro<br />

cultural acerca de la naturaleza de la medición del<br />

tiempo por los mayas y de la relación con sus ideas<br />

acerca de la creación?<br />

A principios del Clásico (ca. 200 d. C.), el Estado<br />

maya había logrado dominar el cultivo de la tierra,<br />

expandir su territorio y empezar a construir grandes<br />

ciudades con una exquisita arquitectura monumental.<br />

Estaban a punto de establecer una de las grandes<br />

civilizaciones del mundo antiguo. Unos cientos de<br />

años antes, los gobernantes mayas habían hecho una<br />

revisión fundamental de su calendario, que había de<br />

relacionar el surgimiento de los Estados mayas con<br />

NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 13<br />

Fotografía: DETALLE DEL CÓDICE DE DRESDE


sus propios mitos fundadores. Inventaron un enorme<br />

ciclo del tiempo: la Cuenta Larga. Una in<strong>nov</strong>ación<br />

brillante, trasplantaba las raíces de la cultura maya<br />

hasta el día mismo de la Creación. La Cuenta Larga<br />

se estableció a partir de su sistema vigesimal ya existente,<br />

con el día como unidad básica. Consta de 13 ciclos<br />

—que corresponden a los niveles del cielo maya,<br />

cada uno ocupado por objetos y deidades asociados<br />

con los cuerpos celestes— llamados b’aak’tuunes y<br />

que suman un periodo desde la creación de 5 125.37<br />

años estacionales. Al final de un ciclo de la creación,<br />

la cuenta vuelve a iniciarse con el siguiente Día Cero.<br />

Los textos grabados en estelas, a menudo colocadas<br />

en lugar prominente en muchos sitios mayas,<br />

suelen iniciar con una fecha de la Cuenta Larga,<br />

expresada como una serie de cinco números<br />

(12.8.0.1.13, por ejemplo, corresponde al 4 de julio<br />

de 1776), algo similar a la fecha con que se encabeza<br />

cualquier periódico. Estos marcadores del tiempo<br />

eran una forma de propaganda política y religiosa.<br />

Los gobernantes mayas los utilizaban para vincular<br />

acontecimientos culturalmente importantes pero<br />

cósmicamente triviales con sus historias personales<br />

—fechas de coronación, de alianzas matrimoniales,<br />

de victorias militares— y el inicio de pequeños ciclos<br />

temporales (por ejemplo, 9.15.0.0.0, la inscripción de<br />

la Estela B de Copán, marca el fin de un k’atuun o ciclo<br />

de 20 años) con la historia de sus dioses ancestrales,<br />

que habían creado el mundo. De esa manera, la<br />

Cuenta Larga de una estela daba al gobernante el poder<br />

de proclamar en términos concretos la extraordinaria<br />

longevidad de su abolengo.<br />

El principio de la Cuenta Larga, que marca el<br />

último episodio de la creación, tuvo lugar en el pasado<br />

mítico de los mayas. El Día Cero corresponde<br />

al 11 de agosto de 3114 a. C. Esa fecha se escribe<br />

13.0.0.0.0, que es la misma fecha que veremos<br />

13 b’aak’tuunes más tarde, cuando la Cuenta Larga<br />

dé el giro desde el 12.19.19.17.19, el 21 de diciembre<br />

de <strong>2012</strong> (un día de más o de menos), al siguiente Día<br />

Cero. El 11 de agosto cae cerca de una de las dos fechas<br />

en que, cada año, el Sol pasa directamente sobre<br />

la cabeza de un observador en las latitudes meridionales<br />

mayas —un acontecimiento del que se sabe<br />

que era de gran importancia en el mundo maya—.<br />

El 21 o 22 de diciembre es el solsticio de invierno<br />

(o cuando el Sol se “congela” en su trayectoria), que<br />

marca el día en que el Sol alcanza su posición más<br />

meridional en el cielo. De ahí que podamos concebir<br />

que los días cero pasados y futuros, o los acontecimientos<br />

creacionales, se vincularon deliberadamente<br />

con posiciones importantes del ciclo solar.<br />

¿Por qué la Cuenta Larga empieza en 3114 a. C.,<br />

mucho antes de que las comunidades arcaicas que<br />

habitaban la zona dejaran alguna evidencia de lo<br />

que conocemos como cultura maya? Si vemos cómo<br />

fueron establecidos los días cero en otros calendarios<br />

del mundo, tales como el cristiano, el romano<br />

o el sánscrito, la elección debe haber sido una fecha<br />

arbitraria ligada con algún evento más reciente de<br />

la historia maya, o que fue por sí mismo un momento<br />

significativo cultural o históricamente (similar a<br />

la forma en que el año señalado como del nacimiento<br />

de Cristo marca gruesamente el principio del calendario<br />

cristiano). Pero no había nada de especial<br />

acerca de la posición de la Vía Láctea o del zodiaco<br />

en esa fecha, ni nada significativo sucedió en el<br />

cielo. Los mayas habrán seleccionado determinada<br />

fecha simplemente con el fin de remontarse hacia<br />

atrás y decidir en qué fecha hubo de caer su propia<br />

Creación. Una fecha posible para este salto atrás es<br />

7.6.0.0.0. (236 a. C.), que es la que corresponde a las<br />

primeras inscripciones de la Cuenta Larga. 1 Esa fecha<br />

marca igualmente el fin de un k’atuun y lleva el<br />

nombre del mismo mes y día que la fecha de la Creación.<br />

Es divertido ver cómo los profetas del <strong>2012</strong> están<br />

seguros de que el mundo terminará para todos<br />

nosotros basándose en una fecha que puede haber<br />

tenido o no importancia histórica para los mayas<br />

hace unos cuantos miles de años, quienes a su vez<br />

buscaban una fecha unos cuantos miles de años<br />

más atrás. Los antiguos mayas podrían decirnos:<br />

“¡Ey, búsquense su propio día cero!”<br />

Aunque los mayas creían que las sucesivas crea-<br />

1 La Cuenta Larga no fue inventada por los mayas hacia 236 a. C. Los<br />

primeros registros de ese sistema calendárico son la Estela 2 de Chiapa<br />

de Corzo (36 a. C.) y la Estela C de Tres Zapotes (32 a. C.), ninguna de las<br />

cuales es maya. El ejemplo maya de contexto arqueológico más temprano<br />

conocido en las tierras bajas centrales es la Estela 29 de Tikal (292 d. C.).<br />

[Nota de Érik Velásquez García.]<br />

MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

¿APOCALIPSIS, YA?<br />

ciones eran cíclicas, no hay una evidencia clara<br />

de qué es lo que pensaban que sucedería en nuestro<br />

13.0.0.0.0. Lo mismo podemos decir acerca de<br />

lo que ocurrió la última vez que el odómetro de la<br />

creación dio un giro. Pero una escena amenazante<br />

aparece en la última página del Códice de Dresde, 2<br />

un libro maya del siglo xiv que presenta la destrucción<br />

por inundaciones. Un caimán celeste vomita<br />

agua, que mana de glifos del “Sol” y la “Luna” pegados<br />

al cuerpo segmentado de la bestia. Más agua<br />

brota de un jarro sostenido por una deidad con forma<br />

de mujer anciana, que está suspendida en medio<br />

del cuadro. En el fondo, una deidad masculina porta<br />

flechas y una lanza. Versos de textos del inicio de la<br />

Colonia comprueban la historia de la creación por<br />

inundaciones. Curiosamente, los profetas contemporáneos<br />

de la fatalidad no han captado el mito de<br />

la inundación como una forma de destrucción, aunque<br />

sí lo han hecho los directores de películas. Entre<br />

los vívidos efectos especiales para el año <strong>2012</strong><br />

¡hay tsunamis que se tragan el Himalaya y lanzan<br />

un avión de carga contra la Casa Blanca!<br />

Las inscripciones monumentales mayas guardan<br />

silencio acerca de los acontecimientos de la creación<br />

anterior. En la Estela C de Quiriguá, en Guatemala, a<br />

la inscripción del año 13.0.0.0.0 le siguen algunas frases<br />

con jeroglíficos que se refieren al descenso de los<br />

dioses (relacionados con Cauac Cielo, el gobernante<br />

del momento, desde luego), que crearon el primer<br />

hogar colocando tres piedras de apoyo (representadas<br />

en el cielo por cierta parte de la constelación<br />

de Orión). Respecto del 13.0.0.0.0, el Monumento<br />

6 de Tortuguero, en Tabasco, habla del descenso de<br />

cierta entidad trascendental a la Tierra. Pero justo<br />

cuando la historia se está poniendo más interesante,<br />

los glifos se han borrado, dejando la puerta abierta<br />

para que los profetas sigan especulando.<br />

¿Debemos leer una historia real (y el futuro) en<br />

las narraciones mayas? ¿O podemos considerarlas<br />

como marcos de referencia para la trasmisión cultural<br />

de los tradicionales ritos de re<strong>nov</strong>ación, que<br />

tiene lugar al inicio de todos los ciclos temporales,<br />

tales como la aparición y desaparición de Venus o<br />

el calendario de 52 años que combina el año estacional<br />

con el calendario sagrado maya de 260 días?<br />

Cada año nosotros participamos en tales rituales<br />

en la noche de año nuevo. Nos compenetramos con<br />

nosotros mismos al celebrar el fin de nuestro ciclo<br />

estacional —a menudo con excesos absurdos— a<br />

medida que se acerca la medianoche. Entonces nos<br />

entregamos a pequeños actos de penitencia (los<br />

propósitos de año nuevo) para purificarnos, pues<br />

nos parece que se acerca un futuro más brillante.<br />

La gran mayoría de quienes están familiarizados<br />

con la cultura maya considera estas profecías de<br />

fin de ciclo como lecciones para restaurar el equilibrio<br />

del mundo, practicando cierta reciprocidad<br />

con los dioses, por ejemplo ofreciéndoles el pago de<br />

las deudas a cambio de cosechas abundantes. ¡Claro<br />

que los mayas nos inspiran: quieren que participemos<br />

en su cosmología! Pero en este sentido,<br />

los que veneran el <strong>2012</strong> no son muy distintos de los<br />

antiguos mayas en su deseo de volver a conectarse<br />

con el pasado y colocar su existencia en un contexto<br />

más amplio. Donde los mayas se vinculaban con sus<br />

dioses ancestrales al grabar las fechas de la Cuenta<br />

Larga en sus estelas, los profetas del <strong>2012</strong> utilizan<br />

los mitos mayas y las matemáticas para invocar<br />

cierta clase de benéfico espíritu universal o una elevada<br />

conciencia maligna.<br />

Hay algo acerca de la histeria del <strong>2012</strong> que es privativo<br />

del mundo de habla inglesa, sobre todo de Estados<br />

Unidos. La idea de que el mundo acabará con<br />

un cataclismo está firmemente plantada en la Nueva<br />

Inglaterra puritana. Formas de culto evangélicas y<br />

2 Cabe aclarar aquí un error común acerca de la “última” página<br />

del Códice de Dresde. La que se menciona aquí como tal (página 74 del<br />

códice) es apenas la introducción a las páginas de las ceremonias de año<br />

nuevo (páginas 25-28). Lo que ocurre es que cuando Dresde estaba a<br />

punto de ser bombardeada por los ingleses, en las postrimerías de la<br />

segunda Guerra Mundial, la gente que trabajaba en la Biblioteca Estatal<br />

de Sajonia acomodó como pudo las páginas del códice, que estaban entre<br />

dos cristales, a ver si se salvaba, con lo que mucha s páginas quedaron<br />

en desorden, algunas incluso de cabeza. Es preciso aclarar que, como<br />

notó Ernest Förstemann (1880), el códice ya tenía serios problemas de<br />

desorganización antes de 1876, pues había sido seccionado al menos<br />

en dos partes arbitrarias. Desde aquel entonces la página mencionada<br />

quedó hasta el final por accidente, problema que continuó y se acentuó<br />

tras el apresurado trabajo de los bibliotecarios de Dresde momentos<br />

antes del bombardeo inglés, pero ahora es una de las banderas que<br />

los “mayistas” new age enarbolan para decir que, por ser supuestamente<br />

la página final, representa el fin del mundo a través de un diluvio. [Nota<br />

de Érik Velásquez García.]<br />

apocalípticas destacaban en las 13 colonias en fecha<br />

tan temprana como la década de 1640, cuando los<br />

confesores se declaraban abiertamente preparados<br />

para que Dios descendiera del cielo y los desnudara<br />

para el juicio final. Dos siglos después, cientos de<br />

seguidores de William Miller (que se convertirían en<br />

adventistas del séptimo día) esperaban ansiosamente<br />

la “Esperanza Bendita”, a partir de los cálculos bíblicos<br />

de su líder, que señalaban la venida del Cristo<br />

el 22 de octubre de 1844. La gente trepó a los tejados<br />

para esperar —y seguir esperando— la Segunda<br />

Venida.<br />

Hoy, la previsión estadunidense de un fin de los<br />

tiempos de signo celestial se ha convertido en la dominante<br />

corriente secular. Muchos de nosotros recordamos<br />

el cometa Kohoutek, una bola de hielo enviada<br />

para destruir el mundo en 1973, o el proyecto de<br />

reclamo cósmico, milenario, que esperaba al cometa<br />

Hale-Bopp en 1997 —una “maternidad alienígena”<br />

que trajo consigo el suicidio de 39 miembros del culto<br />

de la Puerta del Cielo en California—. La celebrada<br />

convergencia cósmica de los ciclos del calendario azteca<br />

en 1987 es otro ejemplo del deseo estadunidense<br />

de verse bañado por revelaciones del más allá.<br />

No es una coincidencia que los mayas hayan entrado<br />

en los mitos modernos de creación y destrucción<br />

a principios de los años setenta del siglo xx,<br />

alrededor de la época en que los estudiosos empezaban<br />

a lograr significativos avances en el desciframiento<br />

de los jeroglíficos mayas. Repitiendo<br />

una tendencia que empezó un siglo antes con la escritura<br />

mística de Augustus Le Plongeon, emergió<br />

una literatura con ribetes pop: Secrets of the Mexican<br />

Pyramids de Peter Tompkins, Mexico Mystique<br />

de Frank Water y The Pyramid of Kukulcan de Luis<br />

Arochi, libros que decían revelar secretos del futuro<br />

que surgían del código maya. También fue alrededor<br />

de esta época cuando la idea de estar en el lugar<br />

adecuado en el momento adecuado empezó a colarse<br />

en la industria turística. Los turistas, muchos de<br />

ellos con tendencias espirituales new age, acuden<br />

en masa a Chichén Itzá en el equinoccio de primavera,<br />

por ejemplo, para ver una serpiente “emerger”<br />

de las sombras de El Castillo. El turismo sacro está<br />

haciendo sonar la caja registradora con el mito del<br />

<strong>2012</strong>. Se planean fiestas estelares en Copán y Tikal<br />

en el inicio del cambio temporal. Y negociantes industriosos<br />

han preparado equipos de supervivencia<br />

para ese año, tal vez un <strong>2012</strong> para dummies y camisetas<br />

con frasecitas alusivas, eso sin hablar de las<br />

películas. Más lo que se acumule esta semana.<br />

Vivimos en una sociedad orientada hacia lo material,<br />

inmersa en la técnica, que en cierto modo parece<br />

desconcertada por los caminos que nos abre la ciencia<br />

empírica y racional. De ahí parece surgir el notable<br />

atractivo de las explicaciones místicas escapistas<br />

sobre un punto final galáctico, repleto de sustentos<br />

matemáticos, históricos y cósmicos precisos (disfrazados<br />

de ciencia). En una época de ansiedad buscamos<br />

la sabiduría de los antepasados —incluso de los<br />

antepasados de otros pueblos— que parecen haberse<br />

perdido en las cambiantes arenas del tiempo. Quizá<br />

la única manera de recuperar el control sobre nuestro<br />

mundo carente de orden es redescubrir su conocimiento<br />

perdido y hacer uso de él. Por ello vemos de<br />

manera romántica a los antiguos mayas.<br />

Pero los majestuosos logros de los mayas y de<br />

otras complejas culturas del mundo antiguo son<br />

atractivos por sí mismos. No necesitamos vestirlos<br />

con ropajes occidentales o apocalípticos. Y la responsabilidad<br />

para educar al público acerca de lo que<br />

realmente sabemos de los mayas y de otras culturas<br />

extraordinarias —como la capacidad de los mayas<br />

para determinar sin ningún instrumento óptico<br />

la posición de Venus con una precisión de un día<br />

en 500 años— debe cargarse directamente sobre<br />

los hombros de aquellos de nosotros que pasamos<br />

nuestras vidas estudiándolos. La histeria del <strong>2012</strong><br />

nos permite preguntarnos si de verdad estamos haciendo<br />

nuestro trabajo o si el deseo de una conexión<br />

y una continuidad cósmicas es demasiado fuerte<br />

como para enfrentarlo con la ciencia y la razón. W<br />

Con el consentimiento del autor, hemos tomado —y<br />

adaptado ligeramente— este artículo del número<br />

de <strong>nov</strong>iembre-diciembre de 2009 de Archaeology.<br />

Traducción de Martí Soler.<br />

Anthony F. Aveni, académico de Colgate University,<br />

es autor de Observadores del cielo en el México<br />

antiguo (Antropología, 1981).<br />

14 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>


OBSERVADORES DEL<br />

CIELO EN EL MÉXICO<br />

ANTIGUO<br />

ANTHONY F. AVENI<br />

Esta obra de Anthony F.<br />

Aveni, pionero y decano de la<br />

arqueoastronomía mesoamericana,<br />

constituye un obligado libro de<br />

consulta para todos los interesados en<br />

el estudio de la astronomía indígena.<br />

La obra consta de cuatro secciones.<br />

En la primera, Aveni profundiza en<br />

los distintos testimonios y datos que<br />

se conservan sobre el tema. En la<br />

segunda invita al lector a imaginar<br />

cómo sería la astronomía sin el uso<br />

de lentes y telescopios, únicamente<br />

guiada por las observaciones a simple<br />

vista; en esta sección explica los<br />

conceptos fundamentales para la<br />

formación de todo arqueoastrónomo,<br />

como por ejemplo equinoccio,<br />

solsticio, paso cenital, refracción<br />

atmosférica, magnitud estelar, arcus<br />

visionis, eclíptica, ecuador celeste,<br />

ciclo sinódico, ciclo sideral, orto<br />

heliaco, etcétera. La tercera parte<br />

del libro está dedicada a exponer<br />

los fundamentos astronómicos<br />

de los principales calendarios<br />

mesoamericanos e incluye algunos<br />

apartados donde expone la estructura<br />

de las tablas de Venus y de los eclipses<br />

en los códices mayas, así como la<br />

discusión sobre la presunta existencia<br />

de un zodiaco y una tabla de Marte,<br />

sin olvidarse del importante problema<br />

de la correlación entre el calendario<br />

maya y el cristiano. Finalmente, en la<br />

cuarta sección, el autor expone lo que<br />

hasta entonces era conocido en torno<br />

a la orientación de la arquitectura<br />

y el urbanismo mesoamericanos,<br />

sosteniendo como idea central que el<br />

movimiento de los astros constituía<br />

el fundamento de las alineaciones<br />

arquitectónicas. (Érik Velásquez<br />

García)<br />

antropología<br />

Traducción de Jorge Ferreiro<br />

2ª ed., 2005, 517 pp.<br />

968 16 7293 3<br />

$405<br />

LA CIVILIZACIÓN<br />

DE LOS ANTIGUOS MAYAS<br />

ALBERTO<br />

RUZ LHUILLIER<br />

Esta obra del reconocido arqueólogo<br />

mexicano Alberto Ruz Lhuillier<br />

consta de cuatro ensayos, que se<br />

derivan de una serie de conferencias<br />

dictadas entre 1954 y 1955. El primero<br />

es de carácter general e introductorio<br />

al estudio de Mesoamérica; el segundo<br />

constituye una breve introducción<br />

a la cultura maya en particular,<br />

donde Ruz Lhuillier considera que la<br />

escritura era un sistema compuesto<br />

de ideogramas (logogramas) y signos<br />

fonéticos, y que los estudios que en<br />

ese entonces estaba realizando Yuri V.<br />

Knorosov representaban un esfuerzo<br />

serio para encontrar el camino del<br />

desciframiento; el tercero consta de<br />

breves reflexiones sobre el arte maya,<br />

cuyo carácter distintivo se debe,<br />

según el autor, a la homogeneidad<br />

étnica del pueblo que lo creó y al<br />

relativo aislamiento geográfico de esa<br />

civilización. En el último ensayo, el<br />

descubridor de la cámara funeraria<br />

del gobernante que hoy conocemos<br />

como K’ihnich Janaab’ Pakal I narra<br />

y describe el hallazgo de la tumba<br />

del Templo de las Inscripciones de<br />

Palenque, Chiapas, realizado entre<br />

1945 y 1952. Este texto es una obra<br />

clásica que, a pesar de haber sido<br />

escrita hacía varias décadas, cumple<br />

la función de introducir y motivar al<br />

lector al estudio de la cultura maya<br />

prehispánica. (Érik Velásquez García<br />

y Florencia Scandar)<br />

antropología<br />

3ª ed., 1991, 164 pp.<br />

978 968 163 514 5<br />

$95<br />

MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

¿APOCALIPSIS, YA?<br />

COSTUMBRES<br />

FUNERARIAS<br />

DE LOS ANTIGUOS MAYAS<br />

ALBERTO<br />

RUZ LHUILLIER<br />

Esta obra clásica presenta una<br />

brillante síntesis de las costumbres<br />

funerarias de la civilización<br />

maya basada en la amplia gama<br />

de datos obtenidos por medio de<br />

la arqueología, la imaginería, la<br />

escritura jeroglífica, la osteología, la<br />

etnohistoria y la etnología. El texto<br />

incorpora las diversas prácticas<br />

religiosas que pueden interpretarse a<br />

través de las evidencias materiales,<br />

así como del arte y algunas de<br />

las tradiciones funerarias que han<br />

trascendido y aún pueden observarse<br />

en los asentamientos indígenas<br />

contemporáneos. Entre las diversas<br />

virtudes del libro pueden encontrarse<br />

la erudición y el aprovechamiento de<br />

un cuidadoso enfoque comparativo en<br />

las secciones finales de la obra, pero<br />

sobre todo la adecuada parcelación<br />

de los datos en distintos periodos<br />

y regiones, dejando entrever que<br />

en este aspecto de la cultura las<br />

diversas comunidades mayances<br />

tienen y tuvieron una variedad rica<br />

y caleidoscópica. (María Elena Vega<br />

Villalobos y Érik Velásquez García)<br />

antropología<br />

1ª ed., 1989, 396 pp.<br />

968 16 3316 4<br />

$165<br />

EL DESCIFRAMIENTO DE<br />

LOS GLIFOS MAYAS<br />

MICHAEL D. COE<br />

En 1952, el etnólogo soviético Yuri<br />

V. Knorosov (1922-1999) publicó el<br />

primero de muchos artículos donde<br />

mostraba que la escritura jeroglífica<br />

maya era un sistema morfofonético<br />

o logosilábico, semejante a otros<br />

sistemas del mundo. Dicha<br />

propuesta tardó un par de décadas<br />

en ser comprendida y aceptada por la<br />

comunidad de estudiosos de la cultura<br />

maya, quienes en su mayoría opinaban<br />

que la escritura de esta civilización<br />

tenía muy pocos elementos fonéticos.<br />

Uno de los primeros en reconocer<br />

la propuesta de Knorosov fue el<br />

autor de este libro, quien, en una<br />

mezcla de investigación historiográfica<br />

y exposición de su propia experiencia<br />

de vida, nos proporciona una amena<br />

historia del desciframiento. La obra<br />

comienza con un capítulo elocuente<br />

(“La palabra hecha visible”), en el que<br />

sostiene que todos los sistemas de<br />

escritura del mundo representan el<br />

lenguaje verbal, pues el concepto de<br />

supuestas escrituras que sólo sirven<br />

para representar ideas se basa en<br />

errores interpretativos arrastrados<br />

desde el siglo xvii. A lo largo de los<br />

siguientes capítulos, Coe repasa<br />

las distintas etapas de valoración<br />

que ha tenido la escritura maya,<br />

explicando el antifonetismo que<br />

imperó hasta mediados del siglo xx,<br />

su cuestionamiento por Knorosov,<br />

el reconocimiento de elementos<br />

biográficos de los gobernantes hecho<br />

por Tatiana A. Proskouriakoff, la<br />

importancia del método ecléctico<br />

—que inauguró la época moderna<br />

en el desciframiento, a partir<br />

de 1973—, el estudio de los textos<br />

plasmados sobre la cerámica, la<br />

explicación de los métodos modernos<br />

de desciframiento y una reflexión del<br />

desarrollo de la epigrafía en los últimos<br />

años del siglo xx. Este libro tiene<br />

como propósito central homenajear y<br />

reconocer la aportación de Knorosov<br />

al desciframiento de la escritura maya.<br />

(Érik Velásquez García y Florencia<br />

Scandar)<br />

antropología<br />

Traducción de Jorge Ferreiro<br />

2ª ed., 2010, 309 pp.<br />

978 607 160 199 5<br />

$276<br />

NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 15


MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

Está por renacer, enaltecida por un cuidadoso prólogo de Rodrigo Martínez Baracs,<br />

la versión del Popol Vuh que el diplomático y escritor guatemalteco Adrián Recinos<br />

preparó para el Fondo hace más de seis décadas. Libro esencial para entender<br />

la cosmovisión maya, es sobre todo una pieza de excepcional lirismo<br />

Desde hace décadas se escucha<br />

en todo tipo de<br />

medios que los mayas<br />

previeron el fin del mundo.<br />

Que todo acabará<br />

para el género humano<br />

en diciembre del <strong>2012</strong>.<br />

E incluso se da la fecha<br />

exacta. Faltaba más. No<br />

por nada el calendario<br />

maya alcanzó un refinamiento extraordinario. Precisamente<br />

ese refinamiento —los avanzados conocimientos<br />

de los mayas en materia de matemáticas y<br />

astronomía— avalaría ante los crédulos la exactitud<br />

del supuesto pronóstico (ya más bien tomado como<br />

profecía) cuyo fundamento es una caprichosa lectura<br />

de la estela número 6 encontrada en el cerro<br />

de Tortuguero, sitio arqueológico ubicado al sur del<br />

municipio de Macuspana, Tabasco, cerca de Palenque.<br />

En esa estela, de la cual se conservan tres fragmentos,<br />

aparece inscrita una fecha que, se presume,<br />

señala la conclusión de un ciclo de cientos de años y<br />

el retorno de un dios, Bolom Yonté. A pesar de que la<br />

epigrafía maya se ha desarrollado mucho en los últimos<br />

sesenta años, es muy difícil saber bien a bien lo<br />

que se inscribió en esa estela por la sencilla razón<br />

de que parte de sus glifos se ha desvanecido. 1<br />

¿Cómo se difundió la idea de un cataclismo planetario?<br />

A saber. Es algo tan asombroso como la<br />

fascinación que ejerce sobre un enorme número de<br />

personas la idea de una catástrofe final. (“Para qué<br />

tanto penar: vamos ahorrándonos el esfuerzo de vivir.”)<br />

La imaginación humana parece haber estado<br />

poblada siempre de fantasías escatológicas. Hay algunas<br />

que son casi universales, como el diluvio.<br />

Entre los mayas, como lo prueba el Popol Vuh, se<br />

creía que los dioses habían creado y destruido diversas<br />

humanidades o especies antropomórficas<br />

(hechas de barro, de madera) antes de crear a la humanidad<br />

actual, hecha de maíz. En cualquier caso,<br />

dado nuestro origen similar, los seres humanos somos<br />

potencialmente destruibles —de ahí que de antemano<br />

parezcamos dispuestos a asumir un destino<br />

similar al de nuestros míticos antecesores.<br />

Pero sería doloroso desaparecer cuando estamos,<br />

tras décadas de investigación y estudio, en el<br />

umbral de entender un poco mejor la cultura maya.<br />

I I<br />

Han pasado sesenta y cinco años desde que el Fondo<br />

de Cultura Económica publicó por primera vez en la<br />

benemérita serie Biblioteca Americana la primera<br />

traducción directa al español, íntegra, fruto del esfuerzo<br />

de Adrián Recinos, del Popol Vuh, uno de los<br />

pocos, maravillosos testimonios de la cosmogonía<br />

maya con que hoy contamos.<br />

“El libro indígena más importante de América”<br />

—como lo calificó Ermilo Abreu Gómez en 1950, al<br />

presentar su versión sucinta, modernizada— es un<br />

libro tan hermoso como controvertido, con un historial<br />

largo y complejo. Escrito a mediados del siglo<br />

xvi, según anotó fray Francisco Ximénez, primera<br />

persona de lengua española a la que le fue dado conocerlo,<br />

así como su primer traductor, la obra que<br />

1 Quien desee saber más sobre el sitio y sus riquezas debe leer Tortuguero<br />

(unam, 2006), libro de Alfonso Arellano Hernández, historiador adscrito<br />

al Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas<br />

de la unam.<br />

ARTÍCULO<br />

El Popol Vuh<br />

de Adrián Recinos<br />

RAFAEL VARGAS<br />

hoy conocemos como Popol Vuh era un texto escrito<br />

en idioma quiché, pero con caracteres latinos, que<br />

todavía en 1701, cuando lo leyó Ximénez, carecía<br />

de título. Ximénez tampoco le dio uno al terminar<br />

de verterlo a nuestro idioma, casi veinte años<br />

después. En vez de ello, simplemente escribió en la<br />

tapa: “Empiezan las historias del origen de los indios<br />

de esta provincia de Guatemala. Traducido de<br />

la lengua quiché en la castellana para más comodidad<br />

de los ministros del Santo Evangelio, por el R. P.<br />

F. Francisco Ximénez, cura doctrinero por el Real<br />

Patronato del Pueblo de Santo Thomas Chuilá.”<br />

Es posible que haya sido antes —como supone Delia<br />

Goetz, que con Sylvanus G. Morley es responsable<br />

de la primera versión del Popol Vuh en lengua inglesa—<br />

“un libro de pinturas con jeroglíficos que los sacerdotes<br />

interpretaban al pueblo para mantener vivo<br />

el conocimiento del origen de su raza y los misterios<br />

de su religión” —es decir, un códice— y que haya sido<br />

plasmado posteriormente en un manuscrito de apariencia<br />

“española” para preservarlo de la vehemente<br />

pasión destructiva de fray Diego de Landa y demás<br />

religiosos de su estirpe, empecinados en quemar ídolos<br />

y códices. O es quizás una compilación de relatos<br />

orales realizada por uno o más escribas, según diversos<br />

indicios. El hecho es que el texto recorrió un largo<br />

camino antes de convertirse en el inmenso clásico<br />

que es hoy, comparable, en términos de importancia<br />

histórica, al Ramayana, la Ilíada o la Biblia.<br />

Sería redundante abundar en la inagotable riqueza<br />

de la “Carta Magna del alma guatemalteca”, como<br />

llama Luis Cardoza y Aragón al gran clásico quiché<br />

en otro libro distintivo del Fondo: Guatemala, las líneas<br />

de su mano, en el que dedica varias páginas a esa<br />

obra capital, la cual, como pocas, “atesora la esencia<br />

de la condición humana como poesía en estado bruto,<br />

tan directa y elemental que, para poder narrar o<br />

explicar, recurre a la constante asunción del mito”.<br />

Tampoco tiene sentido tratar de reseñar la compleja<br />

historia del libro —la traducción de Ximénez,<br />

parcial, es sólo el principio, pero sin el trabajo del<br />

fraile el Popol Vuh no existiría: fue el resorte para<br />

que el espíritu del pueblo quiché se diera a conocer<br />

al mundo—. De ello se encarga minuciosamente Rodrigo<br />

Martínez Baracs en el extenso y erudito prólogo<br />

con que abre la edición conmemorativa.<br />

Lo que sí debe hacerse es celebrar que esta nueva<br />

edición haya dado origen a ese prólogo, por lo<br />

mucho que se aprende sobre la historia del libro<br />

a través de él, y también porque recupera para los<br />

lectores de hoy el nutrido cuerpo de notas con que<br />

Adrián Recinos dotó a la edición original. Ese aparato<br />

crítico se disminuyó cuando Arnaldo Orfila convino<br />

con Recinos, en 1959, que el Popol Vuh se publicara<br />

en Colección Popular, una serie mucho más económica<br />

que Biblioteca Americana, con el propósito<br />

de hacerlo más accesible al público (decisión que al<br />

cabo del tiempo ha significado la circulación de más<br />

de 600 mil ejemplares). Orfila no descartaba que el<br />

título siguiera publicándose en su primera colección,<br />

pero eso no volvió a ocurrir sino hasta este año, en el<br />

que precisamente se conmemora el quincuagésimo<br />

aniversario luctuoso de Recinos, un personaje muy<br />

destacado en la vida de Guatemala.<br />

I I I<br />

Adrián Recinos nació en la ciudad de Antigua, Guatemala,<br />

el 5 de julio de 1886. Cursó un bachillerato<br />

en letras y estudió después abogacía, e ingresó,<br />

poco antes de cumplir 22 años de edad, al servicio<br />

diplomático de su país, en abril de 1908. Catorce<br />

años después se había convertido en ministro de<br />

Relaciones Exteriores. Tuvo una intensa vida política.<br />

Alfonso Reyes lo conoció en 1925, en París,<br />

cuando Recinos, después de tres años de desempeñarse<br />

como embajador ante España, pasa por Francia,<br />

decidido a volver a su país. Apunta Reyes en su<br />

diario el lunes 2 de <strong>nov</strong>iembre de 1925: “Hoy se fue<br />

Adrián Recinos, ministro de Guatemala. Parece<br />

que va a ser candidato a la presidencia.” 2<br />

Recinos no buscará ese año la presidencia de su<br />

país, pero sí se convierte en presidente de la Asamblea<br />

Legislativa. Después de 1924, cuando edita las<br />

Poesías de José Batres Montúfar, uno de los poetas<br />

más notables de Guatemala en el siglo xix, su trabajo<br />

literario queda en segundo plano. En los veinte<br />

años siguientes la política y la diplomacia (es embajador<br />

ante Estados Unidos de 1928 a 1943) se convierten<br />

en sus actividades centrales.<br />

A la caída de Jorge Ubico, en julio de 1944, vuelve<br />

a Guatemala. Esta vez sí participará en la contienda<br />

presidencial. Enfrenta a uno de los políticos más estimados<br />

en la historia de ese país: Juan José Arévalo.<br />

En esta confrontación Recinos, católico y conservador,<br />

representa a la derecha; Arévalo, candidato del<br />

pueblo, gana con más del 85 por ciento de los votos y<br />

construye un proyecto de gobierno de corte socialista.<br />

Recinos sale de Guatemala y se instala en México.<br />

Con su bondad característica, Alfonso Reyes<br />

apunta en Letras de la Nueva España, al escribir<br />

el apartado relativo a poesía indígena: “Centón de<br />

versiones orales y textos hieráticos, pretender sacar<br />

de aquí una historia seguida todavía parecía a Max<br />

Müller cosa quimérica. La ciencia, con todo, logra<br />

al fin traslucir entre las nubes tornasoladas del<br />

Popol Vuh una síntesis histórica. Véase, en tal sentido,<br />

la diáfana introducción que don Adrián Recinos<br />

—ilustre guatemalteco a quien la ingratitud de la<br />

política devolvió a las Musas— pone al frente de su<br />

recientísima y sabia traducción (1947).” 3<br />

Durante su estadía en México Recinos trabó una<br />

estrecha relación con el Fondo, documentada en el<br />

archivo histórico de la casa y que es imposible cubrir<br />

por ahora. Baste decir que a fi nales de 1945, tal<br />

vez a instancias de su amigo, el arqueólogo estadunidense<br />

Sylvanus G. Morley, le escribió a Daniel Cosío<br />

Villegas para proponerle la publicación de su versión<br />

del Popol Vuh, y que la propuesta fue, como es obvio,<br />

bien acogida. Recinos se convirtió además en traductor<br />

del célebre estudio de Morley: La civilización<br />

maya (fce, 1947), y de otro gran libro de la literatura<br />

indígena guatemalteca: Memorial de Sololá (fce,<br />

1950). Un par de años antes de volver a su país publicó<br />

la extensa investigación que realizó aquí, acerca<br />

de Don Pedro de Alvarado, conquistador de México y<br />

Guatemala (fce, 1952); en 1998 se publicó un fragmento<br />

de ella en la colección Fondo 2000 bajo el título<br />

Muerte de Pedro de Alvarado.<br />

Recinos murió el 8 de marzo de 1962, rescatado<br />

para la posteridad más por Calíope que por Clío. W<br />

Rafael Vargas es una especie de arqueólogo literario<br />

que une el pasado remoto con el inmediato.<br />

2 Alfonso Reyes, Diario. 1911-1927, tomo i, México, fce, 2010, Letras<br />

Mexicanas, p. 122<br />

3 Alfonso Reyes, Letras de la Nueva España, en Obras completas, tomo<br />

xii, México, fce, 1960, p. 286.<br />

16 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>


SUEÑO Y ÉXTASIS<br />

Visión chamánica de los nahuas<br />

y mayas<br />

MERCEDES DE LA GARZA<br />

Este libro es una versión actualizada,<br />

enriquecida y corregida de Sueño<br />

y alucinación en el mundo náhuatl<br />

y maya (1990). Pero tiene tantas<br />

diferencias con aquél, que de verdad<br />

ésta constituye una obra diferente. La<br />

esencia argumentativa que sustenta<br />

ambas obras, sin embargo, es la<br />

misma; a saber: que en la cosmovisión<br />

de los pueblos nahuas y mayas el<br />

ser humano estaba compuesto por<br />

distintos elementos, tanto de materia<br />

perceptible a través de los sentidos<br />

ordinarios del estado de vigilia (carne<br />

y hueso), como de sustancias airosas<br />

o espirituosas que casi siempre<br />

sólo se podían captar bajo distintas<br />

modalidades del sueño (conocidas<br />

comúnmente como almas). Algunas<br />

de estas almas o espíritus se podían<br />

externar del resto del cuerpo de<br />

forma temporal e involuntaria (por<br />

ejemplo durante el sueño, susto,<br />

orgasmo, etcétera), pero también<br />

había y aún existen especialistas<br />

rituales que, bajo distintas técnicas<br />

chamánicas, son capaces de externar<br />

y controlar algunas de esas almas a<br />

voluntad, principalmente —aunque no<br />

siempre— con propósitos curativos y<br />

de diagnóstico, aunque también con<br />

afanes de adivinación.<br />

El libro ordena la información<br />

en dos grandes apartados: el de<br />

los nahuas y el de los mayas; a su<br />

vez cada uno se divide en pueblos<br />

prehispánicos, coloniales y modernos.<br />

La obra aborda temas tan complejos<br />

como el del nagualismo, el tonalismo,<br />

el concepto indígena del sueño,<br />

del aprendizaje, de la voluntad, de<br />

la memoria, de la clarividencia, la<br />

utilización de diversas plantas y<br />

animales psicoactivos, la medicina,<br />

la enfermedad, etcétera. Entre sus<br />

<strong>nov</strong>edades en relación con el primero,<br />

se encuentra una introducción que<br />

toca el tema de los fundamentos<br />

fisiológicos de la experiencia religiosa,<br />

la cognición y el sueño; la inclusión<br />

de un mayor número de datos que<br />

proceden de las inscripciones y<br />

códices jeroglíficos; el uso de un nuevo<br />

tipo de documentos: las vasijas mayas<br />

del periodo Clásico (250-900), así<br />

como una explicación de la manera en<br />

que estos conceptos se resignificaron<br />

e incluso condenaron durante la época<br />

colonial. Es preciso advertir que este<br />

tema es muy escurridizo, pues sus<br />

elementos varían considerablemente<br />

de una comunidad o época a otra,<br />

pero la virtud del libro es que suele<br />

especificar con precaución el contexto<br />

social o temporal de cada dato. (Érik<br />

Velásquez García)<br />

1ª ed., <strong>2012</strong>, unam-fce, 341 pp.<br />

978 607 022 931 2<br />

$385<br />

PALENQUE-LAKAMHA’<br />

Una presencia inmortal del<br />

pasado indígena<br />

MERCEDES DE LA GARZA,<br />

GUILLERMO BERNAL ROMERO<br />

Y MARTHA CUEVAS GARCÍA<br />

A diferencia de los estudios que van<br />

de los conocimientos generales a los<br />

particulares y plasman una síntesis<br />

global de lo que fue la gran cultura<br />

maya, esta obra aborda, desde lo<br />

particular, una compleja sociedad que<br />

contaba con millares de personas.<br />

Comprende como unidad de estudio<br />

una de las obras más grandiosas de<br />

la antigüedad americana, la ciudad<br />

maya de Palenque-Lakamha’, con la<br />

que se vislumbra el desenvolvimiento<br />

y la función de la ciudad como centro<br />

religioso, cabeza de reino, centro de<br />

almacenamiento y comunicación en<br />

un amplio territorio. Se describen<br />

las peculiaridades de este gran<br />

asentamiento, sus dimensiones, su<br />

belleza, su ubicación, así como sus<br />

extraordinarias inscripciones aún<br />

conservadas —que hoy, gracias a los<br />

importantes avances de la epigrafía<br />

y diversos campos de investigación,<br />

se abren a nosotros como una de las<br />

tantas voces para reconstruir una<br />

de las más importantes culturas<br />

mesoamericanas, y dar una<br />

imagen completa de la gran ciudad<br />

y su enigmática sociedad con su<br />

arquitectura, su poder político y su<br />

asombrosa concepción del cosmos y<br />

de los seres humanos, todo lo cual le<br />

ha permitido trascender su tiempo—.<br />

Palenque-Lakamha’ es resultado<br />

de un afanoso trabajo concluido<br />

por la historiadora Mercedes de<br />

la Garza, el epigrafista Guillermo<br />

Bernal Romero y la arqueóloga<br />

Martha Cuevas García, quienes en<br />

la preparación de esta obra dejaron<br />

traslucir un profundo vínculo<br />

emocional y quienes acertadamente<br />

comentan en el prólogo: “Nuestras<br />

distintas perspectivas disciplinarias<br />

e interpretaciones se han entrelazado<br />

en este libro para lograr una<br />

visión general y actualizada de la<br />

historia y las creaciones culturales<br />

de la gran urbe maya, accesible a<br />

cualquier lector, pero cimentada en<br />

los múltiples y rigurosos trabajos<br />

científicos realizados sobre<br />

Palenque”. (Elizabeth Aguilar Flores)<br />

fideicomiso historia de las américas.<br />

serie ciudades<br />

1ª ed., <strong>2012</strong>, El Colegio de México-fce, 339 pp.<br />

978 607 16 1061 4<br />

$ 220<br />

MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

LOS MAYAS<br />

JACQUES SOUSTELLE<br />

Soustelle, etnólogo francés<br />

especialista en diversas culturas<br />

de Mesoamérica, ofrece aquí una<br />

reconstrucción de esta civilización<br />

a partir de numerosos datos<br />

obtenidos desde diversas disciplinas,<br />

como la arqueología, la historia, la<br />

antropología y la lingüística. Con<br />

una redacción ligera y fluida, el autor<br />

explica a sus lectores los distintos<br />

procesos políticos y culturales que<br />

sufrió la historia maya, su diversidad<br />

lingüística, las características<br />

particulares de las artes menores,<br />

así como los diferentes estilos<br />

arquitectónicos que encontramos<br />

a lo largo de las tierras mayas,<br />

centrándose en algunos sitios<br />

relevantes, como Palenque, Tikal<br />

y Uaxactún, así como en ciudades<br />

de Yucatán, donde sobresalen<br />

Uxmal y Sayil. Una vez definidas<br />

las principales características de la<br />

civilización maya, Soustelle aborda<br />

diversos temas relacionados con<br />

la vida cotidiana de esta cultura,<br />

su vestimenta, su organización<br />

sociopolítica, su religión, su escritura<br />

y calendario. La parte final de la obra<br />

detalla los últimos siglos de la historia<br />

maya prehispánica (desde el siglo xiii<br />

al xvi) y cierra con una descripción<br />

de la larga y compleja conquista de<br />

la zona maya. (María Elena Vega<br />

Villalobos)<br />

antropología<br />

Traducción de Jorge Ferreiro<br />

1ª ed., 1988, 276 pp.<br />

968 16 2868 3<br />

$335<br />

EL POPOL VUH<br />

Las antiguas historias del Quiché<br />

Esta obra contiene uno de los relatos<br />

míticos más conocidos de la cultura<br />

maya, que narra de forma hilada,<br />

estructurada y continua, y bajo<br />

su propia perspectiva, la creación<br />

del mundo y el devenir del pueblo<br />

quiché (k’ichee’), el grupo étnico<br />

más numeroso de las tierras altas<br />

de Guatemala, que durante el siglo<br />

xvi llegó a convertirse en la nación<br />

indígena hegemónica de la región, con<br />

su capital en Cumarcah (Q’umarkaj).<br />

Los mayistas suelen dividir la obra<br />

en una parte mítica, que se refiere al<br />

origen del cosmos y a las aventuras<br />

de los héroes mellizos Hunahpú<br />

(Junajpu’) e Ixbalanqué (Xb’alanke’),<br />

y una parte de carácter “histórico”,<br />

que consta de una crónica del grupo<br />

quiché desde sus orígenes hasta la<br />

época de Juan Reinoso, a mediados<br />

del siglo xvi. Sin embargo hay que<br />

recalcar que está división es ajena a<br />

los mayas y ambas partes se ubican en<br />

el mismo continuo.<br />

En esta edición, el historiador,<br />

ensayista y traductor guatemalteco<br />

Adrián Recinos presenta el texto<br />

completo traducido a partir del<br />

manuscrito quiché del padre fray<br />

Francisco Ximénez (1701-1704),<br />

en una prosa elegante y fluida, si<br />

bien no estrictamente apegada a la<br />

retórica indígena. Además cuenta<br />

con un texto introductorio y notas<br />

de gran erudición que aportan<br />

información útil tanto para el lector<br />

común como para el especialista.<br />

Dicho documento de la época<br />

colonial constituye una de las obras<br />

literarias básicas en la formación de<br />

todo mayista pues, a pesar de que<br />

los relatos míticos en él vertidos<br />

son versiones específicas del linaje<br />

Cavec (Kaweq) del grupo quiché,<br />

algunos de sus simbolismos globales<br />

pueden encontrarse a grandes rasgos<br />

en otros pueblos mayances, tanto<br />

prehispánicos, como coloniales y aun<br />

modernos. (Florencia Scandar y Érik<br />

Velásquez García)<br />

biblioteca americana<br />

Traducción, introducción y notas de Adrián<br />

Recinos<br />

Prólogo de Rodrigo Martínez Baracs<br />

3ª ed., <strong>2012</strong>, 296 pp.<br />

NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 17


Fotografía: TABLERO DE KINICH AHAU EN LA SALA MAYA DEL MUSEO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA / CORTESÍA DEL INAH<br />

En México, hablar de los mayas —los de ayer y los de hoy— es imposible sin mencionar<br />

a Mercedes de la Garza. Dos recientes obras suyas publicadas por el Fondo nos dan pretexto<br />

para hacer este apretado recorrido por su vida profesional. Con abundantes reconocimientos<br />

académicos en su palmarés, no necesita mayor elogio, pero no está de más testimoniar, como<br />

hace aquí un alumno suyo, cuánto ha dejado en generaciones enteras de mayistas<br />

Mercedes de la Garza,<br />

una vida consagrada a los mayas<br />

La doctora Mercedes de la Garza<br />

Camino es una figura académica<br />

esencial y excepcional<br />

dentro de los estudios mesoamericanos<br />

y, particularmente,<br />

de los mayistas. Realizó<br />

estudios completos de la licenciatura<br />

en Letras Hispánicas<br />

(1957-1962) y, en 1967,<br />

llevó a cabo un viaje a la región<br />

maya que marcó su vida. Siempre ha evocado su<br />

primera visita a Palenque, la gran capital maya, que<br />

dejó una huella indeleble en su conciencia: “yo quiero<br />

entender todo esto”, se dijo, obsesionada ante los<br />

majestuosos edificios y monumentos del señorío de<br />

Pakal. Movida por este interés y pasión, ingresó a la<br />

licenciatura en Historia, obteniendo el grado de esta<br />

disciplina en 1972. Tuvo maestros excepcionales, entre<br />

los que destacan el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier<br />

y el historiador Miguel León Portilla. En 1975<br />

recibió el título de maestra en Historia de México y,<br />

en 1982, el de doctora en Historia. Todos estos estudios<br />

los realizó en la Facultad de Filosofía y Letras<br />

(ffyl) de la unam.<br />

Inició su carrera docente en 1973, cuando ingresó<br />

como profesora de asignatura en la propia ffyl<br />

para impartir el curso La Civilización Maya, y en<br />

1979 se hizo cargo del Seminario de Cultura Maya.<br />

Quienes fuimos sus alumnos, asistimos a verdaderas<br />

conferencias magistrales. Recuerdo que en sus<br />

sesiones Mercedes nos mostraba —con numerosas<br />

diapositivas— el universo multicolor de las ciudades<br />

y monumentos mayas; sus comentarios, imbuidos<br />

de claridad, sencillez, inteligencia y profun-<br />

MAYA MAY MAYA MAYAS AYA AY A S SSÍ S SSÍ S SÍ, SÍ S SSÍ<br />

, PROFECÍAS PR P PR OFEC OFE OFEC FEC FE FEC FE ÍA ÍAS AS NO<br />

SEMBLANZA<br />

GUILLERMO BERNAL ROMERO<br />

didad, nos transmitieron el deseo de comprender<br />

la historia y la cultura de los mayas, no sólo la prehispánica,<br />

sino también la colonial y la contemporánea.<br />

Uno de los logros docentes más notables de<br />

la doctora De la Garza fue la creación, en 1993, del<br />

Posgrado en Estudios Mesoamericanos (de la ffyl<br />

y el Instituto de Investigaciones Filológicas), del<br />

que fue coordinadora hasta 1999. Ha recibido varias<br />

distinciones, entre las que destacan el Premio<br />

Universidad Nacional de Docencia en Humanidades,<br />

en 1995. En 2005 fue electa como miembro de<br />

número de la Academia Mexicana de la Historia.<br />

A partir de 1977 y hasta 1990, fungió como directora-coordinadora<br />

del Centro de Estudios Mayas<br />

del Instituto de Investigaciones Filológicas (iifl),<br />

periodo durante el cual promovió proyectos editoriales<br />

fundamentales, como la serie Fuentes para<br />

el Estudio de la Cultura Maya, y eventos académicos,<br />

como el Primer Coloquio Internacional de Mayistas.<br />

Entre 1997 y 2000 fue directora del Museo<br />

Nacional de Antropología, periodo durante el cual<br />

organizó múltiples exposiciones nacionales e internacionales.<br />

De 2001 a 2009 se desempeñó como directora<br />

del iifl.<br />

En notable equilibrio con su tarea docente e institucional,<br />

ha llevado una intensa labor de investigación.<br />

En 1973 ingresó al Centro de Estudios Mayas<br />

de la unam y en la actualidad ocupa una plaza<br />

de Investigadora Titular C de Tiempo Completo. En<br />

1984 ingresó al Sistema Nacional de Investigadores<br />

y, después de ser promovida cada tres años, fue<br />

nombrada investigadora emérita del Conacyt, en<br />

1999. La unam también le concedió el emeritazgo<br />

como investigadora, en <strong>2012</strong>.<br />

Tal como lo ha apreciado la doctora Laura Sotelo,<br />

“las investigaciones de Mercedes de la Garza se<br />

han caracterizado por una significativa originalidad<br />

en sus búsquedas y por el rigor de sus trabajos,<br />

así como por el estilo fluido y preciso de sus obras.<br />

Su labor de investigación se ha desarrollado en tres<br />

vertientes principales: el pensamiento, la historia y<br />

la literatura de los mayas y los nahuas. Es el terreno<br />

del pensamiento religioso donde se encuentran sus<br />

principales aportaciones, que se sustentan en los<br />

enfoques teóricos y metodológicos de la fenomenología<br />

y la historia de las religiones. En estos trabajos<br />

aborda el análisis de los fenómenos religiosos: dioses,<br />

símbolos, ritos, buscando sus peculiaridades,<br />

a la vez que su estructura significativa de carácter<br />

universal.” Con base en este enfoque y en el método<br />

histórico, ha escrito once libros, dos cuadernos<br />

de autoría original y ocho libros más en coautoría,<br />

así como 56 capítulos de libros, 68 artículos y otras<br />

33 publicaciones diversas (prólogos, discursos, presentaciones,<br />

reseñas…). De sus libros, capítulos y<br />

artículos, varios se han publicado en otros idiomas<br />

y en otros países: España, Italia, Francia, Holanda,<br />

Alemania, Inglaterra, Rusia, Estados Unidos,<br />

Venezuela y Japón, formando parte de revistas especializadas,<br />

de libros y de enciclopedias de las<br />

religiones.<br />

Entre sus libros, cabe destacar los siguientes: El<br />

hombre en el pensamiento religioso náhuatl y maya<br />

(México, unam, 1978), Literatura maya (Caracas,<br />

Ayacucho, 1980), El universo sagrado de la serpiente<br />

entre los mayas (México, unam, 1984), Sueño y alucinación<br />

en el mundo náhuatl y maya (México, unam,<br />

1990, traducido al francés y al inglés), Aves sagradas<br />

18 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>


de los mayas (México, unam, 1995) y Rostros de lo sagrado<br />

en el mundo maya (México, Paidós, 1998). De<br />

sus trabajos de divulgación destacan los libros Los<br />

mayas, tres mil años de civilización, editado en seis<br />

idiomas (Monclem, 1992), y Palenque (Gobierno del<br />

Estado de Chiapas-Porrúa, 1992). Sus numerosos libros<br />

y artículos han ejercido una poderosa influencia<br />

sobre varias generaciones de investigadores y lectores<br />

no especializados, nacionales y extranjeros.<br />

Dotada de una férrea disciplina, constancia, pasión<br />

y amor por la investigación, Mercedes de la<br />

Garza no ha detenido su producción académica.<br />

Tan sólo en <strong>2012</strong>, el fce publicó dos nuevos libros<br />

de ella, que reseñamos a continuación. El primero,<br />

Sueño y éxtasis. Visión chamánica de los nahuas<br />

y de los mayas (México, fce-iifl, <strong>2012</strong>), es el resultado<br />

de largos años de recopilación de datos, planteamientos<br />

de problemas y propuestas de interpretación<br />

de un aspecto esencial de las mentalidades<br />

maya y nahua: las percepciones, concepciones,<br />

contextos y procesos de cambio y continuidad que<br />

estas culturas mesoamericanas tejieron en torno<br />

al mundo numinoso y sobrenatural. Penetra en los<br />

oscuros umbrales de la psique de los chamanes e<br />

ilumina el abigarrado mosaico de entidades anímicas<br />

sutiles, internas y externas, que interactuaban<br />

en los momentos de sueño y trance extático. Documenta<br />

puntualmente el uso y propiedades de sustancias<br />

psicoactivas, así como sus connotaciones<br />

sagradas. Explora las cualidades y la volición de las<br />

entidades íntimas, cosustanciales y geminadas del<br />

ser humano —los naguales—, esclareciendo su compleja<br />

naturaleza y funciones, así como sus relaciones<br />

de mediación con dioses y antepasados.<br />

La investigación de De la Garza no es una mera<br />

carta descriptiva o imagen fija de las creencias chamánicas<br />

de los mayas y nahuas prehispánicos, ya<br />

que rastrea sus pervivencias coloniales y modernas,<br />

matizando los alambicados procesos de transformación,<br />

resistencia y adaptación del sistema de<br />

creencias precolombino ante la imposición del cristianismo.<br />

Así, la continuidad y el cambio de las concepciones<br />

indígenas se enlazan a través del accidentado<br />

proceso de su devenir histórico. Una cualidad<br />

notable de Sueño y éxtasis es su enfoque interdisciplinario,<br />

pues conviven la fisiología del cerebro, la<br />

psicología, la arqueología, la iconografía, la epigrafía,<br />

la etnografía y, sobre todo, la historia en distintas<br />

especialidades, principalmente la historia de las<br />

religiones. Por ello, además de ser un texto de gran<br />

profundidad explicativa, la obra es un modelo de investigación<br />

integral.<br />

Dotado de esta consistencia y solidez académica,<br />

Sueño y éxtasis no es, sin embargo, un libro que<br />

resulte tedioso. Como en todas sus obras, Mercedes<br />

de la Garza articula una sucesión de temas de<br />

manera lógica y estructurada, esquema que le permite<br />

eslabonar una gran cantidad de datos e interpretaciones.<br />

Esta estrategia discursiva, que además<br />

es fluida y amena, conduce al lector hacia la recta<br />

comprensión de los universos mentales de mayas<br />

y nahuas, temática particularmente compleja. Útil<br />

MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

e interesante para académicos y lectores comunes,<br />

Sueño y éxtasis es una obra que sin duda marcará un<br />

punto de referencia dentro de los futuros estudios<br />

mesoamericanos.<br />

Su segunda obra reciente, El legado escrito de los<br />

mayas (México, fce, <strong>2012</strong>, Breviarios 575), ofrece<br />

una introducción general sobre los géneros, la temporalidad<br />

y los contenidos esenciales de los textos<br />

indígenas mayas. La autora resalta la “vocación de<br />

escribir” de los mayas prehispánicos, constatada<br />

por la abundante producción de textos jeroglíficos<br />

del periodo Clásico (300-900 d. C.), así como los<br />

logros de la epigrafía que en la actualidad permite<br />

leer la mayoría de ellos. Arraigada durante más<br />

de un milenio, la vocación maya por la escritura<br />

no desapareció con la Conquista española. Educados<br />

por los frailes regulares y seculares, los descendientes<br />

de las antiguas noblezas mayas aprendieron<br />

a escribir con caracteres latinos y crearon<br />

numerosos textos en los que desplegaron diversas<br />

temáticas: relatos históricos y legendarios, textos<br />

proféticos, creencias míticas y prácticas rituales,<br />

así como conocimientos medicinales, astronómicos<br />

y calendáricos. Escritos en diversas lenguas<br />

de la familia maya, dichos textos tuvieron un papel<br />

esencial en la conservación de las tradiciones<br />

vernáculas.<br />

La obra ofrece un panorama general y un contexto<br />

histórico de los textos mayas coloniales, dividiéndolos<br />

por áreas y etnias: maya-yucatecos,<br />

chontales, quichés, cakchiqueles, tzutuhiles, mames<br />

y pokomchís. Por poner un ejemplo, dentro de<br />

los textos maya-yucatecos destacan los Libros de<br />

Chilam Balam, ampliamente difundidos en la península<br />

durante todo el periodo colonial; de ahí<br />

que existan al menos 17 versiones, las cuales han<br />

sido denominadas de acuerdo con la población de<br />

la que provienen, tal como ocurre con los chilames<br />

de Chumayel, Tizimín, Maní y Kaua, por citar solamente<br />

a algunos de los más conocidos. Cada uno<br />

de los chilames no fue escrito por un solo autor, sino<br />

por varias generaciones de escribas indígenas. Abarcan<br />

múltiples temáticas, entre las que destacan las<br />

narrativas históricas, proféticas, calendáricas, astronómicas<br />

y rituales. Existen también textos yucatecos<br />

con temáticas bien delimitadas, tales como<br />

el Ritual de los Bacabes, un libro de conjuros y remedios<br />

medicinales, y los Cantares de Dzitbalché, de<br />

contenido esencialmente ritual. En la segunda mitad<br />

de su obra, Mercedes de la Garza ofrece reflexiones<br />

sobre la continuidad de los registros escritos mayas a<br />

lo largo de su historia, relacionándolas con la permanencia<br />

y el apego paralelos a valores sagrados mayas<br />

de corte tradicional. El legado escrito de los mayas es<br />

una obra imprescindible para todo aquel que desee<br />

tener un acercamiento inicial, pero riguroso, al legado<br />

narrativo de los escribas mayas. W<br />

Guillermo Bernal Romero, doctor en Estudios<br />

Mesoamericanos, es investigador del Centro de<br />

Estudios Mayas, de la UNAM.<br />

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fondo<br />

decultura<br />

economica<br />

com<br />

NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 19


Ilustración: EMMANUEL PEÑA<br />

C A P I T E L<br />

Un pingüino<br />

aleatorio<br />

Es falso que siempre el pez grande se<br />

come al chico. Octubre cerró con un mínimo<br />

contraejemplo en las ligas mayores<br />

de la edición internacional, que tal<br />

vez no tenga impacto en la realidad editorial latinoamericana<br />

pero que da señales al menos de<br />

dos grandes transformaciones en el modo contemporáneo<br />

de hacer libros. El enorme cetáceo<br />

que es Pearson —la compañía más grande del<br />

mundo, según una lista que cada año preparan<br />

las revistas Livres Hedbo, francesa, y Publishers<br />

Weekly, estadunidense— se dejará morder por<br />

el también colosal escualo Bertelsmann para<br />

producir el sello Penguin Random House, en el<br />

que confl uirán, si no se oponen a ello los órganos<br />

que controlan la concentración de mercado,<br />

dos fascinantes historias empresariales, entre<br />

las que hay algunos paralelismos.<br />

P or<br />

un lado, la editorial amparada en<br />

su logotipo por un simpático pajarillo<br />

incapaz de volar fue fundada en<br />

los años treinta —pocos meses después<br />

de que el Fondo se iniciara en estas tareas—<br />

por un in<strong>nov</strong>ador hombre de letras y<br />

de empresa, Allen Lane, quien supo conjuntar<br />

calidad literaria con distribución masiva y un<br />

diseño que por momentos fue insuperable —el<br />

tipógrafo suizo Jan Tschichold dejó su duradera<br />

impronta no sólo en la confección de las<br />

portadas sino en el uso de las familias tipográfi<br />

cas para la composición de las planas—. Hace<br />

poco más de cuarenta años, Penguin experimentó<br />

severas difi cultades y acabó a la sombra<br />

de Pearson, que iba ya hacia su consolidación<br />

como el coloso multimediático de hoy, sobresaliente<br />

en la producción de libros educativos<br />

y con una notoria presencia internacional,<br />

amén de ser dueño de The Financial Times.<br />

P or<br />

el otro lado está la casa concebida<br />

por Bennett Cerf a fi nales de los años<br />

veinte del siglo pasado —quien dijo<br />

haber bautizado la empresa a partir<br />

de su primera política editorial, pues se escogían<br />

los libros aleatoriamente del almácigo de<br />

derechos que Cerf y su socio Donald Klopfer<br />

habían comprado a Modern Library—, la cual<br />

contribuyó poco tiempo después a doblegar el<br />

puritanismo literario en Estados Unidos al salir<br />

victoriosa de una batalla legal que pretendía<br />

impedir la circulación del Ulises de Joyce.<br />

Con el tiempo había ido fagocitando marcas<br />

editoriales de gran prestigio, como Alfred A.<br />

Knopf o Pantheon Books, y ella misma se convirtió<br />

a fi nales de los <strong>nov</strong>enta en una rama más<br />

del grueso árbol alemán Bertelsmann.<br />

Decíamos arriba que la creación de este<br />

nuevo ente, en que los teutones poseerán<br />

poco más de la mitad de las<br />

acciones, señala dos fenómenos que<br />

aquejan hoy al mundo del libro. El primero, en<br />

apariencia sólo de forma, es que aun las empresas<br />

editoriales —es decir, las que buscan hacer<br />

negocios a partir de bienes culturales— han<br />

sido avasalladas por los impersonales tecnicismos<br />

de las fi nanzas corporativas, en las que los<br />

únicos libros que valen son los de contabilidad.<br />

Acaso porque Pearson es una compañía cuyas<br />

acciones se comercian en más de una bolsa de<br />

DE NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong><br />

LÉXICO DE AFINIDADES<br />

IDA VITALE<br />

Publicada originalmente en 1994<br />

por Vuelta, esta exquisita y atípica<br />

obra de la poeta uruguaya toma<br />

un segundo aire para encontrar<br />

nuevas afinidades. Como lo<br />

apunta desde su umbral, en la<br />

“Hoja de intenciones”, con esta<br />

colección de versos, aforismos,<br />

prosas poéticas y reflexiones<br />

la escritora pretende imprimir<br />

un orden, íntimo y efímero, a<br />

la caótica realidad. Es por ello<br />

que Vitale se aprovecha del<br />

abecedario para organizar una<br />

serie de entradas en las que<br />

aborda temas tan dispares como<br />

autobús, escorpión, fantasma,<br />

guerra, pareja, ruido o zuibitsu<br />

para hablar y hablarnos de ese<br />

cosmos interior que la ata al<br />

mundo. Rara avis en nuestro<br />

universo literario, esta pieza de<br />

la que Álvaro Mutis afirmó que<br />

posee algo de “vieja y decantada<br />

sabiduría, expresada con una<br />

búdica sonrisa”, establece un<br />

diálogo sensible con el lector<br />

y ofrece una rica experiencia<br />

lectora llamada al goce y a la<br />

reflexión. Esta nueva edición,<br />

revisada además por la autora,<br />

se convierte en el tercer título de<br />

la poeta dentro del catálogo del<br />

Fondo, antecedida por Sueños de<br />

la constancia (1988) y Procura<br />

de lo imposible (1998).<br />

tezontle<br />

1ª ed., <strong>2012</strong>, 206 pp.<br />

978 607 16 1064 5<br />

$185<br />

ESCULTURA<br />

MONUMENTAL MEXICA<br />

EDUARDO MATOS<br />

MOCTEZUMA Y LEONARDO<br />

LÓPEZ LUJÁN<br />

Parece haber algo pleonástico<br />

en el título de este bello<br />

volumen, pues mientras más<br />

conocemos sobre los habitantes<br />

de Tenochtitlan, más grandiosa<br />

nos parece su civilización: así,<br />

monumental y mexica de alguna<br />

manera son una reiteración.<br />

El lector encontrará aquí, tras<br />

dos estudios introductorios<br />

—uno sobre la sociedad mexica<br />

en general, otro sobre cómo<br />

practicó la escultura—, un<br />

detallado recorrido, tanto<br />

visual como histórico, por los<br />

seis descomunales monolitos<br />

que estos antiguos mexicanos<br />

nos legaron: la Coatlicue, la<br />

Piedra de Sol, la de Tízoc, la del<br />

Arzobispado, la Coyolxauhqui<br />

y la Tlaltecuhtli. Con una<br />

prosa a la vez erudita y<br />

siempre emocionada, estos dos<br />

protagonistas de la arqueología<br />

contemporánea presentan las<br />

circunstancias de los hallazgos,<br />

las opiniones que han despertado,<br />

las teorías sobre su significado,<br />

todo ello acompañado por fotos de<br />

época y actuales —algunos detalles<br />

ameritan la posesión de este<br />

volumen—, diagramas técnicos,<br />

pinturas y mapas. La primera<br />

edición de esta obra, a cargo de la<br />

Fundación Conmemoraciones, se<br />

publicó en formato más amplio<br />

en 2010; con ésta buscamos que<br />

el gran público acceda a estas<br />

pétreas joyas de la capital.<br />

tezontle<br />

1ª ed., <strong>2012</strong>, 468 pp.<br />

978 607 16 0932 8<br />

$450<br />

20 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>


DE LA VESTIMENTA<br />

Y LOS HOMBRES<br />

Una perspectiva histórica de<br />

la indumentaria indígena en<br />

México<br />

CLAUDE STRESSER-PÉAN<br />

Desde su llegada a México<br />

en el hoy lejano 1958, la<br />

doctora Stresser-Péan se<br />

ha dedicado a estudiar a los<br />

pueblos indígenas mexicanos<br />

y su cultura, convirtiéndose<br />

en un referente ineludible en<br />

cuanto al conocimiento de<br />

las indumentarias se refiere.<br />

En este amplio volumen, que<br />

además de contener más de 300<br />

páginas consagradas al análisis<br />

de la historia y presente de la<br />

vestimenta de nuestros pueblos<br />

originarios ofrece una nutrida<br />

colección de láminas y fotografías<br />

que lo ilustran, la investigadora<br />

se adentra en los orígenes de las<br />

ropas desde los códices hasta<br />

nuestros días, urdiendo un<br />

nutrido análisis de ese lenguaje<br />

bordado en el que se incorporan<br />

los elementos sociales, religiosos y<br />

culturales que les han dado vida y<br />

continuidad. Además de estudiar<br />

el simbolismo y el sentido que<br />

poseen las indumentarias, la<br />

autora presenta un detallado<br />

estudio sobre las técnicas que se<br />

han usado para confeccionarlas,<br />

por lo que estamos ante una de las<br />

obras más ricas y completas en la<br />

materia.<br />

antropología<br />

Traducción de Ángela Silva y Haydée Silva<br />

1ª ed., fce-Centro de Estudios Mexicanos y<br />

Centroamericanos-Fundación Alfredo Harp<br />

Helú-Museo Textil de Oaxaca, <strong>2012</strong>, 346 pp. +<br />

120 pp. láminas<br />

978 607 16 0975 5<br />

$350<br />

TRATADO DE<br />

METODOLOGÍA DE LAS<br />

CIENCIAS SOCIALES:<br />

PERSPECTIVAS ACTUALES<br />

ENRIQUE DE LA GARZA<br />

TOLEDO Y GUSTAVO LEYVA<br />

(EDS.)<br />

Compuesta por 18 ensayos<br />

escritos por destacados<br />

académicos, la presente obra<br />

ofrece una aproximación rica<br />

NOVEDADES<br />

y diversa a las principales<br />

corrientes de pensamiento en las<br />

ciencias sociales contemporáneas,<br />

deteniéndose en sus<br />

planteamientos fundamentales,<br />

en los debates que generan y en<br />

las herramientas que ofrecen para<br />

la observación y análisis de la<br />

sociedad. El lector encontrará en<br />

ellos vías de acceso y aprehensión<br />

a grandes autores, entre los que<br />

figuran Alfred Schütz, Hans-<br />

Georg Gadamer, Norbert Elias,<br />

Karl Popper, Michel Foucault,<br />

Pierre Bourdieu, Jacques Derrida,<br />

Niklas Luhmann y Jürgen<br />

Habermas, todos ellos esenciales<br />

para comprender el devenir<br />

actual de la teoría y metodología<br />

de las ciencias sociales. Se trata<br />

de una pieza que será de gran<br />

utilidad para la enseñanza a<br />

nivel superior, así como para<br />

aquéllos interesados en acercarse<br />

al análisis y comprensión de los<br />

fenómenos sociales de nuestros<br />

días. Los coordinadores de este<br />

volumen tienen antecedentes<br />

en el catálogo del Fondo: Leyva<br />

fue uno de los coordinadores<br />

de Independencia y Revolución.<br />

Pasado, presente y futuro (Historia,<br />

2010), mientras que De la Garza<br />

Toledo es autor de Tratado<br />

latinoamericano de sociología<br />

del trabajo (Sociología, 2000)<br />

y Restructuración productiva,<br />

empresas y trabajadores en México<br />

(Sociología, 2006).<br />

filosofía<br />

1ª ed., fce-uam Iztapalapa, <strong>2012</strong>, 647 pp.<br />

978 607 16 0970 0<br />

$480<br />

NUESTRA LAICIDAD<br />

PÚBLICA<br />

ÉMILE POULAT<br />

Aunque el origen de la laicidad<br />

puede remontarse a la Reforma<br />

protestante, no fue sino hasta<br />

fi nales del siglo xviii que este<br />

tema se colocó en el centro<br />

de la palestra política. Así, la<br />

búsqueda de una real separación<br />

entre la iglesia y el Estado ha<br />

pasado por un intenso proceso<br />

de defi nición y lucha cuyo<br />

centro se encuentra en la idea de<br />

libertad y autodeterminación<br />

de los ciudadanos y de la vida<br />

pública. Esta obra, escrita por<br />

un investigador de la Escuela<br />

de Altos Estudios en Ciencias<br />

Sociales, brinda un minucioso<br />

análisis de estos procesos y de<br />

la laicidad que nos gobierna,<br />

arrojando luz sobre sus<br />

orígenes, sobre la confrontación<br />

permanente del clericalismo<br />

y anticlericalismo, sobre las<br />

pugnas entre la iglesia y el Estado<br />

y, de manera especial, sobre las<br />

implicaciones teóricas y prácticas<br />

que arroja la consolidación de<br />

un Estado articulado a partir de<br />

ciudadanos libres y críticos.<br />

sociología<br />

Traducción de Roberto J. Blancarte<br />

1ª ed., <strong>2012</strong>, 438 pp.<br />

978 607 16 1069 0<br />

$495<br />

LOS MATERIALES<br />

NANOESTRUCTURADOS<br />

Sus propiedades y aplicaciones<br />

en la revolución científi ca y<br />

tecnológica del siglo XXI<br />

JOSÉ LUIS MORÁN LÓPEZ<br />

Y JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ<br />

LÓPEZ<br />

Las nanociencias se dedican a<br />

investigar los materiales a escalas<br />

diminutas; es decir, a analizar<br />

sus estructuras y propiedades<br />

fi sicoquímicas esenciales. Este<br />

alcance de la ciencia ha sido<br />

fundamental para el mejor<br />

conocimiento de nuestro entorno<br />

y, asimismo, ha sido determinante<br />

para el desarrollo tecnológico<br />

que hoy vivimos. Este volumen<br />

monográfi co, concebido en una<br />

reunión del Comité de Redes<br />

Científi cas Latinoamericanas,<br />

tiene el objetivo de presentar un<br />

estado del arte de estas ciencias<br />

y de sensibilizar a los estudiantes<br />

de física, química e ingeniería<br />

sobre su trascendencia. Partiendo<br />

de la exposición de técnicas<br />

que se usan para sintetizar los<br />

materiales nanoestructurados,<br />

pasa inmediatamente a discutir<br />

“algunas de las propiedades<br />

fi sicoquímicas más relevantes<br />

de estos sistemas, y la aplicación<br />

tecnológica presente y futura<br />

de estos materiales”. En 1992,<br />

publicamos la primera edición de<br />

El encanto de las superfi cies, otra<br />

obra del físico mexicano José Luis<br />

Morán López que redactó junto<br />

con Francisco Mejía Lira.<br />

ciencia y tecnología<br />

1ª ed., Sociedad Mexicana de Física-fce, <strong>2012</strong>,<br />

151 pp.<br />

978 607 16 1129 1<br />

$210<br />

valores, en el comunicado en que se anuncia la<br />

fusión se pueden leer cosas como ésta: “Para<br />

proteger los intereses de Pearson como accionista<br />

minoritario, […] podría solicitar una<br />

recapitalización por la cual Penguin Random<br />

House incrementaría sus pasivos hasta 3.5<br />

veces su ebitda, con un dividendo repartido<br />

entre los accionistas de manera proporcional<br />

a su participación. Además, luego de cinco<br />

años de la puesta en marcha, cualquiera de las<br />

partes puede emprender una oferta pública de<br />

venta de Penguin Random House.” Con los libros<br />

convertidos sólo en contenido, con los procesos<br />

de producción transformados en meros<br />

medios para “añadir valor”, con los lectores<br />

concebidos exclusivamente como clientes,<br />

esta ya larga metamorfosis tal vez sea mucho<br />

más que nominal.<br />

M<br />

ás profundo es el cambio que se<br />

experimenta en el orbe digital,<br />

sobre todo por lo que respecta al<br />

comercio de libros electrónicos.<br />

En el mundo anglosajón se habla de las “seis<br />

grandes” editoriales, grupo conformado, además<br />

de los protagonistas de esta aventura<br />

conjunta, por Hachette, HarperCollins, Macmillan<br />

y Simon & Schuster, todas las cuales<br />

procuran acotar el creciente poder de negociación<br />

de Amazon. Así, acaso para hacer un<br />

frente común ante quien aspira a ser el mandamás<br />

del comercio mundial de libros, este<br />

proyecto habla de un intento mayúsculo por<br />

crear alternativas para que el “contenido” llegue<br />

a los “usuarios”. La lucha oligopólica entre<br />

este sexteto parece cosa menor ante los<br />

riesgos del monopolio amazónico.<br />

Que esta clase de anuncios parezca<br />

provenir de otro universo —el de los<br />

holdings editoriales, el de los pesos<br />

completos que intercambian mamporros<br />

devastadores— indica otra fragilidad<br />

endémica de la edición en los países de habla<br />

hispana. Si bien una rebanadita de las ventas<br />

de ambos mastodontes se origina en América<br />

Latina, lo cierto es que la actividad libresca de<br />

la región pinta poquísimo a escala planetaria.<br />

El referido ranking de las mayores editoriales,<br />

que presenta poco más de cincuenta compañías,<br />

sólo alberga dos en nuestra lengua —Planeta,<br />

que subió muchos escalones al hacerse<br />

con el control de un grupo editorial francés, y<br />

Santillana—; podría no ser poco, pero por contraste<br />

en esa lista fi guran tres empresas brasileñas.<br />

No escuche el lector en estas palabras<br />

una loa a la editorial robusta, de talla internacional,<br />

pues reconocemos la importancia del<br />

pequeño editor en la bibliodiversidad, pero<br />

llama la atención que el español sea, medido al<br />

menos con esta regla, un idioma con tan poca<br />

relevancia económica.<br />

V<br />

eamos otra evidencia. Circula desde<br />

hace unos meses un impactante<br />

mapa preparado por la Asociación<br />

Internacional de Editores en el que<br />

los países ocupan un área no proporcional<br />

a su extensión sino al tamaño de su mercado<br />

editorial. Este planisferio, preparado por<br />

Rüdiger Wischenbart, presenta deformaciones<br />

llamativas, que seguramente responden<br />

a la desigual distribución del ingreso: Estados<br />

Unidos es en sí mismo un continente y junto<br />

con China —presumiblemente por el peso que<br />

en ese país tienen las exportaciones manufactureras—,<br />

Alemania y Japón representan<br />

más de la mitad del mercado global del libro.<br />

Drawing the Global Map of Publishing Markets<br />

<strong>2012</strong> puede consultarse en ow.ly/fj X3f.<br />

México, Argentina, Colombia, Chile, Perú…:<br />

las naciones hispanohablantes de América<br />

pesan tanto como toda España y menos que<br />

Italia o Francia por separado. Hoy que ha nacido<br />

el pingüino aleatorio y anchas zonas del<br />

mundo ven con temor el porvenir inmediato<br />

—la península Ibérica entre ellas—, tal vez<br />

estemos ante la irrepetible oportunidad de<br />

modifi car sustancialmente la forma de este<br />

mapa. W<br />

TOMÁS GRANADOS SALINAS<br />

NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 21


Fotografía: LEÓN MUÑOZ SANTINI<br />

22 NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong>


MAYAS SÍ, PROFECÍAS NO<br />

Empieza a circular, dentro de la Biblioteca Universitaria de Bolsillo,<br />

un libro peculiar —preparado por Aurelia Valero Pie y con un epílogo de<br />

Guillermo Hurtado—, en el que se rescatan los trabajos de un seminario sobre<br />

fi losofía y vocación organizado en 1958 por José Gaos y en el que participaron<br />

cuatro pensadores que habían sido sus discípulos: Ricardo Guerra, Alejandro Rossi,<br />

Emilio Uranga y Luis Villoro. Aunque las ponencias y algunas de las críticas se<br />

revisaron para ser publicadas, el libro permaneció inédito hasta este momento.<br />

Hemos tomado el texto de Villoro para celebrar que este mes cumple 80 años.<br />

Con esta visita a su juventud académica, festejamos al autor<br />

de El proceso ideológico de la revolución de Independencia<br />

y El concepto de ideología y otros ensayos<br />

I<br />

La pretensión de explicar la filosofía a partir de los motivos que nos condujeron<br />

a ella oculta una pregunta: ¿cómo puede justificarse la filosofía ante nosotros?<br />

Ni esa pretensión ni esa pregunta son filosóficas. En efecto, los motivos personales<br />

que conducen a la actitud filosófica pueden ser diversos, mas todos tienen<br />

en común el formar parte del orden mundano prefilosófico y el pretender que la<br />

filosofía responda a exigencias que ese orden plantea.<br />

Ahora bien, es propio de la filosofía comenzar donde ese orden termina. La<br />

filosofía consiste por esencia en un poner en cuestión, hacer dubitable, desconectar<br />

el orden mundano natural al cual pertenecen esos motivos y exigencias.<br />

Sería un círculo pretender explicar por el orden mundano natural una actitud<br />

que consiste en ponerlo en cuestión. La inversa, en cambio, sí es posible: juzgar<br />

por la filosofía acerca de los motivos y exigencias del orden mundano natural.<br />

II<br />

Que a la esencia de la filosofía pertenezca poner en cuestión el mundo natural<br />

con todas sus motivaciones, deriva de su doble carácter radical: radicalidad del<br />

saber, radicalidad de la forma de vida.<br />

a] La filosofía como saber es una pretensión de conocimiento radical. Ello<br />

implica convertir el mundo en su conjunto en un objeto cuestionable, mantenerlo<br />

a distancia del sujeto que filosofa, desconectar ese sujeto de su pertenencia<br />

al mundo. Sólo así puede el filósofo acceder al origen del mundo. En cuanto<br />

saber de los orígenes, se niega a fundarse en los conocimientos mundanos y<br />

pretende mostrar cómo esos conocimientos se fundan. La filosofía no puede,<br />

pues, por esencia, dar respuesta a las preguntas que el conocimiento mundano<br />

natural plantea. Por lo contrario, es ella quien empieza por sentar a todo conocimiento<br />

sus propias preguntas. El conocimiento mundano no puede pedir que<br />

la filosofía se justifique ante él, cuando aquélla consiste precisamente en un<br />

preguntar por la justificación del conocimiento mundano.<br />

b] La filosofía como forma de vida implica el desapego de los fines de vida<br />

mundanos y, en consecuencia, el desinterés por las exigencias de esos fines. La<br />

vida filosófica empieza en la actitud irónica ante los pretendidos valores y convicciones<br />

vitales prefilosóficos, la cual conduce a la desenajenación de ellos. La<br />

liberación del orden de valores y fines mundanos pretende desvelar el origen de<br />

todo valor y de todo fin. Desde ese origen la filosofía plantea sus propias exigencias<br />

vitales al pretendido orden natural de valores y fines. La filosofía no puede,<br />

pues, por esencia, cumplir las exigencias vitales que la actitud mundana natural<br />

le plantea. La vida mundana no puede enjuiciar a la filosofía, cuando ésta<br />

consiste precisamente en traer a juicio la vida mundana.<br />

III<br />

Si es verdad que la filosofía es un engaño, lo es en un sentido más profundo del<br />

que habla la actitud mundana natural. La filosofía engaña porque arroja un señuelo:<br />

parece consentir en cumplir nuestros deseos personales y nuestras exigencias<br />

naturales; se hace aceptar porque parece servirnos. Pero una vez que<br />

aceptamos su invite, nos dice que el modo de alcanzar lo que buscábamos consiste<br />

justamente en negar aquellos deseos y exigencias. Entonces somos nosotros<br />

quienes hemos de cumplir sus exigencias y ponernos a su servicio. La filosofía<br />

a la vez nos engaña y cumple su palabra; mejor dicho, nos engaña, porque<br />

cumple su palabra en la única forma que puede hacerlo y que nosotros ignorá-<br />

FRAGMENTO<br />

Sobre<br />

la vocación<br />

fi losófi ca<br />

LUIS VILLORO<br />

bamos: nos sirve radicalmente poniéndonos a su servicio. ¿Y no es ésta acaso la<br />

estructura fundamental de todo acceso al mundo espiritual?<br />

IV<br />

Todo intento de extraer de los motivos prefilosóficos algún conocimiento acerca<br />

de la filosofía supone una respuesta previa a lo que se pregunta, supone que la<br />

actitud filosófica depende de esos motivos; y esto es la negación de la posibilidad<br />

misma de la actitud filosófica. Con todo, el intento subsiste: y si una actitud<br />

natural no puede dar razón de la filosofía, la filosofía debe dar razón de una actitud<br />

natural. Desde la actitud filosófica debemos, pues, preguntar: ¿por qué se<br />

sigue pidiendo a la filosofía que se justifique ante el hombre inmerso en el orden<br />

mundano natural? ¿Por qué puede el mismo filósofo seguir preguntando acerca<br />

del valor mundano de la filosofía? Ésta sí es una cuestión filosófica pues es el filósofo<br />

quien se pregunta a sí mismo por los fundamentos de una actitud natural.<br />

V<br />

El filósofo pone en cuestión el orden mundano natural, pero en cuanto hombre<br />

sigue inserto en él. La posibilidad de poner a distancia el mundo natural es<br />

ambigua: es una posibilidad mundana en cuanto es el hombre intramundano<br />

quien la ejecuta; no lo es, en cuanto pone a distancia el mundo y cuestiona su<br />

validez. En la medida en que se trata de una posibilidad mundana, el hombre<br />

puede preguntar por ella antes de acceder a ella; y aún después puede seguirla<br />

viendo desde la perspectiva de las exigencias mundano-naturales.<br />

Ahora bien, puesto que la actitud filosófica consiste en poner entre paréntesis<br />

la validez de esas exigencias, la filosofía, en la medida en que se trata de<br />

una posibilidad mundana, sólo puede presentarse como incumplimiento, desengaño<br />

y fracaso. Sólo muestra entonces su faceta negadora del orden mundano<br />

natural. Pero esa faceta negadora dice tanto de su esencia como la afirmadora;<br />

dice lo que no es ni puede ser la filosofía: no es cumplimiento de exigencias<br />

mundanas, no es nada que sirva a fines prefilosóficos.<br />

Por otra parte, desde la actitud filosófica, su revelación como desengaño y<br />

fracaso respecto de los fines naturales dice mucho acerca de la filosofía, pero<br />

dice más acerca de esos fines. Dice, por ejemplo: “la filosofía es un fracaso ante<br />

el mundo natural porque muestra el fracaso esencial de los fines del mundo<br />

natural”.<br />

VI<br />

Hemos rechazado la legitimidad del preguntar no filosófico acerca de la filosofía.<br />

Pero ello nos obliga a replantear la misma cuestión, filosóficamente volvemos<br />

a interrogar acerca de la filosofía.<br />

1ª Ya no preguntaremos: ¿qué nos ha dado y qué podemos aún esperar de la<br />

filosofía?, sino ¿qué espera y qué exige de nosotros la filosofía?<br />

2ª Ya no preguntaremos: ¿responde la filosofía a los motivos que nos llevaron<br />

a ella?, sino ¿responden los motivos [por] que nos adherimos a la [filosofía]<br />

a [sus] exigencias? En suma la cuestión queda planteada en sus verdaderos términos.<br />

Y diría así: ¿cómo podemos justificarnos ante la filosofía?<br />

Luis Villoro es miembro de nuestro comité editorial de fi losofía. En 2010 reeditamos<br />

El pensamiento moderno. Filosofía del Renacimiento (Centzontle) y El proceso<br />

ideológico de la revolución de Independencia (Filosofía).<br />

NOVIEMBRE DE <strong>2012</strong> 23

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