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Excodra XIII: La moral

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ÍNDICE<br />

Editorial<br />

Ficción<br />

<strong>La</strong> <strong>moral</strong>, Andreu Martín<br />

Braceros, oficiales de primera y amas de casa, Juan Carlos Márquez<br />

Delitos contra el ornato, Gabriel Arriarán<br />

Assasin. <strong>La</strong> puta estrábica, Juan Trigo<br />

Psique irredenta, Ramón Zarragoitia<br />

No Ficción<br />

Muerte digna, ética y derecho, Esteve Bosch de Jaureguízar<br />

Sobre la <strong>moral</strong>, Xavier Nofrerias<br />

Poesía<br />

Cuarteto del incesto, Sergi Bellver<br />

Sexo y <strong>moral</strong>, Sonia Barba<br />

Arthur y Charles, Juan Trigo<br />

Perder, Estela Aguilar Jiménez<br />

Dos poemas, Jorge M Molinero<br />

Es la lluvia, Raquel Delgado<br />

Los últimos datos, José Manuel Vara<br />

Fotografía<br />

Agustín Calvo Galán<br />

Ludovica Bastianini<br />

Inguz Mentti<br />

Entrevista<br />

Manuel Vilas<br />

Colaboradores


EDITORIAL<br />

Este nuevo número de la Revista <strong>Excodra</strong>, trata sobre <strong>La</strong> <strong>moral</strong>. Sin llegar a un<br />

punto filosófico que me hubiera encantado, sí que queda recogido su<br />

impresión emocional cuando pensamos en ella. Prácticamente, por todo lo que<br />

he ido leyendo y escuchando mientras tenía este número en mente, a la <strong>moral</strong><br />

se la relaciona mayoritariamente con muro. Con barrera. Con impedimento.<br />

Con algo impuesto que nos limita. Nuestra identidad, lo que hacemos, lo que<br />

somos, parece sentirse en amenaza constante cuando escucha ya sea de lejos<br />

las trompetas de la <strong>moral</strong>. Siente perturbarse nuestra identidad y siente sus<br />

límites resquebrajarse con la <strong>moral</strong>, cuando nuestros límites, a nivel de acción,<br />

precisamente, son límites <strong>moral</strong>es. Pero, ¿qué es la <strong>moral</strong>? Simple y<br />

llanamente, son normas de conducta, maneras de actuar, de aceptar y<br />

rechazar, que ni siquiera tienen que estar talladas en piedra como unos diez<br />

mandamientos, la propia sociedad en la que nacemos, es ya piedra tallada en<br />

la cual leemos qué hacer. Todos hacemos unas cosas y dejamos de hacer otras<br />

conscientemente, porque nuestra manera de ser así nos lo indica. Pero esta<br />

nuestra manera de ser no es algo con lo que nace uno como con su par de<br />

ojos, sino que lo vamos absorbiendo de nuestro etorno, del que también<br />

formamos parte construyéndolo nosotros a él tanto como él a nosotros. Quiero<br />

decir que la sociedad y su <strong>moral</strong> la construimos entre todos, no es algo de lo<br />

que se pueda escapar, hay conductas que aceptamos y otras que rechazamos, y<br />

si hay <strong>moral</strong> impuesta que nos oprime y reprime, a ésta se la vence como se le<br />

vence al miedo, con todas las consecuencias de un enfrentamiento. Tiendo a<br />

ver la vida como una lucha dialéctica sin descanso, lo cuál no lo siento como<br />

una carga, todo lo contrario, algo tan sano como tratar de llegar a ser como<br />

sentimos que tenemos que ser, teniendo en frente justamente a todos los<br />

demás defendiendo el que sus límites no se vean disminuidos por los nuestros.


De cómo la <strong>moral</strong> es herramienta de control de una población por parte de<br />

quienes tienen el poder de imponer una <strong>moral</strong> a un gran colectivo, aquí se<br />

verá algo, así como de las dobles <strong>moral</strong>es que derivan de esto. De cómo nos<br />

sentimos por acatar lo que no queremos acatar, también se ve en este número.<br />

De cómo nos sentimos realmente frágiles cuando no sabemos cómo actuar,<br />

cuando nuestro interior nos indica una cosa pero nuestra intuición de lo que<br />

pensaría la sociedad otra, también. Del peso de la <strong>moral</strong> cristiana y las<br />

<strong>moral</strong>es en general que nacen de las religiones, ídem. En fin, mucho para<br />

pensar, la verdad, con textos realmente dulces y sentidos, con humor unos y<br />

con rabia otros, hay de todo, espero que les sea de provecho. Salud.


FICCIÓN<br />

<strong>La</strong> <strong>moral</strong><br />

El periodista Riqui Gómez Delfín y Melba están desnudos, echados sobre la<br />

cama alborotada, abrumados por algo parecido a la depresión. Han estado<br />

viendo una película porno en la pantalla del televisor pero, después de<br />

comprobar que no era suficientemente estimulante y que no conseguían el<br />

propósito que los ha traído aquí, han abandonado todo esfuerzo y ahora miran<br />

las noticias.<br />

Riqui G. Delfín se ha abandonado del todo mientras Melba, terca y<br />

profesional, continúa haciéndole esporádicos mensajes a los bajos por si la<br />

flauta sonara por casualidad.<br />

­¿Doble <strong>moral</strong>? ­comenta el periodista amargado­. ¿De qué coño estás<br />

hablando? Eso es muy antiguo. Sí que hubo una época en que había esos<br />

malos que fingían ser buenos, hijos de puta de misa diaria y rosario y<br />

comunión y hacían obras de caridad y se confesaban y se hacían perdonar los<br />

pecados. Pero ahora eso ya pasó. Nos cargamos la <strong>moral</strong>, ¿no te acuerdas?<br />

Salieron unos pesados predicadores relamidos, insoportables, inoportunos y<br />

aguafiestas y todos les vomitamos encima. Empezamos llamándolo <strong>moral</strong>ina,<br />

si te tienes que acordar. Mierda de <strong>moral</strong>ina. Cualquier cosa que pareciera una<br />

regañina o una reconvención, eso no se hace, eso no se dice, eso no se toca,<br />

hay que obrar así o asá, todo eso era <strong>moral</strong>ina, y la <strong>moral</strong>ina era asquerosa. <strong>La</strong><br />

enviamos a la mierda, y con ella se fueron la <strong>moral</strong> y la ética. <strong>La</strong> <strong>moral</strong> se fue<br />

a la mierda cuando le dieron el Premio Nobel de la Paz a Kissinger,<br />

responsable de la Argentina de Videla, el Chile de Pinochet y de Vietnam.<br />

Ahora, nos hemos inventado lo políticamente correcto. Una serie de normas<br />

de educación reducidas al absurdo más nauseabundo. No hay que decir negro


hijoputa, hay que decir afroamericano o subsahariano. Qué ridículo. Qué<br />

mierda lo políticamente correcto. No: hay que ser incorrecto. Hay que decir<br />

negro hijoputa. Hay que ser incorrecto e in<strong>moral</strong>. Nos lo enseñan las películas:<br />

el ejército en guerra se compone de hijos de puta sin escrúpulos ni entrañas.<br />

Hay que ser hijoputa sin escrúpulos ni entrañas porque todo el mundo es así,<br />

porque la vida es dura, porque si no comes te comen. Lo dice la revista Forbes:<br />

«Nuestra lista es la lista de los más ricos del mundo, no de buenas personas».<br />

Lo dice Warren Buffett: «El mejor momento para invertir en un país es cuando<br />

hay sangre en las calles». Para vencer hay que ser duro y despiadado, y cabrón<br />

aberrante. Es ley de vida. Se escriben libros que demuestran que el empresario<br />

más egoísta, cabrón, hijoputa y pesetero es quien más y mejor contribuye a la<br />

riqueza de las naciones. Forjadores de fortunas y puestos de trabajo. Pagan<br />

una mierda a sus trabajadores y los despiden sin contemplaciones cuando les<br />

parece, porque los trabajadores sobran, hay exceso y, cuando exceso de algo,<br />

el mercado se abarata.<br />

Dice Melba, extasiada:<br />

­Qué pena que no se te levante.<br />

AM


Braceros, oficiales de primera y amas de casa<br />

En la cocina, oculto bajo la mesa camilla, tuvimos muchos años un bracero. El<br />

pobrecito estaba tan flaco que apenas irradiaba calor, pero le hacía a mi madre<br />

mucha compañía: “Habrá que ir pensando en azufrar las vides”, decía, es un<br />

suponer, mientras mi madre cortaba una cebolla en juliana, y, un minuto<br />

después, alertado quizá por el sonido hipnótico del agua corriendo sobre el<br />

filo del cuchillo, asomaba un momento la cabeza bajo el faldón del hule y<br />

voceaba no se qué sobre una acequia o algo de un pozo.<br />

Sólo salía el bracero de debajo de la mesa para hacer sus necesidades, lavarse<br />

(lo justo) o rasurarse cada seis o siete días la barba cana y viscosa, que vista<br />

en la distancia se parecía a la costra que recubre la superficie de un guiso frío.<br />

El resto de las horas, de los días, permanecía allí debajo, encogido como un<br />

feto en un frasco de formol, salvo cuando, con el propósito de desentumecerse<br />

o de echar un sueñecito, estiraba las piernas más allá de los límites de la mesa.<br />

Entonces, la imagen resultante (de voluntario aserrado por un mago o de<br />

cadáver incívico que persigue provocar algún que otro traspié) nos daba a mi<br />

madre y a mí un poco de respeto o de miedo o de cómo coño se llame eso que<br />

lo tiene un rato a uno como acorchado, hueco, casi sin latido en la sien.<br />

Los domingos, después de la comida, mi padre solía meterse debajo de la<br />

mesa con él, y los dos fumaban a medias un cigarro habano. Y también tosían,<br />

tosían mucho bajo el hule de flores mientras mamá y yo mirábamos la tele de<br />

blanco y negro. Tosían con esa tos de mierda que lo sacude a uno y lo tensa y<br />

lo desata y al final lo va resquebrajando poco a poco por dentro. Tosían como<br />

solo tosen en los hospitales de las periferias las tísicas, esas mujeres tristes de<br />

pelo corto y lacio que de puro pálidas parecen transparentes, esas que andan<br />

siempre desnudas, con los ojos en sangre, aunque lleven puesto un abrigo de<br />

paño y una bufanda.<br />

Tal vez fueran uña y carne mi padre y el bracero y quizá fuera por eso que,


dentro del maletero del ochocientos cincuenta amarillo, entre bolsas de ropa,<br />

palas y tumbonas, nos acompañara a la playa todos los veranos y, enroscado<br />

como un galgo, ocupara el espacio vacío bajo la mesa de la terraza del<br />

apartamento; bajo aquella mesa tosca, blanca y redonda con el cutis de<br />

plástico que miraba los edificios rojos que miraban los edificios rojos que<br />

miraban los edificios rojos que miraban la línea azul del mar.<br />

Más de una tormenta vivió el bracero en aquella terraza bajo la mesa pringada<br />

de goterones de lluvia. Lo recuerdo a veces, pocas (para qué nos vamos a<br />

engañar), hecho un ovillo dentro del plástico que mamá usaba para proteger<br />

la ropa tendida, en su temblorosa levedad, con los ojos fijos en los rayos que<br />

rasgaban el cielo ennegrecido. A veces, pocas (para qué nos vamos a engañar),<br />

mi padre metía un brazo bajo la mesa y le tendía un corte de helado de<br />

chocolate y vainilla o un porrón de cerveza; y el hombre, con las palmas de las<br />

manos contra los oídos para amortiguar los truenos, esbozaba antes de<br />

aceptarlos la sonrisa más agradecida que haya esbozado jamás un bracero<br />

frente a los edificios rojos que miran los edificios rojos que miran los edificios<br />

rojos que miran la línea azul del mar.<br />

El bracero permaneció con nosotros hasta que a mi padre le hicieron oficial de<br />

primera, mucho después de que a mamá le salieran llagas en los ojos de cortar<br />

cebolla en juliana y a resultas de eso se quedara ciega. Me vuelvo, dijo<br />

desperezándose una tarde de abril, y echó a andar despacio hacia la puerta<br />

con la cara recién afeitada y un azadón al hombro. Mi padre y yo nos lo<br />

quedamos mirando (mi madre no, claro) y, antes de que terminara de cruzar<br />

el umbral, nos fundimos los tres en un abrazo. Olía el pobre a tiempo perdido,<br />

a elipse de pelusa bajo un ropero. Gracias por todo, añadió, y le estrechó a mi<br />

padre con fuerza un antebrazo y se puso de puntillas para darme un beso.<br />

Tuvimos luego otros braceros, la mayoría anónimos y algunos con nombre.<br />

Rara era entonces la familia que no tuviera al menos uno. El último se llamaba<br />

Antoine y se alimentaba sólo de caracoles, de la hilera de gasterópodos que


escalaba cada domingo después de misa de once la columna vertebral de mi<br />

madre ciega. El estado natural de Antoine era la modorra, un sopor de<br />

puchero a fuego lento, pero un puñetazo de mi padre sobre la mesa camilla<br />

bastaba para que, con gran afectación, se arrancara a recitar de memoria a<br />

Baudelaire.<br />

Con el correr del tiempo los braceros cayeron en desuso (sobre todo porque<br />

calentaban más bien poco) y, con las nuevas modas, se convirtió en habitual<br />

esconder bajo la cama un anacoreta con su barba luenga, rijosa y cana o, si la<br />

familia era muy pudiente, la cara risueña de una modistilla bajo la tulipa de<br />

una lámpara de pie.<br />

Hablo, por supuesto, de los tiempos remotos de las trashumancias de polillas,<br />

cuando a los pastores les brotaban alas de Ícaro y llevaban, a modo de<br />

abalorio, un pararrayos colgado del cuello. Y lo hago además con esa nostalgia<br />

opiácea de hijo de triunfadores. Hablo y a veces, pocas (para qué nos vamos a<br />

engañar), recuerdo. Me encorvo, pongo una mano sobre mi frente a modo de<br />

visera y oteo el confín de asfalto, semáforos y hombres. Y a veces, pocas (para<br />

qué nos vamos a engañar), hasta se me pinta en la cara una tristeza grande y<br />

dorada como un membrillo.<br />

JCM


Delitos contra el ornato<br />

Escena 1: El partido<br />

Acabo de llegar a casa. Esta noche, como casi nunca sucede, ha ganado Perú.<br />

Mi chica y yo habíamos terminado hacía cosa de unas dos semanas y había<br />

quedado con mi broder para ver juntos el partido. Él mismo se ha ganado una<br />

discusión con su mujer por venir a verlo.<br />

Así que más les vale ganar a estos descerebrados.<br />

Por las calles de Miraflores la gente va abrigada por la blanquirroja. <strong>La</strong> calle<br />

Berlín está tomada por completo por los hinchas, y los bares llenos a tope y<br />

con las televisiones encendidas, esperan que el árbitro de el pitazo inicial.<br />

Todos esperan, sentados o de pie, con cervezas o chilcanos, conversando con<br />

los amigos, con chicas, o con desconocidos. "Perú, cantera de hinchas". Es lo<br />

que dice la tele, y debe ser verdad porque en las calles hay un ambientazo.<br />

Por algún extraño motivo, todos amamos pasionalmente a la selección. Todos<br />

menos Jorge, siempre mucho más equilibrado que el resto en los diversos<br />

aspectos de la vida emocional humana. Lo admiro. En él los eventos de la<br />

existencia parecen transcurrir orgánicamente, sin traumas, como frutos que se<br />

caen de un árbol de lo maduros que están. Jorge se vincula con su entorno con<br />

tipo muy particular de súper poder: es capaz de encontrar placer en los<br />

aspectos más alimenticios, cotidianos y convencionales de la vida. Se<br />

emociona, claro, pero no al punto de perder la cabeza, se molesta, también,<br />

pero nunca sale de su boca una palabra hiriente, y ama, supongo que también<br />

ama, aunque lógicamente, no pueda saber cómo es Jorge como amante. Eso<br />

habría que preguntárselo a su mujer, y yo allí no me meto. Sé, en todo caso,<br />

como ama a la selección: con el mismo tipo de equilibrio con que conduce su<br />

vida.<br />

No es que sea una institución que a los peruanos nos llene de orgullo, todo lo


contrario, por lo general la selección nos llena de vergüenza, de rabia,<br />

frustración y tristeza. Aún así, es una pasión de la que seres como yo no<br />

quieren abstraerse. Ojo: no es que no pueda hacerlo. En términos generales<br />

los nacionalismos me resultan una perfecta pelotudez, y soy absolutamente<br />

consciente del chovinismo de banderita y escarapela que aflora en casi todos<br />

cuando juega Perú. Es, sencillamente, que no me da la gana de abstraerme.<br />

Cuando juega la selección quiero autorizarme a mí mismo ser un pelotudo, y<br />

repetir: cuando gana Perú, ganamos todos.<br />

¿Cómo se podría describir la sensación de ser un pelotudo al ciudadano de un<br />

país civilizado?<br />

Jorge y yo esperamos conversando, acodados en la barra de un bar a que el<br />

árbitro de por comenzado el partido.<br />

¿Nunca te has sentido como un pelotudo? A ver, es como estar enamorado de<br />

una chica fea que para colmo de males no te da bola, o te da bola sólo de vez<br />

en cuando, sólo para tenerte allí, enganchado, y hace que te veas a ti mismo<br />

en esa posición lamentable: perdiendo el culo por el bagre más horrible de la<br />

laguna, rogándole: esta noche, aunque esta noche, hazme un poco de caso, y<br />

diciéndote a ti mismo: gana, por una puñetera vez, gana. Yo podría decirle a<br />

la chica, mira, sabes qué, este tipo de relaciones neuróticas no son sanas, no<br />

me hacen bien, me quitan el sueño y me aumentan el apetito. Además, hay<br />

chicas más guapas que sí estarían dispuestas a quererme, así que mejor lo<br />

dejamos ahí no más y cada uno se va a su casa.<br />

Sin ir muy lejos, es lo que le he dicho a la que fue mi chica cuando<br />

terminamos. Y no es que ella fuera fea; ni que no pueda abstraerme de la<br />

vorágine futbolera. El tema no pasa por una falta de carácter.<br />

Es que con la selección no me da la gana. Con la selección yo quiero seguir<br />

sufriendo junto con todo el resto de pelotudos que pueblan a la humanidad.<br />

Eso es precisamente lo que ha sucedido. Fueron 87 minutos de angustia, tras<br />

un primer tiempo para el olvido donde nos pasearon en nuestra propia


cancha, y para la mitad del segundo tiempo ya me veía, con 5 ó 6 shots de<br />

pisco acholado encima, recogiendo las naves que hasta hace menos de una<br />

hora había puesto en juego para así evitar que la derrota fuese todo lo dura<br />

que parecía que iba a ser. Llegados a este punto, ya nadie en el bar parecía<br />

estar dispuesto a intercambiar su cinismo por esperanza, a intercambiar un<br />

vaso vacío por otro chilcano, cuando Yoshimar Yotún ­que tal nombre de<br />

mierda se maneja este huevón­ recuperó la pelota en la mitad del campo.<br />

Sortea a uno, y tal vez Jorge haya levantado una ceja, con interés.<br />

Pasa al segundo, la gente comienza a calentarse. Yotún es un lateral que juega<br />

como diez. A todos se nos paraliza el bobo cuando larga el pase y se ve a la<br />

Foquita Farfán –ese apodo me causa mucha risa, es un negro que de verdad<br />

parece una foquita, así de compacto y oscuro– haciendo la diagonal y<br />

apareciendo como una sombra por la parte baja de la pantalla.<br />

Todo el mundo se levanta de las sillas.<br />

¡Vamos carajo!<br />

¡Ya!<br />

El primer disparo lo ha bloqueado el arquero. Nadie respira. <strong>La</strong> pelota ha<br />

quedado dando botes, y la Foquita se la ha encontrado a un extremo del área<br />

chica, de espaldas a la portería<br />

¡Vamos negro!<br />

Le pega de media vuelta.<br />

¡Yaaaa!<br />

Gol.<br />

¡Gol conchasumadre!<br />

Ese gol se gritó como se grita un orgasmo tras dos horas de sexo tántrico. Fue<br />

así de explosivo. Allí se va toda la rabia, toda la frustración, el cansancio. Que<br />

dolor de huevos. Aquí termina mi duelo, me digo. Allí nace la adrenalina, la<br />

euforia.<br />

Salvo cuando ocurrió el bombazo de la calle Tarata, en 1992, no ha habido


otro evento político que sea tan capaz de empujar a la gente a tomar las calles<br />

de Miraflores como cuando gana la selección. <strong>La</strong>s masacres y el fútbol son las<br />

únicas cosas capaces de unirnos.<br />

<strong>La</strong> gente está borracha, y feliz. Los carros pasean ondeando camisetas por las<br />

ventanas, la número 6 del "loco" Vargas y la 9 de Guerrero , y tocan los<br />

cláxones como en el estadio. <strong>La</strong> calle Berlín ha sido clausurada. <strong>La</strong> Av.<br />

Diagonal lo está a medias. Un grupo de hinchas ha bajado por la Calle de las<br />

Pizzas hacia allí. Cantan: el que no salta es un chileno maricón, y golpean con<br />

las palmas de las manos la lata de las combis que logran atravesar la multitud.<br />

Dos cordones policiales se han formado en el medio de la pista para asegurar<br />

el paso de los vehículos. Así y todo, hartos chibolos arrojándose sobre los<br />

capós de los taxis, otros, no tan jóvenes, se trepan a los techos de los autos en<br />

movimiento, y camionetas de millonarios aceleran sin que les importe llevarse<br />

a alguien por delante con tal que no les abollen el chasis.<br />

Celebra pues, cacaseno.<br />

Jorge sonríe. Yo estoy inquieto. Tengo la adrenalina a tope. Quiero unirme a la<br />

multitud, comportarme como un hooligan, pero algo dentro de mí me lo<br />

impide. Espérame un ratito, le digo a mi broder, que tengo que patear a<br />

alguien.<br />

Mientras me alejo unos pasos logro escuchar que Jorge pregunta: ¿a quién?<br />

A un policía. Le he metido un tabazo en la espalda y se ha ido de cara contra<br />

un microbús. El pobre tombo no ha tenido tiempo para reaccionar. cuando<br />

voltea con la macana yo ya me he confundido con la multitud. Por otra parte,<br />

jamás imaginaría que su agresor pudiera vestir tan bien y parecer un<br />

intelectual de izquierdas tan decente, tan bien peinadito.<br />

Es una agresión cobarde y rastrera, pero no me da vergüenza. Finalmente es<br />

una agresión a la autoridad.<br />

¿Mejor?<br />

Puf, sí, mucho mejor.


Escena 2: <strong>La</strong> gordita<br />

Antes Bizarro no quedaba donde queda ahora. Quedaba en la segunda planta<br />

de una vieja casa miraflorina, al frente del parque Kennedy. Era un local<br />

oscuro, con gente oscura y donde ponían buen rock y la gente podía bailar a<br />

solas, y donde de tanto en tanto pasaba un guachimán cargando huevones<br />

duros de cocaína que se prendían de las paredes como tarántulas para que no<br />

los echaran a la calle. Era un buen lugar.<br />

Éste que lo reemplaza no tiene nada que ver.<br />

No tiene personalidad. Cobran la entrada. Cincuenta soles, y la gente que<br />

entra es aquella a la que no les molesta pagarlos: empleadas bancarias,<br />

gerentes de ventas, pequeños y medianos empresarios, ese tipo de público.<br />

Bizarro no es más un local oscuro, de gente oscura. Por el contrario, aquí todo<br />

brilla, y no es que lo diga metafóricamente, es que esa es la realidad. Todos<br />

brillan, ahora que ha ganado Perú y se acaba de dar comienzo a los rituales<br />

del cortejo.<br />

En la pista de baile un grupo de chicas ha formado un corro y baila. Es una<br />

despedida de soltera. Llevan vinchas con orejas de gata, pichulitas y cuernos, y<br />

emiten claras señales reproductivas. <strong>La</strong>s luces de la discoteca y las miradas las<br />

recorren. Varios tigres las rondan e intentan, muy desafortunadamente, llamar<br />

su atención con unos pasitos de salsa lamentables. El grupo de chicas ha<br />

notado la presencia de los tigres, y se ha cerrado sobre sí mismo.<br />

A nuestra derecha hay otras dos amigas acodadas sobre la barra.<br />

¿Quieren ver algo súper gracioso?<br />

Uno de los tigres se ha acercado por detrás a la más guapa del grupo.<br />

Pienso: compadre, sal de allí mejor. Pero allí va él, directamente hacia el<br />

abismo, y falla. <strong>La</strong>s chica ni siquiera lo ha mirado. Le ha dado la espalda y ha<br />

seguido bailando con sus amigas. Su lenguaje corporal ha sido elocuente. El<br />

tigre ahora se desplaza hacia atrás a lo Moonwalker y disimula.


Gracioso, ¿no?<br />

<strong>La</strong>s chicas con las que observaba la escena han sonreído y se han largado. Su<br />

mensaje corporal también ha sido súper elocuente.<br />

Ahora el único que ríe es Jorge.<br />

¿De qué te ríes, huevonazo?<br />

Si en el resto del mundo católico y musulmán follar es un pecado en esta<br />

ciudad del orto es un puto milagro.<br />

Paso de ti, me voy a bailar.<br />

A lo largo de mis treinta y seis años de existencia sólo recuerdo haber salido<br />

campeón una vez. Tal vez hayan sido dos, pero el primer campeonato fue,<br />

digamos, jugando de local y con una ayudita de la cancha, rayada<br />

previamente. Pero esta noche, como casi nunca sucede, he salido campeón. El<br />

milagro ha sucedido.<br />

<strong>La</strong> novia que celebra su despedida de soltera se me ha echado encima y se ha<br />

colgado de mi cuello. Tras ella viene su prima mayor, una gordita de unos 30<br />

años, con un vestido muy ceñido al cuerpo y unas orejas de gata sobre la<br />

cabeza, a pedirme que disculpe a la chica, que tan sólo tiene 23 años y está<br />

muy nerviosa porque en unos días se casa.<br />

No pasa nada.<br />

<strong>La</strong> novia ha vomitado en medio de la pista de baile, pero esta vez la gordita no<br />

ha acudido en su ayuda y se ha quedado bailando conmigo. Ahora es ella la<br />

que se ha colgado de mi cuello e introducido una de sus piernas entre las<br />

mías. Todo está pasando súper rápido. Ella se menea contra mí, yo la sujeto de<br />

la cintura con una mano y con la otra le agarro una nalga. Ella no me retira la<br />

mano. Intento besarla. Saca la cara. Intento besarla de nuevo y vuelve a sacar<br />

la cara. Entonces decido no arriesgar más. Que ella haga conmigo y me lleve<br />

donde le de la gana. Y es como si la gordita me leyese el pensamiento, porque<br />

eso es o que hace. Aparentemente no quiere besarme, pero me tiene tomado<br />

del culo y me muerde el cuello.


Allí te dejo, susurra mi broder al oído, y se quita a casa.<br />

Me estoy cansando de agarrarle el culo, y además se me ha secado la boca y<br />

me está entrando un ligero dolor de huevos. A ella también se le ha secado la<br />

boca. Nos arrimamos hacia una de las paredes.<br />

Me tengo que ir.<br />

¿Adónde?<br />

Con mis amigas.<br />

Bueno, ve.<br />

¿Tienes donde apuntar? Apunta mi teléfono.<br />

¿Para qué? Mejor apunta tú el mío, y ya me llamas cuando quieras.<br />

Entonces le doy mi número y ella pregunta:<br />

¿Es tu número de verdad?<br />

Llama.<br />

Mi teléfono suena.<br />

¿Ves? Es mi número.<br />

Te voy a llamar.<br />

¿Para qué?<br />

Para tomar algo.<br />

Francamente, me da flojera hacer todo el paripé de las salidas y los tragos,<br />

conversar tonterías para ver, y sólo para ver, si podemos llegar al punto en el<br />

que estamos ahora. Se lo digo. Parece sorprendida. Y entonces agrego:<br />

Nos vamos ahora, o ya fue.<br />

Nos vamos. Salimos a la callle. Nos subimos a un taxi. Son las tres de la<br />

mañana, y la gente sigue celebrando el triunfo de la selección. Hinchas,<br />

turistas, bataclanas, cambistas de dólares, taxistas, vendedoras ambulantes de<br />

cigarrillos, las calles están repletas de gente. Y la gente está feliz. En las<br />

chinganitas, en los bares y las pizzerías, la gente está feliz. Y yo también estoy<br />

feliz. Cuando gana Perú, ganamos todos.<br />

El taxista se detiene en el primer hotel de Miraflores que encuentra.


Compadre, aquí me sacan la cabeza. Vamos a otro.<br />

Nos lleva, finalmente, a un hotel en Surquillo, entre la Av. Primavera y el<br />

Zanjón.<br />

¿Tú podrías pagar el taxi? No tengo sencillo.<br />

#<br />

Se me han ensanchado las caderas. El culo se me ha caído, y las tetas me han<br />

crecido un poco pero ahora comienzan a perder su turgencia y a chorrearse.<br />

Sin embargo, mis tetas parecen gustarle.<br />

Tengo buenas tetas, eh.<br />

De todos modos me corta un poco que me chupe los pezones y me salga leche.<br />

Me corta un poco que me vea desnuda. Estoy demasiado gorda, y además,<br />

hace tanto tiempo que no la veo que dejé de recortarme el yuyo, allí abajo.<br />

Que vergüenza. Estoy empapada. Quiero que me la meta ya.<br />

Métemela ya.<br />

Estoy preocupada por mis amigas. <strong>La</strong>s dejé en Bizarro con la boca abierta,<br />

hace poco menos de una hora. No les he avisado dónde iba y ahora no tengo<br />

cómo volver a casa.<br />

El chico me ha respondido que me relaje y disfrute mientras me la metía, que<br />

luego él puede llevarme a casa. Seguro pensará: está chica por qué no se calla<br />

de una vez. Menos mal me dijo eso y no una barrabasada. Otro más bestia tal<br />

vez me habría dicho: tú cierra los ojos y abre la boca. Que no estaría mal,<br />

tampoco. A veces me gusta así, a lo bestia. ¿Y si le pido que me azote? No, de<br />

ninguna manera, a este no lo conozco de nada, de repente es un maniático y<br />

se le acaba pasando la mano. En la cara no.<br />

Es que la última vez que hice el amor fue hace como siete meses, con el papá


de mi hija. Eso, ya lo dije: tengo una hija de año y dos meses a la que todavía<br />

doy de lactar.<br />

Creo que lo he dejado de piedra.<br />

Espero que eso no te asuste.<br />

¿Por qué iba a asustarme?<br />

Este sólo quiere echar un polvo y adiós muy buenas.<br />

No vayas a pensar que yo hago este tipo de cosas todo el tiempo.<br />

¿Yo? por supuesto que no ­dice, con una teta en la boca­ de ninguna manera.<br />

Oye, esto sabe dulce.<br />

Ya se me salió la leche. Qué vergüenza. ¡Qué asco! Mañana por la mañana mi<br />

bebé estará chupando esa misma teta. Tengo que desinfectarla en cuanto<br />

llegue a casa.<br />

Si no dejo de pensar no ve voy a venir. Dios, que arrecha que estoy. ¿Qué van a<br />

pensar mis amigas de mí? Que se jodan. Todas querrían hacer lo que hice yo,<br />

pero no se atreven. Ahora mismo deben estar poniéndome verde. Este tipo se<br />

me quiere montar encima y cabalgarme.<br />

¡No, por ahí no!<br />

Me está cabalgando. Mejor, así no me veo los rollos en el espejo del techo.<br />

¿Qué van a pensar mis amigas de mí? Que vergüenza.<br />

¿Qué? ¿Qué importa lo que piensen tus amigas? Tienen pinta de no haberse<br />

comido una rosca en años. Así gordita, así.<br />

Soy yo, o este imbécil me acaba de llamar gordita. No, debo ser yo, que he<br />

escuchado mal. Parece que le gusta que lo ahogue con las tetas en la cara. Uy,<br />

que rico, que rico. Estoy aullando de placer como Monserrat Caballé en su<br />

etapa más gorda. Madre de Dios, que buen polvo.<br />

Me he venido como un trueno, dice, y yo corro al baño. Él todavía se queda<br />

desnudo sobre la cama, con un huevo que se le chorrea sobre la pierna.<br />

Mierda, no hay jabón. Me enguago con agua, y con un cojín de champú. Y me<br />

visto lo más rápido que pueda. Tengo que volver con mi hija. Cuando salgo del


año él todavía yace sober la cama, desnudo.<br />

Me tengo que ir.<br />

Tomamos un taxi de vuelta a Bizarro. Así ha sido el trato: yo he pagado los<br />

taxis y la caja de condones y él ha pagado el hotel. El tipo me toma de la<br />

mano a lo largo del trayecto. Está muy tranquilo. Se siente bien y parece que<br />

quiere que yo también me sienta bien. El taxi se detiene frente a la puerta de<br />

Bizarro. Es tarde, la gente ya está de salida.<br />

¿No me vas a llamar, no?


Escena 3: <strong>La</strong> policía<br />

<strong>La</strong> última vez que tomé tanto fue cosa de unas semanas. Tampoco, como<br />

ahora, es que estuviera borracho, pero claramente no estaba en condiciones de<br />

coger el carro y manejar. Por eso decidí que lo mejor era caminar a casa de mi<br />

padre y dormir allí. Llegué como a las cinco de la mañana, y entré al cuarto de<br />

Joaquín, mi hermano de 11 años. Me quité la ropa y lo arrimé:<br />

Joaquín, ya arrímate, huevón.<br />

Una semana después, escuché a mi hermano menor acusándome con su<br />

abuela:<br />

Gabriel se metió en calzoncillos a mi cama, y estuvo roncando y tirándose<br />

pedos y por eso me tuve que pasar a la cama de mi mamá, porque no me<br />

dejaba dormir.<br />

Yo estaba mirando la televisión mientras lo oía, y pensé, que tal maricón. No<br />

puede ser que tenga un hermano así de chivato. Este huevón necesita salir a<br />

jugar fútbol a la calle, que lo espabilen un poco. Tanto Play Station, tanto<br />

engreimiento y tanta tontería no pueden ser buenos. Ser hijo único lo está<br />

cagando, y yo como hermano mayor estoy en la obligación de enseñarle que<br />

no puede ir por la vida acusando a sus hermanos con su abuela, por más que<br />

a veces los hermanos mayores hagamos huevadas como meternos en tu cama<br />

medio borrachos a las cinco de la mañana.<br />

Ay no, hijito, el sueño es una cosa muy privada y tú no debes permitir que<br />

nadie se meta a tu cama.<br />

¿Y cuando conozca a una chica, qué, también le va a decir que no tiene<br />

derecho de meterse en su cama?<br />

Así que esta noche pensé que a riesgo de que mi hermano vuelva a acusarme<br />

con su abuela mejor me meto al carro y me regreso a casa conduciendo.<br />

<strong>La</strong> ruta que suelo tomar desde Miraflores va por calles secundarias y no suele<br />

ser muy transitada, pero esta noche me ha detenido una patrulla de la policía.


Documentos. Tarjeta de propiedad, seguro, licencia de conducir. Por motivos<br />

del partido de la selección estamos realizando un operativo...<br />

Jefe, pero ya es tarde, me quiero ir a casa a dormir<br />

Asu madre...señor...usted ha estado tomando. A ver, sople por favor.<br />

Ojalá que se me noté la salsa criolla y el cebollón de la butifarra que acabo de<br />

comerme en el Parque Kennedy.<br />

¿Cuánto ha tomado?<br />

Para que le voy a mentir, jefe. Si, me he tomando unos tragos. Pero estoy<br />

tranquilo, no estoy borracho ni nada.<br />

Ya, va a tener que acompañarnos a la comisaría a que le practiquen el dosaje<br />

etílico correspondiente.<br />

¡No pues jefe! ¿Cómo me va a hacer eso? Estoy siendo honesto con usted, y<br />

tampoco es que le haya faltado el respeto a la autoridad, no sea malo, pues.<br />

¿Usted sabe cuánto es la multa por manejar en estado etílico?<br />

No, jefe, no sé.<br />

Dos mil quinientos soles y el retiro de su licencia. A ver, síganos a la comisaría.<br />

¿Pero, jefe, no dice que no puedo manejar en este estado?<br />

Ya síganos a la comisaría, carajo.<br />

Jefe: pero mejor arreglamos aquí no más, entre nosotros.<br />

¿Estás grabando con tu celular?<br />

Yo soy un caballero, cómo se le ocurre, jefe. Mire, está apagado.<br />

Usted dirá.<br />

Cincuenta soles, jefe, para que saque a su señora a comer a la calle, de mi<br />

parte. Pero me van a tener que acompañar al cajero, porque aquí no tengo<br />

efectivo.<br />

¿Cómo? ¿Cincuenta soles? A la comisaría, mierda.<br />

Ya, setenta pues jefe.<br />

Mira hermanito: con la nueva ley nos toca el 10% de la multa. Tú saca tu<br />

cuenta.


Doscientos cincuenta soles, cómo se va a malear así conmigo, jefe. ¿Y el<br />

trabajo que les va a tomar procesarme?<br />

Ya, en eso tienes razón. Calcula que somos tres, y atrás en el patrullero está<br />

también mi comandante. Setenta soles no nos alcanza ni para los cigarros.<br />

Le había dicho cincuenta<br />

...<br />

Ya está bien jefe, ¿cuánto quiere?<br />

El policía ha pintado una cifra con el dedo sobre el polvo de mi capó.<br />

¡Doscientos treinta soles!<br />

Que ganas que tengo de patear a este huevón.<br />

A la policía se la respeta. ...Además, tiene que ser un múltiplo de tres.<br />

Jefe: doscientos treinta no es múltiplo de tres<br />

...<br />

Y por esa suma no estaría pidiendo respeto sino cariño. Ciento ochenta, sería<br />

lo más justo.<br />

Bueno ya, me has caído bien, sobrino.<br />

Los policías me han obligado a seguirlos hasta un cajero. Llevan consigo todos<br />

mis documentos.<br />

Estaciónate allí. Nosotros nos vamos a poner unos metros más adelante, no<br />

queremos salir en las cámaras del banco.<br />

Entro al cajero, retiro 180 soles de mi cuenta, salgo del cajero, y camino hacia<br />

el patrullero.<br />

Cuando gana Perú, ganamos todos, dice uno de ellos desde el interior. Maneja<br />

con cuidado, primito.<br />

Y toman mi dinero y se arrancan.<br />

Y veo al auto de la policía perderse en la oscuridad.<br />

GA


Assasin. <strong>La</strong> puta estrábica<br />

Aunque su constancia, su esmerilada y opaca intención era firme, no era capaz<br />

de apretar el gatillo. El delirio era sincero, como un rio lamiendo las<br />

vestiduras de las rocas, esquirla a esquirla, siglo a siglo. Les pondré en<br />

antecedentes; todo asesino tiene unos, las ramas tienen sus arrullos y los<br />

despertares sus lágrimas criogenizadas. En las noches febriles, los cantos de<br />

cisne y las urracas confundían sus cacofonías, y como su mano era su pluma,<br />

su pluma su gastada espada, su tintero su vórtice y el papel…el papel sólo era<br />

papel, durmió varias noches entre sus brazos. Unas noches eran juegos de oca,<br />

pero la inmensa mayoría descansaba entre sus sienes como buques de acero<br />

atracados en un océano de hormigón. El parto, no por prematuro fue menos<br />

deseado.<br />

De dos tacadas, lo había escrito de dos arcadas, no lo adornó demasiado, no<br />

hacía falta. ¿Pero era lícita esa exposición? Aquel desnudo ensayo era un<br />

espejo de sangre. Se dio cuenta en el momento que apuñaló el relato con su<br />

punto final. Un punto desdibujado, pero estaba ahí, palpitando y eyaculando<br />

todo el desasosiego de la Vía Láctea.<br />

Caía en espirales, se retorcía como un humo constrictor y perpetuo. Una<br />

Verdad no explorada.<br />

<strong>La</strong> pira era una buena solución, cualquier derivado del queroseno purificaría<br />

este aborto de la conciencia. Un pequeño y maligno ­porque aquí sale su<br />

visión particular del Hades­ deuterio de hidrógeno chillaba como si un pavo<br />

real descabezado, amamantara con sus plumas de color jade su pequeño y<br />

gritón cráneo de marfil. Pero no se quemaba un pergamino de una pirámide<br />

faraónica desnuda e inversa tan fácilmente. Se mantenía a través del tiempo<br />

como si el final sólo fuera final, un globo de éter deshinchándose. No era el<br />

Acto, era la Idea del acto. No hablamos de de lo aberrante como adjetivo,<br />

hablamos del contubernio de Baphomet y no de filmografía yugoslava de


falsas snuff movies.<br />

Descartada la hoguera, el mechero y el flama del corazón, pensó en ahogar el<br />

manuscrito en su propia tinta; krakens antediluvianos llenando bañeras de la<br />

savia de las impresoras. El ácido era demasiado cáustico, no necesitaba<br />

sufrimiento en la muerte, eran partituras de crisálidas lo que ansiaba para<br />

acabar con aquello.<br />

Cuénteme usted que piensa de la masacre de las ballenas, ¿Tiene cierta<br />

quiromancia el baile de las gaviotas? Mientras que nos debatimos entre las<br />

miríadas de agujeros que tiene el silencio y los grados a los que saltan las<br />

palomitas en la antimateria, el jirón en la conciencia no acomete. Es en la<br />

Noche de los Vientos Huecos , cuando el granizo produce las primeras<br />

laceraciones. Y viene sin más, empuja, atropella, delinque con los sentidos y<br />

deja ese pequeño huevo de troll llamado Baltasar.<br />

A la mañana siguiente, después del sueño reparador que es ese Morfeo con<br />

pinta de súcubo, el escritor pirómano exhala, boquea y vuelve a exhalar. Allí,<br />

delante suyo, está el misterio de azúcares y la mano convertida en puño. ¿Qué<br />

hacer ante tamaño despropósito? Entendiendo despropósito como la<br />

desafección al hecho consumado. Es irracional, mi <strong>moral</strong> no me deja encender<br />

cigarrillos en las gasolineras. Pero sin duda es obra suya, el escritor exhala de<br />

nuevo. Tú no entiendes esto, querido protozoo: <strong>La</strong> generalidad, la línea<br />

maestra que ha esculpido del bloque la conciencia, está contaminada y<br />

lubricada por judeocircuncisiones y sexismo alfanumérico.<br />

Secuestrando cicatrices en las heridas de mares endémicos, desdibujados por<br />

esos dedos invisibles que deforman la infección en los abismos, la otra cara de<br />

la Luna o el vuelo de los albatros. Pero así de cruel es el sonido del timbre en<br />

la liberación de los huesos metacarpianos, que elevan su ser hacia la total<br />

ingravidez, arrancando desde lo más profundo todas las imperfecciones<br />

mundanas, apiladas en este paisaje envuelto en amasijos de palabras<br />

hambrientas, mutadas, preñadas en su vaivén de luz, re­inventando sombras y


fuegos en esta rayuela de saltos al vacío que se debate entre quiméricas<br />

bondades y el mal que anida en lo más alto de cada campanario, donde los<br />

muertos y otros fantasmas se levantan y vagan entre pasillos ahogados en bilis<br />

reseca, pájaros en vilo arropados en su insomnio que no descansan ni<br />

duermen rompiendo partículas, esperando la detonación de tinta en su cielo<br />

abigarrado.<br />

Y tú, gato negro que transitas en habitaciones a oscuras, pequeña hormiga<br />

caótica en su orden desordenado ¿Crees que su imperio produciría Tsunamis<br />

en el estómago de lo éticamente aceptado, regalando dardos con síndromes de<br />

Guillian Barré a aquellos que malinterpreten sus pensamientos camuflados<br />

entre espasmódicos rugidos? ¿Piensas, diminuta ilusión que en tus huellas no<br />

se plasma una sonrisa impura, maquiavélica?¿ qué el ser humano no era<br />

sádico antes que él marqués? Ingenuos cervatillos…si vuestro mundo gira<br />

alternadamente sobre afilados alambres en la cara A y la cara B de la cinta, la<br />

parte sombreada y luminosa de la montaña, porque el rostro angelical sólo<br />

brota si afirmáis que Dios es solo un invento para que las velas no ardan solas<br />

y riegues con mimo las tenias de Apolión, así como la mirada podrida nace<br />

ayudando a ancianas a cruzar la carretera o plantando un árbol que sepultará<br />

tus recuerdos en esas puertas donde Cerbero es un perrito juguetón.<br />

<strong>La</strong> huella se agrieta en cada paso insolente, en sus casas descosen sus alas<br />

atrofiadas. <strong>La</strong>s manos se llenan de un todo vaciado en cucharadas de aliento<br />

transeúnte: nómadas errantes en la falta de elocuencia y la sinrazón mundana,<br />

moscas devoradoras de sueños intrépidos apuñalan toda mente en<br />

descomposición, inquietudes arrinconadas en infinitos de cal aplanan la<br />

pureza de la creatividad, la decisión propia, la dirección particular, cayendo<br />

todos en el mismo abismo, cegados por el vulgar velo que te ata al sofá, seca<br />

tu tinta, y despluma la luz<br />

en esta sopa de saprofitos…


Jilgueros, ligeros jilgueros en cables de alta tensión. Miran con superioridad<br />

desde sus atalayas al pútrido escriba, que les devuelve la mirada y calla. Y<br />

piensa en el silencio. Correoso y de olor a pintura plástica, el silencio puede<br />

ser la atávica solución a su problema. Ahogarlo entre almohadones, taponarlo<br />

con vacío, visionarlo con códices de tipografía Enigma. Pero sale a flote el eco<br />

del desespero, la violenta respuesta de cristales rotos…y calla, devuelve la<br />

mirada a los jilgueros de ojos rojos y calla.<br />

¿Si lo suelta libre, disoluto, embravecido? Dejarlo campar a sus anchas por los<br />

telediarios, las radiofórmulas, saturar con el mismo mensaje que le atormenta<br />

todos los diales, ser acepción en todas las enciclopedias y ser el ABC de<br />

cualquier bestiario. Tanta multiplicidad acallaría sus remordimientos, porque<br />

no hay otra palabra que mejor lo defina: remordimiento. Un remordimiento<br />

pulcro, inmaculado en sales de baño, desayunando café con bismuto y<br />

eructando plácidamente en las marismas. Así se las gastaba el bicho en esos<br />

lunes de ayuno y misericordia.<br />

Intentar comprenderlo era tarea de Sísifo, un plan imperfecto que salía de<br />

puta madre. A nosotros, querido lector, se nos antoja hartamente complicada<br />

la idea de su cuerpo desollado, como intentar descifrar la función de los<br />

condensadores SMD de las lavadoras a habitantes del Medievo. Sin embargo,<br />

su comprensión era aprensión para el protagonista de una fábula de Alan Poe,<br />

su <strong>moral</strong>eja era sopa de panspermia y una danza de cuervos planeaba en todas<br />

las aristas de su relato. ¿Qué le había llevado a dormir a la intemperie todas<br />

las noches de Noviembre sobre el colchón de la hoja en blanco? ¿Por qué, sin<br />

más, amaneció defecado, con su cerebro agujereado como con resaca de<br />

metanfetamina? Había nacido la Bestia de siete cabezas, y era amable,<br />

abanicaba su siesta y su desvelo y le decía: “Mira dentro de las ratoneras, hay<br />

un saco lleno de besos de esparto, pero no son para ti”<br />

Como un siniestro juego de espejos de un gemelo llamado Benjamin, que en<br />

realidad es otrora Auster, otrora Borges, las letras caminan en fila india hacia


el desfiladero. Su alma es la colchoneta, un diminuto enfant terrible activa el<br />

compresor hasta que todo estalle. Y sabe, con certeza y cierta pena ciega, que<br />

después del estallido llega el palpitar. Después del rumor, la conciencia y<br />

después de ésta, vuelta a empezar. Un ciclo, otro, otro, otro… ad infinitum. No<br />

se puede permitir el lujo de acabar otra vez en esas habitaciones de motel<br />

barato, con una biblia en un cajón y en el otro, un revolver. No. ¡Coge el<br />

revólver, Bruce! Mata a esa hija de puta, la musa estrábica que te ha hinchado<br />

las venas del miembro viril y te ha hecho expulsar este sopicaldo amargo y de<br />

textura granulada. Ahora es el momento. Mátala.<br />

No es para tanto, amigo. Relaja el esfínter, deja que mi mano coja tu mano y<br />

acaricie mi rostro.<br />

Y en esas estaba el escritor, doliente y lunático, sin saber si coger la soga y<br />

ahorcar las consonantes o montar en la grupa de las vocales encabritadas.<br />

¿Qué haría usted, ante tal pergeño? Es difícil ponerse en situación si no ha<br />

lamido el polvo de las estanterías, al menos, alguna vez, al menos…Porque<br />

suscrito al círculo de cualquier religión (pongamos Metodista), todo es<br />

bastante más sencillo: Bien, Mal. El regular no es doctrina de fe, es un eslabón<br />

perdido en la evolución de nuestra <strong>moral</strong>idad. Algo difuso y que se escapa a<br />

los cánones oficiales. No existe, hay un póster en una pared de un despacho<br />

gris. The true is out there.<br />

JT


Psique irredenta<br />

Psique tumbada boca arriba. Su cuerpo desnudo es ofrenda. <strong>La</strong> barra del<br />

Troopers oficia como ara en escuadra. Al fondo se escucha el chirrido de una<br />

persiana metálica. Después los pasos del hombre penetrando en el café<br />

desierto. <strong>La</strong> Liturgia exige que ella no abra los ojos, que soporte estoica los<br />

embates del ansia ajena, mientras en su cabeza reverberan aún los ecos de<br />

aquella última disputa...<br />

«¡Jamás te compartiré, Eros! Me perteneces por completo. Es mío tu rostro;<br />

esa boca que tantas veces me nombrara, que me mordió bajo el éxtasis; y tu<br />

falo, siempre dentro de mí. ¡Incluso tu alma es mía!... ¿Fuiste tú quien la<br />

buscó? ¿O fue esa zorra maldita? ¡sí, maldita! Maldita ella y Maldito tú,... mi<br />

Dios amado. ¡Y mírame cuando te hablo! Da la cara de una vez y afronta tu<br />

traición como un hombre».<br />

Eros se había convertido en mito. Era él quien siempre tomaba las decisiones<br />

en aquel Drama: “Amor: este es el local... Ya tengo el proyecto y la licencia...<br />

Cariño, abrimos este jueves. ¿Qué te parece si para celebrarlo traemos a los<br />

“Jumping Crooners”?, darían un concierto intimista en el altillo... Voy a crear<br />

un grupo literario. Organizaré reuniones aquí, en el café, acudirán escritores<br />

famosos... Internet es el futuro: `Aberraciones de Papel´; huuum, ¿nuestro<br />

flamante Blog?”.<br />

Tras el éxito rotundo del proyecto, de pronto, silencio íntimo acompañado de<br />

pensamientos ausentes y una distancia que se magnifica. Psique se topó con la<br />

camarera Afrodita: demasiado bella, demasiado joven, demasiado solícita y<br />

dispuesta. Hubo quien en la minúscula ciudad trató de enviarle codificados<br />

mensajes de alarma. También insinuaciones malintencionadas o miradas que<br />

se desviaban con tal de no confesar un clamor.<br />

Más tarde llegaría la evidencia: Psique obsesionada con los descuidos. Aún se<br />

recuerda accediendo de madrugada al local, por la trasera, a través de la


ínfima cocina donde encuentra cerrada por completo (y no abierta como había<br />

supuesto) la espita de su propia esperanza. Era jueves. Luz al fondo sobre la<br />

estigia laguna que es el Destino. Se acercó como hipnotizada. O incrédula. Tan<br />

solo pudo gritar ¡¡¿Por qué?!!, cuando allí mismo, sobre el alto mostrador<br />

bañado con lúbricos fluidos brillantes, se descubriera suplantada.<br />

Todo se precipitó: abogados, juez y notario. Legajos de falsa literatura que<br />

darían fe de su Naufragio. Eros pudo escoger una nueva vida. A cambio, todo<br />

lo material fue para Psique; incluido el Troopers. Pero a ella no le pareció<br />

suficiente: pretendía aquella mirada al despertar; la caricia de unas recias<br />

manos con olor a loción sobre sus otros labios; y sobre todo, el grosor<br />

palpitante que solía llenarla por completo. De su garganta, por pura<br />

impotencia, brotó una incontestable Maldición:<br />

«Llegará el Jueves. Será al filo de la mañana. Todos verán una rendija abierta<br />

en la persiana del café. Sabrán que estoy dentro: desnuda, abierta sobre la<br />

barra, aguardando el momento en que alguien, diferente cada vez, te<br />

sustituya. Eres hombre, Eros, tu orgullo se vendrá abajo y si todavía conservas<br />

un mínimo residuo de amor por mí, sufrirás. Acabarás decidido a recuperar lo<br />

que siempre fue tuyo».<br />

Amanece. Psique Irredenta nota un profundo calor en su sexo. Alza la mirada<br />

y descubre las anchas espaldas de un inmigrante senegalés; está terminando<br />

de abrocharse unos tejanos raídos por la Miseria. A veces se pregunta cuánto<br />

tiempo será capaz de protagonizar este Drama o si alguno de sus “amantes”<br />

logrará por fin arrancarle un orgasmo. Se acoda ahora sobre la barra. El<br />

interior de sus muslos está pegajoso con el semen de un hombre distinto al<br />

que ella ansía (y al que hace tiempo comenzó a perdonar). Se siente cansada:<br />

son ya tres años observando el mismo Ritual. Entonces se escucha decir:<br />

­Cuando salgas, no te olvides de bajar la persiana.<br />

RZ


NO FICCIÓN<br />

Muerte digna, ética y derecho<br />

Ahora que vuelve a estar en primera fila de trinchera la lucha para que las<br />

mujeres puedan decidir el destino de su propio cuerpo no puedo dejar de<br />

pensar en este mismo derecho, el que tiene, o mejor dicho, debería tener un<br />

ser humano para decir lo que quiere que se haga con su vida cuando ésta ya<br />

ha dejado de ser digna y, gracias a los avances de la medicina, es mantenida<br />

contra corriente y, sobre todo, contra su voluntad. No estoy hablando de<br />

implantar la eutanasia, palabra tabú, sin orden ni concierto, simplemente<br />

estoy diciendo de que la voluntad de una persona debería estar por encima de<br />

fanatismos y leyes encorsetadas que no hacen otra cosa que minar la libertad<br />

personal. No he encontrado nada mejor que reproducir una parte del capítulo<br />

“Insuficiencia cardíaca tóxica, cumpleaños y dignidad” de mi libro “<strong>La</strong> fuerza<br />

de un latido” (RBA, 2008) donde me refiero a este tema cuando,<br />

personalmente, me encontré en tal situación respecto a mi madre, teniendo<br />

que lidiar con una profesional de la medicina, joven (esto sólo es un dato,<br />

pero quiero que conste) que quiso aleccionarme sobre amor filial en una<br />

situación extrema, todo por sus creencias religiosas.<br />

Ni quiero ser dogmático, faltaría más, ni tampoco enarbolar bandera de<br />

verdad suprema, simplemente quiero defender algo tan simple y a la vez tan<br />

complicado como la libertad personal.<br />

Os dejo con el texto, ligeramente modificado para eliminar material que no<br />

venía al caso.


“ En mi vida, por otro lado algo lógico, como en la de la mayoría de la gente,<br />

también hay cumpleaños remarcables. Si no uno en concreto sí a nivel<br />

general.<br />

Yo nací un 5 de abril y mi hermana un día 3, del mismo mes, dos años más<br />

tarde, por lo que durante toda nuestra infancia los celebrábamos juntos. Mi<br />

abuelo materno, el vasco, Luis, nació el 4 de abril de 1899 y siempre, en<br />

broma, comentaba a modo de anécdota la falta de puntería que habíamos<br />

tenido tanto mi hermana como yo en el momento de decidir la fecha del<br />

calendario en la que saltaríamos al mundo.<br />

Recuerdo alguna de aquellas fiestas en las que venían a casa “teresianas” y<br />

“claretianos”, compañeros de nuestros respectivos colegios, y jugábamos al<br />

popular concurso televisivo de la época, el “Un, dos, tres, responda otra vez”.<br />

Cuando crecimos la fiesta familiar siguió conjunta, pero la de las amistades ya<br />

se hizo por separado, pese a la voluntad de algunos de mis amigos de cambiar<br />

el programa televisivo del concurso de Kiko Ledgard por alguno de médicos y<br />

enfermeras para jugar con alguna de las amigas de mi hermana.<br />

Evidentemente ella estaba fuera de cualquier posible pretensión adolescente, o<br />

como mínimo mis amigos no se atrevieron a decírmelo. A mi tampoco me<br />

hubiese importado conocer un poco más a alguna de aquellas amigas de<br />

Marga, las hubo a las que les probó con creces el paso de niña a mujer, pero<br />

“no quedaba bien”, que yo que me las daba de mayor, reconociese que me<br />

fijaba en ellas, por lo que a la que empezamos a descubrir que rincones de<br />

nuestro cuerpo que, en anteriores cumpleaños eran finas capas de dermis,<br />

comenzaban a poblarse de vello, decidimos celebrar las fiestas cada uno por<br />

su lado.<br />

()…<br />

Para mi madre, la fecha de su cumpleaños estuvo siempre muy ligada a su<br />

enfermedad. Recuerdo, de niño, verla pasar este día encamada a causa de<br />

simples constipados que evolucionaban hacia patologías mucho más serias.


Muchos años después, coincidió con las fechas que tuvo que estar ingresada,<br />

en 1988, cuando la operaron por segunda vez de las válvulas mitral y aorta en<br />

el Hospital del Sagrado Corazón de Barcelona. Más cercanos en el tiempo<br />

fueron los últimos ingresos, en este mismo centro, debido a su progresivo<br />

deterioramiento, de los que recuerdo especialmente uno en el que, una serie<br />

de noches que me quedé para hacerle compañía, le leía “El Alquimista” de<br />

Paulo Coelho, hasta que se dormía. Fueron noches en las que pudimos hablar<br />

y encontrarnos de nuevo en temas que muchos años antes habíamos dejado de<br />

lado por ser incapaces, los dos, de tratarlos con un mínimo de respeto hacia el<br />

otro. Ella reconoció su error en unos y yo aprendí a ceder en otros, y ambos<br />

lamentamos el tiempo absurdamente perdido y que ya no iba a volver.<br />

Finalmente, durante el ingreso, como no en estas fechas, del año 2004, el que<br />

ya sabíamos que era el definitivo, el 19 de diciembre, el día de su cumpleaños,<br />

pudo ver y hablar a su hermano, mi tío Luis, que vive en Vielha y que era el<br />

último que le quedaba por despedirse. En aquellos momentos ya tenía muy<br />

claro, en la conversación que quiso mantener conmigo en privado me lo<br />

confirmó, que aquel era su último ingreso. Poco después de hablar con mi tío<br />

entró en coma y al día siguiente, tras interminables jornadas de agonía, murió.<br />

Ahora, con más calma y tranquilidad, junto a un café, si es que sus creencias<br />

religiosas se lo permiten, debatiría de Ética profesional con aquella doctora<br />

que, en medio de un pasillo, me quiso dar una tesis doctoral de <strong>moral</strong> y amor<br />

filial cuando le pregunté si era suficiente la pauta de confort que le había<br />

pautado, y con la que estuvo, sino recuerdo mal, alrededor de dos semanas<br />

agonizando.<br />

Doctora, digamos... Superética, entre Ave María y Padrenuestro déjese un<br />

espacio para ponerse, de vez en cuando, un suero de humildad.<br />

Si una cosa no soporto de los fanatismos religiosos es la autocapacidad que se<br />

permiten tener para dar opiniones, juzgar y creerse siempre propietarios de la


verdad, no sólo en temas que les afecten directamente sino en cualquiera que<br />

pueda afectar a otras personas.<br />

En los hospitales, durante muchos años, y es justo reconocerlo, fueron<br />

imprescindibles las religiosas para su funcionamiento, pero todo evoluciona, y<br />

a mi entender, en la actualidad, en cualquier país que se precie de ser<br />

mínimamente desarrollado, debería mantenerse al margen cualquier creencia<br />

que afecte tanto a las decisiones médicas, como a las de los propios pacientes.<br />

He podido verlas en ambos casos y realmente es muy triste que alguien<br />

interponga la Biblia a una acertada praxis cuando la vida de un enfermo ya ha<br />

dejado de serlo y lo único que pide para su muerte es dignidad. Para que no<br />

parezca que cargo todas las culpas en un mismo lado, diré que también fue<br />

muy triste cuando presencié como un médico se desesperaba por intentar<br />

convencer a unos padres que dejaran transfundir sangre a su hijo para poder<br />

salvarle la vida, y éstos, amparándose en no se que demonios de creencias, me<br />

niego a nombrarlas, impasibles, se negaban una y otra vez.<br />

No existe nada más bonito que la libertad individual en el momento de tomar<br />

una decisión, ya sea la cosa más banal como la más importante de tu vida,<br />

pero, por contra, tampoco hay nada más feo que anular, quitar, impedir,<br />

prohibir, robar, usurpar, esa misma libertad, y si encima se hace en nombre de<br />

la verdad que nos ha otorgado algún Dios, para mí, sin duda, por hacerse con<br />

alevosía, tiene más delito.<br />

<strong>La</strong> Sociedad y la Iglesia se rasgaron las vestiduras cuando a alguien se le<br />

ocurrió decir que la tierra era redonda, y a más de uno le costó una barbacoa<br />

financiada por el Vaticano. Ahora lo más probable es que se sonrían con el<br />

tema. Siglos más tarde las vestiduras seguían rasgándose por equiparar a la<br />

mujer al hombre en la vida civil cuando éstas reclamaban el derecho a votar.<br />

Ahora lo más probable es que, también, se sonrían con el tema. Con el<br />

divorcio, las nuevas y lustrosas vestiduras vaticanas volvían a rasgarse, y sin<br />

tiempo a poder esbozar una sonrisa con el tema continúan haciéndolo con el


aborto. Puestos a seguir rasgándose vestidos, me encantaría que el próximo<br />

motivo fuese que por fin, dejándonos de hipocresías como hicimos en su día<br />

con los temas anteriores, se regulase el poder tener derecho a escoger, como<br />

colofón a una vida digna, a una muerte con las mismas características,<br />

dándole así, una alegría más, a la Sra. Libertad, y esto no significa que quien<br />

decida lo contrario no pueda hacerlo, ¡solo faltaría!. Una vez la medicina ha<br />

dicho ya su última palabra, la decisión, en una dirección o en otra, ha de ser<br />

del propio paciente, y si éste ya no puede tomarla, como mínimo, respetar su<br />

voluntad.<br />

El amor que se ha tenido hacia un padre, una madre o cualquier otro ser<br />

querido durante su vida, seguirá acompañándolo en su muerte y no menguará<br />

ni un solo gramo, sino todo lo contrario, por desearle el menor sufrimiento y<br />

la mayor dignidad en ese terrible instante en el que nos abandona.<br />

<strong>La</strong> Dra. Superética del Hospital Sagrado Corazón de Barcelona, que creyó ver<br />

en mí al mismísimo Lucifer cuando le pedí información sobre la pauta de<br />

confort que había puesto a mi madre, no debería, como todas las personas<br />

religiosamente influenciadas como ella, ya no sólo decidir lo que es ético o no,<br />

sino mucho menos juzgarlo, ni que fuese por simple prudencia, un día podría<br />

encontrarse en el otro lado de la valla y no tener a nadie que la ayude a saltar<br />

cuando aparezca el toro...”<br />

Simplemente intentemos eso, simplemente intentemos hacer un poco más feliz<br />

a la Sra. Libertad, que últimamente va de disgusto en disgusto. ¡Ah! y no se<br />

me tenga en cuenta lo de Paulo Coelho… a mi madre le ayudó. ;­)<br />

EBdJ


Sobre la <strong>moral</strong><br />

¿Qué es la <strong>moral</strong>? Personalmente creo que definir esta clase de conceptos<br />

resulta muy subjetivo y dentro de un mismo individuo la idea que se tenga de<br />

ello puede variar con el tiempo. Dicho esto intentaré exponer la concepción<br />

que tengo de la <strong>moral</strong> a día de hoy. Claramente se trata de una opinión<br />

personal y puede ser compartida o no.<br />

<strong>La</strong> <strong>moral</strong> es una de aquellas cosas que nos acompañan toda la vida. A lo largo<br />

de nuestra existencia va cambiando y nosotros con ella. Desde pequeños se<br />

nos inculcan valores. El concepto del bien y del mal, lo que es correcto o no, lo<br />

aceptable, la conducta que “se debe” seguir o es la “correcta” y todo lo que hay<br />

que evitar.<br />

Paralelamente hay un proceso similar dentro del mismo individuo al<br />

contrastar lo aprendido y nuestras ideas propias con la experiencia y el<br />

carácter o inclinaciones propias de la misma persona. Es un entramado de<br />

clasificación de conductas, decisiones, elecciones, reacciones, ideas y valores<br />

que ordenamos, a veces de un modo inconsciente, y que determinan como<br />

interactuamos con cuanto nos rodea.<br />

¿Puede imponerse una <strong>moral</strong>? ¿Pueden dos personas tener los mismos<br />

conceptos <strong>moral</strong>es coincidiendo en todos los aspectos posibles? Yo creo,<br />

permaneciendo en una valoración racional, que no. <strong>La</strong> similitud o la opinión<br />

compartida en uno o varios aspectos concretos es más plausible. <strong>La</strong> <strong>moral</strong> es el<br />

tono de la voz de nuestra consciencia, de nuestro pensamiento, y como tal<br />

varía de una persona a otra.<br />

<strong>La</strong>s creencias que tenemos, nuestra fe o ausencia de ella, nuestros


sentimientos respecto a cuanto nos rodea y entra en contacto con nosotros, lo<br />

que aprendemos en nuestras circunstancias particulares… Hay muchos<br />

aspectos que hacen que el concepto de la <strong>moral</strong> sea individual.<br />

En oposición hay ocasiones en que un concepto <strong>moral</strong> concreto en una<br />

situación determinada, como puede ser, por ejemplo, la valoración ante la<br />

acción de una persona o ante un acontecimiento, parece que esos “decálogos”<br />

<strong>moral</strong>es coincidan en más de un individuo. ¿Fruto de la influencia de la<br />

sociedad que nos rodea o de la época que nos ha tocado vivir? ¿Fruto de la<br />

naturaleza humana?<br />

Hay aspectos <strong>moral</strong>es que perviven pese al paso del tiempo y pese a cambios<br />

significativos tanto sociales como culturales sin estar ligados al conocimiento.<br />

Parece como si en todos nosotros hubiese una pequeña porción “<strong>moral</strong>” que es<br />

común pero tan pequeña y difusa que escapa a nuestra percepción para<br />

establecerle límites sensibles por nosotros mismos.<br />

Hay experiencias que trascienden a lo aprendido y de un modo inexplicable<br />

pueden alterar nuestra <strong>moral</strong>(entre otros aspectos de nuestra vida).<br />

Experiencias místicas, religiosas o espirituales. Descubrimientos personales.<br />

Situaciones vitales que resultan extremas y que nos embriagan emocional y/o<br />

mentalmente hasta descubrirnos algo nuevo, una escalera de valores que nos<br />

era desconocida, que veíamos de un modo distinto o que pese a conocerla<br />

previamente no la compartíamos.<br />

En conclusión y a modo de cierre, sólo añadir que la <strong>moral</strong>, fruto propio en la<br />

mente de cada uno, escapa del individuo para vivir en la comunidad, en el<br />

conjunto, y eso cada uno lo valora en función de sus creencias.<br />

XN


POESÍA<br />

Cuarteto del incesto<br />

Hay que haber sobrellevado esa especie de agonía diferida, lúcida, con buena<br />

salud, durante la cual es imposible comprender otra cosa que verdades<br />

absolutas, para saber para siempre lo que se dice.<br />

Louis­Ferdinand Céline, Viaje al fin de la noche.<br />

I. Mi hermana, aquella colina<br />

Me vestiré de hombre­rana para verte las alas de cerca,<br />

cosidas al cuerpo, remos de un pez volador convaleciente.<br />

No llevaré oxígeno, que te prefiero a pulmón libre<br />

y quemar mis naves a planear el regreso.<br />

Malditos por una tormenta que no cesa,<br />

fondearemos al abrigo de una soledad navegable.<br />

Destinados a recalar de señuelo en señuelo,<br />

de boca en boca, recordaremos los puertos,<br />

el saqueo de la carne prendida en sus muelles,<br />

el artificio envuelto en las escamas del sueño,<br />

y pensaremos, ahogada la experiencia,<br />

que fue mejor varar en esta isla, embrutecerse,<br />

caer a lo salvaje, rendirse al fin y decirnos<br />

que toda la sal del mundo y su derrota<br />

―que este bendito naufragio―<br />

smells like victory.


II. Mi hermana en espiral<br />

Esta noche un lobo boreal da vueltas en el patio,<br />

mi hermana gira en la penumbra de su cuarto<br />

y no hay resquicio para verle los dientes a la luna.<br />

El lobo aúlla bajo, ronco, y mi hermana gime entre sus sábanas,<br />

como si toda esta sordidez y el poco cielo disponible<br />

ya hubieran empezado a matarlos por dentro.<br />

Entro en su cuarto, busco su sexo bocabajo,<br />

muerdo sus nalgas y juntos escuchamos al lobo,<br />

su letanía, que asciende y roza la ropa tendida,<br />

como la canción ebria de un vigía<br />

sin tierra a la vista entre las velas.<br />

Mi hermana implora de nuevo mis colmillos<br />

y yo pienso entonces en la inmensidad de la tundra,<br />

en hilos trenzados de sangre sobre la nieve,<br />

en un reno abierto y una jauría feliz.


III. Mi hermana, la ladrona<br />

Vendrás, con la fibra sureña de tus manos,<br />

a robar en esta casa, a dejar a brochazos tu nombre<br />

por las paredes, en ese idioma del vértigo<br />

que tu cuerpo murmura para escapar del invierno.<br />

Vendrás, desencantada de casas nuevas, de catálogos,<br />

de solares de lujo sobre plano y promesas residenciales,<br />

cansada de vagar como una gacela por salones vacíos,<br />

de resbalar sobre la hojarasca intrusa y el mármol,<br />

aterida por el aliento de todos esos ventanales sin armar.<br />

Vendrás huyendo del frío a pintar tu nombre en esta casa,<br />

sobre estas cicatrices que apenas sostienen un rostro,<br />

hendidas en el ladrillo enmohecido de mi refugio.<br />

Vendrás, al calor de esta vieja biblioteca, y te quedarás,<br />

recostada y por fin a salvo, frente a una hoguera<br />

a la que irás arrojando, uno a uno,<br />

todos los libros que te escriba.


IV. Mi hermana y los perros<br />

Miro tus cejas, ese pájaro afilado de ceniza<br />

que extiende sus alas en tu frente<br />

y lleva en sus garras todo lo que has visto,<br />

la locura, el odio y la muerte,<br />

tan extraña, que de los que amas te separa<br />

y a los que no conoces te une.<br />

Miro las ruinas de nuestra guerra fría<br />

y veo la neblina de fósforo de un silencio<br />

que aún a veces bombardea la ciudad.<br />

Por este insomnio poblado de espejos,<br />

por las calles arrasadas de esta vigilia,<br />

merodean los perros del deseo, les veo<br />

buscar en cada grieta tu rastro, la huella<br />

de tu sudor tras cada lucha y cada fiebre.<br />

Les veo arrastrar tu luz entre sus fauces<br />

y ladrarle tu nombre a cada charco,<br />

hasta encontrar tu cuerpo y hundir<br />

sus lenguas en la ceniza, sus hocicos<br />

entre las alas de un pájaro calcinado.<br />

Entre esos huesos, hasta la médula,<br />

miro la vida en ti y veo los fuegos<br />

hacia los que mañana vamos.<br />

SeB


Sexo y <strong>moral</strong><br />

Los hombres se relajan cuando se trata de putas.<br />

<strong>La</strong>s mujeres también cuando no son más que clientes.<br />

<strong>La</strong>s putas no muestran sus sentimientos; eso es reconfortante;<br />

Se trata de trabajo y de eso ellos saben mucho.<br />

Llevan toda la vida haciéndolo.<br />

Soy Madame Taxi, dirijo el Prostíbulo Poético.<br />

Soy Sonia Barba, formo parte de una familia.<br />

Los clientes me dicen que podemos acabar con sus vidas.<br />

Escucho las anécdotas laborales de mi cuñada en la cena de Navidad.<br />

Los clientes me dicen que para estar a solas con una de mis chicas han tenido<br />

que romper un muro, sacudirse el polvo y convertirse en otro.<br />

Desde el cielo mi padre observa atentamente; su cabeza de padre a mil por<br />

hora.<br />

Los clientes cierran los ojos mientras recito en su oído.<br />

Los padres del colegio de mi hijo relatan el picnic del fin de semana.<br />

Los hombres tiemblan cuando cojo su mano y les pido que me sigan. <strong>La</strong>s<br />

mujeres también.<br />

En el ascensor mi vecina pregunta: “¿A qué piso vas?”.<br />

Decir que soy puta por formar parte del Prostíbulo Poético sería como decir<br />

que soy bombero por apagar las velas de mi tarta de cumpleaños.<br />

Cuando era niña y no conocía el asfalto me gustaba contar los arañazos que<br />

me hacía robando moras. El <strong>moral</strong> crecía formando un muro de espinas que<br />

hacia inaccesible un convento de monjas de clausura. También había rosales.<br />

Cosas bellas y sabrosas con las que te pinchas antes de convertirlas en tuyas.<br />

Luego mueren, no aguantan ni una semana; o las devoras.<br />

SoB


Arthur y Charles<br />

Dante de una época decadente<br />

Raistlin Majere y Elric de Melniboné<br />

Roen los huesos con sus manos de papel<br />

Se acarician las albinas crines con los dientes<br />

Charles deambula por el Barrio <strong>La</strong>tino<br />

Con un camiseta de Joy Division<br />

Sus andares delatan el opio y el vino<br />

Es puro arte, simbolismo e imprecisión<br />

Por su parte, Arthur escribe cartas<br />

De sus temporadas en el averno<br />

Plastifica los delirios y luego los ensarta<br />

Con letras ocres en oscuros cuadernos<br />

Uno es una máquina de Moore<br />

Y otra de Mealy<br />

Sus estados son salidas de desesperación<br />

Flores del mal y transición de arcoiris<br />

A luz negra y empírica<br />

Bohemia y Sífilis se dan la mano<br />

En los prostíbulos del remordimiento<br />

Spleen que los ahoga en el concilio de los malditos<br />

Y las brasas de las tormentas y el dios Urano<br />

En lo alto de su decadencia y el martillo del tormento


Clavetea las ínfulas contra la pared del sepelio y el rito<br />

El ajenjo empapa la lastimera conciencia del oráculo<br />

Uno lleva una espada que irradia la oscuridad de la farsa<br />

Otro la garra del dragón como apoyo y como báculo<br />

Los dos son infraseres en el Abismo y el Multiverso<br />

Arthur, más decadentista, escapó a Chipre y a Java<br />

En Yemen bebió del flujo como un néctar abisinio<br />

Vendió rifles en Harán y cuando la gangrena fue su saliva<br />

En la muñeca palpitaba Verlaine como un último vestigio<br />

Años atrás, Charles quiso ser pieza de museo<br />

Ni los arañazos de trescientos francos<br />

Ni la máscara nerviosa de la afasia mitigó su deseo<br />

En Montparnasse duerme sobre una hoja en blanco<br />

“Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras in<strong>moral</strong>idad,<br />

<strong>moral</strong>idad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una<br />

puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca<br />

había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada<br />

momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmortales<br />

cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias.”<br />

JT


Perder<br />

Te pasas la vida muriéndote un poco<br />

cada vez que pierdes<br />

la fe,<br />

una apuesta,<br />

la cartera,<br />

la vergüenza,<br />

tu amor,<br />

el trabajo,<br />

un amigo o dos,<br />

el pelo, las encías o un diente,<br />

la inocencia,<br />

parte del salario,<br />

un propósito de año nuevo,<br />

una mascota,<br />

otro amor<br />

y a veces otro.<br />

Te salen agujeros en las palmas de las manos<br />

e intentas consolarte de viejo<br />

en que eres más sabio.<br />

Vas sobreviviendo a saldos<br />

si continúas respirando,<br />

no se agarra un rencor a tu costado<br />

y amas y dueles<br />

a ti y a alguien.<br />

Pero ten cuidado con no defraudarte<br />

muchas veces;


perdonarte a ti mismo<br />

sale caro; equivale a perder:<br />

cuatro dientes<br />

tres propósitos de enmienda<br />

una ilusión de reyes magos<br />

medio sueldo<br />

cinco apuestas<br />

y el tacón de un zapato.<br />

EAJ


Dos poemas<br />

1<br />

Es lo que tiene<br />

esto de las pollas<br />

­carecen de algún atisbo<br />

de <strong>moral</strong> en sus centímetros­ y luego<br />

al racista se le levanta<br />

viendo culazos de mulatas.<br />

No diré lo que les pasa a las pollas<br />

de los obispos ­créeme, tienen<br />

bajo sus enormes barrigas púrpurasal<br />

pasar delante de una guardería. Obedientes,<br />

las pollas de los católicos antiabortistas<br />

salen de los coños sin bendecir antes de correrse dentro.<br />

Y la mía<br />

se levanta poderosa<br />

cada mañana<br />

al lado de la mujer que amo, la misma que<br />

dejó de excitarme el día que la conocí. Pero ya sabes:<br />

all work and no play makes Jack a dull boy<br />

all work and no play makes Jack a dull boy<br />

all work and no play makes Jack a dull boy...


2<br />

Teníamos en casa de mi abuelo<br />

un <strong>moral</strong>. sus hojas no eran tan ricas<br />

como las de la morera del vecino<br />

de al lado. pero yo me emperraba cada<br />

verano en criar gusanos de seda.<br />

nunca robé una hoja del berrinches,<br />

mi <strong>moral</strong> sacaría adelante el empeño.<br />

Año tras año fracasaba, ni crisálidas<br />

ni hostias en vinagre. y<br />

año tras año, las mariposas venían<br />

a mi caja de zapatos, con sus alas de seda<br />

a masturbarse dentro de los capullos a medio hacer.<br />

se marchaban volando desorientadas por el asco.<br />

aturdidas por su deseo irrefrenable sin la memoria<br />

de haber sido ellas también<br />

gusanos al nacer.<br />

JMM


Es la lluvia<br />

¿Escuchas ese tintineo? es la lluvia de cada sábado por la noche.<br />

<strong>La</strong> lluvia, siempre presente.<br />

Siempre quise bailar bajo la lluvia.<br />

Tal vez acercarme a ti,<br />

sonreír,<br />

ofrecerte mi mano y preguntar ¿bailas?...<br />

y entonces tú sonreirías,<br />

y dirías que estoy loca,<br />

como siempre...,<br />

pero cogerías mi mano,<br />

te aferrarías a mi cintura<br />

y al inventar unos supuestos pasos de tango<br />

desearías besarme.<br />

En silencio, yo desearía que lo hicieras,<br />

pero no, no diría nada,<br />

sólo sonreiría ,<br />

porque es lo único que sé hacer de verdad.<br />

Sí, es la lluvia<br />

la que me trae el recuerdo de aquellas cosas que nunca pasaron,<br />

y de aquellas conversaciones que tuvimos sin estar ni ser....<br />

todo es lluvia.<br />

Nunca te conté los secretos de mi piel.<br />

<strong>La</strong>s cosas no son siempre lo que parece,<br />

no todo es blanco o negro,<br />

la gama de colores es tan amplia


que podríamos perdernos entre malvas y rosas,<br />

pero para llegar a ellos antes debemos llegar a nosotros,<br />

y eso no resulta fácil.<br />

Tampoco te dije que no creo en las casualidades,<br />

sino en las causalidades.<br />

tú creas tu propio destino a cada paso que das,<br />

y es entonces cuando aparecen las cuatro puertas<br />

y debes elegir sólo una,<br />

sólo una,<br />

la vida te va en ello<br />

porque cada puerta te conduce a un camino diferente,<br />

y una vez la has abierto<br />

ya no puedes dar marcha atrás.<br />

Resulta muy difícil abrir la correcta,<br />

demasiado difícil.<br />

Somos como titelles en manos de las moiras,<br />

ellas mueven los hilos<br />

pero somos nosotros los que caminamos sobre las brasas.<br />

No es fácil caminar cuando lo único que encuentras a tu paso son sombras,<br />

y la oscuridad te envuelve,<br />

tienes razón,<br />

no es fácil.<br />

Esto me recuerda el día que decidimos adentrarnos en aquel callejón oscuro<br />

para perdernos.<br />

Fue divertido,<br />

y me sorprendió que fuera idea tuya


porque estas cosas se me suelen ocurrir a mí.<br />

Caminar sin rumbo fijo con la intención de perdernos.<br />

Todo surgió cuando te dije que para encontrarte antes necesitas perderte,<br />

y entonces te dio un ataque de risa<br />

dijiste que tenías que probar eso,<br />

así que lo hicimos,<br />

nos perdimos.<br />

Creo que seguimos en el callejón.<br />

No he perdido la esperanza de encontrarme.<br />

Tal vez lo haya hecho ya,<br />

pero sigo aquí,<br />

todavía,<br />

contigo,<br />

esperando que te encuentres,<br />

que abras los ojos<br />

y veas que te tienes justo delante.<br />

Sigo aquí.<br />

Es sábado por la noche.<br />

¿Escuchas ese tintineo?<br />

Es la lluvia.<br />

No sé dónde estás,<br />

pero llueve.<br />

No estamos ni somos,<br />

pero llueve,<br />

todo es lluvia y llueve,<br />

así que me acerco a ti que no eres,


te ofrezco mi mano sin estar,<br />

sonrío porque es lo único que sé hacer de verdad,<br />

y pregunto...<br />

¿bailas?...<br />

Es sábado por la noche ...<br />

y llueve.<br />

Me gusta el tintineo,<br />

me gusta la lluvia.<br />

Me gusta llover<br />

mientras bailamos ese tango<br />

que nunca existió.<br />

RD


Los últimos datos<br />

Los últimos datos nos revelan<br />

que hay pederastas<br />

en el seno de la Iglesia Católica de Irlanda;<br />

Los últimos datos nos cuentan<br />

que en el cielo también hay traidores<br />

bajo la tutela de un dios<br />

cada vez más desvirtuado<br />

por la perversión humana...<br />

...Los últimos datos nos muestran<br />

a un Satanás obeso<br />

riéndose a mandíbula batiente,<br />

mientras sus súbditos sodomizan<br />

a la nueva hornada de ángeles caídos<br />

vestidos con sotana<br />

y con cruz colgada al cuello.<br />

Los últimos datos nos informan<br />

de que para ministros de la Iglesia de opereta<br />

el aborto es el crimen más blasfemo,<br />

más que la violación,<br />

más que la pedofilia disfrazada de evangelización,<br />

más que a un sacerdote<br />

haciéndoselo con un niño en un confesionario...<br />

Los últimos datos nos confirman<br />

que los bastardos hijosdeputa<br />

comienzan a quitarse el disfraz de santidad<br />

para mostrarnos<br />

la crudeza de la doble <strong>moral</strong>idad,


un nuevo concepto de pecado,<br />

un nuevo estilo de mentira,<br />

un nuevo dogma de fe...<br />

Los últimos datos nos revelan<br />

que hay pederastas<br />

en el seno de la Iglesia Católica de Irlanda<br />

y de cualquier Iglesia Católica del Mundo.<br />

Los últimos datos nos revelan<br />

que ésta sí es la verdadera fecha señalada<br />

para el advenimiento del Anticristo...<br />

lo conoceréis por su manera de hablar de su dios<br />

en el púlpito de cualquier iglesia<br />

mientras mira sonriente a los niños...<br />

¡Amén!<br />

JMV


FOTOGRAFÍA<br />

FOTOGRAFÍA I<br />

Agustín Calvo Galán


FOTOGR<br />

Inguz


AFÍA II<br />

Mentti


FOTOGR<br />

Ludovica B


AFÍA III<br />

astianini


ENTREVISTA<br />

Manuel Vilas, por RDF.<br />

Estimado Manuel, gracias por aceptar esta entrevista para el número de la<br />

revista sobre <strong>La</strong> <strong>moral</strong>. Es un tema complicado, este concepto trae a la mente<br />

la imposición de conductas, la recriminación, la negación y reproche de<br />

nuestros actos, todo aquello del bien y del mal, pero comentemos sobre ello<br />

sin rodeos, y también sobre tu literatura y tu última novela, muy al caso del<br />

tema sobre la <strong>moral</strong>, sobre nuestras conductas en sociedad.<br />

ENTREVISTA a Manuel Vilas<br />

¿Qué es la <strong>moral</strong> para ti?<br />

Me imagino que es una construcción cultural más; la creación de un orden<br />

más o menos razonable para que podamos sostener la civilización y el<br />

capitalismo. Más allá del “no matarás” todo pueden ser dudas. Pero lo que sí<br />

podría decir que la <strong>moral</strong> en España es algo muy peculiar, y muy poco<br />

ilusionante.<br />

¿De dónde viene este concepto? No es necesario hacer un recorrido<br />

histórico, salvo que quieras y será recibido con los brazos abiertos. Con<br />

tu opinión sobre cómo piensas que surge la <strong>moral</strong> sería ya un buen<br />

comienzo para la entrevista.<br />

Surge de la represión del instinto sexual. De eso no me cabe la menor duda.


Cada sociedad, tanto histórica como geográficamente tiene sus propios<br />

códigos de conducta, sus propios cercos y sus propias aceptaciones. ¿Es la<br />

<strong>moral</strong> el método en que se acotan nuestros actos para facilitar el<br />

gobierno de las distintas sociedades? ¿Piensas que es la <strong>moral</strong> una<br />

herramienta de control?<br />

Por supuesto que sí. <strong>La</strong> <strong>moral</strong> es madrugar. <strong>La</strong> <strong>moral</strong> es el culto al trabajo.<br />

Hasta el culto a la literatura es la <strong>moral</strong>. Puede que el alcoholismo sea<br />

in<strong>moral</strong>, lo único in<strong>moral</strong>, en la medida en que el alcohólico es un perfecto<br />

inútil laboral.<br />

Sobre las religiones, la política y la <strong>moral</strong>: ¿Existiría una religión o una<br />

corriente política sin una <strong>moral</strong> detrás? Para divagar a placer.<br />

No me interesan las religiones. Dios sí que me interesa. Me interesa Jesucristo.<br />

Pero no las religiones, no los códigos. <strong>La</strong> política lo es todo. <strong>La</strong> política y la<br />

<strong>moral</strong> españolas son un “déjà vu” permanente. Este es un país aburrido. El<br />

mundo se ha convertido en un lugar aburrido.<br />

El bien y el mal, ¿qué son, en realidad? ¿Cómo interpretamos estos<br />

conceptos?<br />

Los curas son muy buenos haciendo estas construcciones culturales y los<br />

medios de comunicación también son buenos con eso. Yo escribo libros que<br />

incomodan porque no respetan esas leyes. <strong>La</strong> gente necesita códigos para<br />

poder madrugar y todo eso. Pero al final, la gente se muere.<br />

<strong>La</strong> <strong>moral</strong> y nuestras conductas sexuales, aquí entra en juego tu última<br />

novela El luminoso regalo. Sé que aquí tienes para páginas enteras...


coméntanos sobre los miedos en el sexo, lo aceptado por la sociedad en<br />

que nos encontramos, nuestras costumbres en el sexo, las barreras a las<br />

que nos enfrentamos, en fin, sobre el proceso de escritura de tu novela y<br />

su contenido.<br />

No sabría por dónde empezar. España no solo es un país políticamente<br />

mediocre, la gente se cree que la mediocridad solo está en la política. Si<br />

España es un país políticamente mediocre, la razón hay que buscarla en la<br />

sociedad y en la cultura españolas, que son igualmente mediocres. Los<br />

políticos solo nos reflejan. Los políticos son un reflejo de nuestra propia<br />

literatura. Lo dije en Facebook el otro día. Últimamente estoy un poco violento<br />

con este tema. Pero me irrita que la gente se crea que la política española ha<br />

caído del cielo. Ojalá la gente se dé cuenta de que el cambio debe empezar por<br />

la gente misma. Si la gente no cambia, los políticos tampoco. <strong>La</strong> gente en<br />

España, joder... Mira la gente, mírala, y lo verás todo claro.<br />

Al hilo de tu poesía, donde también la <strong>moral</strong> está muy presente, como<br />

algo a superar, por ejemplo en este verso: “quería ir más allá del orden,<br />

de la naturaleza y de la vida”. ¿Qué habría más allá del orden: un orden<br />

nuevo a superar? Al fin y al cabo la institución de una <strong>moral</strong> se basa en la<br />

dialéctica, destruyéndose y construyéndose a cada paso según<br />

necesidades. ¿Existirá siempre la <strong>moral</strong>?<br />

<strong>La</strong> literatura tiene como misión ir más lejos. De ahí ese verso. Es un<br />

recordatorio de que la vida es sagrada y que ha de usarse en una misión de<br />

conocimiento. Ese es un verso contra la alienación.<br />

Siguiendo con tu poesía, donde hay búsqueda de ruptura con la sociedad,<br />

con la política, con nuestro tiempo, ¿qué busca la poesía de Manuel Vilas?


¿Cuál es tu poemario que sientes más intenso, en el que te sentiste más<br />

liberado tras escribirlo?<br />

Mi poesía es una liberación. Mi poesía incomoda, pero tiene fans acérrimos.<br />

Mi poesía tiene lectores. Tendría más lectores si la gente fuese interesante. <strong>La</strong><br />

gente en España, de forma general, no es interesante. Mi poesía busca la<br />

verdad y la vida. Todos mis poemarios me gustan. Elijo el último: “Gran Vilas”,<br />

pero por ser el último.<br />

¿Qué será lo próximo que podamos leerte, poesía o novela? ¿Por dónde<br />

irán? Pues cada libro tuyo nos ofrece caras diferentes, con tu propio sello<br />

pero siempre bastante diferenciados, lo cual es de agradecer.<br />

Estoy bastante desanimado. Me gustaría desaparecer. Ojalá dominara la<br />

lengua inglesa. Ojalá pudiera escribir en inglés. Creo que me lo he ganado:<br />

poder, al fin, escribir en inglés.


COLABORADORES<br />

Andreu Martín<br />

Barcelona, 1949. Empezó a publicar novelas policíacas en 1979, durante el llamado Boom<br />

de la Novela Negra.<br />

Se autodenomina autor de novela policíaca, frente a la novela negra y la novela enigma<br />

desde la convicción de que el concepto novela policíaca integra a los otros dos, y cree que<br />

las nuevas tendencias del género deben fusionar la inteligente complejidad reflexiva de la<br />

novela enigma con la acción y el análisis social inherentes a la novela negra.<br />

Comenzó a escribir guiones de tebeos desde muy joven, continuando esta labor en las<br />

editoriales Bruguera y Grijalbo tras licenciarse en Psicología en 1971. A lo largo de su<br />

carrera, además de guiones para tebeos, ha escrito teatro, guiones de televisión y cine, ha<br />

trabajado como director cinematográfico y ha colaborado en numerosos periódicos y<br />

revistas como por ejemplo Destino, Cambio 16 y El Jueves entre otras. Es bien conocido por<br />

su personaje Flanagan, en sus publicaciones de novelas policiacas juveniles escritas en<br />

colaboración con Jaime Ribera.<br />

Es autor de novelas policiacas para jóvenes y adultos.<br />

En 2001 obtuvo y el premio <strong>La</strong> sonrisa vertical con Espera, ponte así y en 2002 fue el<br />

ganador del XXXIV Premio Ateneo de Sevilla por su novela Bellísimas personas.


Juan Carlos Márquez<br />

Nació en Bilbao en 1967. Es licenciado en Ciencias de la Información y máster de<br />

Periodismo por el diario El Correo y ha ejercido el oficio en diversos medios, pero desde<br />

hace algunos años se dedica en exclusiva a impartir talleres y cursos en la Escuela de<br />

Escritores de Madrid. Ha escrito los libros de relatos Norteamérica profunda (Diputación de<br />

Badajoz, 2008/ Salto de Página, 2012); Oficios (Castalia, 2008), Premio Tiflos de cuento;<br />

Llenad la Tierra (Menoscuarto, 2010), finalista del Premio Euskadi 2011; y la novela<br />

Tangram (Salto de Página. 2011), Premio Sintagma 2011 y Premio Euskadi 2012. Ha sido<br />

dos veces finalista del premio Setenil al mejor libro de relatos (2008 y 2009) así como de la<br />

primera edición del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera de Duero. En los<br />

últimos años sus obras han sido reconocidas con varios premios, entre ellos el José Nogales<br />

de la Diputación de Huelva (2010), el Rafael González Castell (2005) y el premio Juan<br />

Rulfo al escritor novel (2003). Asimismo sus cuentos han sido seleccionados, entre otras<br />

muchas recopilaciones, en las dos antologías de referencia de la narrativa breve española<br />

contemporánea: Siglo XXI (Menoscuarto. 2010) y Pequeñas Resistencias 5 (Páginas de<br />

Espuma. 2010). En 2012 fue uno de los escritores que representaron a España en el festival<br />

cultural londinense Spain now!


Gabriel Arriarán<br />

Nació en Madrid, en 1976. Creció en Lima. Además de estas dos ciudades ha vivido en<br />

Houston, Puerto Maldonado, Londres y Barcelona. Reside actualmente en Lima. Estudió<br />

antropología en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la London School of<br />

Economics. Es doctorando en Historia por la Universidad de Barcelona. Fue ganador de la<br />

beca MAE­AECI 2007­2011. Ha trabajado como periodista e investigador para think tanks y<br />

universidades de España, Inglaterra y Perú. En una línea periodística escribe actualmente el<br />

blog: www.uterodehierro.wordpress.com sobre los patrones del oro y la madera y la<br />

esclavitud en los campamentos ilegales de extracción en la selva amazónica. Ha publicado<br />

recientemente el libro Un escritor de culto, con la editorial Matalamanga.


Juan Trigo<br />

Nací el 1 de Agosto de 1982 en Zafra (Badajoz). Ingeniero informático.<br />

Ramón Zarragoitia<br />

Nacido en Gorliz, Vizcaya, 1970. Fue urbanista. A día de hoy, mientras promociona su<br />

última novela "Me miro al espejo... y me gusta lo que veo" con la editorial Groenlandia,<br />

sigue colaborando con diversas revistas literarias como: <strong>La</strong> bolsa de pipas (Sloper); Periplo;<br />

Agitadoras.com; Entropía; Acantilados de papel o Narrativas, entre otras.<br />

Su proyecto narrativo puede seguirse en el Blog SCRIPTUM, Despacho de letras, incluyendo<br />

un currículo actualizado en la pestaña "Deméritos".


Esteve Bosch de Jaureguízar<br />

“El Fisioterapoeta” (fisioterapeuta y poeta). Nació en 1964, un poco en Palamós y otro en<br />

Barcelona. Vive a caballo de ambas poblaciones/amores. Esteve, que pretende acuñar el<br />

término de Fisioterapoeta, ya que está obsesionado por romper la frontera entre ciencia y<br />

letras, trabaja en el Hospital Universitari de Bellvitge (HUB) desde 1986. En 2008 Esteve<br />

publicó “<strong>La</strong> Fuerza de un latido” (RBA Ed), (<strong>La</strong> Magrana) en catalán y en 2011 “Hospitalia<br />

Doble Malta” (Plataforma Ed). A finales de este año publicará “Fisioterapia en Cirugía<br />

Cardiaca y Cardiología”. En febrero de 2009 fue uno de los fundadores del espacio literario<br />

del HUB “Bellvitge literari”. Recita de forma habitual en el circuito poético indie barcelonés<br />

y a finales de abril fue uno de los dos representantes de Barcelona en el certamen estatal de<br />

Poetry Slam que se celebró en Jaén. Se clasificó en séptimo lugar. Ejerce como<br />

Fisioterapeuta en el HUB en las Unidades de Cardiología, Cirugía Cardiaca, UCI, Coronaria,<br />

Trasplante Cardiaco y Reentrenamiento al esfuerzo en pacientes cardiacos y EPOC. Es<br />

docente de la Unidad de Formación Continua del HUB y de dos Másters sobre el paciente<br />

cardiológico (Univ de Barcelona y Univ Autónoma de Barcelona). Actualmente publica su<br />

poesía y algún que otro texto en su blog “El Mercader de Poetia (El rincón del<br />

Fisioterapoeta)”. Le gusta llevar el pelo largo y le entusiasma la cerveza Doble Malta, y<br />

también la marca de anís badalonesa con la que mestiza el café.


Xavier Nofrerias<br />

Nacido en Mollet del Vallès en el mediodía exacto de un sábado de 1989. Diplomado en<br />

Enfermería. Se inició en el mundo del verso a los 17 años fruto de los últimos coletazos de<br />

la adolescencia. En esa época inició su blog Rebuzno Poético, cuyo título describe lo que ahí<br />

sigue escribiendo en la actualidad. Desvirgado recientemente en cuanto a recitar se refiere,<br />

últimamente le está cogiendo el gustillo a rebuznar en público en jams y recitales varios.<br />

Tarea que compagina con el blog/agenda de recitales de Barcelona que ha creado para<br />

consumo propio y del que lo quiera mirar (Recitales BCN).<br />

Sergi Bellver<br />

Sergi Bellver (Barcelona, 1971). Escritor de vocación tardía, en los últimos tres años ha<br />

participado en una decena de antologías de relatos publicadas en España y varios países<br />

latinoamericanos. También ha publicado narrativa y poesía en revistas, diarios y otros


medios, y es autor de dos guiones de cortometraje para una productora independiente.<br />

Editó los libros colectivos Chéjov comentado (2010) y Mi madre es un pez (2011; con Juan<br />

Soto Ivars) y ha prologado una nueva traducción de El jugador, de Dostoievski (2013). Ha<br />

colaborado como crítico literario y periodista cultural en el suplemento Cultura|s del diario<br />

<strong>La</strong> Vanguardia y en las revistas Qué Leer, Tiempo y BCN Mes, además de en diversos medios<br />

digitales. Profesor de las principales escuelas de escritura de Madrid y Barcelona entre 2008<br />

y 2011, en la actualidad coordina sus propios talleres de narrativa.<br />

http://www.sergibellver.com<br />

Sonia Barba<br />

Fotografía de Meritxell Martín<br />

Actriz, escritora, agitadora cultural.<br />

Directora de la compañía InterFans y del Prostíbulo Poético en Barcelona.<br />

Sus textos han aparecido en Literata, Dulce Arsénico y ahora en Revista <strong>Excodra</strong>.<br />

http://www.talleresprostibulo.tumblr.com


Estela Aguilar Jiménez<br />

Granada, 1974. Soy licenciada en Derecho y funcionaria del Cuerpo Superior de<br />

Administradores Generales de la Junta de Andalucía. Actualmente trabajo en la Delegación<br />

Territorial de Hacienda y Administración Pública en Granada. En el mundo de las letras mi<br />

recorrido es cortísimo y al mismo tiempo, largo. Soy ávida lectora desde que me enseñaron<br />

a hacerlo en el colegio y ya de pequeña escribía cositas, como hemos hecho tantos. Sigo<br />

perdiéndome a diario entre versos ajenos y desde hace poco, me he sacudido el pudor y<br />

empiezo a mostrar los míos en un blog: http://hambreletras.blogspot.com.es/


Jorge M Molinero<br />

Nacido en Valladolid, 1976. Ha publicado los poemarios: Versos en el desierto, Bohodón<br />

Ediciones. Y Amplia victoria de los traseros.<br />

Raquel Delgado


Badalona, 1979. Licenciada en Filología Hispánica, especializada en cultura, literatura y<br />

arte chicano. Es performer y poeta slammer. Ha publicado en revistas como<br />

"Interlingüística, Asociación de Jóvenes Linguistas", "Paralelo Sur", y "Cipactli", revista<br />

publicada por la Sant Francisco State University. Es colaboradora de la revista "Rasgado de<br />

boca" y miembro del consejo de redacción de Paralelo Sur. Ha participado en diversos<br />

festivales artísticos y poéticos a nivel nacional e internacional.<br />

José Manuel Vara<br />

Nacido en 1965. LIBROS PUBLICADOS:<br />

Ego Pervertum, junto a Denisse Sánchez. Neurótika Books, 2010.<br />

Daño Selectivo. Neurótika Books, 2011.<br />

<strong>La</strong> habitación roja. Neurótika Books, 2011.<br />

Poesía bastarda de saldo, Neurótika Books 2012.<br />

Dead Zone, poesía de Lucía de Fraga y José Manuel Vara. Neurótika Books, 2012.<br />

Pecados capitales y emociones asociadas. Neurótika Books, 2013.<br />

FANZINES, ANTOLOGÍAS, ETC.:<br />

Resaca, Hank Over, un homenaje a Charles Bukowski. Ed, Caballo de Troya. Vinalia


Trippers, Plan 9 del espacio exterior. Viscerales. Ediciones del Viento. Esto no rima,<br />

antología de poesía indignada. Editorial Origami. Una navidad de muerte. Editorial<br />

Origami. Vinalia Trippers, Trippers from the Crypt. Vinalia Trippers, Spanish Quinqui.<br />

Underground Boys. Neurótika Books.<br />

Gestiona:<br />

Editorial Neurótika Books: http://issuu.com/varaneurotika<br />

Blog: http://atrocityexhibitionfanzine.blogspot.com.es/<br />

Agustín Calvo Galán<br />

Nacido en Barcelona, 1968. Ha publicado los libros de poemas: Letras transformistas, una<br />

selección de sus poemas conceptuales y visuales (2005), Otra ciudad (libro objeto, 2006)<br />

Poemas para el entreacto (2007) y A la vendimia en Portugal, (2009). Y, desde el colectivo<br />

<strong>La</strong>bcrom di Sol, ha promovido la publicación de homenajes a poetas experimentales<br />

contemporáneos. Su obra como poeta visual ha sido recogida en diferentes antologías<br />

especializadas como Poesía experimental española (19632004) Ed. Marenostrum (2004),<br />

Breviario de poesía experimental y mailart. Ed. Corona del Sur (2006). Poesía visual<br />

española (antología incompleta) Ed. Calambur (2007), Fragmentos de entusiasmo, poesía<br />

visual española (19642006) Ayuntamiento de Guadalajara (2007). Esencial visual Instituto<br />

Cervantes de Fez (Marruecos, 2008). Ojos que sí ven, antología de poetas experimentales<br />

de México y España Ed. Corona del Sur (2010), etc. En marzo de 2008 participó como<br />

ponente en el I encuentro con la poesía española contemporánea en la Universidad de Bari


(Italia). Colabora habitualmente en revista y publicaciones de poesía. Desde noviembre de<br />

2006 hace crecer un blog de interconexión entre poetas españoles llamado [las afinidades<br />

electivas].<br />

Exposiciones: Por otro lado, ha participado en numerosas exposiciones colectivas con sus<br />

poemas visuales, además, ha realizado exposiciones en solitario: “Letras transformistas”,<br />

poemas visuales y collages, junio de 2003, Centre Cívic Drassanes (Barcelona),<br />

“Fotopoemas”, diciembre de 2006, <strong>La</strong> Vaquería (Tarragona), “Proyecto Desvelos”, abril de<br />

2008, Sala Valentina (Barcelona), "Poemas y objetos" octubre de 2008, Ateneu Igualadí<br />

(Igualada, Barcelona), "Fotopoemas" julio de 2010, Centre Cívic Ca l'Herrero, Portbou<br />

(Girona) y "Paisatges i poemes visual" abril de 2011, Biblioteca de Ripollet.<br />

Ludovica Bastianini<br />

Es Licenciada en la Facultad de Conservación del Patrimonio Artístico, realizó los Cursos de<br />

Dibujo y de Ilustración en la Escuela Comix de Nápoles y publicó con las Editoriales "L'isola<br />

dei ragazzi" y "<strong>La</strong>rcher editore", además fue premiada en el Concurso Fotográfico "Cucu<br />

tete", sobre la relación entre la ciudad y los niños. Ahora estudia la especialización<br />

universitaria de Historia del Arte Contemporáneo en la Universidad Suor Orsola Benincasa


de Nápoles, participando también en el Curso Profesional de Fotografía de Autor en el<br />

Instituto Idep de Barcelona. Parte de sus obras pueden ser vistas aquí:<br />

http://www.ludovicabastianini.com/Home.html<br />

Inguz Mentti<br />

Nací el 14 de diciembre de 1990, soy de Granada, y estudio Arte.


Manuel Vilas<br />

Fotografía de Daniel Mordzinski<br />

Barbastro, Huesca, 1962. Es un narrador y poeta español. Escribe habitualmente en prensa<br />

(Abc, Heraldo de Aragón y El Mundo) y en revistas de literatura. Su obra figura en varias<br />

antologías. Actualmente trabaja de profesor de lengua y literatura en el centro IES<br />

Avempace (Zaragoza).<br />

Novelas:<br />

El luminoso regalo (2013, Alfaguara)<br />

Los inmortales (2012, Alfaguara)<br />

España (tercera edición en Punto de Lectura, 2012)<br />

Aire Nuestro (Alfaguara, 2009)<br />

España (2008)<br />

Magia (2004)<br />

Relatos: Libro de relatos Zeta (2002)<br />

Poesía: Gran Vilas (Visor, 2012); Amor. poesía reunida, 1988­2010 (Visor, 2010);<br />

Calor (Visor, 2008); El Cielo (2000); Resurrección (2005); Calor (2008).<br />

Imagen de portada: Agustín Calvo Galán


LA MORAL<br />

NÚMERO <strong>XIII</strong><br />

MAYO 2013<br />

REVISTA EXCODRA<br />

http://www.excodra.com

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